martes, 17 de noviembre de 2015

padre JOSÉ MARÍA IRABURU: Analfabetismo del lenguaje simbólico


Lo sagrado implica un lenguaje simbólico, no-verbal, hoy casi ignorado por el hombre occidental moderno, desarraigado voluntariamente de sus tradiciones, decididamente analfabeto para este lenguaje. Hoy es posible en una boda ver al novio, ante el altar, con las manos en los bolsillos, o un invitado con zapatillas de hacer deporte. El lenguaje del saludo, de los gestos, del luto o de la celebración festiva, con sus formas tradicionales, ésta o las otras -un lenguaje si no es tradicional es insignificante- viene a ser positivamente ignorado, no tanto por la gente sencilla, sino sobre todo por la más ilustrada. Lógicamente, este analfabetismo se refleja también en los cristianos, aunque mucho menos en la gente popular.

Hoy es posible ver, incluso en buenos cristianos, actitudes que en otro tiempo sólo con intención sacrílega podrían ser tenidas. Recuerdo haber visto, durante un concierto lleno de gente en la iglesia, un grupo de jóvenes de buena presencia que estaban sentados sobre el altar. Con ocasión de un retiro a sacerdotes, vi a un piadoso cura que tomaba la mesita de la credencia, y después de dejar en el suelo cuidadosamente el cáliz, el leccionario, etc., me la puso con una silla para la predicación. También vi en una ocasión utilizar una Biblia grande, del siglo pasado, para elevar el asiento de la banqueta de un armonio... A una señora amiga que visitaba a un enfermo, el capellán del hospital le explicaba dónde tomar el autobús de regreso en una cercana plaza sirviéndose de una cajita redonda que sacó del bolsillo de su bata blanca: una cajita en la que estaba Cristo. Éstas y otras formas de insensibilidad ante los objetos, personas, lugares o gestos sagrados difícilmente pueden recibir una evaluación positiva. Constituyen indudablemente un empobrecimiento.

Pablo VI hablaba de «la pérdida o atenuación del sentido de lo sagrado» (Sacerdotalis cælibatus 24-6-1967, 49) ¿De dónde procede este subdesarrollo espiritual, qué significa, qué importancia tiene? Puede ser falta de fe: a quien nada le dice Dios, nada le dicen los signos sagrados. Pero también puede ser simplemente, como indicaba antes, una forma de pobreza cultural, un analfabetismo del lenguaje simbólico. Hoy en Occidente se tiende a disociar espíritu y cuerpo, palabra y gesto, condición personal y modos de vestir, en suma, interior y exterior. Si en su expresión subjetiva y espontánea se sobrevalora la individualidad, se rompen las formas comunitarias objetivas, elaboradas en una tradición social de siglos, y en las que reside precisamente la expresión simbólica. Y ya se comprende que los que son analfabetos para todo lenguaje simbólico adolecen también de analfabetismo ante el lenguaje de lo sagrado.

Pues bien, no parece que la sistemática supresión o atenuación extrema de los signos sagrados sea la mejor manera de reeducar una sensibilidad simbólica atrofiada. Por el contrario, la pedagogía pastoral debe optar más bien, como dispuso el concilio Vaticano II, por la catequesis litúrgica (SC 14-20, 35), es decir, en un sentido amplio, por una alfabetización conveniente que enseñe a leer los signos sagrados.

Tampoco parecen ir muy acertados los que confían mucho en el cambio de los signos concretos. Aparte de que esto trae consigo una variabilidad que afecta gravemente la naturaleza ritual de lo sagrado, tal confianza se diría algo ingenua. Para el analfabeto resultan igualmente ilegibles todos los estilos de escritura; simplemente, no sabe leer. Habría que enseñarle. Por lo demás, es indudable que la sensibilidad para lo sagrado está más viva en el pueblo sencillo que en aquellos otros, más cultivados, a quienes correspondería realizar esta instrucción litúrgica y espiritual.

La pérdida o atenuación del sentido de lo sagrado es, sin duda, una enfermedad espiritual grave, que tiene importantes consecuencias en la vida espiritual cristiana. No conviene, pues, ignorarla o aceptarla pasivamente, como si fuera irremediable -una presunta exigencia de nuestro tiempo-. El sentido de lo sagrado, y en general, la sensibilidad simbólica, es un valor propio de la naturaleza humana. Por eso únicamente puede experimentar disminuciones temporales, para resurgir después, quizá con más fuerza, purificado de connotaciones inconvenientes. Ahora bien, la gracia debe proteger todos los valores de la naturaleza, especialmente aquéllos que están decaídos y aquéllos que tienen una relación más íntima con lo religioso, como es el caso de lo sagrado.
(FUENTE: http://www.gratisdate.org )

miércoles, 11 de noviembre de 2015

DIÁCONO JORGE NOVOA: ELLA, HA MOJADO MIS PIES CON SUS LÁGRIMAS...

Un fariseo le rogó que comiera con él, y, entrando en la casa del fariseo, se puso a la mesa. Había en la ciudad una mujer pecadora pública, quien al saber que estaba comiendo en casa del fariseo, llevó un frasco de alabastro de perfume, y poniéndose detrás, a los pies de él, comenzó a llorar, y con sus lágrimas le mojaba los pies y con los cabellos de su cabeza se los secaba; besaba sus pies y los ungía con el perfume.Al verlo el fariseo que le había invitado, se decía para sí: «Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, pues es una pecadora.»
Jesús le respondió: «Simón, tengo algo que decirte.» El dijo: «Di, maestro.»
Un acreedor tenía dos deudores: uno debía quinientos denarios y el otro cincuenta.Como no tenían para pagarle, perdonó a los dos. ¿Quién de ellos le amará más?»
Respondió Simón: «Supongo que aquel a quien perdonó más.» El le dijo: «Has juzgado bien»,y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para los pies. Ella, en cambio, ha mojado mis pies con lágrimas, y los ha secado con sus cabellos. No me diste el beso. Ella, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. No ungiste mi cabeza con aceite. Ella ha ungido mis pies con perfume.
Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra.»
Y le dijo a ella: «Tus pecados quedan perdonados.»
Los comensales empezaron a decirse para sí: «¿Quién es éste que hasta perdona los pecados?» Pero él dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado. Vete en paz.»


La casa de Simón el fariseo, es el lugar de ese maravilloso relato, que tiene su centro en la relación de la pecadora pública y Jesús. Cada hecho en la vida de Jesús es un acontecimiento revelador. Cómo se relaciona con los pecadores públicos? Qué  piensa de este regalo que ella le  hace?Conocemos por sus palabras, cuál es el juicio de Dios, de allí su carácter revelador.

Seguramente habrá escuchado que Jesús está en la casa de Simón, no se detiene demasiado en las repercusiones que tendrá  en los demás, por su condición de pecadora pública, su presencia en esa casa, incluso después de llegar al lugar, se pone detrás de Jesús.

San Gregorio comenta : "Con los ojos había apetecido las cosas de la tierra, pero ahora lloraba con los mismos en señal de penitencia. Con sus cabellos que antes había adornado para engalanar su rostro, ahora enjugaba las lágrimas. Por lo que sigue: "Y los enjugaba con los cabellos de su cabeza". Con la boca había hablado palabras de vanidad, pero ahora, besando los pies del Señor, consagra sus labios a besar sus plantas. Por esto sigue: "Y le besaba los pies". Había usado los perfumes para dar buen olor a su cuerpo, pero esto, que hasta aquí había empleado en la inmodestia, lo ofrecía ahora al Señor de una manera laudable. Por lo que sigue: "Y los ungía con el ungüento". Todo lo que había tenido para su propia complacencia ahora lo ofrece en holocausto".

Ella sobreabunda en gestos de agradecimiento para con Jesús, contrastando con los que realiza Simón, Jesús le presentará estas diferencias en el trato, pero fundamentalmente en "su mucho amor". Este es el origen de su comportamiento, tiene en su corazón mucha gratitud, fruto del amor que reina en él. Aquí está lo que Jesús únicamente puede declarar, solo Él ve el corazón, y esto es lo que revela al pobre Simón,  que piensa que Él es un fraude, porque no alcanza a advertir la condición pecadora de la mujer.

Jesús no se distancia de los pecadores, ninguno  debe pensar, por serlo, tengo cerrado el acceso a Jesús. La razón es simple, todos somos pecadores necesitados de la salvación de Dios, nadie debe excluirse de esta realidad, incluso Él ha declarado que vino para los enfermos. Ella con sus lágrimas expresa su arrepentimiento, y Jesús le regalará el perdón de sus pecados.

Simón siente que esta por fuera,  reconoce a Jesús como maestro, pero su juicio crítico sobre la condición de la mujer,  y la ausencia de amor, le impiden recibir el perdón de sus pecados. Increíblemente ha juzgado bien, ante el ejemplo de los dos deudores, pero no reconoce  su aplicación en la "pecadora pública".Lo ha invitado a su casa, pero no es su amigo y menos su Señor.

He aquí cómo la que vino enferma al Médico se ha curado, pero a causa de su salud, todavía enferman otros. A ella, poco le importan las miradas que la enjuician, Jesús ha pronunciado una  palabra de liberación y ha reconocido su amor. Cómo dignifica que reconozcan tu amor y lo valoren!!!

Bienaventurado aquel que puede ungir los pies de Cristo con el perfume de su amor, y con el arrepentimiento de su corazón.

DIÁCONO JORGE NOVOA: SEÑOR, DESTRUYAMOS A LOS QUE NOS RECHAZAN...

Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén, y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén.
Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?»Pero volviéndose, les reprendió; y se fueron a otro pueblo.


Jesús se afirma en su decisión de subir a Jerusalén,  la expresión bíblica de este pasaje, en su original griego, habla de que " endureció su rostro",  es la reafirmación  de la orientación de toda su existencia, va hacia Jerusalén a morir, allí será entregado y ajusticiado. En otros textos, vemos a Pedro que intenta  disuadirlo de "subir a Jerusalén", preocupado por el riesgo que corre su Maestro, pero Él que ha venido para cumplir la voluntad del Padre, va a la ciudad que "matan a los profetas", centro neurálgico hacia el que tiende su existencia.

En el evangelio según san Lucas, los acontecimientos  centrales de la vida de Cristo se  concentran en Jerusalén, todo comienza en Jerusalén y en el Templo, allí Zacarías recibirá el anuncio del arcángel Gabriel, allí acontecerá la Pascua del Señor, desde allí la Iglesia impulsada por el Espíritu Santo será enviada a las naciones.

Los discípulos en el camino deben enfrentar la hostilidad de los samaritanos, rivalidad originada con la división de los reinos, y la construcción en el norte del Templo en Garizim. Los samaritanos  que intentaron reconstruir el Templo de Jerusalén, luego de la deportación, fueron  rechazados, con lo cual la tensión se incrementó.Los samaritanos adoraban a distintas deidades, entre las que se encontraba el Señor.

Juan y Santiago han entendido equivocadamente las enseñanzas del Señor, ellos han experimentado el "poder" de su Maestro, han sido testigos de tantísimos signos extraordinarios, la multiplicación de los panes, la tempestad calmada, la curación de sordos, ciegos, mudos y paralíticos. Ahora que padecen el rechazo, en este caso de los Samaritanos, quieren hacer justicia por mano propia, quieren que Jesús utilice su " poder" para destruirlos.

Jesús no ha venido a imponer su poder a los poderes de este mundo, con la lógica y reglas con que los poderes de este mundo resuelven los conflictos, unos con  otros, para  alcanzar la primacía. Dice Santiago en su carta que " la ira del hombre no realiza la justicia de Dios", la caridad esta ausente allí donde el vicio de la ira se impone. Comenta Beda,  que " reprendió el Señor en ellos, no el ejemplo de un profeta santo, sino la ignorancia de vengarse que había en ellos, rudos aún, haciéndoles ver que no deseaban la enmienda por amor, sino la venganza por odio".

El Señor los reprendió, según su testimonio en el Apocalipsis, a los que ama los corrige, para que ordenen y gobiernen sus pasiones, para que el amor al prójimo y la salvación sean la meta de toda acción de sus discípulos.

lunes, 9 de noviembre de 2015

MONSEÑOR JOSEFINO RAMÍREZ: PARA ALGUIEN ESPECIAL


                                                                                    San Valentín 14/02/1994

Querido padre Tomás:

Una súplica que Dios Padre no puede rehusar es cuando le pedimos amar más a su Hijo Jesús en el Santísimo Sacramento. La calidez del amor es lo que realmente hace que uno se sienta especialmente querido. Y el Amor de Jesús en el santísimo Sacramento es el más grande y dulce amor que nuestros corazones puedan jamás conocer.

Su amor te hace la persona más especial  e importante del mundo. Cada persona es para Dios irremplazable, nunca antes creado y nunca reproducido. Dios se ve a sí mismo en nosotros. En cada uno. Dios ve esta única cualidad y especial característica que es individual. Y él haría solamente por ti lo que hizo por todos. Jesús haría todo de nuevo por ti., si eso significara tu salvación.

Así eres de especial para él. Pero nunca llegarás a saberlo a menos que te acerques a conocerlo en el Santísimo Sacramento. Ahí está Dios, el enamorado divino, diciéndonos cuan infinitamente especiales somos para él. No nos mandó grandes obsequios o representantes suyos sino a su `propio Hijo.

“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo Único... no para juzgar al mundo sino para que el mundo se salve por  Él” (Jn 3,16-17): Dios ama tanto al mundo que por medio del Santísimo Sacramento continúa enviando a su Hijo único que nos dice que el Padre nos ama tanto como a su Hijo (Jn 17,23). En otras palabras, cada uno de nosotros es tan especial para el Padre como Jesús mismo.¡Qué amor más tierno!

Por esto, al inicio de la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo se exclama: “y a él lo sustentaría con la flor del trigo, lo saciaría con la miel de la peña” (Sl 80,17). La miel que mana de la peña es el dulce amor divino de Jesús que brota de su Corazón en el Santísimo Sacramento. Sólo un corazón herido puede apreciar esta dulzura. Sólo un corazón humillado puede reconocerlo. Sólo un corazón de niño puede amarlo.

Esta es la razón por la que Dios permite el sufrimiento en nuestra vida. Es la medicina que nos cura de la soberbia. Sólo cuando nuestro corazón está herido, aplastado, derrotado, humillado o sufriendo de cualquier otra forma, podemos experimentar la dulzura de su amor. Porque Él es el más abatido de todos.

Una lanza abrió el costado de Jesús para que de su Corazón herido pudiera brotar la dulzura de su amor divino sobre todos los que se acercan a Él en el Santísimo Sacramento. Por esto proclamamos en la bendición: “Nos diste, Señor, el pan del cielo.. que en sí contiene todas las delicias...”

Al Corazón destrozado de Jesús, en el santísimo Sacramento, se acercan todos los corazones destrozados del mundo. La dulzura de su amor es un bálsamo y un consuelo para las amarguras de la vida. Porque “Yahveh está cerca de los que tienen roto el corazón , Él salva a los Espíritus hundidos” (Sl 34,19).

Debemos volver a la fuente viva del dulce Amor, al divino Enamorado que genera la verdadera luz, por la que vemos lo especial que somos. Cuando uno se siente como una basura, trata  a los demás como basura. Cuando uno sabe qué infinitamente especial es, entonces trata a los demás de forma especial. Cuando más amados nos veamos a la luz del Amor eucarístico, tanto más nos amaremos unos a otros.

El santísimo Sacramento es para alguien muy especial. ¡Para ti! Jesús te quiere a ti más que todo el amor que jamás haya existido en el mundo desde el principio de los tiempos. Su misma presencia dice. “déjame llamarte amado porque estoy enamorado de ti. Déjame oír tu susurro de que tú también me amas”. Sobre el santísimo Sacramento se escribió: “ Enamorarse de Dios es el más grande de todos los romances. Buscarlo, la aventura más grande. Encontrarlo, la conquista humana más importante”

Fraternalmente tuyo en su Amor Eucarístico

viernes, 23 de octubre de 2015

ENCUENTROS CON JESÚS (OCTUBRE 2015)




ENCUENTROS CON JESÚS

24   DE OCTUBRE 2015
16 –20 HS
Parroquia María Reina de la Paz

Octubre es un mes mariano por excelencia, y la Iglesia nos invita, en el ,  a contemplar a San Juan Pablo II, apóstol de la Divina Misericordia y devoto amantísimo del Inmaculado Corazón de
María..

“Hoy queremos confiarte el futuro que nos espera, rogándote que nos acompañes en nuestro camino.   La humanidad posee hoy instrumentos de potencia inaudita. Puede hacer de este mundo un jardín o reducirlo a un cúmulo de escombros.” San Juan Pablo II

16- Adoración y Santo Rosario
      Bendición imagen de la Gospa

17- Predicación Diác. Jorge Novoa
      “Inmaculado Corazón de María, causa de nuestra alegría..”

18- Paseo con el Santísimo Sacramento

19- Santa Misa
Preside Pbro. Sebastián Pinazo

Al concluir habrá imposición de manos y confesiones desde las 17.30 hs..

Retiro gratuito y abierto

miércoles, 14 de octubre de 2015

SANTA TERESA DE JESÚS (DOCTORA DE LA IGLESIA)

Ofrecemos al lector a continuación parte del texto de la homilía pronunciada por el Papa Pablo VI, en al basílica de San Pedro, durante el acto de la proclamación de Santa Teresa como doctora de la Iglesia Universal (27 de setiembre de 1970, L'Observatore Romano)

Significación del título concedido a Santa Teresa
Hablemos primero sobre ella, sobre Teresa. La luz del título doctoral pone de relieve valores indiscutibles que ya le habían sido ampliamente reconocidos; ante todo, la santidad de vida, valor este oficialmente proclamado el 12 de marzo de 1622 - Santa Teresa había muerto 30 años antes- por nuestro predecesor Gregorio XV en el célebre acto de la canonización que incluyó en el libro de los santos, junto con esta santa carmelita, a Ignacio de Loyola, Francisco Javier, Isidro Labrador, todos ellos gloria de la España católica, y al mismo tiempo al florentino-romano Felipe Neri. Por otra parte, la luz del título doctoral pone de relieve la eminencia de la doctrina y esto de un modo especial.

Los carismas de la doctrina teresiana
La doctrina de Teresa de Avila brilla por los carismas de la verdad, de la fidelidad a la fe católica, de la utilidad para la formación de las almas. Y podríamos resaltar de modo particular otro carisma, el de la sabiduría, que nos hace pensar en el aspecto más atrayente y al mismo tiempo más misterioso del doctorado de Santa Teresa, o sea, en el influjo de la inspiración divina en ésta prodigiosa y mística escritora.

¿De dónde le venía a Teresa el tesoro de su doctrina? Sin duda alguna, le venía de su inteligencia y de su formación cultural y espiritual, de sus lecturas, de su trato con los grandes maestros de la teología y de espiritualidad, de su singular sensibilidad, de su habitual e intensa disciplina ascética, de su meditación contemplativa, en una palabra de su correspondencia a la gracia acogida en su alma, extraordinariamente rica y preparada para la práctica y para la experiencia de la oración. Pero¿ era ésta la única fuente de su eminente doctrina?¿ O acaso no se encuentran en Santa Teresa hechos, actos y estados en los que ella no es el agente, sino más bien el paciente, o sea, fenómenos pasivos y sufridos, místicos en el verdadero sentido de la palabra, de tal forma que deben ser atribuidos a una acción extraordinaria del Espíritu Santo?Estamos, sin duda alguna, ante un alma en la que se manifiesta la iniciativa divina extraordinaria del Espíritu Santo?

Estamos, sin duda alguna, ante un alma en la que se manifiesta la iniciativa extraordinaria, sentida y posteriormente descrita llana, fiel y estupendamente por Teresa con un lenguaje literario peculiarísimo.

miércoles, 7 de octubre de 2015

VITTORIO MESSORI: TODO SOBRE MARÍA


Con 23 años se convirtió al catolicismo. Y desde entonces es un apologista de masas. “Periodista católico”, es la única persona que puede presumir de haber escrito un libro con cada uno de los dos últimos Papas. Acaba de publicar en Italia su “Hipótesis sobre María”, un profundo análisis sobre la veracidad de la madre de Jesús.

¿Sigue habiendo apariciones de la Virgen?
En el libro sólo me ocupo de apariciones reconocidas por la Iglesia. Sólo menciono marginalmente las apariciones de Medjugorie, en la ex-Yugoslavia. Como allí sigue habiendo apariciones, la Iglesia no se ha pronunciado.

Hay muchos católicos que no creen que la Virgen se aparezca...
Las apariciones son revelaciones privadas. Por lo tanto, no es obligatorio creérselas. Si uno no se las cree, aunque la Iglesia la haya reconocido, no es un pecado.

¿Y usted cree en ellas?
Estoy convencido de que muchas son auténticas. Pienso que son importantes porque acompañan la historia de la Iglesia.

¿Para qué se aparece o se ha aparecido la Virgen?
La Virgen se aparece cuando el pueblo de Dios está en peligro de algún modo. Cuando están amenazados, María, como todas las madres, corre a ayudar a sus hijos. He hecho una especie de “calendario de apariciones” y he descubierto que constituyen una Historia paralela.

Póngame algún ejemplo.
Piense en Fátima. Las fechas coinciden con el momento en que los comunistas se hacen con el poder de la que será más tarde la Unión Soviética. El martirio de los cristianos bajo el comunismo comienza exactamente aquel 1917. Pienso que se apareció para consolar a los cristianos al inicio de esta Vía Crucis, para recordar que a pesar de todo lo que iba a pasar no sucumbiría la fe.

¿No será casualidad?
La última aparición mariana reconocida por la Iglesia es la de Baneux, en las Ardenas belgas. Hablamos de apariciones de enero de 1933. Coinciden perfectamente con la llegada de Hitler al poder.

¿Cómo se sabe que una aparición es realmente de la Virgen?
Cuando no se aparece para decir algo distinto al Evangelio. Si un día se apareciera una Virgen que dice algo que no está en el Evangelio o que lo contradice, no es la Virgen. Sería quizá una manifestación diabólica o un timo o algo por el estilo.

¿Por qué su interés en las apariciones?
Estudiar las apariciones es interesante porque nos permite ver el papel de María.

Con su libro “Hipótesis de María”, ¿qué ha descubierto sobre la Virgen?
Que no existe la Mariología. El discurso teológico sobre María es más bien Cristología. Los 4 ó 5 dogmas marianos son en defensa del Hijo. Por ejemplo, la Maternidad divina no consiste en exaltar a María sino en defender que Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre porque fue concebido y nutrido en el útero de una mujer.

Su primer libro fue “Hipótesis sobre Jesús”. Es normal que ahora lance una hipótesis sobre su Madre.
Cuando escribí “Hipótesis sobre Jesús”, muchos me escribieron diciendo que debería hacer uno sobre María. Yo sonreía porque me parecía improponible. Y ahora, me encuentro que he escrito 550 páginas y 50 capítulos sobre esto.

¿Por qué lo ha escrito?
Cuanto más profundizaba en la figura de Jesús, más me daba cuenta de que su Madre no es un accesorio del que puede prescindirse ni un optional para viejas devotas. Un Cristianismo que no haga sitio a María, no puede funcionar. Donde se olvida a la Madre, antes o después desaparece también el Hijo porque María es la garantía de la verdad de la Encarnación.

No opinan lo mismo otros cristianos, como los protestantes...
Los protestantes pensaron que los católicos adoran a María y se equivocaron. Pensaban que lo que se da a María se le quita a Jesús. Y no es así. Si un católico adorase a María, se equivocaría, dejaría de ser católico. No se nos pide que adoremos a María, sino venerarla en cuanto madre del Hijo.

La figura de María, ¿es un obstáculo para dialogar con otras confesiones?
Los protestantes son un caso aislado en la historia de la Iglesia. Tanto católicos como ortodoxos se caracterizan por una gran devoción mariana. También María es un punto muy importante en el diálogo con los musulmanes.

¿Qué tiene que ver María con el Islam?
Hay un capítulo entero del Corán sobre Mariam, como la llaman ellos. Si uno de nosotros blasfemia públicamente contra la Virgen, al máximo sería tachado de maleducado. Pero si un musulmán pone en duda la virginidad de María, sería lapidado allí mismo.

¿Cuáles son sus fuentes para hablar de la Virgen?
No se sabría nada de ella si no fuera por los Evangelios. Aunque aparece poco, no es un personaje secundario porque aparece en los momentos fundamentales: la anunciación, el parto de Jesús, junto a la Cruz, después de la Ascensión, Pentecostés...

Según Dan Brown no es la Virgen sino Magdalena el personaje femenino más importante del Evangelio.
Me niego a dar mi opinión sobre el Código da Vinci. No razono sobre basura. Dan Brown se ríe de nosotros porque es una persona inteligente. No es que escribe estas cosas creyendo lo que dice. Lo escribe porque estas cosas tienen su público. Yo cada año podría publicar un Código da Vinci, lo digo porque soy escritor... Conozco los ingredientes: templarios, santo grial, María Magdalena, merovingios, Jesús que muere aparentemente, Jesús en India...

Pero entonces, ¿la Virgen o la Magdalena?
Sólo hay una mujer decisiva en la historia de Jesús, la madre. Sin la madre, no tendríamos un Dios que es al mismo tiempo Dios verdadero y hombre verdadero. La Magdalena existió y yo la quiero mucho porque es patrona de la ciudad donde vivo. Pero si no tuviera esta devoción, no pasaría nada. Sin embargo, si no hubiera María, materialmente el Cristianismo sería imposible.

LÁGRIMAS EN LA LLUVIA: LA VEJEZ (JUAN MANUEL DE PRADA)

jueves, 1 de octubre de 2015

BENEDICTO XVI: SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS

Hoy quiero hablaros de santa Teresa de Lisieux, Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, que sólo vivió en este mundo 24 años, a finales del siglo XIX, llevando una vida muy sencilla y oculta, pero que, después de su muerte y de la publicación de sus escritos, se ha convertido en una de las santas más conocidas y amadas. «Teresita» no ha dejado de ayudar a las almas más sencillas, a los pequeños, a los pobres, a los que sufren, que la invocan, y también ha iluminado a toda la Iglesia con su profunda doctrina espiritual, hasta el punto de que el venerable Juan Pablo II, en 1997, quiso darle el título de doctora de la Iglesia, añadiéndolo al de patrona de las misiones, que ya le había otorgado Pío XI en 1927. Mi amado predecesor la definió «experta en la scientia amoris» (Novo millennio ineunte, 42).

Esta ciencia, que ve resplandecer en el amor toda la verdad de la fe, Teresa la expresa principalmente en el relato de su vida, publicado un año después de su muerte bajo el título de Historia de un alma. Es un libro que inmediatamente tuvo un enorme éxito, fue traducido a muchas lenguas y difundido en todo el mundo. Quiero invitaros a redescubrir este pequeño gran tesoro, este luminoso comentario del Evangelio plenamente vivido. De hecho, Historia de un alma es una maravillosa historia de Amor, narrada con tanta autenticidad, sencillez y lozanía que el lector no puede menos de quedar fascinado ante ella.

¿Cuál es ese Amor que colmó toda la vida de Teresa, desde su infancia hasta su muerte? Queridos amigos, este Amor tiene un rostro, tiene un nombre: ¡es Jesús! La santa habla continuamente de Jesús. Recorramos, pues, las grandes etapas de su vida, para entrar en el corazón de su doctrina.

Teresa nació el 2 de enero de 1873 en Alençon, una ciudad de Normandía, en Francia. Era la última hija de Luis y Celia Martin, esposos y padres ejemplares, beatificados juntos el 19 de octubre de 2008. Tuvieron nueve hijos, cuatro de los cuales murieron en edad temprana. Quedaron las cinco hijas, que se hicieron todas religiosas. Teresa, a los 4 años, quedó profundamente afectada por la muerte de su madre (MS, A 13r). El padre, junto con las hijas, se trasladó entonces a la ciudad de Lisieux, donde se desarrollaría toda la vida de la santa. Más tarde Teresa, atacada por una grave enfermedad nerviosa, se curó por una gracia divina, que ella misma definió como «la sonrisa de la Virgen» (ib., 29v-30v). Recibió la primera Comunión, vivida intensamente (ib., 35r), y puso a Jesús Eucaristía en el centro de su existencia.

La «Gracia de Navidad» de 1886 marca un giro de 180 grados, que ella llama su «completa conversión» (ib., 44v-45r). De hecho, se cura totalmente de su hipersensibilidad infantil e inicia una «carrera de gigante». A la edad de 14 años, Teresa se acerca cada vez más, con gran fe, a Jesús crucificado, y se toma muy en serio el caso, aparentemente desesperado, de un criminal condenado a muerte e impenitente (ib., 45v-46v). «Quería a toda costa impedirle que cayera en el infierno», escribe la santa, con la certeza de que su oración lo pondría en contacto con la Sangre redentora de Jesús. Es su primera y fundamental experiencia de maternidad espiritual: «Tanta confianza tenía en la misericordia infinita de Jesús», escribe. Con María santísima, la joven Teresa ama, cree y espera con «un corazón de madre» (cf. PR 6/10r).

En noviembre de 1887, Teresa va en peregrinación a Roma junto a su padre y su hermana Celina (ib., 55v-67r). Para ella, el momento culminante es la audiencia del Papa León XIII, al que pide permiso de entrar, con apenas 15 años, en el Carmelo de Lisieux. Un año después, su deseo se realiza: se hace carmelita, «para salvar las almas y rezar por los sacerdotes» (ib., 69v). Al mismo tiempo, comienza la dolorosa y humillante enfermedad mental de su padre. Es un gran sufrimiento que conduce a Teresa a la contemplación del rostro de Jesús en su Pasión (ib., 71rv).

De esta manera, su nombre de religiosa —sor Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz— expresa el programa de toda su vida, en la comunión con los misterios centrales de la Encarnación y la Redención. Su profesión religiosa, en la fiesta de la Natividad de María, el 8 de septiembre de 1890, es para ella un verdadero matrimonio espiritual en la «pequeñez» del Evangelio, caracterizada por el símbolo de la flor: «¡Qué fiesta tan hermosa la de la Natividad de María para convertirme en esposa de Jesús!» —escribe—. Era la Virgencita recién nacida quien presentaba su florecita al Niño Jesús» (ib., 77r). Para Teresa, ser religiosa significa ser esposa de Jesús y madre de las almas (cf. MS B, 2v). Ese mismo día, la santa escribe una oración que indica toda la orientación de su vida: pide a Jesús el don de su Amor infinito, el don de ser la más pequeña, y sobre todo pide la salvación de todos los hombres: «Que hoy no se condene ni una sola alma» (PR 2). Es de gran importancia su Ofrenda al Amor misericordioso, que hizo en la fiesta de la Santísima Trinidad de 1895 (MS A, 83v-84r; PR 6): una ofrenda que Teresa comparte enseguida con sus hermanas, siendo ya vice-maestra de novicias.

Diez años después de la «Gracia de Navidad», en 1896, llega la «Gracia de Pascua», que abre el último período de la vida de Teresa, con el inicio de su pasión en profunda unión a la Pasión de Jesús; se trata de la pasión del cuerpo, con la enfermedad que la llevaría a la muerte en medio de grandes sufrimientos, pero sobre todo se trata de la pasión del alma, con una dolorosísima prueba de la fe (MS C, 4v-7v). Con María al pie de la cruz de Jesús, Teresa vive entonces la fe más heroica, como luz en las tinieblas que le invaden el alma. La carmelita es consciente de vivir esta gran prueba por la salvación de todos los ateos del mundo moderno, a los que llama «hermanos». Vive, entonces, más intensamente el amor fraterno (8r-33v): hacia las hermanas de su comunidad, hacia sus dos hermanos espirituales misioneros, hacia los sacerdotes y hacia todos los hombres, especialmente los más alejados. Se convierte realmente en una «hermana universal». Su caridad amable y sonriente es la expresión de la alegría profunda cuyo secreto nos revela: «Jesús, mi alegría es amarte a ti» (P 45/7). En este contexto de sufrimiento, viviendo el amor más grande en las cosas más pequeñas de la vida diaria, la santa realiza en plenitud su vocación de ser el Amor en el corazón de la Iglesia (cf. MS B, 3v).

Teresa muere la noche del 30 de septiembre de 1897, pronunciando las sencillas palabras: «¡Dios mío, os amo!», mirando el crucifijo que apretaba entre sus manos. Estas últimas palabras de la santa son la clave de toda su doctrina, de su interpretación del Evangelio. El acto de amor, expresado en su último aliento, era como la respiración continua de su alma, como el latido de su corazón. Las sencillas palabras «Jesús, te amo» están en el centro de todos sus escritos. El acto de amor a Jesús la sumerge en la Santísima Trinidad. Ella escribe: «Lo sabes, Jesús mío. Yo te amo. Me abrasa con su fuego tu Espíritu de Amor. Amándote yo a ti, atraigo al Padre» (P 17/2).

Queridos amigos, también nosotros, con santa Teresa del Niño Jesús, deberíamos poder repetir cada día al Señor, que queremos vivir de amor a él y a los demás, aprender en la escuela de los santos a amar de una forma auténtica y total. Teresa es uno de los «pequeños» del Evangelio que se dejan llevar por Dios a las profundidades de su Misterio. Una guía para todos, sobre todo para quienes, en el pueblo de Dios, desempeñan el ministerio de teólogos. Con la humildad y la caridad, la fe y la esperanza, Teresa entra continuamente en el corazón de la Sagrada Escritura que contiene el Misterio de Cristo. Y esta lectura de la Biblia, alimentada con la ciencia del amor, no se opone a la ciencia académica. De hecho, la ciencia de los santos, de la que habla ella misma en la última página de la Historia de un alma, es la ciencia más alta: «Así lo entendieron todos los santos, y más especialmente los que han llenado el universo con la luz de la doctrina evangélica.

¿No fue en la oración donde san Pablo, san Agustín, san Juan de la Cruz, santo Tomás de Aquino, san Francisco, santo Domingo y tantos otros amigos ilustres de Dios bebieron aquella ciencia divina que cautivaba a los más grandes genios?» (MS C, 36r). La Eucaristía, inseparable del Evangelio, es para Teresa el sacramento del Amor divino que se rebaja hasta el extremo para elevarnos hasta él. En su última Carta, sobre una imagen que representa a Jesús Niño en la Hostia consagrada, la santa escribe estas sencillas palabras: «Yo no puedo tener miedo a un Dios que se ha hecho tan pequeño por mí (...) ¡Yo lo amo! Pues él es sólo amor y misericordia» (Carta 266).

En el Evangelio Teresa descubre sobre todo la misericordia de Jesús, hasta el punto de afirmar: «A mí me ha dado su misericordia infinita, y a través de ella contemplo y adoro las demás perfecciones divinas (...). Entonces todas se me presentan radiantes de amor; incluso la justicia (y quizás más aún que todas las demás), me parece revestida de amor» (MS A, 84r). Así se expresa también en las últimas líneas de la Historia de un alma: «Sólo tengo que poner los ojos en el santo Evangelio para respirar los perfumes de la vida de Jesús y saber hacia dónde correr... No me abalanzo al primer puesto, sino al último... Sí, estoy segura de que, aunque tuviera sobre la conciencia todos los pecados que pueden cometerse, iría, con el corazón roto de arrepentimiento, a echarme en brazos de Jesús, pues sé cómo ama al hijo pródigo que vuelve a él» (MS C, 36v-37r). «Confianza y amor» son, por tanto, el punto final del relato de su vida, dos palabras que, como faros, iluminaron todo su camino de santidad para poder guiar a los demás por su mismo «caminito de confianza y de amor», de la infancia espiritual (cf. MS C, 2v-3r; Carta 226). Confianza como la del niño que se abandona en las manos de Dios, inseparable del compromiso fuerte, radical, del verdadero amor, que es don total de sí mismo, para siempre, como dice la santa contemplando a María: «Amar es darlo todo, darse incluso a sí mismo» (Poesía Por qué te amo, María: p 54/22). Así Teresa nos indica a todos que la vida cristiana consiste en vivir plenamente la gracia del Bautismo en el don total de sí al amor del Padre, para vivir como Cristo, en el fuego del Espíritu Santo, su mismo amor por todos los demás.

JUAN PABLO II:TERESA DE LISIEUX RECIBIÓ DEL MAESTRO DIVINO LA "CIENCIA DEL AMOR"...

También se alegra la Madre Iglesia al constatar que, en el decurso de la historia, el Señor sigue revelándose a los pequeños y a los humildes, capacitando a sus elegidos, por medio del Espíritu que «todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios» (1 Co 2, 10), para hablar de las cosas «que Dios nos ha otorgado (...), no con palabras aprendidas de sabiduría humana, sino aprendidas del Espíritu, expresando realidades espirituales» (1 Co 2, 12. 13). De este modo el Espíritu Santo guía a la Iglesia hacia la verdad plena, la dota de diversos dones, la embellece con sus frutos, la rejuvenece con la fuerza del Evangelio y la hace capaz de escrutar los signos de los tiempos, para responder cada vez mejor a la voluntad de Dios (cf. Lumen gentium, 4 y 12; Gaudium et spes, 4).

Entre los pequeños, a los que han sido revelados de manera muy especial los secretos del Reino, resplandece Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, monja profesa de la orden de los Carmelitas Descalzos, de la que este año se celebra el centenario de su ingreso en la patria celestial.


Durante su vida, Teresa descubrió «luces nuevas, significados ocultos y misteriosos» (Ms A 83 v) y recibió del Maestro divino la «ciencia del amor», que luego manifestó con particular originalidad en sus escritos (cf. Ms B 1 r). Esa ciencia es la expresión luminosa de su conocimiento del misterio del Reino y de su experiencia personal de la gracia. Se puede considerar como un carisma particular de sabiduría evangélica que Teresa, como otros santos y maestros de la fe, recibió en la oración (cf. Ms C 36 r)

(Palabras pronunciadas el 19 de octubre de 1997 al declarar a santa Teresita de Lisieux, doctora de la Iglesia)

SANTA TERESITA DE LISIEUX


María Francisca Teresa nació el 2 de Enero de 1873en Francia. Hija de un relojero y una costurera de Alençon. Tuvo una infancia feliz y ordinaria, llena de buenos ejemplos. Teresita era viva e impresionable, pero no particularmente devota.En 1877, cuando Teresita tenía cuatro años, murió su madre.

Su padre vendió su relojería y se fue a vivir a Lisieux donde sus hijas estarían bajo el cuidado de su tía, la Sra. Guerin, que era una mujer excelente. Santa Teresita era la preferida de su padre. Sus hermanas eran María, Paulina, Leonia y Celina. La que dirigía la casa era María y Paulina que era la mayor se encargaba de la educación religiosa de sus hermanas. Les leía mucho en el invierno.
Cuando Teresita tenía 9 años, Paulina ingresó al convento de las carmelitas. Desde entonces, Teresita se sintió inclinada a seguirla por ese camino. Era una niña afable y sensible y la religión ocupaba una parte muy importante de su vida.

Cuando Teresita tenía catorce años, su hermana María se fue al convento de las carmelitas igual que Paulina. La Navidad de ese año, tuvo la expeirencia que ella llamó su “conversión”. Dice ella que apenas a una hora de nacido el Niño Jesús, inundó la oscuridad de su alma con ríos de luz. Decía que Dios se había hecho débil y pequeño por amor a ella para hacerla fuerte y valiente.
Al año siguiente, Teresita le pidió permiso a su padre para entrar al convento de las carmelitas y él dijo que sí. Las monjas del convento y el obispo de Bayeux opinaron que era muy joven y que debía esperar.

Algunos meses más tarde fueron a Roma en una peregrinación por el jubileo sacerdotal del Papa León XIII. Al arrodillarse frenta al Papa para recibir su bendición, rompió el silencio y le pidió si podía entrar en el convento a los quince años. El Papa quedó impresionado por su aspecto y modales y le dijo que si era la voluntad de Dios así sería

Teresita rezó mucho en todos los santuarios de la peregrinación y con el apoyo del Papa, logró entrar en el Carmelo en Abril de 1888. Al entrar al convento, la maestra de novicias dijo; “ Desde su entrada en la orden, su porte tenía una dignidad poco común de su edad, que sorprendió a todas las religiosas.” Profesó como religiosa el 8 de Septiembre de 1890. Su deseo era llegar a la cumbre del monte del amor.
Teresita cumplió con las reglas y deberes de los carmelitas. Oraba con un inmenso fervor por los sacerdotes y los misioneros. Debido a esto, fue nombrada después de su muerte, con el título de patrona de las misiones, aunque nunca habia salido de su convento.
Se sometió a todas las austeridades de la orden, menos al ayuno, ya que era delicada de salud y sus superiores se lo impidieron. Entre las penitencias corporales, la más dura para ella era el frío del invierno en el convento. Pero ella decía “Quería Jesús concederme el martirio del corazón o el martirio de la carne; preferiría que me concediera ambos.” Y un día pudo exclamar “He llegado a un punto en el que me es imposible sufrir, porque todo sufrimiento es dulce.”
En 1893, a los veinte años, la hermana Teresa fue nombrada asistente de la maestra de novicias. Prácticamente ella era la maestra de novicias, aunque no tuviera el título. Con respecto a esta labor, decía ella que hacer el bien sin la ayuda de Dios era tan imposible como hacer que el sol brille a media noche.
Su padre enfermó perdiendo el uso de la razón a causa de dos ataques de parálisis. Celina, su hermana, se encargó de cuidarlo. Fueron unos año difíciles para las hijas. Al morir el padre, Celina ingresó al convento con sus hermanas.
En este mismo año, Teresita se enfermó de tuberculosis. Quería ir a una misión en Indochina pero su salud no se lo permitió. Sufrió mucho los últimos 18 meses de su vida. Fue un período de sufrimiento corporal y de pruebas espirituales. En junio de 1897 fue trasladada a la enfermería del convento de la que no volvió a salir. A partir de agosto ya no podía recibir la Comunión debido a su enfermedad y murió el 30 de Septiembre de ese año.
Fue enterrada en el cementerio municipal de Lisieux, el 4 de octubre de 1897. Precisamente fue ella la que estrenó la nueva sepultura comprada por el Carmelo a raíz de las nuevas disposiciones legales, que prohibían las inhumaciones en la clausura de los monasterios. Con la perspectiva del tiempo y a la vista de los acontecimientos sucedidos después de su muerte, se puede afirmar que dicha prohibición fue providencial, pues permitió a cientos de miles de peregrinos acudir a su tumba durante 25 años, cosa que jamás hubiera sucedido si Teresa hubiese sido enterrada en el interior de su convento.
Fue beatificada en 1923 y los restos mortales de Santa Teresita fueron llevados a la Capilla del Carmelo, donde descansan desde entonces. Fue canonizada en 1925.

viernes, 18 de septiembre de 2015

SAN CIRILO DE ALEJANDRÍA : HOMILÍA EN EL CONCILIO DE EFESO

 San Cirilo de Alejandría con motivo del final del Concilio de Éfeso –año 431-, en el que se proclamó la Maternidad divina de María, nos dejó el más célebre elogio mariano de la antigüedad…

Dios te salve, María, Madre de Dios, tesoro veneradísimo de todo el orbe, antorcha inextinguible, coronade virginidad, cetro de recta doctrina, templo indestructible,habitación de Aquél que es inabarcable, Virgen y Madre, por quien nos ha sido dado Aquél que es llamado bendito por excelencia, y que ha venido en nombre del Padre.
Salve a ti, que en tu santo y
virginal seno has 
encerrado
al Inmenso e Incomprehensible
.
Por quien la Santísima Trinidad es
adorada y glorificada,
y la preciosa Cruz se venera y
festeja en toda la tierra. 
Por quien exulta el Cielo, se alegran los ángeles y
arcángeles, huyen los demonios.
Por quien el tentador fue arrojado del Cielo y
la criatura caída es llevada al Paraíso.
Por quien todos los hombres, aprisionados por el engaño de los
ídolos, llegan al conocimiento de la verdad.
Por quien el santo Bautismo es regalado a los creyentes,
se obtiene el óleo de la alegría, es fundada la Iglesia en todo el mundo,
y las gentes son movidas a penitencia.
¿Y qué más puedo decir?
Por quien el Unigénito Hijo de Dios brilló como Luz
sobre los que yacían en las tinieblas y sombras de la muerte.
Por quien los Profetas preanunciaron las cosas futuras.
Por quien los Apóstoles predicaron la salvación a los gentiles.
Por quien los muertos resucitan y los reyes reinan, por la Santísima Trinidad.
¿Quién de entre los hombres será capaz de alabar como se merece a María, que es digna de toda alabanza? Es Virgen Madre, ¡oh cosa maravillosa! Este milagro me llena de estupor. ¿Quién ha oído decir que al constructor de un templo se le prohíba habitar en él? ¿Quién podrá ser tachado de ignominia or el hecho de que tome a su propia Esclava por Madre? Así, pues, todo el mundo se alegra (...);
También nosotros hemos de adorar y respetar la unión del Verbo con la carne,
temer y dar culto a la Santa Trinidad, celebrar con nuestros himnos a María, siempre Virgen, templo santo de Dios, y a su Hijo, el Esposo de la Iglesia, Jesucristo Nuestro Señor.
A Él sea la gloria por los siglos de los siglos.  Amén.
(Homilía pronunciada en el Concilio de Efeso; A. Hamman, Oraciones de los Primeros Cristianos, Rialp 1956, pag. 300)

RP HORACIO BOJORGE: BATALLA ESPIRITUAL (13)

domingo, 13 de septiembre de 2015

JULIO ALONSO AMPUERO: LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

14 de septiembre. Exaltación de la Santa Cruz
La fuerza de la cruz
Nm 21,4-9; Fil 2,6-11; Jn 3,13-17
Fuente: Gratis Date



Para los cristianos la cruz es un símbolo frecuente. Más aún, es nuestro signo de identidad. Sin embargo, esto es algo paradójico, Para los romanos era instrumento de suplicio; más aún, de humillación, pues en ella morían los esclavos condenados. Y para los judíos era signo de maldición: «Maldito todo el que sea colgado en un madero» (Gal 3,13; Dt 21,23).

¿Qué ha ocurrido para que la maldición se trastoque en bendición? ¿A qué se debe que la humillación sea lugar de exaltación? El Hijo de Dios se ha dejado clavar en ella. En el patíbulo de la cruz se ha volcado tal torrente de amor («tanto amó Dios al mundo…») que ella será hasta el fin de los tiempos instrumento y causa de redención para todo hombre.

En la cruz Jesús está venciendo al maligno. En ella se destruye todo el pecado del mundo. Desde ella el Hijo de Dios atrae a todo hombre con la fuerza de su amor infinito. Por eso, lo que nos corresponde es mirar a Jesús crucificado y dejarnos mirar por El; creer en El para tener vida eterna; dejarnos amar por El para ser sanados; acoger el torrente de salvación brota de su cruz.

RP. HORACIO BOJORGE: BATALLA ESPIRITUAL

viernes, 11 de septiembre de 2015

F. NGUYEN VAN THUAN: JESÚS NO TIENE BUENA MEMORIA

En la cruz, durante su agonía, Jesús oyó la voz del ladrón a su derecha: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino» (Lc 23, 42). Si hubiera sido yo, le habría contestado: «No te olvidaré, pero tus crímenes tienen que ser expiados, al menos, con 20 años de purgatorio». Sin embargo Jesús le responde: «Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lc 23, 43). Él olvida todos los pecados de aquel hombre.


Algo análogo sucede con la pecadora que derramó perfume en sus pies: Jesús no le pregunta nada sobre su pasado escandaloso, sino que dice simplemente: «Quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor» (Lc 7, 47).


La parábola del hijo pródigo nos cuenta que éste, de vuelta a la casa paterna, prepara en su corazón lo que dirá: «Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros» (Lc 15, 1819). Pero cuando el padre lo ve llegar de lejos, ya lo ha olvidado todo; corre a su encuentro, lo abraza, no le deja tiempo para pronunciar su discurso, y dice a los siervos, que están desconcertados: «Traed el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en la mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida; se había perdido y ha sido hallado» (Lc 15, 22-24).

Jesús no tiene una memoria como la mía; no sólo perdona, y perdona a todos, sino que incluso olvida que ha perdonado.

SE PUEDE ANULAR EL MATRIMONIO?

jueves, 13 de agosto de 2015

C.S.LEWIS:CARTAS DEL DIABLO A SU SOBRINO (PRÓLOGO)

No tengo la menor intención de explicar cómo cayó en mis manos la correspondencia que ahora ofrezco al público.

En lo que se refiere a los diablos, la raza humana puede caer en dos errores iguales y de signo opuesto. Uno consiste en no creer en su existencia. El otro, en creer en los diablos y sentir por ellos un interés excesivo y malsano. Los diablos se sienten igualmente halagados por ambos errores, y acogen con idéntico entusiasmo a un materialista que a un hechicero. El género de escritura empleado en este libro puede ser logrado muy fácilmente por Cualquiera que haya adquirido la destreza necesaria; pero no la aprenderán de mí personas mal intencionadas o excitables, que podrían hacer mal uso de ella.

Se aconseja a los lectores que recuerden que el diablo es un mentiroso. No debe aceptarse como verídico, ni siquiera desde su, particular punto de vista, todo lo que dice Escrutopo. No he tratado de identificar a ninguno de los seres humanos mencionados en las cartas, pero me parece muy improbable que los retratos que hacen, por ejemplo, del padre Spike, o de la madre del paciente, sean enteramente justos. El pensamiento desiderativo se da en el Infierno lo mismo que en la Tierra.

Para terminar, debiera añadir que no se ha hecho el menor esfuerzo para esclarecer la cronología de las cartas. La número XVII parece haber sido redactada antes de que el racionamiento llegase a ser drástico, pero, por lo general, el sistema de fechas diabólico no parece tener relación alguna con el tiempo terrestre, y no he intentado recomponerlo. Evidentemente, salvo en la medida en que afectaba, de vez en cuando, al estado de ánimo de algún ser humano, la historia de la Guerra Europea carecía de interés para Escrutopo.

miércoles, 12 de agosto de 2015

DIÁCONO JORGE NOVOA: PUEDO COMULGAR?


La Eucaristía es el tesoro  que la Iglesia custodia a lo largo de los siglos: Jesucristo; cuerpo, alma, sangre y divinidad. Esta es nuestra fe católica. Herencia de siglos que mantiene su perenne verdad, el Señor está presente real y substancialmente en el Santísimo Sacramento del Altar.

La comunión con el Señor  como  fuente de  intimidad de todo discípulo, cual sarmientos unidos a la vid, nos nutre de la vida divina que nos alcanza el Resucitado. Comulgar. Aunque parece que la acción activa está de nuestra parte, en realidad, es Él quien nos hace uno (comunión) con Él. “El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él” (Jn 6,56).

Para unirse al Señor por la santa Comunión, hay que estar preparados. No basta “querer”, debo revisar mi conciencia, la Iglesia pone a mi alcance el examen de conciencia, necesario para una buena preparación.

Si estamos en pecado mortal no debemos acercarnos a la comunión hasta realizar una adecuada confesión, no es verdad que la comunión perdona los pecados mortales, y no resulta necesario confesarse. El sacramento de la Confesión (Reconciliación) es el medio apropiado para prepararse adecuadamente. 

Dice el apóstol Pablo a los corintios:Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese, pues, cada cual, y coma así el pan y beba de la copa” (I Cor 11,27-28).

Cada vez más, se encuentran creyentes, que participan en las eucaristías dominicales comulgando, algunos obrando por ignorancia, otros no, en los que hay impedimentos objetivos reales  para recibir la comunión.
En la vida espiritual (cristiana) estas realidades anuncian empantanamientos, NO HAY CRECIMENTO ESPIRITUAL, hay manifestaciones de formas de vida híbridas (cristiana y pagana) tal como ocurría en Corinto, donde Pablo manifiesta la incompatibilidad de la levadura vieja que está fermentando la harina nueva.

R.P HORACIO BOJORGE : COMBATE ESPIRITUAL (3)

jueves, 6 de agosto de 2015

RPHORACIO BOJORGE : EL COMBATE ESPIRITUAL (1)

BENEDICTO XVI: LA TRANSFIGURACIÓN


Allí se dice que Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, y los llevó a un monte alto, a solas (cf. Mc 9, 2). Volveremos a encontrar a los tres juntos en el monte de los Olivos (cf. Mc 14, 33), en la extrema angustia de Jesús, como imagen que contrasta con la de la transfiguración, aunque ambas están inseparablemente relacionadas entre sí. No podemos dejar de ver la relación con Éxodo 24, donde Moisés lleva consigo en su ascensión a Aarón, Nadab y Abihú, además de los setenta ancianos de Israel.
De nuevo nos encontramos -como en el Sermón de la Montaña y en las noches que Jesús pasaba en oración- con el monte como lugar de máxima cercanía de Dios; de nuevo tenemos que pensar en los diversos montes de la vida de Jesús como en un todo único: el monte de la tentación, el monte de su gran predicación, el monte de la oración, el monte de la transfiguración, el monte de la angustia, el monte de la cruz y, por último, el monte de la ascensión, en el que el Señor -en contraposición a la oferta de dominio sobre el mundo en virtud del poder del demonio- dice: "Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra" (Mt 28, 18). Pero resaltan en el fondo también el Sinaí, el Horeb, el Moria, los montes de la revelación del Antiguo Testamento, que son todos ellos al mismo tiempo montes de la pasión y montes de la revelación y, a su vez, señalan al monte del templo, en el que la revelación se hace liturgia.

En la búsqueda de una interpretación, se perfila sin duda en primer lugar sobre el fondo el simbolismo general del monte: el monte como lugar de la subida, no sólo externa, sino sobre todo interior; el monte como liberación del peso de la vida cotidiana, como un respirar en el aire puro de la creación; el monte que permite contemplar la inmensidad de la creación y su belleza; el monte que me da altura interior y me hace intuir al Creador. La historia añade a estas consideraciones la experiencia del Dios que habla y la experiencia de la pasión, que culmina con el sacrificio de Isaac, con el sacrificio del cordero, prefiguración del Cordero definitivo sacrificado en el monte Calvario. Moisés y Elías recibieron en el monte la revelación de Dios; ahora están en coloquio con Aquel que es la revelación de Dios en persona.

"Y se transfiguró delante de ellos", dice simplemente Marcos, y añade, con un poco de torpeza y casi balbuciendo ante el misterio: "Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo" (Mc 9, 2 s). Mateo utiliza ya palabras de mayor aplomo: "Su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz" (Mt 17, 2). Lucas es el único que había mencionado antes el motivo de la subida: subió "a lo alto de una montaña, para orar"; y, a partir de ahí, explica el acontecimiento del que son testigos los tres discípulos: "Mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blanco" (Lc 9, 29).La transfiguración es un acontecimiento de oración; se ve claramente lo que sucede en la conversación de Jesús con el Padre: la íntima compenetración de su ser con Dios, que se convierte en luz pura. En su ser uno con el Padre, Jesús mismo es Luz de Luz. En ese momento se percibe también por los sentidos lo que es Jesús en lo más íntimo de sí y lo que Pedro trata de decir en su confesión: el ser de Jesús en la luz de Dios, su propio ser luz como Hijo.

Aquí se puede ver tanto la referencia a la figura de Moisés como su diferencia: "Cuando Moisés bajó del monte Sinaí... no sabía que tenía radiante la piel de la cara, de haber hablado con el Señor" (Ex 34, 29). Al hablar con Dios su luz resplandece en él y al mismo tiempo, le hace resplandecer. Pero es, por así decirlo, una luz que le llega desde fuera, y que ahora le hace brillar también a él. Por el contrario, Jesús resplandece desde el interior, no sólo recibe la luz, sino que El mismo es Luz de Luz.

Al mismo tiempo, las vestiduras de Jesús, blancas como la luz durante la transfiguración, hablan también de nuestro futuro. En la literatura apocalíptica, los vestidos blancos son expresión de criatura celestial, de los ángeles y de los elegidos. Así, el Apocalipsis de Juan habla de los vestidos blancos que llevarán los que serán salvados (cf. sobre todo Ap 7, 9.13; Ap 19, 14). Y esto nos dice algo más: las vestiduras de los elegidos son blancas porque han sido lavadas en la sangre del Cordero (cf. Ap 7, 14). Es decir, porque a través del bautismo se unieron a la pasión de Jesús y su pasión es la purificación que nos devuelve la vestidura original que habíamos perdido por el pecado (cf. Lc 15, 22). A través del bautismo nos revestimos de luz con Jesús y nos convertimos nosotros mismos en luz.

Ahora aparecen Moisés y Elías hablando con Jesús. Lo que el Resucitado explicará a los discípulos en el camino hacia Emaús es aquí una aparición visible. La Ley y los Profetas hablan con Jesús, hablan de Jesús. Sólo Lucas nos cuenta -al menos en una breve indicación-de qué hablaban los dos grandes testigos de Dios con Jesús: "Aparecieron con gloria; hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén" (Lc 9, 31). Su tema de conversación es la cruz, pero entendida en un sentido más amplio, como el éxodo de Jesús que debía cumplirse en Jerusalén. La cruz de Jesús es éxodo, un salir de esta vida, un atravesar el "mar Rojo" de la pasión y un llegar a su gloria, en la cual, no obstante, quedan siempre impresos los estigmas.
Con ello aparece claro que el tema fundamental de la Ley y los Profetas es la "esperanza de Israel", el éxodo que libera definitivamente; que, además, el contenido de esta esperanza es el Hijo del hombre que sufre y el siervo de Dios que, padeciendo, abre la puerta a la novedad y a la libertad. Moisés y Elías se convierten ellos mismos en figuras y testimonios de la pasión. Con el Transfigurado hablan de lo que han dicho en la tierra, de la pasión de Jesús; pero mientras hablan de ello con el Transfigurado aparece evidente que esta pasión trae la salvación; que está impregnada de la gloria de Dios, que la pasión se transforma en luz, en libertad y alegría.

En este punto hemos de anticipar la conversación que los tres discípulos mantienen con Jesús mientras bajan del "monte alto". Jesús habla con ellos de su futura resurrección de entre los muertos, lo que presupone obviamente pasar primero por la cruz. Los discípulos, en cambio, le preguntan por el regreso de Elías anunciado por los escribas. Jesús les dice al respecto: "Elías vendrá primero y lo restablecerá todo. Ahora, ¿por qué está escrito que el Hijo del hombre tiene que padecer mucho y ser despreciado? Os digo que Elías ya ha venido y han hecho con él lo que han querido, como estaba escrito de él" (Mc 9, 9-13). Jesús confirma así, por una parte, la esperanza en la venida de Elías, pero al mismo tiempo corrige y completa la imagen que se habían hecho de todo ello. Identifica al Elías que esperan con Juan el Bautista, aun sin decirlo: en la actividad del Bautista ha tenido lugar la venida de Elías.

Juan había venido para reunir a Israel y prepararlo para la llegada del Mesías. Pero si el Mesías ismo es el Hijo del hombre que padece, y sólo así abre el camino hacia la salvación, entonces también la actividad preparatoria de Elías ha de estar de algún modo bajo el signo de la pasión. Y, en efecto: "Han hecho con él lo que han querido, como estaba escrito de él" (Mc 9, 13). Jesús recuerda aquí, por un lado, el destino efectivo del Bautista, pero con la referencia a la Escritura hace alusión también a las tradiciones existentes, que predecían un martirio de Elías: Elías era considerado "como el único que se había librado del martirio durante la persecución; a su regreso... también él debe sufrir la muerte" (Pesch, Markusevangelium II, p. 80).

De este modo, la esperanza en la salvación y la pasión son asociadas entre sí, desarrollando una imagen de la redención que, en el fondo, se ajusta a la Escritura, pero que comporta una novedad revolucionaria respecto a las esperanzas que se tenían: con el Cristo que padece, la Escritura debía y debe ser releída continuamente. Siempre tenemos que dejar que el Señor nos introduzca de nuevo en su conversación con Moisés y Elías; tenemos que aprender continuamente a comprender la Escritura de nuevo a partir de El, el Resucitado.
Volvamos a la narración de la transfiguración. Los tres discípulos están impresionados por la grandiosidad de la aparición. El "temor de Dios" se apodera de ellos, como hemos visto que sucede en otros momentos en los que sienten la proximidad de Dios en Jesús, perciben su propia miseria y quedan casi paralizados por el miedo. "Estaban asustados", dice Marcos (Mc 9, 6). Y entonces toma Pedro la palabra, aunque en su aturdimiento "... no sabía lo que decía" (Mc 9, 6): "Maestro. ¡Qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías" (Mc 9, 5).

Se ha debatido mucho sobre estas palabras pronunciadas, por así decirlo, en éxtasis, en el temor, pero también en la alegría por la proximidad de Dios. ¿Tienen que ver con la fiesta de las Tiendas, en cuyo día final tuvo lugar la aparición? Hartmut Gese lo discute y opina que el auténtico punto de referencia en el Antiguo Testamento es Ex 33, 7 ss, donde se describe la "ritualización del episodio del Sinaí": según este texto, Moisés montó "fuera del campamento" la tienda del encuentro, sobre la que descendió después la columna de nube. Allí el Señor y Moisés hablaron "cara a cara, como habla un hombre con su amigo" (Ex 33, 11). Por tanto, Pedro querría aquí dar un carácter estable al evento de la aparición levantando también tiendas del encuentro; el detalle de la nube que cubrió a los discípulos podría confirmarlo. Podría tratarse de una reminiscencia del texto de la Escritura antes citado; tanto la exégesis judía como la paleocristiana conocen una encrucijada en la que confluyen diversas referencias a la revelación, complementándose unas a otras. Sin embargo, el hecho de que debían construirse tres tiendas contrasta con una referencia de semejante tipo o, al menos, la hace parecer secundaria.

La relación con la fiesta de las Tiendas resulta plausible cuando se considera la interpretación mesiánica de esta fiesta en el judaísmo de la época de Jesús. Jean Daniélou ha profundizado en este aspecto de manera convincente y lo ha relacionado con el testimonio de los Padres, en los que las tradiciones judías eran sin duda todavía conocidas y se las reinterpretaba en el contexto cristiano. La fiesta de las Tiendas presenta el mismo carácter tridimensional que caracteriza -como ya hemos visto- a las grandes fiestas judías en general: una fiesta procedente originariamente de la religión natural se convierte en una fiesta de conmemoración histórica de las intervenciones salvíficas de Dios, y el recuerdo se convierte en esperanza de la salvación definitiva. Creación, historia y esperanza se unen entre sí. Si en la fiesta de las Tiendas, con la ofrenda del agua, se imploraba la lluvia tan necesaria en una tierra árida, la fiesta se convierte muy pronto en recuerdo de la marcha de Israel por el desierto, donde los judíos vivían en tiendas (chozas, sukkot) (cf. Lv 23, 43).Daniélou cita primero a Riesenfeld: "Las Tiendas no eran sólo el recuerdo de la protección divina en el desierto, sino lo que es más importante, una prefiguración de los sukkot [divinos] en los que los justos vivirían al llegar el mundo futuro. Parece, pues, que el rito más característico de la fiesta de las Tiendas, tal como se celebraba en los tiempos del judaísmo, tenía relación con un significado escatológico muy preciso" (p. 451). En el Nuevo Testamento encontramos en Lucas las palabras sobre la morada eterna de los justos en la vida futura (Lc 16, 9).

"La epifanía de la gloria de Jesús -dice Daniélou- es interpretada por Pedro como el signo de que ha llegado el tiempo mesiánico. Y una de las características de los tiempos mesiánicos era que los justos morarían en las tiendas, cuya figura era la fiesta de las Tiendas" (p. 459).La vivencia de la transfiguración durante la fiesta de las Tiendas hizo que Pedro reconociera en su éxtasis "que las realidades prefiguradas en los ritos de la fiesta se habían hecho realidad... La escena de la transfiguración indica la llegada del tiempo mesiánico" (p. 459). Al bajar del monte Pedro debe aprender a comprender de un modo nuevo que el tiempo mesiánico es, en primer lugar, el tiempo de la cruz y que la transfiguración -ser luz en virtud del Señor y con El- comporta nuestro ser abrasados por la luz de la pasión.

A partir de estas conexiones adquiere también un nuevo sentido la frase fundamental del Prólogo de Juan, en la que el evangelista sintetiza el misterio de Jesús: "Y la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros" (Jn 1, 14). Efectivamente, el Señor ha puesto la tienda de su cuerpo entre nosotros inaugurando así el tiempo mesiánico. Siguiendo esta idea, Gregorio de Nisa analiza en un texto magnífico la relación entre la fiesta de las Tiendas y la Encarnación. Dice que la fiesta de las Tiendas siempre se había celebrado, pero no se había hecho realidad. "Pues la verdadera fiesta de las Tiendas, en efecto, no había llegado aún. Pero precisamente por eso, según las palabras proféticas [en alusión al Sal 118, 27] Dios, el Señor del universo, se nos ha revelado para realizar la construcción de la tienda destruida de la naturaleza humana" (De anima, PG 46, 132 B; cf. Daniélou, pp. 464-466).

Teniendo en cuenta esta panorámica, volvamos de nuevo al relato de la transfiguración. "Se formó una nube que los cubrió y una voz salió de la nube: Este es mi Hijo amado; escuchadlo" (Mc 9, 7). La nube sagrada, es el signo de la presencia de Dios mismo, la shekiná. La nube sobre la tienda del encuentro indicaba la presencia de Dios. Jesús es la tienda sagrada sobre la que está la nube de la presencia de Dios y desde la cual cubre ahora "con su sombra" también a los demás. Se repite la escena del bautismo de Jesús, cuando el Padre mismo proclama desde la nube a Jesús como Hijo: "Tú eres mi Hijo amado, mi preferido" (Mc 1, 11).

Pero a esta proclamación solemne de la dignidad filial se añade ahora el imperativo: "Escuchadlo". Aquí se aprecia de nuevo claramente la relación con la subida de Moisés al Sinaí que hemos visto al principio como trasfondo de la historia de la transfiguración. Moisés recibió en el monte la Torá, la palabra con la enseñanza de Dios. Ahora se nos dice, con referencia a Jesús: "Escuchadlo". Hartmut Gese comenta esta escena de un modo bastante acertado: "Jesús se ha convertido en la misma Palabra divina de la revelación. Los Evangelios no pueden expresarlo más claro y con mayor autoridad: Jesús es la Torá misma" (p. 81). Con esto concluye la aparición: su sentido más profundo queda recogido en esta única palabra. Los discípulos tienen que volver a descender con Jesús y aprender siempre de nuevo: "Escuchadlo".

Si aprendemos a interpretar así el contenido del relato de la transfiguración -como irrupción y comienzo del tiempo mesiánico-, podemos entender también las oscuras palabras que Marcos incluye entre la confesión de Pedro y la instrucción sobre el discipulado, por un lado, y el relato de la transfiguración, por otro: "Y añadió: "Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán hasta que vean venir con poder el Reino de Dios"" (Mc 9, 1). ¿Qué significa esto? ¿Anuncia Jesús quizás que algunos de los presentes seguirán con vida en su Parusía, en la irrupción definitiva del Reino de Dios? ¿O acaso preanuncia otra cosa?.

Rudolf Pesch (II 2, p. 66 s) ha mostrado convincentemente que la posición de estas palabras justo antes de la transfiguración indica claramente que se refieren a este acontecimiento. Se promete a algunos -los tres que acompañan a Jesús en la ascensión al monte- que vivirán una experiencia de la llegada del Reino de Dios "con poder". En el monte, los tres ven resplandecer en Jesús la gloria del Reino de Dios. En el monte los cubre con su sombra la nube sagrada de Dios. En el monte -en la conversación de Jesús transfigurado con la Ley y los Profetas- reconocen que ha llegado la verdadera fiesta de las Tiendas. En el monte experimentan que Jesús mismo es la Torá viviente, toda la Palabra de Dios. En el monte ven el "poder" (dýnamis) del reino que llega en Cristo.
Pero precisamente en el encuentro aterrador con la gloria de Dios en Jesús tienen que aprender lo que Pablo dice a los discípulos de todos los tiempos en la Primera Carta a los Corintios: "Nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los griegos; pero para los llamados a Cristo -judíos o griegos-, poder (dýnamis) de Dios y sabiduría de Dios" (1Co 1, 23 s) Este "poder" (dýnamis) del reino futuro se les muestra en Jesús transfigurado, que con los testigos de la Antigua Alianza habla de la "necesidad" de su pasión como camino hacia la gloria (cf. Lc 24, 26 s). Así viven la Parusía anticipada; se les va introduciendo así poco a poco en toda la profundidad del misterio de Jesús.
Fuente: Jesús de Nazaret