miércoles, 29 de enero de 2020

SUEÑO DE DON BOSCO: LAS DOS COLUMNAS


El 26 de mayo de 1862 Don Bosco había prometido a sus jóvenes que les narraría algo muy agradable en los últimos días del mes. El 30 de mayo, pues, por la noche les contó una parábola o semejanza según él quiso denominarla. He aquí sus palabras: «Os quiero contar un sueño. Es cierto que el que sueña no razona; con todo, yo que os contaría a Vosotros hasta mis pecados si no temiera que salieran huyendo asustados, o que se cayera la casa, se lo voy a contar para su bien espiritual. Este sueño lo tuve hace algunos días. Figúrense que están conmigo a la orilla del mar, o mejor, sobre un escollo aislado, desde el cual no ven más tierra que la que tienen debajo de los pies. En toda aquella superficie líquida se ve una multitud incontable de naves dispuestas en orden de batalla, cuyas proas terminan en un afilado espolón de hierro a modo de lanza que hiere y traspasa todo aquello contra lo cual llega a chocar. Dichas naves están armadas de cañones, cargadas de fusiles y de armas de diferentes clases; de material incendiario y también de libros (televisión, radio, internet, cine, teatro, prensa), y se dirigen contra otra embarcación mucho más grande y más alta, intentando clavarle el espolón, incendiarla o al menos hacerle el mayor daño posible.

"A esta majestuosa nave, provista de todo, hacen escolta numerosas navecillas que de ella reciben las órdenes, realizando las oportunas maniobras para defenderse de la flota enemiga. El viento le es adverso y la agitación del mar favorece a los enemigos. En medio de la inmensidad del mar se levantan, sobre las olas, dos robustas columnas, muy altas, poco distante la una de la otra. Sobre una de ellas campea la estatua de la Virgen Inmaculada, a cuyos pies se ve un amplio cartel con esta inscripción: Auxilium Christianorum. Sobre la otra columna, que es mucho más alta y más gruesa, hay una Hostia de tamaño proporcionado al pedestal y debajo de ella otro cartel con estas palabras: Salus credentium. El comandante supremo de la nave mayor, que es el Romano Pontífice, al apreciar el furor de los enemigos y la situación apurada en que se encuentran sus leales, piensa en convocar a su alrededor a los pilotos de las naves subalternas para celebrar consejo y decidir la conducta a seguir. Todos los pilotos suben a la nave capitaneada y se congregan alrededor del Papa. Celebran consejo; pero al comprobar que el viento arrecia cada vez más y que la tempestad es cada vez más violenta, son enviados a tomar nuevamente el mando de sus naves respectivas.

Restablecida por un momento la calma, el Papa reúne por segunda vez a los pilotos, mientras la nave capitana continúa su curso; pero la borrasca se torna nuevamente espantosa. El Pontífice empuña el timón y todos sus esfuerzos van encaminados a dirigir la nave hacia el espacio existente entre aquellas dos columnas, de cuya parte superior todo en redondo penden numerosas áncoras y gruesas argollas unidas a robustas cadenas. Las naves enemigas dispónense todas a asaltarla, haciendo lo posible por detener su marcha y por hundirla. Unas con los escritos, otras con los libros, con materiales incendiarios de los que cuentan gran abundancia, materiales que intentan arrojar a bordo; otras con los cañones, con los fusiles, con los espolones: el combate se torna cada vez más encarnizado. Las proas enemigas chocan contra ella violentamente, pero sus esfuerzos y su ímpetu resultan inútiles. En vano reanudan el ataque y gastan energías y municiones: la gigantesca nave prosigue segura y serena su camino. A veces sucede que por efecto de las acometidas de que se le hace objeto, muestra en sus flancos una larga y profunda hendidura; pero apenas producido el daño, sopla un viento suave de las dos columnas y las vías de agua se cierran y las brechas desaparecen.

Disparan entretanto los cañones de los asaltantes, y al hacerlo revientan, se rompen los fusiles, lo mismo que las demás armas y espolones. Muchas naves se abren y se hunden en el mar. Entonces, los enemigos, encendidos de furor comienzan a luchar empleando el arma corta, las manos, los puños, las injurias, las blasfemias, maldiciones, y así continúa el combate. Cuando he aquí que el Papa cae herido gravemente. Inmediatamente los que le acompañan acuden a ayudarle y le levantan. El Pontífice es herido una segunda vez, cae nuevamente y muere. Un grito de victoria y de alegría resuena entre los enemigos; sobre las cubiertas de sus naves reina un júbilo indecible. Pero apenas muerto el Pontífice, otro ocupa el puesto vacante. Los pilotos reunidos lo han elegido inmediatamente; de suerte que la noticia de la muerte del Papa llega con la de la elección de su sucesor. Los enemigos comienzan a desanimarse. El nuevo Pontífice, venciendo y superando todos los obstáculos, guía la nave hacia las dos columnas, y al llegar al espacio comprendido entre ambas, la amarra con una cadena que pende de la proa a un áncora de la columna que ostenta la Hostia; y con otra cadena que pende de la popa la sujeta de la parte opuesta a otra áncora colgada de la columna que sirve de pedestal a la Virgen Inmaculada. Entonces se produce una gran confusión.

Todas las naves que hasta aquel momento habían luchado contra la embarcación capitaneada por el Papa, se dan a la huida, se dispersan, chocan entre sí y se destruyen mutuamente. Unas al hundirse procuran hundir a las demás. Otras navecillas que han combatido valerosamente a las órdenes del Papa, son las primeras en llegar a las columnas donde quedan amarradas. Otras naves, que por miedo al combate se habían retirado y que se encuentran muy distantes, continúan observando prudentemente los acontecimientos, hasta que, al desaparecer en los abismos del mar los restos de las naves destruidas, bogan aceleradamente hacia las dos columnas, llegando a las cuales se aseguran a los garfios pendientes de las mismas y allí permanecen tranquilas y seguras, en compañía de la nave capitana ocupada por el Papa. En el mar reina una calma absoluta. Al llegar a este punto del relato, San Juan Bosco preguntó a Beato Miguel Rúa: —¿Qué piensas de esta narración? Beato Miguel Rúa contestó: —Me parece que la nave del Papa es la Iglesia de la que es Cabeza: las otras naves representan a los hombres y el mar al mundo. Los que defienden a la embarcación del Pontífice son los leales a la Santa Sede; los otros, sus enemigos, que con toda suerte de armas intentan aniquilarla.

Las dos columnas salvadoras me parece que son la devoción a María Santísima y al Santísimo Sacramento de la Eucaristía. Beato Miguel Rúa no hizo referencia al Papa caído y muerto y San Juan Bosco nada dijo tampoco sobre este particular. Solamente añadió: —Has dicho bien. Solamente habría que corregir una expresión. Las naves de los enemigos son las persecuciones. Se preparan días difíciles para la Iglesia. Lo que hasta ahora ha sucedido es casi nada en comparación a lo que tiene que suceder. Los enemigos de la Iglesia están representados por las naves que intentan hundir la nave principal y aniquilarla si pudiesen. ¡Sólo quedan dos medios para salvarse en medio de tanto desconcierto! Devoción a María Santísima. Frecuencia de Sacramentos: Comunión frecuente, empleando todos los recursos para practicarlos nosotros y para hacerlos practicar a los demás siempre y en todo momento. ¡Buenas noches! Las conjeturas que hicieron los jóvenes sobre este sueño fueron muchísimas, especialmente en lo referente al Papa; pero Don Bosco no añadió ninguna otra explicación. Cuarenta y ocho años después —en A.D. 1907— el antiguo alumno, canónigo Don Juan Ma. Bourlot, recordaba perfectamente las palabras de San Juan Bosco. Hemos de concluir diciendo que César Chiala y sus compañeros, consideraron este sueño como una verdadera visión o profecía.
(Memorias Biográficas de San Juan Bosco, Tomo VII, págs. 169-171)

DIÁCONO JORGE NOVOA: EL SEMBRADOR SALIÓ A SEMBRAR

Jesús explica la parábola del sembrador. Los destinatarios son sus discípulos, a ellos el Señor les da a conocer el significado de sus parábolas, más tarde dirá, que les ha dado a conocer todo lo que el Padre le reveló. Él es el interprete de la revelación, porque ella remite a  Él, y por ello ante su ausencia visible, el Espíritu Santo será donado , entre otras cosas, para conducir a la Verdad completa.

La revelación de Dios se encuentra visiblemente ante ellos, en la persona de Jesús de Nazaret. Si se desecha su interpretación, se prescinde de la piedra angular, la que no deben rechazar los constructores, pues de hacerlo, todo permanece difuso, dirá san Pablo a los Corintios , que velo de incomprensión de la Antigua Alianza solamente lo levanta Cristo (2 Cor 3,14-15).

Las parábolas son enigmas. Intentan  suscitar preguntas, quién es el sembrador? Y los pájaros?Cómo debo entender el terreno pedregoso? Jesús pretende sacudir a su auditorio con estas historias en movimiento, tomadas de la vida cotidiana. Estas historias relacionan realidades temporales con eternas, materiales con espirituales, su comparación es posible, porque el que las utiliza, conoce lo eterno y lo temporal, lo material y lo espiritual, y las utiliza porque reconoce su posibilidad real de relación. Ahora Él,los introduce en la Verdad que ellas contienen, esta misión la realizará el Espíritu Santo en la Iglesia, por su acción, Él nos explicará las Escrituras y partirá para nosotros el pan. 

 La palabra es sembrada por el Señor de diversa manera, hay una serie de enemigos, que impedirán  que ella germine, que sea aquello que está destinado a ser. Veamos los tres enemigos que se nos presentan y sus efectos en nosotros: se habla de Diablo que " roba", del terreno pedregoso que es inconsistente, superficial y las zarzas que sofocan, ahogan. La tierra esta dispuesta de diversa manera para recibir la palabra del Señor, por ello muchas veces ,ella no alcanza a fecundar los corazones de los oyentes. También el Señor revela que mucha cae en tierra buena, apta para que pueda fecundar, y de hecho así lo hace dando frutos. 

El sembrador debe salir a sembrar la semilla buena de la Palabra de Dios, esa es su tarea, no debe desanimarse ni volverse perezoso por los resultados, la tarea de la siembra de Dios no se mide por resultados estadísticos, poco importa el marketing , reveló el Señor a San Jerónimo que por la salvación de uno volvería nuevamente a vivir su pasión.Hay que sembrar siempre, a tiempo y a destiempo. Todos hemos sido alcanzados por el sembrador, que ha realizado su obra en nosotros, que Él lleve en nosotros su obra hasta el fin. 

Encomendémonos a la Madre del sembrador que vela celosamente la semilla que está germinando, e intercede por aquellos que sufren los embates del Enemigo.

martes, 28 de enero de 2020

DIÁCONO JORGE NOVOA: PUEDE LA TEOLOGÍA PRESCINDIR DE SANTO TOMÁS DE AQUINO?


Puede prescindir la teología contemporánea de las enseñanzas de santo Tomás de Aquino? SÍ, lo puede hacer, y de hecho acontece esto en muchos teólogos muy promovidos. Incluso algunos sienten la prescindencia como una suerte de liberación. Que este hecho sea constatable, no supone que sea lo más adecuado, ni lo sugerido por el Magisterio de la Iglesia  .

La Iglesia ha ido enriqueciendo su reflexión en torno a la sabiduría divina, a lo largo de los siglos, este servicio a la verdad revelada ha contado con momentos de esplendor, en donde se aprecia un notorio progreso teológico.

Uno de sus exponentes más cualificados es santo Tomás de Aquino, dotado por Dios con una inteligencia extraordinaria, desarrollada con suma responsabilidad y con una profunda fidelidad en la búsqueda de la verdad. Todas estas aristas, y otras muchas que podrían agregarse, y  que resplandecen en el “buey mudo”, no alcanzarían las dimensiones que alcanzaron en santo Tomás, si también no brillaran en él, la humildad y el profundo respeto que tenía por la tradición eclesial, fundamentalmente la de los Padres de la Iglesia.

La prescindencia, entre otras realidades, es fruto de la pereza intelectual que ha engendrado la cultura del relativismo. La teología de Tomás es sólida y muy necesaria para nuestro tiempo; el orden natural, el tratado sobre las virtudes, la relación entre fe y razón y la metafísica, son potentes focos de sabiduría  capaces iluminar hoy, tantos caminos de fe que aparecen vacilantes. La pasión por la verdad le permite también  a Tomás, irradiar una fuente de luz que resulta un bálsamo para los hombres de buena voluntad.

CARLO MARÍA MARTINI: LA LUZ BRILLA EN LAS TINIEBLAS


Si hay una expresión que puede ayudarnos a comprender lo que está a punto de suceder en medio de nosotros, es ésta del evangelio de Juan: "La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no lo han extinguido" (Jn 1,5).

Habla de tinieblas, de noche y de luz. Parece que estamos ante uno de nuestros nacimientos populares, en el que sólo la cueva está iluminada con una tenue luz, mientras que el entorno está en penumbra.

Las tinieblas simbolizan todo lo que está en el mundo es confusión, falta de sentido, autosuficiencia, esfuerzo por construirnos sólo con nuestras pobres y escasas fuerzas. Este empeño desemboca frecuentemente en amargura y desesperación o,como poco, en resignación ante las muchas cosas que no podemos hacer ni conseguir. Tinieblas son, en nosotros y fuera de nosotros, la falta de razones para esperar y vivir, nos afanamos día tras día con la esperanza de algo mejor que nunca llega, intentamos aturdirnos con las pequeñas cosas de cada día, sin reflexionar nunca a fondo sobre lo que proporciona su sentido a nuestro vivir.

A menudo esta confusión es muy extensa. está en cada uno de nosotros, y está a gran escala en la sociedad, en muchas realidades que nos rodean, en muchas cosas absurdas que no deberían existir, cerca o lejos de nosotros.

Por todo esto, sentimos profundamente el sufrimiento ante estas tinieblas del mundo.

viernes, 24 de enero de 2020

DIÁCONO JORGE NOVOA : SAULO ES ALCANZADO POR EL SEÑOR...

Encuentro con Cristo
“Sucedió que, yendo de camino, cuando estaba cerca de Damasco, de repente le rodeó una luz venida del cielo, cayó en tierra y oyó una voz que le decía: “Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?” Él respondió: “¿Quién eres, Señor?” Y él: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, entra en la ciudad y se te dirá lo que debes hacer.” Los hombres que iban con él se habían detenido mudos de espanto; oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada. Le llevaron de la mano y le hicieron entrar en Damasco. Pasó tres días sin ver, sin comer y sin beber.”
El versículo tres es riquísimo en sugerencias. Nos dice “yendo de camino”. En uno de tantos momentos que tiene la vida o, lo que es lo mismo, en lo cotidiano de su vida. El Señor lo “alcanza”, en un momento del trayecto que realiza desde Jerusalén a Damasco. Cuando su corazón estaba totalmente excitado, a punto de ser saciado en su sed, pues “estaba cerca de Damasco”. Y sin pedirle autorización, Dios entró en su vida, sin ningún tipo de aviso previo. Dios irrumpió en la vida de Saulo como una saeta disparada del cielo. Él no se había preparado, pero Dios lo había elegido. Nos dirá el texto, “de repente”, imprevistamente. Dios es Dios y siempre toma la iniciativa.
Dios también llega hoy imprevistamente a muchas vidas. Nos visita en una enfermedad, en un momento de frustración, en un viaje, en la visita a un cottolengo o a una casa de salud. En ocasiones, ciertos conflictos en nuestras relaciones familiares o laborales nos acercan a Dios. Y a veces, nuestros proyectos, que lo habían desplazado absolutamente, parecen frustrarse totalmente. Y en estas coordenadas intrincadas, a veces aparece su luz. Cuando menos lo esperamos, y en el lugar más imprevisible. También nos visita en tiempos de paz, de consuelo, a través de una amistad, o en el encuentro con algún familiar. Sus caminos son múltiples, porque expresan un amor ingenioso que no da nunca nada por perdido.
La presencia de Cristo, en el camino de Damasco, se manifiesta en dos elementos: luz y voz. El encuentro con el Señor es revelador, ilumina toda su existencia, incluso las zonas privadas de su existencia, esas que son visitadas únicamente por él. La voz se presenta amigable, lo llama por su nombre: “Saúl, Saúl…” No es una voz acusadora que lo quiere desalentar o alejar; quiere atraerlo. Es la voz de la Verdad que se le manifiesta como luz para su existencia.
El mal espíritu es presentado como “padre de la mentira.” Su acción presenta una diversidad de estrategias, pero hay dos variantes que son muy consecuentes: su voz es acusadora (Jb 1,6-11; 2,4-5; Ap 12,10) y desalentadora. No se levanta como el dedo del Bautista para indicar a Cristo: camino, verdad y vida. Nos señala para acusarnos o acusar a otros, mostrándonos que no hay camino posible. Como es “homicida desde el principio” inunda nuestras vidas de desaliento para que bajemos los brazos. Cuando sientas en tu interior una voz que te invita a bajar los brazos, ella viene del mal espíritu. San Agustín estaba totalmente perdido para muchos de su tiempo, y muchos habrán bajado los brazos, pero no estaba perdido para Dios. Y la promesa de que para Dios no hay nada imposible encontró albergue en el corazón de su madre Santa Mónica. Y ella la hizo su bandera, y por ella derramó lágrimas y permanentes plegarias. Y el Señor le respondió fielmente a su promesa, con el sí de Agustín.
¡Qué consolador resulta saber que Jesús nos hace uno con Él! Ante el desconcierto de Saulo, el Señor se identifica con sus discípulos, se hace uno con ellos. Cuando un discípulo es perseguido, el Señor es perseguido, y es Él quien tarde o temprano pedirá cuentas a los perseguidores. Saulo se muestra desconcertado; desconoce la voz que lo interpela. Y entonces, pregunta: ¿Quién eres, Señor?
Tal vez somos o fuimos perseguidores de los discípulos del Señor. O, lo que es peor, tal vez seamos discípulos y perseguidores a la vez, "falsos discípulos”, quiera Dios que inculpablemente, y por lo tanto, hayamos inconscientemente albergado en nuestro corazón y en nuestras obras, seguimiento y persecución. Muchos santos han sufrido persecución intraeclesial.
El Señor le revela su nombre: Jesús. El nombre Jesús es un anuncio: Yahvéh salva. Un nombre prohibido (Hch 4,18;[7] 5,28)[8] por el Sanedrín, que había ordenado a los discípulos no invocarlo. Y, los apóstoles, por ser obedientes a Dios (Hch 4,19; 5,29), habían padecido muchas amenazas y azotes (Hch 5,40).[9] El nombre 'Jesús', considerado en su significado etimológico, quiere decir 'Yahvéh libera', salva, ayuda.[10] Ésta es la invitación que recibe Saulo de parte de Dios: Jesús viene a liberarlo, salvarlo y ayudarlo. Dios le revela a Saulo al Mesías esperado en su Gloria. Saulo, el viejo fariseo, está ciego, como el legalismo que no ha reconocido al Mesías, y ahora es invitado a dar un paso en dirección del hombre nuevo que es Pablo. Debe, según el designio de Dios, entrar en Damasco como Pablo.
Tres son las indicaciones que recibe: levántate, entra en la ciudad y obedece. De ellas, me detendré en la segunda. El que ha salido de Jerusalén decidido a entrar a Damasco “pisando fuerte”, como dice el dicho popular, ahora entrará allí, no como lo había imaginado o deseado, sino de la forma que Dios se lo ordene. En realidad, “le hicieron entrar”; el que se bastaba a sí mismo entra necesitado y vulnerable. Nos dice el texto que “lo llevaron de la mano”. El que con mano firme iba a traer a los discípulos del Señor “hombre y mujeres a Jerusalén”, ahora necesita ser conducido. ¡Así entra Pablo en Damasco! No como lo había soñado, ni como lo había previsto. Dios lo había llamado cambiándole el curso a su historia.
“Aunque tiene los ojos abiertos está ciego…” ¡Cuánto podríamos reflexionar a partir de esta expresión! Diría Jesús: “viendo no ven y oyendo no oyen”. Pablo estaba convencido de que veía, pero el Señor le muestra su ceguera. La ceguera engendra prepotencia, ésa de la que hacía gala; por el contrario, el amor es servicial, sin envidia, no quiere aparentar, ni se hace el importante, no actúa con bajeza, ni busca su propio interés (cfr. 1Cor 13).
Pasó tres días sin ver, sin comer y sin beber (v. 9).Finalmente este versículo nos muestra a Pablo atravesando el umbral del pórtico cristiano. Creía conocer a Dios, estaba seguro de reconocer su voluntad, quería ansiosamente enfrentar a ese grupo de hombres y mujeres peligrosos. Pero ha recibido un golpe durísimo, ha sido impactado en los fundamentos mismos donde edificaba su existencia. Los pilares que sostenían su existencia han sido duramente conmovidos. Nada ha quedado en pie, todo ha sido demolido. Ha sido alcanzado por un tsunami de Dios. Se sentía tan seguro en posesión de la verdad, y ahora espera una luz nueva que le permita encontrarla realmente. Está sumido una y otra vez en ese acontecimiento que sobrevuela permanentemente en su mente, del que no podrá salir por sus propios medios. Experimentará la salvación como rescate. Si la interpretación de la Ley y los profetas lo conducían a perseguir a los discípulos del Señor, luego del encuentro con Él no puede quedar nada más que “piedra sobre piedra”. Ha experimentado en su propia vida la destrucción del Templo de Jerusalén. En lugar del Templo antiguo y la interpretación farisaica de la ley ha comenzado a levantarse el Cuerpo de Cristo. Pablo fue conquistado por la gracia divina en el camino de Damasco y de perseguidor de los cristianos se convirtió en Apóstol de los gentiles. Después de encontrarse con Jesús en su camino, se entregó sin reservas a la causa del Evangelio.