jueves, 26 de abril de 2018

DIÁCONO JORGE NOVOA: CONFÍA EN EL SEÑOR, SÉ VALIENTE...

 "Tu vida está más segura en mis manos que en las tuyas" ¿Crees esto? Todo discípulo en su caminar, junto al Maestro, en algún momento de su vida siente que en esta frase se encuentra el núcleo de la propuesta del Señor. Alguno puede pensar, que esto encierra cierta pasividad. Lejos está la palabra del Señor de proponernos una actitud irresponsable.

La Iglesia custodia, interpreta y enseña la Revelación de Dios. Allí aprende a escuchar “la voz del Señor”, y rápidamente comprende que sus caminos difieren de los nuestros, decía Isaías, como dista el cielo de la tierra, así distan mis caminos de los tuyos…

Los caminos de Dios nos invitan a confiar, a no temer, incluso al cruzar valles oscuros nos tranquilizan anunciándonos, que su cayado nos protege. Confía. Esta es la experiencia primera en el camino de la santificación, si no te animas a confiar, siempre estarás atascado en tus propias seguridades. Dios es los único sólido, su amor es fiel y permanece a tu lado invitándote a confiar…“Tu vida está más segura en mis manos que en las tuyas ¿Crees esto?

MONSEÑOR JAIME FUENTES: ALFIE, EJEMPLO PARA EL MUNDO

El 19 de abril, antes de las 7 de la mañana, Federico y Lucía, dos jóvenes muy cercanos a la parroquia Catedral de Minas, subieron al Verdún. El amor que le tienen a la Virgen fue en este caso un amor valiente, porque la verdad es que subir al Cerro a esa hora, cuando el cielo estaba negro, requería bastante valentía.

Arriesgaron y ganaron: Lucía fue la que sacó la foto. Es una foto cargada de simbolismo. Pienso que refleja con exactitud el panorama de este tiempo nuestro y, simultáneamente, nuestra esperanza.


La negrura del cielo asusta a cualquiera, y su expresión más fuerte, en estos días, se encuentra en Inglaterra, más en concreto en la ciudad de Liverpool. En un hospital se encuentra internado el niño de 2 años, Alfie Evans. Alfie nació con una enfermedad muy rara, que no ha podido ser diagnosticada. Sus manifestaciones son que no habla, no se expresa, no nada: se encuentra en un estado semi vegetativo, con un respirador.
Sus padres son muy jóvenes: Tom tiene 21 años y su esposa, Kate, 20. Hace unos meses, la dirección del hospital recurrió a la Justicia, pidiendo desenchufar a Alfie, con la oposición completa de sus padres, aduciendo que sería no solo “inútil”, sino “cruel e inhumano” mantenerlo con vida. Los padres insistieron en que el niño no sufre… Todo fue inútil: el juez le dio la razón al hospital.


El papá de Alfie recurrió la sentencia y llegó hasta el tribunal supremo, que la confirmó con mucho palabrerío: de hecho, lo sentenciaba a muerte. Tom llegó al Tribunal de derechos humanos de Estrasburgo, y recibió la misma respuesta. Fue a ver al Papa Francisco, que lo animó y dio la orden de que hicieran lo posible y lo imposible en el hospital “Bambino Gesú, de la Santa Sede, para cuidar al niño. Incluso el gobierno italiano, en una medida sin precedentes, le dio al pequeño Alfie la ciudadanía italiana, para que pudieran trasladarlo a Roma sin ninguna dificultad, en un avión equipado. El juez denegó también esto y a Alfie le retiraron el oxígeno el lunes, con la seguridad de que en 15 minutos se iba a morir.
El caso es que Alfie estuvo respirando solo, durante 6 horas, con lo cual el hospital no tuvo otra opción que volver a darle agua y oxígeno.
Así están las cosas hasta ahora mismo. ¿Por qué me refería al horizonte negro y a nuestra esperanza? Porque estamos yendo por un camino disparatado, en el que los poderes del Estado son los que están decidiendo sobre la vida de las personas, llegando al extremo de quién puede vivir y quién debe morir.
¿Cómo superar esto, cuál es la esperanza? No hay otra más que defender el vivir en la verdad y en libertad: hablar, razonar, explicar que el ser humano es imagen y semejanza de Dios y nadie tiene derecho a usurpar su libertad y su autonomía. Explicar las veces que sean necesarias, que son los padres los primeros responsables de la educación de sus hijos, y no el Estado.
Los padres de Alfie están dando un ejemplo formidable al mundo entero. Son una luz en la oscuridad, como la Virgen del Verdún en una mañana que se hizo de noche.

miércoles, 25 de abril de 2018

BENEDICTO XVI : SAN MARCOS

Hoy se celebra la fiesta de San Marcos. ¿Sabéis quién era San Marcos? Era un niño que vivía con su madre en Jerusalén, de buena familia. El será el que, precisamente aquí en Roma, se dice, escribirá el segundo Evangelio, el Evangelio de San Marcos. Precisamente en este Evangelio cuenta un episodio en el que hay que incluirlo a él también. La noche en que Cristo fue apresado, en el monte de los olivos, entregado por Judas, y abandonado por los discípulos, un muchacho, debía ser San Marcos, se unió al triste cortejo que, a la luz de las antorchas, conducía a Cristo a Jerusalén, donde sería procesado, insultado y condenado, como sabéis. Marcos seguía a Jesús. Quizá le quería mucho. El hecho es que lo seguía, en aquella hora tremenda, mientras los demás habían huido. Pero sucedió que la tropa que llevaba preso a Jesús se dio cuenta de la presencia del muchacho; y entonces hubo alguno que trató de cogerlo, y lo cogió de hecho, agarrando la sábana con que el joven se había cubierto, que evidentemente se había levantado de la cama tapándose con aquella sábana. Y sucedió que Marcos, ágil y esbelto, se soltó y escapó, dejó la sábana en las manos de quien le había atrapado y también él huyó en la oscuridad de la noche, él también. 

¿Sería, acaso, aquel muchacho animoso al principio y cobarde después, la imagen de algunos niños del pequeño clero, que primero siguen, buenos, muy buenos, a Cristo, pero cuando llega el día de serle fieles con constancia y sacrificio, abandonan la túnica en el camino —y no sólo la exterior— del niño puro, bueno y devoto, alumno del pequeño clero, y se van más lejos y son más cobardes, quizá, que los demás? ¿Seréis así también vosotros? Ciertamente que no, porque sois precisamente niños de una pieza, inteligentes y animosos.

También porque, como sabéis, aquel muchacho, Marcos, más tarde, después de la resurrección del Señor, volvió; más aún: fue uno de los más destacados de la primera comunidad cristiana; acompañó a San Pablo en la primera parte de su primer viaje misionero; luego siguió a San Pedro, y recogió las memorias de San Pedro y escribió, como decíamos, el segundo Evangelio, el Evangelio de San Marcos.

Que este santo evangelista os enseñe a querer bien siempre al Señor; y para ser siempre fieles, recordad: haced siempre como San Marcos, estad en la escuela y a la vera de San Pedro, y seréis también vosotros un poco evangelistas de Jesús (cf. 1 P 5, 13).

lunes, 23 de abril de 2018

DIÁCONO JORGE NOVOA: DIOS QUIERE COMPARTIR TU VIDA


Dios quiere compartir tu vida. Una frase sencilla que tiene enormes implicancias, que a veces no alcanzamos a vislumbrar claramente. Pienso en los jóvenes cristianos, y me pregunto que significará esta afirmación para ellos. Cómo pueden ellos, reconocer que  esta verdad, por la que Dios les ofrece su compañía a lo largo de la vida, tiene enorme resonancias cotidianas .

El joven es alguien que tiene a flor de piel el futuro, se  proyecta en sus conversaciones y pensamientos permanentemente hacia el. El futuro, incluso podríamos decir que está presente en su propia imagen, es una promesa que se torna visible y palpable.

Jesús tiene muchas cosas para decirte en lo referente a tu futuro. Él tiene una palabra para las decisiones importantes de tu vida. Te has preguntado esto? Señor, que piensas de esta decisión que voy a tomar, en orden a la carrera que quiero seguir? Cuáles son mis motivaciones para tomar por este camino?

El Señor tiene una palabra sobre estas decisiones que atañen a tu futuro, pero que inciden en tu presente, y quiere compartir contigo lo que piensas de tu noviazgo. Por qué lo has elegido a él o a ella? Qué cosas pueden cimentar esta relación sólidamente?

Jesús tiene una palabra para ti. No lo dejes al margen de estas decisiones. Si construimos nuestro futuro sin Él, se tornan demasiado frágiles nuestros propósitos. Dice la Escritura: “en vano edifican los constructores si el Señor no edifica con ellos”.Dios es un Dios de vivos, no de muertos. Él tiene una palabra para ti.

jueves, 19 de abril de 2018

MONSEÑOR JAIME FUENTES: VIRGEN DEL VERDÚN


  Si Dios baja a la tierra por el altar de la sierra, baja en Minas y en abril. Santiago Chalar tenía mucha razón: en estos días de otoño, las sierras minuanas son una paleta de verdes y amarillos realmente divina.


          Chalar tenía razón por otro motivo. El jueves es 19 de abril, la fiesta grande de la Virgen del Verdún, y es la reina del cielo, la Madre de Dios (no es más que Él, se entiende: pero es su reflejo...) la que bajará a atender a sus hijos: escuchará sus penas y recibirá sus gratitudes. Verá a miles de hombres y mujeres, mayores, niños y adolescentes, subiendo el cerro; muchos de ellos y ellas descalzos, ofreciéndole a la Virgen esa dificultad para subrayar su petición o su agradecimiento. 

(Una periodista, hace un tiempo, viendo a una señora mayor bajando del cerro descalza, le preguntó con aire frivolón: - Abuela, ¿y usted por qué va así, qué le pidió a la Virgencita?... Y la abuela, apenas mirándola y adivinando que no la iba entender: - ¡Sacrificio, m'ija, sacrificio!).
 

VIRGEN DEL VERDÚN PROGRAMA 2018

miércoles, 18 de abril de 2018

MONSEÑOR JOSEFINO RAMIREZ: JESÚS REY DE AMOR


Querido padre Tomás:

Cuando el cardenal Sin es alabado, bromeando él relata la historia de la entrada de Jesús en Jerusalén. “Jesús montaba un burro cuando entró en la ciudad. La gente empezó a cantar mientras desplegaba sus mantos sobre el camino por dónde él debería pasar, recibiéndolo en el nombre de Dios”.

“El pobre burro pensó que todas las alabanzas y ovaciones eran para él. NO sabía que eran para Jesús que estaba montado sobre él”.

Todos nos podemos reir del humor de este relato porque nos hace pensar en la naturaleza humana. Por ejemplo, los que no quieren la adoración perpetua en su parroquia me recuerdan al burro. Piensan que toda la alabanza de la gente se dirige a ellos.

¿O piensan que Jesús nos se lo merece? La adoración perpetua es la alabanza por todo lo que Jesús hizo por nuestra salvación. El viernes santo es el precio que pago al instituir la Eucaristía la noche anterior. Primero el banquete, después la cuenta. Jesús dio su cuerpo en la cruz por amor a nosotros, para podernos dar su cuerpo y todo su amor en la Sagrada Comunión. La eucaristía es Jesús Rey de Amor.

Jesús fue levantado en la cruz con odio, porque no querían que fuera su Rey. “Sobre su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena. Este es Jesús, el Rey de los judíos “ (Mt 27,37). Él es levantado con amor por medio de la adoración perpetua. Por nuestra adoración a Jesús en la custodia, hacemos que derrame sobre la parroquia y el mundo, las gracias y méritos de la cruz. “y yo cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí” (Jn 12,32).
Acercándonos a Él con incesantes alabanzas, le decimos al mundo: ¡ Este es Jesús nuestro adorable rey de amor! Por medio de la adoración perpetua lo proclamamos Rey dándole el honor que realmente merece. Lo sacamos de la cruz de la vergüenza y reemplazamos la corona de espinas con un trono de gloria rodeándolo de amor día y noche.

Cuando toda la Iglesia lo proclame Rey mediante una renovación Eucarística, cuando cada parroquia tenga adoración perpetua, entonces Él restaurará se Reino y renovará la faz de la tierra.
Fraternalmente tuyo en su Amor Eucarístico.

lunes, 16 de abril de 2018

SÍNTESIS DE LA DOCTRINA DE SANTA CATALINA SOBRE EL PURGATORIO

1.- En la muerte, al verse el alma separada del cuerpo, se arroja allí donde le corresponde estar: cielo, infierno o purgatorio. Concretamente, si todavía queda en ella algo que purificar, experimenta la necesidad del purgatorio, es decir, del purificatorio.

2.- Al purgatorio va el alma que carece ya de culpa, pero que todavía no ha eliminado totalmente las huellas malas dejadas en su ser por el pecado. Éstas, al no estar suficientemente borradas en esta vida por la penitencia, constituyen la penatemporal que debe ser purgada, pues son el impedimento que retarda, que hace aún imposible, la unión con Dios en el cielo.

3.- Aunque con relativa frecuencia alude Catalina a la necesidad de que se cumpla la justicia divina, el purgatorio, en su descripción, se manifiesta más como una exigencia ontológica del propio ser del alma, que como una pena jurídica, merecida a causa de los pecados.

4.- El alma pierde toda atención de sí misma o de sus compañeras de purificación, absorta en el amor de Dios y, ajena a todo valor de tiempo o espacio, vive abandonada a las operaciones divinas que la van purificando. Más abajo precisaremos este punto con ayuda del Catecismo.

5.- El fuego del amor de Dios es lo que precisamente va consumiendo en el alma toda herrumbre o mancha de pecado. El sufrimiento del purgatorio es, pues, ante todo la pena de daño, mucho más que la pena de sentido, es decir, mucho más que «cualesquiera otras penas que allí puedan encontrarse» (15b). En efecto, lo más terrible para el alma es el desgarramiento interior producido por un amor que, a causa de esos impedimentos aún no del todo aniquilados, se ve retardado en el ansia de su perfecta posesión de Dios. Y cuanta más purificación, más intenso el amor y más cruel el dolor. Amor y dolor parecen crecer así en el purgatorio en acelerada progresión. El purgatorio es, pues, un crescendo de amor y dolor que conduce al cielo, a la felicidad perfecta.


6.- Hay en las almas del purgatorio un gozo inmenso, parecido al del cielo, y un dolor inmenso, semejante al del infierno; y el uno no quita el otro.

MIGUEL A. FUENTES. ¿Qué es la bilocación?



La bilocación es la presencia simultánea de una misma persona en dos lugares diferentes. Se han dado numerosos casos en la vida de los santos. Los más notables son: el Papa San Clemente, San Francisco de Asís, San Antonio de Padua, Santa Ludwina, San Francisco Javier, San Martín de Porres, San José de Cupertino, San Alfonso de Ligorio, San Juan Bosco y, recientemente, el Beato Padre Pío de Pietrelcina.

No hay ningún otro fenómeno de la mística que cause tantas dificultades como éste para poder explicarlo satisfactoriamente. Se han formulado muchas teorías al respecto pero todavía, ninguna de ellas ha logrado producir una luz definitiva en torno a éste fenómeno.

Santo Tomás de Aquino enseña que la presencia de un mismo cuerpo en dos lugares diferentes al mismo tiempo es contradictoria porque la materia ocupa unas dimensiones específicas y no las puede ocupar en diferentes lugares simultáneamente.

Pero si puede ocurrir que mientras un cuerpo está en un lugar en otro lugar esté una representación o figura aparente del mismo. Esta representación puede darse 'sobrenaturalmente' (por intervención divina) o 'preternaturalmente' (por intervención diabólica). Esta explicación no ofrece ninguna dificultad y es una de las formas más aceptadas para explicar este fenómeno.

Bilocaciones Sobrenaturales: Los fenómenos de bilocación sobrenatural se dan por una representación sensible, hecha milagrosamente por Dios, en uno de los lugares de la bilocación. La bilocación puede ser de dos maneras: o puramente en espíritu o bien en cuerpo y alma, es decir la persona completa.

Cuando se realiza únicamente en espíritu y va acompañada de aparición, la presencia de la persona es física en el punto de partida, y es puramente representativa en donde tiene lugar la aparición, o sea, donde el espíritu se representa visiblemente revestido de un cuerpo.

Cuando la bilocación se hace en cuerpo y alma, la presencia de la persona es física allí donde el cuerpo y el alma se presentan y aparecen de una manera visible, y es representativa en el sitio que la persona abandona.

En el primer caso, el cuerpo que el espíritu toma para hacerse visible a lo lejos representa a la persona que físicamente está en otra parte. En el segundo caso, el cuerpo que parece permanecer en el lugar de origen, y que las personas creen que no se ha movido para nada, no es más que una representación de la persona hecha por el ministerio de un ángel (o de otro modo desconocido por nosotros), mientras que la verdadera persona se ha trasladado en cuerpo y alma a la otra parte.

Esta doble presencia, representativa en un lado, y física, del otro, es esencial a la bilocación de cualquier manera que se verifique, ya sea en cuerpo y alma, o sea puramente en espíritu, pero de manera visible. También se debe insistir en que esta doble presencia de la que hablamos, la una física, la otra representativa, supone necesariamente, para constituir verdadera bilocación, la traslación, es decir, el paso de la persona de un lugar a otro, ya sea en cuerpo y alma, ya al menos en espíritu.

Bilocaciones Preternaturales: El fenómeno bilocativo puede tener a veces, sin duda ninguna, un origen preternatural o diabólico. El demonio puede perfectamente -permitiéndolo Dios- encargarse de realizar la representación de la persona 'bilocada' en uno de los lugares de la bilocación. 'El contexto y las circunstancias que acompañan a esas bilocaciones será el criterio diferencial para distinguirlas de las sobrenaturales, de acuerdo con las normas y reglas del discernimiento de los espíritus.'(Cf. P. Serafín en su libro Principios de la Teología Mística p. 430.)

Un ejemplo de la bilocación sobrenatural fue lo sucedido a San José de Cupertino: San José de Cupertino asistió a la muerte de su madre en su pueblo natal sin abandonar el convento de Asís donde residía. Estando ella a punto de expirar gritó con gran acento de dolor: '¡Oh Fray José, hijo mío, ya no te veré más!' Al instante apareció una gran luz que iluminó la habitación, y la moribunda, viendo a su hijo, gritó de nuevo llena de júbilo: '¡Oh Fray José, hijo mío!'. Al mismo tiempo el bienaventurado se encontraba en Asís; salía llorando de su celda, encaminándose a la Iglesia a orar. El padre guardián le encontró y le preguntó la causa de su llanto. Su respuesta fue: 'Mi pobre madre acaba de morir'. La carta que llegó muy pronto confirmó la noticia; pero también se supo que el Santo había asistido personalmente a su madre moribunda. Todos estos hechos constan en el proceso de beatificación.

Este don, como muchos otros dones extraordinarios, es un regalo de Dios que la Iglesia trata de entender y explicar pero que, ante el misterio de la acción de Dios, las palabras se hacen cortas e insuficientes. Nos basta el asentimiento de la fe, y el saber que para Dios no hay nada imposible.

Como todos los dones, la bilocación no es para beneficio del que lo experimenta sino más bien para el beneficio de las almas de los demás, ya que siempre cuando se manifiesta este don es para auxiliar a alguien que está en necesidad.





Bibliografía:
1. 'Teología de la Perfección Cristiana'. Antonio Royo Marín O.P. Biblioteca de autores Cristianos (BAC).
2. 'Mysteries, Marvels, Miracles in the Lives of the Saints'. By Joan Carroll Cruz. Tan Books and Publishers.

viernes, 13 de abril de 2018

HANS URS VON BALTHASAR: TERCER DOMINGO DE PASCUA

Todo tenía que cumplirse. En su aparición a los discípulos reunidos, Jesús les quita en primer lugar el miedo –creían ver un fantasma-, haciéndoles reconocer su corporeidad del modo más tangible posible: deben ver –las llagas en sus manos y en sus pies-; deben palpar –para convencerse de que no se trata de un fantasma, sino de su propio cuerpo-; y deben finalmente verle comer un alimento terrenal –el pez asado-. Pero todo esto no es más que la introducción a su auténtica enseñanza: los discípulos deben comprender que las declaraciones que Jesús hizo durante su vida mortal sobre el cumplimiento de toda la Antigua Alianza (según la clasificación judía: “La Ley, los Profetas y los Salmos”), se han cumplido ahora en su muerte y resurrección. Este acontecimiento, dice Jesús, constituye la sustancia de toda la Escritura, y esta sustancia, que tiene su centro en el “perdón de los pecados”, debe ser anunciada en lo sucesivo por los testigos, por la Iglesia, “a todos los pueblos”. Los lectores del Antiguo Testamento, si se atienen a los pasajes particulares, difícilmente descubrirán esta sustancia; sin embargo, toda la dramática historia de Israel con su Dios no tiene otra finalidad y por tanto tampoco otro sentido que lo resumido en el testimonio que Jesús da aquí de sí mismo. El continuo y puramente terreno “descenso” de Israel al abismo (a las puertas del “infierno”) y su liberación “de la perdición” por obra y gracia de Dios (1 S 2,6 ; Dt 32,39 ; Sb 16, 13 ; Tb 13,2) es la iniciación a la inteligencia de la definitiva muerte y resurrección de Jesús por el mundo entero. Pero Jesús debe primero “abrir el entendimiento” de sus discípulos para que puedan comprender todo esto.

Lo hicisteis por ignorancia. Pedro lo ha comprendido muy bien en su predicación en el templo (primera lectura). Por eso puede reprochar al pueblo de forma tan drástica su crimen (“matasteis al autor de la vida”), pero añadiendo que el pueblo y sus autoridades lo hicieron por ignorancia. No habían comprendido la enseñanza de los profetas, según la cual el Mesías tendría que padecer mucho; los profetas sufrientes y todo su destino eran ya quizá la mejor predicción de ello. Pedro no se pregunta si los judíos eran culpables o inocentes de semejante ignorancia; como dirá Pablo, “hasta hoy, cada vez que leen a Moisés, un velo cubre sus mentes”. Un velo que sólo  “se quirará” cuando Israel  “se vuelva hacia el Señor” (2 Co 3, 14-16). Por eso Pedro exhorta a los judíos en estos términos: “Arrepentíos y convertíos para que se borren vuestros pecados”. Las dos cosas son correlativas: la misteriosa “ignorancia” de Israel (Pablo hablará de ceguera, de dureza de corazón) y la exhortación a la conversión. No se habla de una superación de Israel mediante la Iglesia, pero tampoco de una doble vía de salvación: para Israel su Mesías esperado (cfr. Hch 3,20ss) y para la Iglesia Jesucristo. No: esperar al Mesías y convertirse.

Tenemos un abogado ante el Padre. Jesús dice a sus discípulos en el evangelio que su muerte y resurrección han operado el perdón de los pecados. Estas palabras se celebran en la segunda lectura como un acontecimiento sumamente consolador y lleno de esperanza para nosotros, pecadores. Todo hombre, cuando peca y se convierte, puede tener parte en la gran absolución que se pronuncia sobre el mundo. Pero para ello se requiere la conversión, porque el mentiroso que se confiesa cristiano y no cumple los mandamientos de Dios persiste en la ignorancia precristiana; más aún: vive en la contradicción y no en la verdad.

jueves, 12 de abril de 2018

ANTONIO ROYO MARÍN: LAS VIRTUDES CARDINALES

El nombre de cardinales se deriva del latín cardo, cardinis, el quicio o gozne de la puerta; porque, en efecto, sobre ellas, como sobre quicios, gira y descansa toda la vida moral humana y cristiana.

Las virtudes cardinales son cuatro: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. La prudencia dirige el entendimiento práctico en sus determinaciones; la justicia perfecciona la voluntad para dar a cada uno lo que corresponde; la fortaleza refuerza el apetito irascible  para tolerar lo desagradable y acometer lo que debe hacerse  a pesar de las dificultades, y la templanza pone orden en el recto uso de las cosas placenteras y agradables.

El conjunto total de las virtudes infusas teologales y morales podría representarse gráficamente con una imagen astronómica, que estaría formada del siguiente modo:

      Tres  grandes estrellas o soles con luz propia: fe esperanza y caridad. Cuatro grandes planetas con su luz recibida del sol: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.
   Muchas virtudes satélites relacionadas con sus respectivos planetas, como derivadas o anejas.

miércoles, 11 de abril de 2018

SANTO TOMÁS DE AQUINO: LA PALABRA DE LA CRUZ ES FUERZA DE DIOS PARA LOS QUE SE SALVAN


"Jesucristo me ha mandado a evangelizar, pero no con la sabiduría de palabras, es decir, con la sabiduría del mundo (1 Co 1, 17). Por sabiduría de palabras entiende el apóstol el arte de la retórica que enseña a hablar de una manera atrayente hasta el punto de inducir a los hombres a asentir a errores y falsedad. Pero desde el momento en que el texto griego se encuentra el término « Logos », que significa « razón » y palabra, aquí se podría entender más convenientemente como dicho de la razón humana, la cual es siempre desproporcionada para evangelizar, ya que los contenidos de la fe la trascienden. Sin embargo, cabe notar que usa legítimamente de la razón humana el que poniendo a la base los fundamentos de la verdadera fe, toma a servicio de la fe aquellas verdades que pueden a veces encontrarse en las doctrinas filosóficas. Ya san Agustín dice: «La técnica de la elocuencia es indiferente en cuanto a inducir al bien o al mal ya que, ¿no la aprenden sea los buenos con el estudio y ejercicio para ponerla al servicio de la bondad, cuanto también los malos la usurpan para su iniquidad?»

Algunas veces el modo de enseñar no es acomodado al argumento, sobre todo cuando no es adecuado para exponer las verdades principales de esa materia, como, por ejemplo, sucedería a quien quisiere avanzar con demostraciones de tipo intelectual mediante metáforas que no sobrepasan el nivel de la imaginación y que, por tanto, por si mismas no expresan un contenido intelectual y abstracto. Lo que es central en la religión cristiana es la salvación por la cruz de Cristo, por lo que dice el Apóstol: Nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna sino a Jesucristo y éste crucificado (1 Co 2, 2). Quien enseñando el cristianismo se apoya sobre todo en la sabiduría humana, por lo que a él mismo respecta, hace ineficaz la cruz de Cristo. Por lo tanto, el enseñar con sabiduría de solas palabras humanas no es un modo conveniente a la catequesis cristiana. Por ello dice el Apóstol: Para no hacer ineficaz la cruz de Cristo (1 Co 1, 17), es decir, para que no disminuya la confianza en la cruz de Cristo al ser oscurecida por medios de sabiduría humana.

El mensa/e de la cruz —es decir, el anuncio de la cruz de Cristo— es necedad, —algo que parece necio— para los que están en vías de perdición, es decir, para los infieles que se creen sabios según los criterios del mundo, por el hecho de que la predicación de la cruz de Cristo contiene tantas cosas que a la luz de la sabiduría humana parecen imposibles. Por ejemplo: el hecho que un Dios muera y que el omnipotente perezca a manos de los violentos. La misma predicación, además, presenta algunos elementos que parecen contrarios a la sabiduría humana; por ejemplo: que alguien, pudiéndolo, no huya de las humillaciones. Es lo que el mismo Festo hizo notar a Pablo cuando éste le anunciaba el poder de la cruz: Estás loco, Pablo, las muchas letras te hacen perder la cabeza, (Hch 26, .24) y Pablo confirma en una de sus cartas: Nosotros unos locos por Cristo (1 Co 4, 10).

Pero para que no parezca que la palabra de la cruz contiene en sí verdaderamente necedades, añade: Para nosotros, es decir, los fieles de Cristo que hemos sido salvados por él, es fuerza de Dios, (1 Co 1, 18), ya que por medio de la cruz de Cristo se manifiesta un anonadamiento divino que tiene el poder de vencer al demonio y al mundo: Ha vencido el león de la tribu de Judá. (Ap 5, 5).

Efectivamente, muriendo junto con Cristo a los vicios y a la concupiscencia experimentan en sí mismos una fuerza superior, según cuanto está escrito: Y los que son de Cristo Jesús han crucificado su carne con sus pasiones y sus deseos (Ga 5, 24), y es esa fuerza de la que habla el evangelista: Porque salía de él una fuerza queloscuraba a todos (Lc 6,19).

 Del Comentario a la primera Carta a los Corintios de santo Tomás de Aquino, (Cap. 1, lect. III, nn., 41. 43. 45. 47, « Super Epistolas S. Pauli lectura », Torino 1953, vol. I, pp. 240-241)

jueves, 5 de abril de 2018

GIACOMO BIFFI: SAN ANSELMO, TRES DONES OPORTUNOS PARA NUESTRA ÉPOCA CONFUNDIDA E INQUIETA


Me es querido y preciso manifestar mi reconocimiento al Padre del cielo, quien concede todo "buen regalo y todo don perfecto" (cfr. Sant 1, 17), por la alegría que me ha dado de presidir este rito que recuerda y exalta a un hombre de Dios extraordinario y fascinante como san Anselmo, gloria inalienable de esta Iglesia y de esta ciudad de Aosta, en el noveno centenario de su feliz tránsito a la vida eterna. Agradezco a nuestro Papa Benedicto, que me ha reservado el privilegio de representarlo como su enviado especial en esta bella circunstancia. 



La espléndida y ardiente aventura humana de Anselmo, además de connotada siempre por una absoluta coherencia interior, se desarrolla en tres tiempos, disímiles  y lejanos entre ellos, a causa de una diversidad de tareas, de atenciones y de responsabilidades. 

Al comienzo están los años vividos en ésta su tierra natal, los años de la infancia, de la adolescencia y de su primera juventud. En ellos, él se revela ya como un incansable investigador sobre Dios, deseoso de una existencia rica de sentido y sobrenaturalmente motivada. 

El segundo período, que se prolonga durante treinta años, se sitúa en la abadía de Bec, en Normandía, donde es antes que nada un monje ejemplar. Luego, como prior y como abad, tiene forma de manifestar sus dotes de educador y pedagogo original, de sabio maestro en la vida de oración, de formidable razonador, además de indagador inteligente y genial de la verdad revelada.

Por último, en los últimos dieciséis años, convertido en arzobispo de Canterbury y primado de Inglaterra, se revela como un pastor valiente y sabio, enamorado de su Iglesia, a la que defiende de las prepotencias y de la avidez de los reyes normandos Guillermo el Rojo y Enrique I, herederos y dignos hijos de Guillermo el Conquistador.

Toda su peregrinación terrenal ha sido fecunda en enseñanzas admirables y en ejemplos preciosos. Por eso es natural formular hoy el auspicio que este centenario sea una ocasión para cuantos aspiran a ser verdaderamente "teólogos", para el multifacético grupo de los hombres de la cultura y para todo el pueblo de los creyentes de volver a escuchar, con nueva premura, su magisterio y de explorar cuidadosamente los tesoros de verdad y de gracia que él nos ofrece.

Pero nosotros, en el breve espacio de una homilía, debemos limitarnos a considerar solamente tres advertencias con las que san Anselmo nos puede gratificar hoy y que incluyen a cada rasgo de su itinerario eclesial, como si fuesen tres "dones", singularmente oportunos para nuestra época confundida e inquieta.

***

Desde sus primeros años, Anselmo tuvo una agudísima percepción del mundo invisible, es decir, de esa realidad que vive y palpita más allá de la escena llamativa y bulliciosa de las cosas y de los acontecimientos de aquí abajo: es el mundo donde reina la Trinidad excelsa; es el mundo lleno de grupos de criaturas felices; es el mundo que nos trasciende, pero que también está próximo a nosotros y da sentido y fin a nuestra vida de criaturas mortales.

Él era – advierte su biógrafo Eadmero – "un niño crecido entre los montes" y se imaginaba que las altas cimas nevadas que circundaban su ciudad eran los fundamentos y los pilastros que sostenían la casa misteriosa donde el Señor moraba con sus ángeles y con todos los santos. Una noche soñó directamente haber logrado ascender hasta allí y haber llegado a la presencia de la majestad divina. 

Esta es la primera lección que queremos recoger. Cuando en el "Credo" afirmamos que Dios es creador de todas las cosas "visibles e invisibles", recordamos no sólo la verdad de fe sobre el origen de cada ser por parte de Aquél que es causa de todas las cosas, sino que también expresamos una persuasión, por así decir, preliminar y general: que la realidad total es mucho más vasta de la que aprehendemos con el simple conocimiento natural, basada solamente en experiencias sensibles, razonamientos inductivos y deductivos y en el cálculo matemático. En consecuencia, hoy san Anselmo nos dice que es indispensable que no ignoremos jamás las auténticas dimensiones de lo existente. 

Para quien sabe mantener vivaz y punzante en su conciencia la idea del mundo invisible, se torna natural una actitud habitual de escucha: escucha de la Revelación divina sobre cuanto está más allá del torbellino de sombras, de figuras, de casos fortuitos y de aberraciones en las que estamos inmersos; y más ampliamente, escucha lo que el Espíritu Santo nos dice de varias maneras, pues es él el actor oculto pero primario de nuestra historia más auténtica.  

Cuando en ciertas ocasiones se apodera de nosotros la depresión y el desaliento a causa de lo que sucede bajo el cielo, dentro y fuera de la cristiandad, el remedio más efectivo frente a tal espectáculo decepcionante consiste precisamente en repensar en la efectiva extensión del universo, que comprende justamente el mundo invisible, ese mundo invisible que ya ha vencido al mal y que ya es nuestro; ese mundo invisible que está lleno y exuberante de una energía sobrehumana de la que (inclusive también cuando no nos damos cuenta) la tierra está revestida sin tregua.

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Una segunda enseñanza para nada despreciable se refiere a la relación entre fe y razón. En nuestros días no son pocos  – y no se cuentan entre los menos seguros de sí mismos y los menos locuaces – los que juzgan que fe y razón son dos formas de conocimiento que son incompatibles entre ellas y totalmente alternativas: quien razona (afirman ellos) no tiene necesidad de creer, y quien cree se aleja por eso mismo del ámbito de la racionalidad. Piensan de este modo, con inconmovible y dogmática convicción.

Anselmo se estremecería frente a esta actitud mental. Para él – y para todo cristiano adecuadamente informado – la fe no sólo no es separable de la razón y no la mortifica, sino que es justamente el ejercicio extremo y más alto de nuestra facultad intelectiva.

Por otra parte, en la cultura moderna, condicionada y dominada por un subjetivismo absoluto, se va afirmando del mismo modo una visión pesimista del conocimiento humano natural. El hombre (así piensan muchos) no está en condiciones de llegar a ninguna verdad que no sea provisoria e intrínsecamente relativa.

Cuando se trata de las cuestiones que cuentan – sobre nuestro origen, sobre el destino último del hombre, sobre alguna persuasiva razón de nuestro existir – hoy las certezas son directamente ridiculizadas e inclusive culpabilizadas. Las preguntas más serias, cuando no son censuradas de entrada por las diversas ideologías dominantes, son permitidas sólo como premisa e impulso para la proliferación de las dudas. Pero así se extingue en el hombre toda necesaria confianza: ¿cómo podemos resignarnos a aprehender nuestra única vida en los puntos de interrogación que no tienen respuesta?

Por el contrario, Anselmo reconoce la dignidad y la eficacia de la razón. Para él - y para todos los discípulos de Jesús – la razón es honorable ya por sí misma, porque es un gran don de Dios. Más aún, ella entra como elemento constitutivo indispensable en el acto de fe, y permanece como elemento constitutivo indispensable de esa "inteligencia de la fe" en la que Anselmo es un reconocido maestro.

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Hay una tercera advertencia que Anselmo dirige a la vida eclesial de nuestros días, en la que nos exhorta a no perder jamás de vista la función primaria e insustituible de la Sede de Pedro. 

Durante la larga y áspera lucha para salvar la "libertas Ecclesiae" de las intromisiones arbitrarias del poder político, el primado de Inglaterra estuvo solo. "También mis obispos sufragáneos – escribe con cierta melancolía – no me daban otros consejos que los conformes a la voluntad del rey" (Epístola 210). Por eso busca, y obtiene, el apoyo, el aliento y la defensa del obispo de Roma, a quien recurre confiadamente.

Anselmo sabe que Jesús ha dicho a Pedro y a sus sucesores (y no a otros): "Confirma a tus hermanos" (Lc 22, 32); sabe que Jesús ha prometido a Pedro y a sus sucesores (y no a los diversos opinadores sobre la "sacra doctrina", por más doctos y geniales que sean): "Todo lo que ates en la tierra será atado en los cielos, y todo lo que desates en la tierra será desatado en los cielos" (Mt 16, 19); sabe que Jesús ha dado la tarea de apacentar toda su grey a Pedro y a sus sucesores(y no a uno u otro agrupamiento eclesiástico o cultural) (cfr. Jn 21, 17).

Él lo sabe, y también nosotros no debemos olvidarlo jamás: la Sede Apostólica es siempre el punto normal de referencia y el juicio último incuestionable para todo problema que se refiere a la verdad revelada, a la disciplina eclesial y la orientación pastoral a elegir. 

El arzobispo de Canterbury correspondió luego la ayuda recibida por parte del Romano Pontífice con una fidelidad despojada de todo temor, que entre otras cosas le costó en varias ocasiones la incomodidad y la amargura del exilio.

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Como se puede apreciar, Anselmo de Aosta ocupa un lugar prestigioso y benéfico en la historia de la Iglesia, en la historia de la santidad y en la historia del pensamiento humano. Nosotros damos gracias al Señor que nos lo ha suscitado. 

Todavía hoy es una figura y una personalidad verdaderamente actual. De tal forma que nos surge espontáneamente contar con su intercesión a Dios a favor de estos tiempos nuestros; de estos tiempos nuestros que con frecuencia están obligados a escuchar la voz atrevida de los numerosos profetas de la nada y los discursos de los complacientes defensores de un destino humano sin plausibilidad, sin sentido y sin esperanza.