domingo, 26 de marzo de 2023

DIÁCONO JORGE NOVOA: SUBAMOS A JERUSALÉN


"Subamos a Jerusalén" (Lc 9,51), invitación que realiza el Señor a los suyos, sabiendo que de hacerlo, sus vidas corren serios riesgos. Pedro, por ello, reacciona oponiéndose, y trata de evitar que tome en dirección de Jerusalén.  

Los discípulos han compartido este tiempo de gracia, tiempo de salvación,  siendo testigos de las maravillas obradas por ÉL. Lo vieron calmar la tempestad, caminar sobre las aguas, curar a muchos enfermos, liberar a posesos del demonio, y a este elenco breve pero significativo, podríamos agregarle  un sinnúmero de cuentas, sobre las obras del Señor. La Buena Noticia del Reino ha sido recibida por los sencillos de corazón, y su fama se ha propagado de una región a otra, de forma que acudían a escucharlo, porque "enseña con autoridad". Como le dice Nicodemo: no podrías realizar estas obras, si Dios no está contigo.

Jesús sube a Jerusalén - Mi vida en Xto
Los discípulos están a su lado, felices, Él colma sus expectativas, y le reconocen como   Mesías: "Tú eres el Cristo", dirá Pedro en Cesárea de Filipo. Por qué arriesgarnos a que te pase algo? Por qué poner en peligro la labor tuya, que vence todo mal? Subir a Jerusalén supone correr ese riesgo. Y llegará la hora de la injusticia, la calumnia, el destrato, la humillación....y todo lo que ya conocen.. Y nuestra amistad nos llevará a beber del amargo cáliz del Señor o a decir que no lo conocemos. Subir a Jerusalén, supone aceptar vivir la hora del Señor como nuestra hora...

Adentrándonos en la Cuaresma, vamos orientándonos para subir a Jerusalén. Hoy somos nosotros los que recibimos esta invitación. El Señor ha entrado en Jerusalén como Rey, es un rey humillado, ultrajado, menospreciado, que camina hacia la Cruz. 

¿Es nuestro Rey? ¿Lo reconocemos presente, en los rechazos, las humillaciones y los sufrimientos que nos tocan vivir? ¿Levantamos nuestra voz, en nuestra Jerusalén de hoy, para no abandonarlo? En las decisiones laborales, familiares, políticas, económicas, afectivas, lo reconocemos como nuestro Rey? Subimos con Él al mundo de las incomprensiones y los rechazos, y permanecemos a su lado? O lo abandonamos? Ir con Jesús a Jerusalén, es para débiles que confían que su Señor los sostiene.

Damos testimonio del amor del Señor en la Cruz. Por  los niños no nacidos, los injustamente abandonados, los mártires de Siria, Iraq y otros tantos, los matrimonios destrozados, los ancianos abandonados y por muchas cosas más, ...CON JESÚS VAMOS A JERUSALÉN.

domingo, 19 de marzo de 2023

SAN ENRIQUE DE OSSÓ: SIETE `PRIVILEGIOS DE SAN JOSÉ

San Enrique de Ossó y Cervelló (1840-1896), nacido en Vinebre, en la Diócesis de Tortosa, destaca entre los sacerdotes catalanes del siglo pasado por su espíritu teresiano y su ferviente devoción josefina. Ha sido canonizado recientemente por Juan Pablo II. Fundó en 1876 la Compañía de santa Teresa de Jesús (Teresianas). 

Creador de la Hermandad josefina en Tortosa, el mismo año de 1876, redactó un devocionario josefino completo que con el título El devoto josefino publicó en 1890. 

Enumera siete privilegios de san José: 

1º) Tener a Jesús por Hijo de Dios; 
2º) Ser su esposa María, madre de Dios; 
3º) Ser obedecido por Jesús y María; 
4º) Haber gozado de los abrazos y caricias del Rey de la Gloria; 
5º) Ser el primer adorador del Hijo de Dios nacido en Belén; 
6º) Morir en brazos de Jesús y María; y 
7º) Resucitar con Cristo en cuerpo y alma a la Gloria.

SAN JOSÉ : CÓMO DEBO ACTUAR?

Santo Tomás de Aquino elige presentar testimonios de diversas interpretaciones sobre el acontecimiento. 

Las posiciones se suelen resumir en tres: 

a) José tiene dudas sobre la fidelidad de su desposada, y siendo un hombre justo no quiere encubrir su falta;

 b) José sospecha de una intervención divina, y queda confundido entre "el asombro y la maravilla" (Suárez), quedándole clara la inocencia de María, (S. Jerónimo);

 c) José sabía que María había concebido por intervención divina y no humana. (Eusebio.) "José sabía que la preñez de María venía de Dios". (Basilio.) "José descubrió la preñez y su causa, que era por obra del Espíritu Santo". (Efrén.) "José comprendió que aquella era una maravillosa obra de Dios". (Eusebio.): "Pensó en separarse de ella en secreto para no cometer el pecado de ser llamado padre del Mesías. Temía vivir con ella pues eso podría deshonrar el nombre del Hijo de la Virgen. Por ello es que el ángel le dijo 'No temas llevar a María a tu casa'". Pablo, el diácono, en su Homiliarum atribuye a Orígenes una posición semejante. 

Actualmente, Ignace de la Potterie dice que la actitud de José no "ha de entenderse, ciertamente, si José se pregunta si María es culpable o no. Se trata más bien de una 'duda', de una indecisión acerca de lo que él debe hacer. ¿Cómo ha de comportarse él, el esposo de María, en la situación excepcional en que se encuentra su mujer?". Contando con argumentos lingüísticos y exegéticos propone leer: "José, su esposo, como fuese un hombre justo y no quisiese revelar (su misterio), resolvió separarse de ella secretamente "; en María en el misterio de la Alianza (BAC 1993).

SANTA TERESA DE JESÚS: SOBRE SAN JOSÉ


1.- Y tomé por abogado y señor al glorioso san José y me encomendé mucho a él. Vi claro que, tanto de esta necesidad como de otras mayores, de perder la fama y el alma, este padre y señor mío me libró mejor de lo que yo lo sabía pedir. No me acuerdo hasta hoy de haberle suplicado nada que no me lo haya concedido (V 6,6).

Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo, y de los peligros de que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos parece que les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad; pero a este glorioso santo tengo experiencia de que socorre en todas, y quiere el Señor darnos a entender, que así como le estuvo sometido en la tierra, pues como tenía nombre de padre, siendo custodio, le podía mandar, así en el cielo hace cuanto le pide.
2.- Y esto lo han comprobado algunas personas, a quienes yo decía que se encomendasen a él, también por experiencia; y aun hay muchas que han comenzado a tenerle devoción, habiendo experimentado esta verdad (V 6, 6)
3.- Procuraba yo celebrar su fiesta con toda la solemnidad que podía, más llena de vanidad que de espíritu, queriendo que se hiciese bien y con muchos detalles, aunque con buena intención (V 6, 7).
4.- Querría yo persuadir a todos que fuesen devotos de este glorioso santo, por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios. No he conocido a nadie que le tenga verdadera devoción y le haga particulares servicios, que no lo vea más aprovechado en la virtud; pues ayuda mucho a las almas que a él se encomiendan (V 6, 7).
5.- Creo que ya hace algunos años que el día de su fiesta le pido una cosa y siempre la veo cumplida; si la petición va algo torcida, él la endereza para más bien mío (V 6, 7).
6.- Quien no hallare maestro que le enseñe a orar, tome a este glorioso Santo por maestro y no errará el camino. No quiera el Señor que haya yo errado atreviéndome a hablar de él; porque aunque publico que soy devota suya, en servirle y en imitarle siempre he fallado. Pues él hizo, como quien es, que yo pudiera levantarme y no estar tullida; y yo, como quien soy, usando mal de esta merced (V 6, 8).
6.- No me hartaba de dar gracias a Dios y al glorioso Padre mío san José, que me pareció que él lo había traído, porque fray Pedro era Comisario General de la Custodia de san José, a quien me encomendaba mucho, y a nuestra Señora (V 3, 7).
7.- Un día, después de comulgar, Su Majestad me mandó con mucha insistencia que lo intentara con todas mis fuerzas, y me hizo grandes promesas de que se haría el monasterio, y que Dios se glorificaría mucho en él, y que su título fuese de san José, que él nos ampararía en una puerta y nuestra Señora en la otra (V 32, 11).
8.- Una vez estaba en un apuro del que no sabía cómo salir, pues no tenía dinero para pagar a unos albañiles, y se me apareció san José, mi verdadero padre y señor, y me dijo que no faltaría dinero y que los contratara; y así lo hice, sin un céntimo. Y el Señor de modo maravilloso que asombraba a los que lo oían, me proveyó (V 33, 12).
9.- Al glorioso san José no vi con tanta claridad, aunque vi muy bien que estaba allí, como en las visiones que he dicho que no se ven (V 33, 15).
10.- Mas ¡ay, hijas!, encomiéndenme a Dios y sean devotas de san José, que puede mucho (Cc 28ª).
11.- Ya entonces yo oraba mucho a nuestro Señor, suplicándole que no me fuese sin dejarles casa (en Sevilla), y hacía que las hermanas se lo pidiesen y al glorioso san José, y hacíamos muchas procesiones (F 25, 3).
12.- Las hermanas habían pedido mucho a san José que para su día tuviese casa (en Burgos), y sin pensar que la tendrían tan pronto, se lo cumplió (F 31, 36).
13.- Los días primeros de pascua, u otros días de solemnidad, podrán cantar Laudes, en especial el día del glorioso de san José (Const 1, 3).
14.- Aunque tenga muchos santos por abogados, tengan particularmente a san José, que alcanza mucho de Dios (Av 65).

martes, 7 de marzo de 2023

DEVOCIÓN A SAN JOSÉ DEL PADRE PÍO


El Padre Pío admiró siempre la altura espiritual de san José. Imitó sus  virtudes y recurrió a él en los momentos más difíciles de su vida obteniendo siempre gracias y
favores celestiales.

Él, como san José, aún sin serlo en el orden natural, se sentía padre y era consciente de los derechos y deberes de su paternidad espiritual. Por este motivo, se dirigía con confianza a este santo, para suplicarle por sus hijos e hijas espirituales. «Ruego a san José que, con aquel amor y con la generosidad con que cuidó de Jesús, custodie tu alma, y, como lo defendió de Herodes, así proteja tu alma de un Herodes más feroz: ¡el demonio!». «El patriarca san José cuide de ti con el mismo cuidado que tuvo de Jesús: te asista siempre con su benévolo patrocinio y te libre de la persecución del impío y soberbio Herodes, y no permita jamás que Jesús se aleje de tu corazón».

Y san José correspondió al Padre Pío con una asistencia singular y con visiones extraordinarias. En efecto, el Siervo de Dios, en enero de 1912, confió al padre Agustín de San Marco in Lamis: «Barbazul no se quiere dar por vencido. Se ha disfrazado de casi todas las formas. Hace ya días que viene a visitarme con otros de sus satélites, armados con bastones e instrumentos de hierro, y lo que es peor bajo su propia forma. ¡Quién sabe cuántas veces me ha tirado de la cama arrastrándome por la habitación! Pero, ¡paciencia! Casi siempre están conmigo Jesús, la Mamita, el Angelito, san José y el padre san Francisco» (Ep I,252).

Al mismo padre Agustín escribe el Padre Pío, el 20 de marzo de 1921: «Ayer, festividad de san José, sólo Dios sabe las dulzuras que experimenté, sobre todo después de la misa, tan intensas que las siento todavía en mí. La cabeza y el corazón me ardían, pero era un fuego que me hacía bien» (Ep I,265).

El padre Honorato Marcucci, uno de los asistentes del Padre Pío en los últimos años de su existencia terrena, contaba este episodio.

Una tarde del mes anterior al de la muerte del venerado Padre, se encontraba con él en la terraza contigua a la celda n. 1, esperando para acompañarle a la sacristía para la función vespertina. Era un miércoles, día consagrado a san José, y el Padre Pío no se decidía a moverse. De pie ante un cuadro del glorioso Patriarca, apoyado en la pared, el venerado Padre parecía en éxtasis. Pasado un poco de tiempo, el padre Honorato le dijo: Padre, ¿debo esperar todavía?; ¿nos hemos de ir?; vamos con retraso». Pero sus preguntas quedaron sin respuesta. El Padre Pío seguía contemplando al glorioso Patriarca.

Al fin, después de que el padre Honorato le arrastrara del brazo y le repitiera por enésima vez la pregunta, el Padre Pío exclamó: «Mira, mira, ¡qué bello es san José!».

Se dirigieron a la sacristía.
En la sala «San Francisco» encontraron al padre sacristán, que les preguntó: «¿Cómo con tanto retraso?».
El padre Honorato respondió: «Hoy el Padre Pío no quería separarse del cuadro de san José».
El Padre Pío no dejaba pasar una sola oportunidad sin invitar a sus hijos espirituales a cultivar una sincera y profunda devoción a san José, fuente siempre rica de enseñanzas, de consuelo y de favores.

Parece escucharse todavía hoy su voz: «Ite ad Joseph! (Gn 41,55). Id a José con confianza absoluta, porque también yo, como santa Teresa de Ávila, “no recuerdo haber pedido cosa alguna a san José, sin haberla obtenido de inmediato”».

(Autor: Padre Gerardo Di Flumeri; traducción del italiano: Hno. Elías Cabodevilla)