miércoles, 4 de enero de 2023

DIÁCONO JORGE NOVOA: HAY QUE ABANDONAR LOS SEPULCROS CULTURALES

Cada año recibimos la llegada de la Cuaresma con renovada esperanza, pero en muchas ocasiones pensamos que esta palabra obrará en nosotros mágicamente, y esperamos que cual artilugio de mago, por el solo hecho de pronunciarla, nos dispondrá a recibir frutos abundantes. La Cuaresma es un tiempo de decisión que se manifiesta por la invitación de Dios a abandonar la vida de pecado.


Hay que aceptar partir de la tierra del egoísmo, las injusticias, la ambición desmedida, la explotación, el orgullo, la vanidad, la lujuria y tantas otras manifestaciones del pecado en la vida de los hombres. Hay que partir y abandonarlo todo. En realidad, la vida que llevamos alejados de Dios, es un "espejismo vital", una forma aparente de vida que no sacia y que conduce lenta y paulatinamente a la desolación, más que vida es muerte y por ello parece ser que el sepulcro es el lugar escogido para habitar.

Cuántos sepulcros culturales son propuestos como verdaderos palacios! Cuántos compramos en cuotas, e incluso, de cuántos somos arquitectos nosotros mismos. Nuestros sepulcros se fueron construyendo a partir de esas realidades que nos han ido encerrando, aislando, incomunicando y debilitando, y así, poco a poco, hemos ido entrando en ellos. El pecado comunica únicamente la muerte, pues no da ningún signo vital, en el venial será preparación para ella o participación, y en el mortal experiencia de oscuridad y desesperanza. Nosotros por la vida de pecado nos vamos introduciendo lentamente en el sepulcro, y el mal espíritu nos susurra al final de nuestro camino, que corramos la loza que lo cierra definitivamente. Hay lozas en nuestros sentidos y en nuestro corazón que nosotros mismos ponemos a veces sin darnos cuenta. El pecado claramente se manifiesta como un suicidio espiritual…

El Señor se detiene delante de nuestros sepulcros, como lo hizo ante el de Lázaro, para liberarnos de la loza que nos impide ver la luz y desde la puerta grita nuestros nombres. Para nosotros el sepulcro es también toda situación límite. El temor a la muerte, el desaliento, el sentir que nos han dejado de lado, la falta de afecto, la ausencia de diálogo, la soledad, y tantas otras situaciones que nos van debilitando. La vida vivida así, queda reducida a la espera de la muerte. Este sepulcro condiciona toda nuestra vida, la llena de angustia, pesimismo e intranquilidad. De ese sepulcro nos viene a liberar el Señor. Jesús es el único que con voz potente anuncia una palabra de vida en todas las situaciones de muerte, solo su voz potente resquebraja las densas oscuridades que se nos presentan como límites invencibles, para iluminar nuestra existencia.

Su Palabra nos invita a partir. Sal de esta tierra de pecado y muerte, y dirígete hacia una que mana leche y miel. La Cuaresma es un tiempo de "escucha" de la Palabra del Señor destinada a ser la luz que ilumina este caminar. Este camino que comienza en la oscuridad y llega hasta la luz; "comienza con pensamientos melancólicos sobre la muerte y la destrucción aparente del hombre (recuerda que eres polvo y al polvo regresarás) y arriba al anuncio de la vida resucitada que iluminará de alegría y de esperanza la noche de pascua; un camino que en la partida nos ofrece el camino áspero de nuestro interior, como reflejo de la transformación de los corazones y del universo obtenida para nosotros por la entrega de Cristo" (G. Biffi).

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