viernes, 31 de agosto de 2018

DIÁCONO JORGE NOVOA: NECIOS O PRUDENTES? (Mt 25, 1-13)

 
Mas a media noche se oyó un grito: “¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!”Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan.”
Pero las prudentes replicaron: “No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis.”
Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: “¡Señor, señor, ábrenos!”
Pero él respondió: “En verdad os digo que no os conozco.”Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora
.


Jesús nos enseña una parábola que habla del Reino de Dios, y que corresponde  a las “parábolas del juicio”.”Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora..”

Cómo te preparas para aguardar el regreso de tu Señor (novio)? La enseñanza repara sobre dos modos de aguardarlo, uno  adecuado y otro inadecuado. La suerte que corren, en función del modo en que se lo aguarda, es dispar.

Nosotros siempre estamos  tomando decisiones, a diario estamos diciendo a algunas cosas si y a otras no. Y cada decisión tiene sus consecuencias, algunas insignificantes, en cambio otras, marcan nuestra vida muy profundamente. Las parábolas nos hablan de esas decisiones que tienen repercusiones muy importantes para nuestras vidas, y para nuestro destino eterno.

Que el Señor regresará, presentado  en la parábola bajo la imagen del "novio", es una verdad de fe. Confesamos que lo hará para “juzgar a vivos y muertos”. El Señor vuelve para dar a cada uno lo que corresponde. Cómo debe actuar un creyente que ama a su Señor? La parábola expresa la necesidad de actuar con “prudencia”. La prudencia es expresión del amor, que prepara de la mejor manera  para aguardar la llegada del Señor.

Los dos grupos, que aparecen bajo el adjetivo de necias y  prudentes, aguardan al Señor, y van  a salir al encuentro del novio cuando regrese. No está aquí la clave, sobre lo que nos quiere enseñar el Señor, no es sobre la decisión de salir al encuentro del novio. Los dos grupos están decididos a hacerlo y se preparan para ello.

El amor es previsor, ve más allá y  toma algunas precauciones. El nombre “prudencia” se toma del verbo “provideo”, que significa ver de lejos, ver antes, prever…Las prudentes salen al encuentro,  y no quieren perderse ese momento, que consideran tan importante. Han pensado que deben tomar recaudos por si hay algún retraso. Recordemos que la parábola concluía resaltando el desconocimiento “del día y la hora”.

Jesucristo aparece en la parábola presentado como el novio, al que aguardan las vírgenes. San Juan  Bautista es, según su testimonio, el "amigo del novio" que se alegra con su llegada. Pero nadie sabe el día ni la hora, solamente el Padre conoce está acción conclusiva del Hijo.

Lo que sí sabemos, es que nos encontraremos con Él, al atravesar el umbral del tiempo, por la puerta de la muerte, para ingresar a la eternidad. Allí, vendrá el novio, para cada uno de nosotros, y dado que no conocemos la hora ni el día,  el Señor nos invita a vigilar.

Jesús nos enseñanza en la parábola, que las vírgenes toman distintos recaudos, alaba  y promueve el comportamiento que califica de prudente y  descalifica el otro, denominándolo necio. Aquí está el centro, hay una preparación que se cimienta  sobre la prudencia,  que nos ayudará a esperar al Señor, y necio  es el que no guarda recaudos para aguardarlo.

Al hablarnos de su tardanza, parece llamarnos la atención sobre nuestros posibles cálculos, en cuanto a su llegada, no solamente en el plano de su segunda venida gloriosa, sino también, en lo que respecta al fin de  nuestra propia vida  en esta tierra.

Los  jóvenes  piensan equivocadamente que la religión es "cosa" de ancianos, dado que su partida de este mundo es inminente, e  incluso aquellos que están muy ocupados en sus negocios,  no piensan que ésta sea una realidad a la que deban darle prioridad.

Qué es la prudencia? Santo Tomás la llama " virtud especial", es una virtud cardinal  por la que discernimos  en distintas circunstancias el bien y elegimos los medios adecuados para alcanzarlo. Tanto Aristóteles como Santo Tomás ven en ella la regla recta de la acción, "el hombre cauto medita sus pasos". Para ello es importante ponderar adecuadamente  algunas realidades, si tomamos el ejemplo de las vírgenes prudentes, seguramente nos preguntemos,  por qué resolvieron además de cargar sus lámparas, llevar otra carga en la alcuza?  

Atenta contra la prudencia,  el arrebatamiento  impetuoso, la imprudencia irreflexiva, el no valorar las circunstancias y los conocimientos adquiridos que nos ayudan en la decisión nueva que hay que tomar, también lo hace toda acción timorata o dubitativa. Jesús las tipifica estas imprudencias de necedad. El mismo Señor dice que todo hombre que va a edificar algo, antes ve, si es posible concluir la obra, no sea que al llegar a la mitad, descubra que no la puede terminar. 

La palabra " solercia" supone la investigación que cada hombre hace por sí mismo,  consultando y aprovechando la experiencia de los expertos.El amor que le tenemos al Señor, nos conduce a esperarlo pacientemente y con confianza, no dudamos de su amor manifestado en la cruz, y sabemos que muchas veces tarda para darnos una nueva oportunidad. El amor alimentará el tiempo de espera, lo llenará de razones y nos sostendrá cuando nos alcance el cansancio.

jueves, 30 de agosto de 2018

DIÁCONO JORGE NOVOA: SERVIDOR BUENO O HIPÓCRITA?

«Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a que  hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa.Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre.
 «¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, a quien el señor puso al frente de su servidumbre para darles la comida a su tiempo?
Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. Yo os aseguro que le pondrá al frente de toda su hacienda.Pero si el mal siervo aquel se dice en su corazón: “Mi señor tarda”, y se pone a golpear a sus compañeros y come y bebe con los borrachos,vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe,le separará y le señalará su suerte entre los hipócritas; allí será el llanto y el rechinar de dientes.

Qué supone "estar preparados"? "Velad". Aquí aparece sintetizada la enseñanza del Señor. Preparados para qué? El texto no deja lugar a dudas, para el encuentro con el Señor. Reparemos en algunos detalles importantes, a los efectos de poder prepararnos adecuadamente para el encuentro con el Señor.

Se sugiere que su realización pueda ser repentina, imprevista e inesperada ,dice el texto " en el momento que no penséis" . Todos sabemos que estamos orientados al encuentro con el  Señor,antes o después,  en la juventud, madurez o senectud, pero lo cierto es que llegará para todos, incluso para los que no lo reconocen o no creen en Él. La acentuación de la enseñanza esta dada por la forma en que me preparo para ese encuentro .Soy consciente de ese momento en mi existencia y de su importancia?

El cristiano se prepara para el encuentro con su Señor, viviendo cristianamente,  el ejercicio de la vida bautismal que hemos recibido nos dispone de la mejor forma para recibirlo. No se trata de hacer algún curso intensivo, o de imaginarnos una suerte de vigilancia permanente, a modo de guardia de un cuartel, para no ser sorprendidos. La imagen propuesta, ayuda a los efectos de reconocer lo imprevisto de su llegada, pero conocemos al que llegará de esa manera. No es un ladrón desconocido que nos asecha, es el buen Pastor que nos carga sobre sus hombros.

Crecer en la fe, esperanza y caridad nos prepara para aguardar adecuadamente  al Señor, esto nos vuele, según la expresión del texto," siervos fieles y prudentes". El siervo fiel y prudente administra las bienes de su Señor, no los dilapida ni utiliza arbitrariamente, porque tendrá que dar cuentas a él. Incluso creciendo en la comprensión de nuestra tarea, sabemos que los hijos han recibido todo del Padre, y cuidan su obra amorosa, no como asalariados sino como herederos del reino.

Esta enseñanza nos permite comprometernos en rezar y ayudar a otros, para que se preparen para el encuentro. Muchos caminan en esta dirección sin estar preparados, no viven como hijos  sino como esclavos,  a merced de sus pasiones desordenadas, dilapidan los bienes de la hacienda del Señor, en sus propios caprichos y desenfrenos. El bien de la vida, la amistad, la familia y tantas cosas, de las que se sirven egoístamente para " usar y tirar", en lugar de servir a los bienes dados por el Señor nos servimos de ellos.

Pero la enseñanza también repara sobre una categoría interesante, aparecen representados aquí algunos creyentes, porque le llaman Señor y saben que vendrá, a los que llama hipócritas, pues debido a su demora viven indignamente su condición de "seguidores". Cuantos piensan, de las cosas de Dios hablemos más adelante, y lo dejan para el período de la jubilación o para cuando estén enfermos. Hipócritas, simulan ser servidores de Señor, con su labios lo reconocen como tal, pero con sus vidas niegan ese reconocimiento.

Nos preparamos para tantas cosas en la vida, y a veces descuidamos prepararnos para la más importante, no reparamos que la mejor preparación es vivir cristianamente todos lo días, en las pequeñas y grandes cosas que El Padre quiera dispensarnos. Servidor bueno o hipócrita?

viernes, 24 de agosto de 2018

DIÁCONO JORGE NOVOA: "VEN Y LO VERÁS"

Felipe se encuentra con Natanael y le dice: «Ese del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús el hijo de José, el de Nazaret.»
Le respondió Natanael: «¿De Nazaret puede haber cosa buena?» Le dice Felipe: «Ven y lo verás.»
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»
Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?» Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»
Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.»
Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»

 

La escena del Evangelio narra el encuentro de Jesús con Natanael, descripto por Él, como "un  israelita en quien no hay engaño". En este encuentro con Natanael, Felipe tiene un  papel importante, será él quien lo lleve a Jesús.

Felipe es uno de los tantos instrumento que el Señor tiene para acercarnos a Él, sabemos que nadie puede ir a Jesús, si el Padre no lo atrae, y que confesarlo como Señor y Salvador, es la obra del Espíritu Santo en nosotros,  pero también conocemos su acción por los testimonios de hombres y mujeres que lo han encontrado. Ser testigos del Señor, y confesarlo públicamente es algo que brota espontáneamente del amor que nos une.

Natanael inicialmente se desconcierta al escuchar su origen, Nazaret, " acaso puede salir algo bueno..." Conocer su ciudad de origen,o a María y José, para muchos desconcierta, se escandalizan porque muchos consideran  que la región habitada por gente humilde, es incapaz de "dar a luz" alguna personalidad interesante.Lo que realmente escandaliza es la cercanía de Dios, la que reclama el que dice ser su Hijo.

"Acaso puede salir algo bueno"... los que desconocen los caminos de Dios, juzgan equivocacdamente,pues para Él no hay imposibles. El Padre para tener un santo, necesita un pecador arrepentido. Seguramente es impactante la sabiduría de Jesús, y esto los desconcierta, piensan únicamente en lo que pueden hacer los hombres, y no reconocen a Nazaret como tierra de tanta sabiduría. Dirá la Santísima Virgen en el Magnificat, " dispersó a los soberbios de corazón y ... enaltece a los humildes". El Padre ha preparado la tierra de Nazaret, arándola para la llegada de su Hijo, en los corazones de María y José.

La invitación  de Felipe ," ven y lo veras",es una  invitación que se contiene  una afirmación, no dice, "tal vez lo veas", afirma: " lo verás".Jesús imprimió esto en el corazón de Felipe,  la afirmación es arriesgada, pero lo "visto y oído" permite este tipo de aseveraciones. La Iglesia, como testigos de lo que ha "visto y oído" aparece invitándote de esta manera, "ven y lo verás".

Se torna necesario vencer los prejuicios, muchas veces difundidos en los medios de comunicación, con falsas imágenes de Dios. Aquí está el núcleo eclesial, hay que encontrarse con Jesús, de aquí nace la pertenencia a la Iglesia, sin encuentro con Él, la adhesión es frágil  y rápidamente vulnerable.

Felipe se sorprende del conocimiento que Jesús tiene de él, le pregunta¿de dónde me conoces? Jesús nos conoce personalmente a cada uno, sabe que hay en el corazón del hombre, no juzga por  las apariencias, ve nuestro corazón.

"Ven y lo verás" dice la invitación que está dirigida a ti, seguramente el que te ha invitado no se llama Felipe, pero sea cual sea su nombre, quiere llevarte hacia Jesús

jueves, 23 de agosto de 2018

DIÁCONO JORGE NOVOA: EL BANQUETE ESTÁ PRONTO Y TÚ ESTÁS INVITADO (Mt 22,2-22)

«El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró  el banquete de bodas de su hijo. Envió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir.
Envió todavía otros siervos, con este encargo: Decid a los invitados: “Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda.”Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio;y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron.
Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad.
Entonces dice a sus siervos: “La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos. Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda.”
Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales.
«Entró el rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que no tenía traje de boda, le dice: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?” El se quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: “Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes.”
Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.»


La imagen del banquete es recurrente en las Sagradas Escrituras, el anfitrión es el Padre, presentado  aquí  como rey, Él  quiere  participarnos de la boda de su Hijo, en el Apocalipsis, se hablará de las bodas del Cordero. Se presenta una semejanza entre el reino de los cielos y un banquete, una comparación que permite vincular lo que conocemos ( el banquete) con lo desconocido (el reino de los cielos).

Observemos a los principales personajes de la parábola evangélica, miremos al rey, nos comparte su gozo, y lo hace por medio de la celebración del banquete, es el anfitrión que alimentará a su pueblo. El reino es Buena Nueva para toda la humanidad, los hombres son llamados a compartir la alegría del Padre, por la boda del Hijo con la humanidad.

El rey tiene servidores que van a invitar a los hombres  para participar del banquete, es Él quien los envía, son comisionados para una misión que tiene su origen en el amor. Los instrumentos del Señor deben ser fieles al encargo recibido, lo que comunican es motivo de alegría para los destinatarios, pero lo es también para ellos. Sus vidas deben estar impregnadas de esta Buena Noticia que viven y comunican.

El juicio del rey ante las respuestas negativas de algunos invitados, es concluyente, los encuentra indignos de ser parte del banquete. Es inapelable el juicio, Israel no se gozo del banquete que su Señor le proponían en Jesucristo, no quiso ser parte de las bodas del Cordero. El Padre ante la negativa de los invitados, no suspende la fiesta, sino que ahora extiende la invitación a otros."Sabemos que él conoce la realidad de que hay puestos que quedan vacíos, la respuesta negativa, el desinterés por él y su cercanía. Los puestos vacíos en el banquete nupcial del Señor, con o sin excusas,son para nosotros, ya desde hace tiempo, no una parábola sino una realidad actual."

El rey expulsa a un comensal que no tenía el vestido de fiesta adecuado. San Gregorio Magno, trata de esclarecer de quienes se trata o a quienes retrata esta imagen, y concluye que son los que tienen fe pero no caridad. En cambio san Agustín entiende que son los que no buscan la gloria del Señor sino la propia.Era amigo, porque lo habían invitado y por la fe había entrado, pero el vestido que manifiesta la caridad estaba sucio e impresentable, y como dice Santiago en su carta," una fe sin obras es una fe muerta".

Miremos a los invitados , que de diversa manera rechazan la invitación del Señor a participar del banquete del reino. Unos no quisieron ir, otros se fueron a sus negocios o a los asuntos dé su interés, finalmente otros respondieron matando a los mensajeros. Claramente se observa la diversidad de  respuestas a la invitación del Señor: indiferencia, intereses particulares y finalmente odio contra  Dios o las cosas o personas que lo representan.Los tres grupos representados de diversa forma  están presentes en el mundo actual.

Los hombres son indiferentes para las cosas de Dios, pero no lo son para otras que atrapan su atención. Qué se oculta detrás de la indiferencia? Es indiferente el indiferente? El padre Bojorge, dice que la indiferencia es un estado espiritual, que evangélicamente supone decir, que está en un espíritu impuro,  es decir en un espíritu de signo opuesto y contrario, al Espíritu de Dios. Este desinterés por Cristo tiene coordenadas en el Nuevo Testamento para discernir.

Es fácil reconocer a los que tienen intereses personales, que les impiden vivir una vida de fe y caridad activa. Juzgan que sus emprendimientos son lo primero y más importante en sus vidas, y desplazan la fe y sus consecuencias.

El tercer grupo ha regado la tierra de mártires, con persecuciones sangrientas, pero también existen las silenciosas, que se desarrollan culturalmente con todo tipo de presiones, estas aparecen designas con la palabra secularismo.

  
Para ti que  eres indiferente , demasiado ocupado en tus intereses personales,  o tienes aversión a la fe y su comportamientos o  tu pseudocatolicismo aguado, penetrado por el liberalismo, el modernismo o la  filantropía que se disfraza de caridad ...el banquete está pronto y tú estás invitado, depende ti la respuesta.

martes, 21 de agosto de 2018

DIÁCONO JORGE NOVOA: LOS CAMELLOS Y EL OJO DE LA AGUJA.. (Mt 19, 23-30)

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «Yo os aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los Cielos.Os lo repito, es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de los Cielos.»
Al oír esto, los discípulos, llenos de asombro, decían: «Entonces, ¿quién se podrá salvar?»
Jesús, mirándolos fijamente, dijo: «Para los hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible.»
Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué recibiremos, pues?»
Jesús les dijo: «Yo os aseguro que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también vosotros en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará vida eterna.«Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros.»

 El contexto esta dado por el peligro de las riquezas en el seguimiento  de Cristo,  advertencia que reciben los discípulos ,y que captan claramente, de allí que dicen: "entonces ,quién  se podrá salvar?". El peligro de quedar dominados por el dinero es real. "Difícilmente " tiene escrito un cartel indicador, advirtiéndonos que hay que tener mucho cuidado. La imagen del camello y el ojo de la aguja se mueven en esta misma dirección. El dinero enceguece y reclama el corazón del hombre,  esclavizándolo y exigiéndole todo el esfuerzo por servir a sus promesas de felicidad. "Tanto tienes tanto vales"...

El hombre  que se pone a su servicio, se vuelve  avaro y egoísta, edificando la existencia sobre la seguridad y estabilidad que promete. No se puede servir a dos señores, porque ninguno de ellos comparte el corazón del hombre, con nada ni con nadie. Incluso son diametralmente opuestos en sus proyectos y modos de realización. El Señor no quiso condenar las riquezas , sino advertir sobre el peligro que supone , la esclavitud que produce.

Entonces, no hay nada que hacer, no hay esperanza para los ricos? Sigue con toda su fuerza la advertencia del Señor, y los riesgos que corren, aquellos que ponen su confianza y esperanza en el dinero, pero lo que desde los hombres aparece como imposible, Dios puede hacerlo. Él puede liberar de la ceguera, de las ambiciones desmedidas, o de la avaricia a los que están seducidos por las promesas de las riquezas.

Ante estas exigencias y la reciente partida del joven rico,  contrasta la generosa entrega de los discípulos: "nosotros hemos dejado todo y te hemos seguido..." El Señor no hizo propuestas demagógicas, dijo no tener donde reclinar la cabeza. Esta generosa entrega no quedará sin recompensas.En las palabras de Pedro, aparecen claramente  dos momentos centrales: dejarlo todo y seguirle.

No sé, si es tu caso, si tienes bienes que quieren ponerte a su servicio, o si los vives ambicionando y aunque no los tienes, vives según los juicios que propone el dinero. Para todos hay una enseñanza. Dios es el Señor y nosotros servidores humildes en su viña, los bienes no son nuestros, son suyos y nosotros somos administradores diligentes, que dan gracias al dueño de la mies y comparten con los más desposeídos. Dirá san Agustín: "vivamos como si nada tuviéramos y como si lo poseyéramos todo".

BENEDICTO XVI: SAN PIO X


Resultado de imagen para pio X Giuseppe Sarto (este era su nombre), nació en Riese (Treviso) en 1835 de familia campesina. Después de los estudios en el seminario de Padua fue ordenado sacerdote a los 23 años. Primero fue vicario parroquial en Tombolo, luego párroco en Salzano, después canónigo de la catedral de Treviso con el cargo de canciller episcopal y director espiritual del seminario diocesano. En esos años de rica y generosa experiencia pastoral, el futuro Romano Pontífice mostró el profundo amor a Cristo y a la Iglesia, la humildad, la sencillez y la gran caridad hacia los más necesitados, que fueron características de toda su vida. En 1884 fue nombrado obispo de Mantua y en 1893 patriarca de Venecia. El 4 de agosto de 1903 fue elegido Papa, ministerio que aceptó con titubeos, porque consideraba que no estaba a la altura de una tarea tan elevada.


El pontificado de san Pío X dejó una huella indeleble en la historia de la Iglesia y se caracterizó por un notable esfuerzo de reforma, sintetizada en el lema Instaurare omnia in Christo: «Renovarlo todo en Cristo». En efecto, sus intervenciones abarcaron los distintos ámbitos eclesiales. Desde los comienzos se dedicó a la reorganización de la Curia romana; después puso en marcha los trabajos de redacción del Código de derecho canónico, promulgado por su sucesor Benedicto XV. Promovió también la revisión de los estudios y del itinerario de formación de los futuros sacerdotes, fundando asimismo varios seminarios regionales, dotados de buenas bibliotecas y profesores preparados. Otro ámbito importante fue el de la formación doctrinal del pueblo de Dios. Ya en sus años de párroco él mismo había redactado un catecismo y durante el episcopado en Mantua había trabajado a fin de que se llegara a un catecismo único, si no universal, por lo menos italiano. Como auténtico pastor había comprendido que la situación de la época, entre otras cosas por el fenómeno de la emigración, hacía necesario un catecismo al que cada fiel pudiera referirse independientemente del lugar y de las circunstancias de la vida. Como Romano Pontífice preparó un texto de doctrina cristiana para la diócesis de Roma, que se difundió en toda Italia y en el mundo. Este catecismo, llamado «de Pío X», fue para muchos una guía segura a la hora de aprender las verdades de la fe, por su lenguaje sencillo, claro y preciso, y por la eficacia expositiva.

Dedicó notable atención a la reforma de la liturgia, en particular de la música sagrada, para llevar a los fieles a una vida de oración más profunda y a una participación más plena en los sacramentos. En el motu proprio Tra le sollecitudini, de 1903, primer año de su Pontificado, afirma que el verdadero espíritu cristiano tiene su primera e indispensable fuente en la participación activa en los sagrados misterios y en la oración pública y solemne de la Iglesia (cf. ASS 36 [1903] 531). Por eso recomendó acercarse a menudo a los sacramentos, favoreciendo la recepción diaria de la sagrada comunión, bien preparados, y anticipando oportunamente la primera comunión de los niños hacia los siete años de edad, «cuando el niño comienza a tener uso de razón» (cf. S. Congr. de Sacramentis, decreto Quam singulari: AAS 2 [1910] 582).

Fiel a la tarea de confirmar a los hermanos en la fe, san Pío X, ante algunas tendencias que se manifestaron en ámbito teológico al final del siglo XIX y a comienzos del siglo XX, intervino con decisión, condenando el «modernismo», para defender a los fieles de concepciones erróneas y promover una profundización científica de la Revelación en consonancia con la tradición de la Iglesia. El 7 de mayo de 1909, con la carta apostólica Vinea electa, fundó el Pontificio Instituto Bíblico. La guerra ensombreció los últimos meses de su vida. El llamamiento a los católicos del mundo, lanzado el 2 de agosto de 1914, para expresar «el profundo dolor» de la hora presente, fue el grito de sufrimiento del padre que ve a sus hijos enfrentarse unos contra otros. Murió poco después, el 20 de agosto, y su fama de santidad comenzó a difundirse enseguida entre el pueblo cristiano.
Queridos hermanos y hermanas, san Pío x nos enseña a todos que en la base de nuestra acción apostólica, en los distintos campos en los que actuamos, siempre debe haber una íntima unión personal con Cristo, que es preciso cultivar y acrecentar día tras día. Este es el núcleo de toda su enseñanza, de todo su compromiso pastoral. Sólo si estamos enamorados del Señor seremos capaces de llevar a los hombres a Dios y abrirles a su amor misericordioso, y de este modo abrir el mundo a la misericordia de Dios.

lunes, 20 de agosto de 2018

HANS URS VON BALTHASAR: EL JOVEN RICO

Vende lo que tienes. La historia de joven rico que no quiere renunciar a sus bienes y la de los discípulos que han dejado todo para seguir a Cristo forman una unidad en el Evangelio. Entre los dos episodios aparecen las palabras de Jesús sobre la dificultad de los ricos para entrar en el reino de Dios 

Quiénes son esos ricos para Jesús? Los que se apegan a sus posesiones y riquezas. La cuantía de las riquezas carece de importancia. Puede haber ricos que no están apegados a sus bienes (Jesús conoció seguramente a algunos de ellos; presumiblemente las mujeres que le ayudaban con sus bienes eran familias acomodadas: Lc 8,3), del mismo modo que puede también haber pobres que no están dispuestos a renunciar a lo poco que tienen. 

Cuando ve que el joven rico no está dispuesto a renunciar a sus bienes, Jesús habla primero de dificultad, y después, con la imagen del ojo de la aguja, de imposibilidad práctica de entrar en el Reino de Dios para el que no esté dispuesto a renunciar a sus riquezas, para, finalmente, ante el espanto de sus discípulos, confiar todo al poder soberano de Dios. Y cuando Pedro afirma que él y los demás discípulos han dejado todo para seguirle, Jesús radicaliza la cuestión en varios aspectos: en primer lugar enumerando las personas y los bienes que es preciso dejar, después subrayando que esas personas y esos bienes se han de dejar "por mí y por el Evangelio" – por tanto: no por menosprecio de los bienes terrenales, sino postergándolos por un motivo concreto-, y finalmente mediante la cláusula con persecuciones: el que se desprende de sus bienes no llega necesariamente a un puerto seguro, el "céntuplo" que recibirá se promete sólo para la vida futura.El seguimiento del que ha hablado Pedro consiste en esto: cruz en este mundo, resurrección en el más allá.

viernes, 17 de agosto de 2018

SANTO TOMÁS DE AQUINO: ORACIÓN EUCARÍSTICA


Aquí me llego, todopoderoso y eterno Dios, al sacramento de vuestro unigénito Hijo mi Señor Jesucristo, como enfermo al médico de la vida, como manchado a la fuente de misericordias, como ciego a la luz de la claridad eterna, como pobre y desvalido al Señor de los cielos y tierra.


Ruego, pues, a vuestra infinita bondad y misericordia, tengáis por bien sanar mi enfermedad, limpiar mi suciedad, alumbrar mi ceguedad, enriquecer mi pobreza y vestir mi desnudez, para que así pueda yo recibir el Pan de los Angeles, al Rey de los Reyes, al Señor de los señores, con tanta reverencia y humildad, con tanta contrición y devoción, con tal fe y tal pureza, y con tal propósito e intención, cual conviene para la salud de mi alma.

Dame, Señor, que reciba yo, no sólo el sacramento del Sacratísimo Cuerpo y Sangre, sino también la virtud y gracia del sacramento !Oh benignísimo Dios!, concededme que albergue yo en mi corazón de tal modo el Cuerpo de vuestro unigénito Hijo, nuestro Señor Jesucristo, Cuerpo adorable que tomó de la Virgen María, que merezca incorporarme a su Cuerpo místico, y contarme como a uno de sus miembros.

!Oh piadosísimo Padre!, otorgadme que este unigénito Hijo vuestro, al cual deseo ahora recibir encubierto y debajo del velo en esta vida, merezca yo verle para siempre, descubierto y sin velo, en la otra. El cual con Vos vive y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

martes, 14 de agosto de 2018

DIÁCONO JORGE NOVOA: HAY QUE VOLVERSE HIJOS (NIÑOS) ( Mt 18,1-5.10.12-14)

En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
-«¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?»
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo:
-«Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mi. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial. ¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños.»


La pregunta inicial, dirige la temática abordada por Jesús para instruir a sus discípulos, sobre algo central: quién es  el más "importante" o el más "grande" en el Reino  de los cielos?

Cómo se mide esta supuesta grandeza o importancia? Sirven de algo los parámetros que utiliza la cultura contemporánea? Quienes son "importantes" o "grandes" según el "mundo"?

La soberbia y vanidad que anidan en el corazón humano reclaman reconocimientos y puestos de destaque, este pecado se encuentra presente en el mundo religioso, Jesús lo ha denunciado en los escribas y fariseos, decía que ellos,  apreciaban ser reconocidos y  saludados con deferencia. El corazón de los creyentes, de modo desordenado, crece en los reclamos de reconocimientos y distinciones, juzga de las cosas de Dios según las categorías que impone la cultura de la vanidad.

Jesús responde, poniendo ante ellos a un niño e invitando a volverse como él. Si de algo estamos seguros,  es que esta presencia, la del niño, hace comprender la respuesta a la pregunta, el niño no vive movido por los reconocimientos humanos.

La tarea es "volverse niños",dependientes del Padre celestial que ve en lo secreto y recompensa dándose él mismo, aceptando el auxilio de la Providencia, que cuida de las aves del cielo y los lirios del campo. Esto es lo que vuelve "grandes"  a los discípulos, la confianza en el Padre y el abandono confiado en sus brazos. Aquí sí hay grandeza , evangelicamente hablando, cuando los corazones  se filializan en el amor del Padre y viven de cara a Él.

Atenta contra esto la autosuficiencia y soberbia que muchas veces anidan en nuestros corazones, y que es necesario con la gracia de Dios extirpar. El que cree que todo lo puede o que no necesita nada ,ni de nadie, se excluye de la obra de filialización del corazón. Ser grande es vivir recibiéndose  como don del Padre,  sirviendo a los hermanos con generosidad, siendo evangélicamente pobres, es decir, colmado por la superabundancia del amor de Dios.

El niño tiene tiempo, tiempo gratuito no acaparado avaramente, sin agendas en las que de antemano se ha vendido cada minuto a lo importante, en donde nunca aparece Dios. En el niño aparece siempre la capacidad de asombro, esa que Jesús expresa con oraciones al Padre: te doy gracias Padre...

Los rasgos del niño-hijo hay que buscarlos en Jesús. Resaltan su humildad y mansedumbre, su existencia eucarística, vivida en una permanente acción de gracias, consciente de recibirse del Padre y de ser don para la humanidad.

Ser niños, es vivir  a ejemplo de Jesús las bienaventuranzas ,lo que tenemos, lo hemos recibido, aquí está nuestra seguridad, no en que buscamos reconocimientos , buscamos la Gloria de Dios. Qué paz podemos experimentar!!! Sabemos que podemos correr a los brazos del Señor si estamos atemorizados, que podemos elevarnos por la acción del Espíritu y clamar, Padre.

Finalmente la maravillosa paradoja divina, en el Reino los pequeños son grandes. El Señor nos enseña a ver en ese niño, lo que significa, lo que supone ser grandes para el Reino, y nos enseña a valorar e imitar,  a los "grandes" a los ojos de Dios.

viernes, 10 de agosto de 2018

DIÁCONO JORGE NOVOA: EL QUE SE AMA A SÍ MISMO SE PIERDE ( Jn 12,24-26)

 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará.»


Jesús nos enseña por medio de la imagen del grano de trigo, y su ley inexorable,  que al ser sembrado  y caer en tierra, comienza un proceso de descomposición, solamente aceptando este proceso,podrá alcanzar  su potencial fecundidad. Este proceso es designado como "muerte", y de cierto, expresa una cierta paradoja, porque se nos anuncia que esta acción, catalogada así, es el paso necesario para alcanzar la fecundidad .

Jesús enseña a sus discípulos una ley fundamental de la vida cristiana, una ley inexorable de  la que depende el progreso de la vida espiritual. En el texto, ya no con imágenes, se explicita el meollo del tema tratado:  se trata del amor desordenado a sí mismo. El egoísta busca su felicidad a toda costa, se ama a sí por encima de todo y corre tras los bienes que , según su parecer, lo otorgarán la felicidad. Está vuelto tanto sobre sí mismo, de un modo desordenado, que toda salida para buscar el bien de los demás, le parece infecunda y sin sentido. El egoísta en su vida no practica (o lo hace formalmente) la generosidad, abnegación, renuncia  y austeridad, entre otras virtudes, porque siempre rechaza lo que pone en riesgo su "ciudad amurallada". El culto al yo,se explicita culturalmente en el individualismo, verdadera expresión de una libertad anárquica: cada uno vive libre de condicionamientos externos, normas , leyes y compromisos.

Juan Pablo II, al describir el individualismo resalta su tragedia: " el individualismo supone un uso de la libertad por el cual el individuo hace lo que quiere, estableciendo el mismo la verdad de lo que gusta o resulta útil. No admite que otro quiera o exija algo de él en nombre una verdad objetiva."

Por ser un "amor desordenado" es un falseamiento del amor, de allí que encontrará su antídoto cuando viva según las exigencias del amor verdadero. San Pablo , nos presenta el himno a la caridad en la primera carta a los Corintios (1 Cór 13,1-13), así como se opera la transformación en el grano, por su descomposición,  se opera la transformación en el hombre por la conversión, gracia de Dios y respuesta favorable de la libertad humana, que va transformando el corazón egoísta ( como si fuera una muerte) , en un corazón caritativo de hijo,que desarrolla su dimensión oblativa.

La ley del grano de trigo tiene un componente activo y otro pasivo, hay necesidad de esfuerzo humano, renuncia, abnegación, lucha contra la rebelión del yo, y  acción divina, que nos propone caminos u obstáculos  con la vivencia de humillaciones e indiferencias que nos ayudan a crecer en humildad y amor. La fe posee la llave para morir al egoísmo y sus proyectos,  tentaciones y promesas. Dice san Agustín: "Dios no encuentra sitio en nosotros para derramar su Amor, porque estamos llenos de nosotros mismos".Hay que vaciarse de uno mismo y llenarse del amor de Dios.

Hay que obedecer al Señor y aceptar morir al amor desordenado de sí mismo y entregarse, darse sin intereses personales, buscando la felicidad de los demás. Hay más alegría en dar que  en recibir,  aunque muchos sigan creyendo y pregonando que es a la inversa, ¿será por eso que hay tanta tristeza  entre nosotros?Tú tienes la respuesta a esta invitación de Jesús...

BENEDICTO XVI: QUÉ ES EL MARTIRIO?

¿En qué se funda el martirio? La respuesta es sencilla: en la muerte de Jesús, en su sacrificio supremo de amor, consumado en la cruz a fin de que pudiéramos tener la vida (cf. Jn 10, 10). Cristo es el siervo que sufre, de quien habla el profeta Isaías (cf. Is 52, 13-15), que se entregó a sí mismo como rescate por muchos (cf. Mt 20, 28). Él exhorta a sus discípulos, a cada uno de nosotros, a tomar cada día nuestra cruz y a seguirlo por el camino del amor total a Dios Padre y a la humanidad: «El que no toma su cruz y me sigue —nos dice— no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará» (Mt 10, 38-39). Es la lógica del grano de trigo que muere para germinar y dar vida (cf. Jn 12, 24). Jesús mismo «es el grano de trigo venido de Dios, el grano de trigo divino, que se deja caer en tierra, que se deja partir, romper en la muerte y, precisamente de esta forma, se abre y puede dar fruto en todo el mundo» (Benedicto XVI, Visita a la Iglesia luterana de Roma, 14 de marzo de 2010; L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 21 de marzo de 2010, p. 8). El mártir sigue al Señor hasta las últimas consecuencias, aceptando libremente morir por la salvación del mundo, en una prueba suprema de fe y de amor (cf. Lumen gentium, 42).

Una vez más, ¿de dónde nace la fuerza para afrontar el martirio? De la profunda e íntima unión con Cristo, porque el martirio y la vocación al martirio no son el resultado de un esfuerzo humano, sino la respuesta a una iniciativa y a una llamada de Dios; son un don de su gracia, que nos hace capaces de dar la propia vida por amor a Cristo y a la Iglesia, y así al mundo. Si leemos la vida de los mártires quedamos sorprendidos por la serenidad y la valentía a la hora de afrontar el sufrimiento y la muerte: el poder de Dios se manifiesta plenamente en la debilidad, en la pobreza de quien se encomienda a él y sólo en él pone su esperanza (cf. 2 Co 12, 9). Pero es importante subrayar que la gracia de Dios no suprime o sofoca la libertad de quien afronta el martirio, sino, al contrario, la enriquece y la exalta: el mártir es una persona sumamente libre, libre respecto del poder, del mundo: una persona libre, que en un único acto definitivo entrega toda su vida a Dios, y en un acto supremo de fe, de esperanza y de caridad se abandona en las manos de su Creador y Redentor; sacrifica su vida para ser asociado de modo total al sacrificio de Cristo en la cruz. En una palabra, el martirio es un gran acto de amor en respuesta al inmenso amor de Dios.

miércoles, 8 de agosto de 2018

BENEDICTO XVI: SANTO DOMINGO DE GUZMÁN

Queridos hermanos y hermanas:
Su sucesor al frente de la Orden, el beato Jordán de Sajonia, ofrece un retrato completo de santo Domingo en el texto de una famosa oración: "Inflamado del celo de Dios y de ardor sobrenatural, por tu caridad sin límites y el fervor del espíritu vehemente te consagraste totalmente, con el voto de pobreza perpetua, a la observancia apostólica y a la predicación evangélica". Se subraya precisamente este rasgo fundamental del testimonio de Domingo: hablaba siempre con Dios y de Dios. En la vida de los santos van siempre juntos el amor al Señor y al prójimo, la búsqueda de la gloria de Dios y de la salvación de las almas.

Domingo nació en España, en Caleruega, en torno al año 1170. Pertenecía a una noble familia de Castilla la Vieja y, con el apoyo de un tío sacerdote, se formó en una célebre escuela de Palencia. Se distinguió en seguida por el interés en el estudio de la Sagrada Escritura y por el amor a los pobres, hasta el punto de vender los libros, que en su tiempo constituían un bien de gran valor, para socorrer, con lo obtenido, a las víctimas de una carestía.

Ordenado sacerdote, fue elegido canónigo del cabildo de la catedral en su diócesis de origen, Osma. Aunque este nombramiento podía representar para él cierto motivo de prestigio en la Iglesia y en la sociedad, no lo interpretó como un privilegio personal, ni como el inicio de una brillante carrera eclesiástica, sino como un servicio que debía prestar con entrega y humildad. ¿Acaso no existe la tentación de hacer carrera y tener poder, una tentación de la que no están inmunes ni siquiera aquellos que tienen un papel de animación y de gobierno en la Iglesia? Lo recordé hace algunos meses, durante la consagración de cincos obispos: "No buscamos poder, prestigio, estima para nosotros mismos. (...) Sabemos cómo las cosas en la sociedad civil, y no raramente también en la Iglesia, sufren por el hecho de que muchos de aquellos a quienes les ha sido conferida una responsabilidad trabajan para sí mismos y no para la comunidad" (Homilía en la misa de ordenación episcopal de cinco prelados, 12 de septiembre de 2009: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 18 de septiembre de 2009, p. 7).

El obispo de Osma, que se llamaba Diego, un pastor auténtico y celoso, notó muy pronto las cualidades espirituales de Domingo, y quiso contar con su colaboración. Juntos se dirigieron al norte de Europa, para realizar misiones diplomáticas que les había encomendado el rey de Castilla. Durante el viaje, Domingo se dio cuenta de dos enormes desafíos que debía afrontar la Iglesia de su tiempo: la existencia de pueblos aún sin evangelizar, en los confines septentrionales del continente europeo, y la laceración religiosa que debilitaba la vida cristiana en el sur de Francia, donde la acción de algunos grupos herejes creaba desorden y alejamiento de la verdad de la fe. Así, la acción misionera hacia quienes no conocen la luz del Evangelio, y la obra de nueva evangelización de las comunidades cristianas se convirtieron en las metas apostólicas que Domingo se propuso conseguir. Fue el Papa, al que el obispo Diego y Domingo se dirigieron para pedir consejo, quien pidió a este último que se dedicara a la predicación a los albigenses, un grupo hereje que sostenía una concepción dualista de la realidad, es decir, con dos principios creadores igualmente poderosos, el Bien y el Mal. Este grupo, en consecuencia, despreciaba la materia como procedente del principio del mal, rechazando también el matrimonio, hasta negar la encarnación de Cristo, los sacramentos en los que el Señor nos "toca" a través de la materia, y la resurrección de los cuerpos. Los albigenses estimaban la vida pobre y austera —en este sentido eran incluso ejemplares— y criticaban la riqueza del clero de aquel tiempo. Domingo aceptó con entusiasmo esta misión, que llevó a cabo precisamente con el ejemplo de su vida pobre y austera, con la predicación del Evangelio y con debates públicos. A esta misión de predicar la Buena Nueva dedicó el resto de su vida. Sus hijos realizarían también los demás sueños de santo Domingo: la misión ad gentes, es decir, a aquellos que aún no conocían a Jesús, y la misión a quienes vivían en las ciudades, sobre todo las universitarias, donde las nuevas tendencias intelectuales eran un desafío para la fe de los cultos.

Este gran santo nos recuerda que en el corazón de la Iglesia debe arder siempre un fuego misionero, que impulsa incesantemente a llevar el primer anuncio del Evangelio y, donde sea necesario, a una nueva evangelización: de hecho, Cristo es el bien más precioso que los hombres y las mujeres de todo tiempo y de todo lugar tienen derecho a conocer y amar. Y es consolador ver cómo también en la Iglesia de hoy son tantos —pastores y fieles laicos, miembros de antiguas Órdenes religiosas y de nuevos movimientos eclesiales— los que con alegría entregan su vida por este ideal supremo: anunciar y dar testimonio del Evangelio.

A Domingo de Guzmán se asociaron después otros hombres, atraídos por la misma aspiración. De esta forma, progresivamente, desde la primera fundación en Tolosa, tuvo su origen la Orden de Predicadores. En efecto, Domingo, en plena obediencia a las directrices de los Papas de su tiempo, Inocencio III y Honorio III, adoptó la antigua Regla de san Agustín, adaptándola a las exigencias de la vida apostólica, que lo llevaban a él y a sus compañeros a predicar trasladándose de un lugar a otro, pero volviendo después a sus propios conventos, lugares de estudio, oración y vida comunitaria. De modo especial, Domingo quiso dar relevancia a dos valores que consideraba indispensables para el éxito de la misión evangelizadora: la vida comunitaria en la pobreza y el estudio.

Ante todo, Domingo y los Frailes Predicadores se presentaban como mendicantes, es decir, sin grandes propiedades de terrenos que administrar. Este elemento los hacía más disponibles al estudio y a la predicación itinerante y constituía un testimonio concreto para la gente. El gobierno interno de los conventos y de las provincias dominicas se estructuró sobre el sistema de capítulos, que elegían a sus propios superiores, confirmados después por los superiores mayores; una organización, por tanto, que estimulaba la vida fraterna y la responsabilidad de todos los miembros de la comunidad, exigiendo fuertes convicciones personales. La elección de este sistema nació precisamente del hecho de que los dominicos, como predicadores de la verdad de Dios, debían ser coherentes con lo que anunciaban. La verdad estudiada y compartida en la caridad con los hermanos es el fundamento más profundo de la alegría. El beato Jordán de Sajonia dice de santo Domingo: "Acogía a cada hombre en el gran seno de la caridad y, como amaba a todos, todos lo amaban. Se había hecho una ley personal de alegrarse con las personas felices y de llorar con aquellos que lloraban" (Libellus de principiis Ordinis Praedicatorum autore Iordano de Saxonia, ed. H.C. Scheeben, [Monumenta Historica Sancti Patris Nostri Dominici, Romae, 1935]).

En segundo lugar, Domingo, con un gesto valiente, quiso que sus seguidores adquirieran una sólida formación teológica, y no dudó en enviarlos a las universidades de la época, aunque no pocos eclesiásticos miraban con desconfianza a esas instituciones culturales. Las Constituciones de la Orden de Predicadores dan mucha importancia al estudio como preparación al apostolado.

Domingo quiso que sus frailes se dedicasen a él sin reservas, con diligencia y piedad; un estudio fundado en el alma de cada saber teológico, es decir, en la Sagrada Escritura, y respetuoso de las preguntas planteadas por la razón. El desarrollo de la cultura exige que quienes desempeñan el ministerio de la Palabra, en los distintos niveles, estén bien preparados. Exhorto, por tanto, a todos, pastores y laicos, a cultivar esta "dimensión cultural" de la fe, para que la belleza de la verdad cristiana pueda ser comprendida mejor y la fe pueda ser verdaderamente alimentada, fortalecida y también defendida. En este Año sacerdotal, invito a los seminaristas y a los sacerdotes a estimar el valor espiritual del estudio. La calidad del ministerio sacerdotal depende también de la generosidad con que se aplica al estudio de las verdades reveladas.

Domingo, que quiso fundar una Orden religiosa de predicadores-teólogos, nos recuerda que la teología tiene una dimensión espiritual y pastoral, que enriquece el alma y la vida. Los sacerdotes, los consagrados y también todos los fieles pueden encontrar una profunda "alegría interior" al contemplar la belleza de la verdad que viene de Dios, verdad siempre actual y siempre viva. El lema de los Frailes Predicadores —contemplata aliis tradere— nos ayuda a descubrir, además, un anhelo pastoral en el estudio contemplativo de esa verdad, por la exigencia de comunicar a los demás el fruto de la propia contemplación.

Cuando Domingo murió, en 1221, en Bolonia, la ciudad que lo declaró su patrono, su obra ya había tenido gran éxito. La Orden de Predicadores, con el apoyo de la Santa Sede, se había difundido en muchos países de Europa en beneficio de toda la Iglesia. Domingo fue canonizado en 1234, y él mismo, con su santidad, nos indica dos medios indispensables para que la acción apostólica sea eficaz. Ante todo, la devoción mariana, que cultivó con ternura y que dejó como herencia preciosa a sus hijos espirituales, los cuales en la historia de la Iglesia han tenido el gran mérito de difundir la oración del santo rosario, tan arraigada en el pueblo cristiano y tan rica en valores evangélicos, una verdadera escuela de fe y de piedad. En segundo lugar, Domingo, que se hizo cargo de algunos monasterios femeninos en Francia y en Roma, creyó hasta el fondo en el valor de la oración de intercesión por el éxito del trabajo apostólico. Sólo en el cielo comprenderemos hasta qué punto la oración de las monjas de clausura acompaña eficazmente la acción apostólica. A cada una de ellas dirijo mi pensamiento agradecido y afectuoso.