jueves, 18 de mayo de 2017

ROMANO GUARDINI: QUÉ ES LA VOLUNTAD DE DIOS?


-- Un día Jesús estaba ornado en cierto lugar. Cuando terminaba su oración, uno de sus discípulos le pidió: “Señor enséñanos a orar así como Juan enseñó a sus discípulos”. Era un momento muy importante. Jesús tenía que decirles cómo hacer lo más grande e íntimo: acercarse a Dios, recibir sus dones, compartirlo con los demás hombres. Les iba a enseñar lo que debían pedir y con qué sentimientos hacer una oración perfecta. Les enseña el Padrenuestro.


El Padrenuestro no es una oración, entre muchas, sino la oración más genuinamente cristiana. Es coesencial de lo que se debe pedir y encierra la actitud para rezar honestamente.

Significado de “hágase tu voluntad”
En el Padrenuestro encontramos una rara súplica: “hágase tu voluntad” ¿Alguna vez hemos meditado con seriedad el significado de esta expresión? Primeramente, debe quedar claro que la voluntad de Dios es algo grande y de mucho valor, que hemos de pedir se haga en nosotros, recurriendo, incluso, a la solemnidad de la oración. Nos parece algo muy raro, porque no tenemos la costumbre de considerar la voluntad de Dios como un valor, algo importante que está en la mayoría de los casos, de modo serio y sobremanera apremiante.

Nuestra extrañeza llega al colmo cundo seguimos nuestra meditación. Acerca de la voluntad de Dios,¿tengo que pedir que se cumpla? Sí es así, es porque hay la posibilidad de que no se cumpla. ¿Acaso Dios no es todopoderoso?¿Su voluntad no es ya una acción? Y el Padrenuestro me pide rezar para que se cumpla su voluntad.¡menuda ocupación la que me han echado encima!¡Ésta voluntad quizá sea algo muy delicado que está en peligro!

Siguiendo, caminando de asombro en asombro. Esta voluntad es tan exquisita y valiosa, que tenemos que dirigir nuestra súplica al poder más grande, a Dios. Que los hombres roguemos Dios para que se haga su voluntad es realmente raro.

Qué nos revela este conjunto de realidades?¿Qué nos dice del sistema de sentimientos que suscita esta oración?

El Padrenuestro encierra varias cosas: la grandeza de la voluntad de Dios y, al mismo tempo, su delicadeza; la debilidad de la voluntad de Dios en nuestro mundo y encomendada a la diligencia del hombre; la invocación que el hombre hace a Dios, pidiéndole asistencia para poner en sintonía de su actividad de hombre con la actividad poderosa de Dios. Detrás de todo esto,¿no sientes que se esconde el misterio del Dios viviente?

Qué es la voluntad de Dios?
En que consiste la voluntad de Dios? Nos hemos acostumbrado a pensar en Dios en sentido moral. Él es para nosotros la suma de todas nuestras obligaciones, una especie de personificación de toda la ley moral.¡Pero, Dios es mucho más!

Para nosotros la voluntad de Dios es implemente lo que debe ocurrir, lo que se debe realizar en el mundo que ha creado, lo que debe resultar de todas las fuerzas de la naturaleza, de la creatividad humana, de la libertad espiritual para que todo el mundo llegue a ser como él lo ha pensado. Todo esto es la voluntad de Dios. La voluntad de Dios es la perfección de lo que Dios ha creado, al centro de la cual está el hombre y su libertad.

¡Esto es una verdad incontestable, que apenas podemos comprender! Pero hay más. La voluntad de Dios es todo lo que Dios exige del hombre, como hombre. Es la voluntad de realización que él ha puesto en mí, que me pide cumplir y que yo, en conciencia, debo hacer, como ser concreto y único, situado en el universo. Yo soy lo que soy gracias a la universalidad de la historia y del mundo y el mundo es gracias a mí.

La voluntad de Dios como actividad de Dios
Hay algo más en la voluntad de Dios. Ella no sólo se sitúa sobre mí y frente a mí para decirme lo que debo hacer o cómo debo er. No es una orden militar, que está en mis manos y que hay que cumplir, sino que es una fuerza viviente que está en mi interior y lo anima. Ella no es solo mandamiento, sino emoción interna. Es la forma particular de Dios, que está obrando en mí, exhorta, impulsa, ayuda, sostiene, produce, forma, lucha, vence, perfecciona.

La voluntad de Dios obra en mi interior. Ella es la fuerza que Dios me da para que haga lo que él me pide. Desde este punto de vista la voluntad de Dios se llama gracia. Cuando la voluntad de Dios se cumple, hay dos fuerzas; es don y acción de la voluntad de Dios…, y obra suya, gracias a mi voluntad. Todo es un misterio de unidad!

La voluntad de Dios como actividad constante
Hay algo más todavía en la voluntad de Dios. Ella no está en mí como algo ya concluido, sino como realidad que se renueva todos los días y me da constantemente sus avisos. Si no cumplo con los deberes que tengo, no se cumple la voluntad de Dios ¿Quiere decir esto que terminó la voluntad de Dios y que ya no tengo obligaciones? En absoluto. La voluntad de Dios inmediatamente me da disposiciones nuevas para hacer. Aunque haya nuevas cosas para activarse, la voluntad de Dios ha sufrido cambios porque algo malo ha sucedido: el mal no estaba incluido en su mandato.

Cuando el pecado ha sido cometido, la voluntad de Dios, desde siempre única y eterna, viva y constantemente creadora, me indica a mí como culpable. El pecado h quedado en mi interior y siento vivo sus efectos. Las consecuencias están a ojos vistas. Es un pecado delante de Dios.
En el momento actual, la voluntad de Dios me dice que la haga ahora, porque ella existe para mi propio beneficio. Esto quiere decir que la voluntad de Dios no es lgo definitivo y ya hecho, de una vez por toda, sino que se hace en cada instante, y compromete mi libertad, mis actitudes, mis obras y vuelve a dirigirse a mí, como algo nuevo cada vez, en cualquier situación en que me encuentre.

En todo esto, hay mucha rigidez, nada se olvida, nada se pasa por alto. Lo que existe, existe y queda incluido en las exigencias de la voluntad de Dios, y que hay que asumirlo hasta ls últimas consecuencias. Pero también hay un amplitud inefable. En todo momento hay una voluntad de Dios y, en todas partes, siempre hay un camino.

La voluntad de Dios como camino
Si a un oficial militar le dan una orden y no la cumple, la orden ha dejado de existir. Existía pero ha cesado por haber sido mal cumplida y no hay caminos posibles.

Delante de Dios las cosas son diversas. Con él siempre hay un camino. Cualquier cosa ocurra, buena o mala, la voluntad de Dios es el juez, y va más allá. Ella acoge lo ya hecho y exige el paso siguiente y de este modo hace caminar las cosas y nada se para. Puede ser que el camino, al andar los pasos, se vaya haciendo más duro y abnegado, porque seguimos cargando las consecuencias de nuestros pecados y equivocaciones, pero es un verdadero camino. No es una senda que tenemos trazada delante de nosotros y que, al abandonarla, nos quedamos absolutamente sin caminos, sino una senda que estamos construyendo con nuestros pies, partiendo de Dios, senda que se hace nueva a cada paso que damos.

La voluntad de Dios es el amor del Padre
La Biblia nos ofrece un nombre bellísimo para bautizar la voluntad de Dios: “Amor del Padre”.La voluntad de Dios no es una ley impersonal, sino la viviente fuerza creadora de Dios, del hombre, del mundo…No es la orden de un tirano a los hombres, sino la disposición personal que hace un padre a su hijo o a su hija. Es la voluntad tierna hacia su hijo, amado con exclusividad, y que es más que un mandato, es una fuerza animadora que sostiene y ayuda. Es la gracia de Dios. Es su amor que nos abre el corazón a sus mandamientos, y nos da las fuerzas para cumplirlos. Es el gran poder del amor, que todo lo da: la existencia, la fuerza, las obras. Todo lo que hay, lo que hacemos, lo que podemos se convierte en patrimonio nuestro, gracias al amor de Dios. Este es el pacto entre el poder de Dios y la libertad del hombre, cuyo secreto es: cuanto más fuerte y poderosa es la gracia, tanto más es libre la libertad humana.

Los mandatos de Dios no son tan rígidos, como para anular la voluntad, cuando no los ha cumplido, y acabar con todo. Al contrario, con una fuerza de amor creador que siempre se renueva y que el cuidado amoroso del padre para con sus hijos mantiene en actividad. Dios acompaña todos los acontecimientos y colabora con la libertad del hombre…Misterio insondable de su paciencia que todo lo hace posible porque puede y quiere.

Secreto cristiano para hacer la voluntad de Dios
Hemos comprendido ya cómo hemos de rogar para que se haga la voluntad de Dios, como nos lo enseñó Jesucristo. El núcleo del problema es: Cuanto más un hombre se entrega íntimamente a Cristo, tanto más se despierta en él la pasión por la voluntad de Dios. Conciencia de que esta voluntad ocupa el primer lugar como valor, como afecto, como dinamismo.

Tanto más firme será la adhesión a la voluntad de Dios cuanto más el hombre conoce su pecado, su flaqueza, su pobreza. Entonces será más íntima su pasión por ella y le pedirá al Señor del universo que se encargue él de llevar a término la perfección que da sentido al mundo.

Se despierta, contemporáneamente, en el hombre la confianza de que la voluntad de Dios se cumplirá, por sobre todo, y que aquella debilidad terminará triunfando sobre los poderes egoístas y oscuros. Cuanto es más íntimo, en el cristiano, el respeto a Dios, tanto más le pide no evadir su voluntad, y no perder jamás el sentido de la misma, imposible de recobrar. Por eso pide a Dios que tenga paciencia.

Por otro lado, se dice a sí mismo. Es imposible destruir la voluntad de Dios. Esta voluntad que reinaba en el mundo ¿no parecía destruida? pero, ¿no vino lo extraordinario de la salvación y se pudo hablar de dichosa culpa? Y la creación, que estaba destrozada,¿no fue de nuevo aceptada, con la esperanza de cielos nuevos y tierras nuevas?

De esta esperanza no se puede deducir absolutas garantías. Estamos en el deber de tener paciencia, estar atentos y hacer obras, esperando íntimamente que se cumpla la voluntad de Dios.

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