martes, 28 de agosto de 2012

ALONSO AMPUERO: LA LLAMADA DE MOISÉS (ÉXODO CAP. 3)


1-6: La llamada


En los versículos finales del capítulo anterior hemos comprobado que Dios no está dormido. Al decirnos que Dios oye los gemidos, se acuerda de su alianza, mira y conoce, percibimos que se dispone a intervenir. En este capítulo asistimos a la primera intervención «visible» del Señor. A lo largo de él y del siguiente Dios va a invadir progresivamente la personalidad de Moisés, hasta convertirle en instrumento suyo. Esto es lo que simboliza la zarza que arde sin consumirse: el fuego cambia todo lo que toca, transformándolo en fuego o en otra materia; pero aquí el fuego arde sin consumir, sin destruir: es una bella y expresiva imagen de la acción de Dios sobre el hombre...

Dios se manifiesta a Moisés. Pero ha tenido que esperar a este momento, a que Moisés perdiera pie, a que se encontrase en el desierto. Dios se manifiesta en el desierto, donde no hay nada, donde el hombre no tiene nada, donde no significa nada para nadie. «Para venir de todo al Todo, has de dejar del todo a todo» (San Juan de la Cruz).

«Quita las sandalias de tus pies». Dios llama a Moisés. Toma Él la iniciativa. Y le llama por su nombre. Le llama hacia Él. Hacia el «terreno sagrado». Por eso es preciso que se despoje. En ese terreno Moisés no es dueño, no domina. Debe seguir perdiendo pie. Debe abandonarse a la acción de Dios. Sólo así podrá ser transformado.

Moisés responde: «Heme aquí». Es la única respuesta adecuada ante un Dios que ha comenzado a tomar la iniciativa. «Aquí estoy». Es la repuesta de disponibilidad y acogida. Es la actitud de dejar hacer a Dios. Será la respuesta de Samuel (1Sam 3,4) y de Isaías (Is 6,8)... Será la respuesta de María (Lc 1,38) y de Cristo (Hb 10, 7).

«Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob». Dios «se identifica», «se presenta». El Dios que pretende invadir la existencia de Moisés no es un ser abstracto. Tampoco es desconocido. Es el Dios vivo y personal que ha estado en relación cercana con sus antepasados. Sus «credenciales» son lo que ya ha realizado en la vida de sus padres. Moisés entra en esa historia de gracia inaugurada desde antiguo. También nosotros nos incorporamos a ella: ¿no deberíamos prestar más atención a los que nos han precedido en el signo de la fe, a los santos, a la historia de la Iglesia, para fortalecer nuestra fe y aprender los modos de la acción de Dios?

«Moisés se cubrió el rostro». Un nuevo paso en el despojamiento de Moisés: su vista queda velada, entra en la noche de la fe. Con el rostro cubierto ya no puede hacer uso de lo más precioso -y a la vez más necesario- que el hombre tiene: la capacidad de ver. Con ello reconoce que en el «terreno sagrado» en que ha sido introducido, la visión natural es inadecuada. Necesita cubrirse el rostro, necesita dejarse conducir. Moisés se abandona a la obediencia de la fe (cfr. Rom 1,5; 16,26). Ahora ya sí podrá Dios comenzar a iluminarle sus planes de salvación (vv. 7-12) y su propio Nombre divino (vv. 13-14). «Para venir a lo que no sabes, has de ir por donde no sabes» (San Juan de la Cruz).

7-12: El envío

Y de la experiencia de Dios arranca la misión. Ya vimos en el capítulo 2 cómo Moisés fracasó en su intentona liberadora porque la había emprendido por iniciativa propia. Ahora la emprenderá por iniciativa de Dios, que le envía. Y que le envía a partir de su encuentro vivo con Él. Moisés irá en nombre del Dios vivo que ha salido a su encuentro. Sólo quien tiene experiencia de Dios puede ser enviado en nombre de Dios. Sólo quien tiene experiencia de Dios puede aportar de verdad a los hombres algo que transcienda las fronteras de lo humano...

Ante todo, Dios hace a Moisés partícipe de sus planes: «He visto... he escuchado... conozco... He bajado para liberarle de la mano de los egipcios...» Moisés es levantado al nivel de los designios de Dios. Ya no es Moisés el que ve la situación penosa de sus hermanos (Ex 2,11) y actúa en consecuencia. Es Dios el que ve la opresión de su pueblo (Ex 3,7) y se hace cargo de ella; Moisés es llamado a entrar en la óptica de Dios y sólo desde ella es enviado a actuar.

Moisés es llamado a ser instrumento y colaborador de Dios. Dios ha comenzado a invadir su existencia y ésta ya sólo podrá entenderse desde Él. Dios dice: «He bajado a librar a mi pueblo...» (v. 8) y a continuación añade: «Ve... para que saques a mi pueblo...» (v. 10). Va a asumir no sólo los planes, sino la acción misma de Dios. Al «he bajado» de Dios corresponde el «ve» de Moisés. La acción de Dios se prolonga en la de Moisés, la dinamiza, la impulsa.

Pero Moisés no comprende tanto. De ahí su objeción: «¿Quién soy yo para ir a Faraón y sacar de Egipto a los israelitas?» (v. 11). ¡Ya no es aquel Moisés que se creía capaz de librar a su hermano hebreo o de poner paz entre sus hermanos! La expresión «¿quién soy yo?» denota un Moisés más realista, más conocedor de sí mismo, que reconoce la absoluta desproporción entre sus capacidades y la tarea que se le encomienda.

Sin embargo, Dios le responde: «Yo estaré contigo». Eso es todo. Esa es su seguridad y su garantía. Nada más... ¡y nada menos! El yo pequeño e insignificante de Moisés es apoyado y sostenido por el Yo infinito de Dios. Se puede decir que los dos están identificados en un único «yo» que tiene la fuerza y el alcance del Yo divino. Ahora entendemos mejor el «Ve» o el «Yo te envío» del versículo 10: Dios no le encarga esta misión como quedándose fuera; Dios va con él, de tal manera que las acciones de Moisés serán sobrehumanas, divinas; serán de Dios, de Dios en él, de Dios con él.

Es verdad que Dios le da una señal («esta será para ti la señal de que yo te envío») (v. 12), pero se trata de una señal futura, posterior a la realización de la misión: «Cuando hayas sacado al pueblo de Egipto daréis culto a Dios en este monte». Es decir, Moisés debe caminar en fe. Su única seguridad es Dios y su palabra. El signo vendrá después. No se trata de ver signos para creer, sino de creer para ver prodigios (cfr. Jn 2,23-25 y 4,46-53 comparados entre sí).

Un último detalle: Dios baja para hacer subir. «He bajado para librarle de la mano de los egipcios y para subirle de esta tierra a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel» (v. 8). Es típico de toda acción de Dios abajarse hasta el hombre para levantarlo (Sal 113,5-8). Para ello es preciso liberar al hombre, pero con el fin de levantarlo hasta Él, de hacerle capaz de darle culto (v. 12). Esta será la dinámica de la encarnación: el Hijo de Dios se abaja hasta nuestra nada (Fil 2,6-7), pero ya no sube solo: levanta consigo a una multitud (cfr. Ef 4,8).

13-15: El nombre de Dios

Dios revela su nombre. No le basta entrar en contacto con Moisés. Quiere además dar a conocer algo de sí mismo. Es verdad que el hombre puede conocer a Dios (Éx 33,20), en cuanto que Dios es absolutamente libre y soberano y el hombre no puede establecer ningún control o dominio sobre Él conociendo su ser íntimo. Pero no es menos cierto que uno de los presupuestos fundamentales de toda la Biblia es que Dios se manifiesta a sí mismo y que el hombre puede conocer al menos algo de Dios.

En este sentido, una de las interpretaciones del nombre de Yahveh es que la expresión «Soy el que Soy» es una especie de evasiva. Dios es inefable. La infinita riqueza de su ser no puede ser encerrada en un nombre. De ahí que de algún modo se niegue a responder a la petición de Moisés. «Soy el que Soy» remite al misterio de Dios, un misterio al que el hombre puede levemente asomarse, pero no puede en absoluto agotar, ni menos dominar.

En el pasaje de Ex 33,18-23 Dios permite a Moisés ver sólo «sus espaldas», pero no su rostro. Algo atisba de Dios, pero no puede comprender su plenitud inagotable. «De Dios sabemos más lo que no es que lo que es» (Santo Tomás de Aquino). Nuestra búsqueda de Dios ha de ser insaciable, pero hemos de acercarnos a Él con los pies descalzos, como Moisés, con inmenso respeto a su misterio y con enorme humildad, reconociendo que Dios nos desborda por todas partes, que muchas de nuestras conceptualizaciones en realidad desfiguran y hasta profanan el misterio de Dios, que al hablar de Dios o de sus actuaciones casi siempre nos equivocamos. Como Job, deberíamos concluir: «Era yo el que empañaba tus designios con razones sin sentido. Sí, he hablado de grandezas que no entiendo, de maravillas que me superan y que ignoro... Te conocía sólo de oidas... Por eso me retracto y me arrepiento...» (Job 42,3-6).

Y sin embargo, algo podemos conocer. Dios revela su nombre «Yo soy el que Soy» puede significar también «Soy el que está» contigo (cfr. v. 12); el que está con vosotros. Siendo inaccesible, inefable, incontrolable, Dios está presente. Se niega a encerrarse en una definición, pero se le percibe por su presencia, y una presencia que acompaña, que guía, que sostiene. El hombre no puede conocer la infinita trascendencia del Dios tres veces santo. Le basta conocer que está y que estará siempre. «Yo soy el que es y era y viene» (Ap 1,8). «Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,10).

Y «Soy el que Soy» puede significar también «Soy el que seré»: es decir, Dios se irá dando a conocer no en un nombre abstracto, sino con las acciones maravillosas que irá realizando a lo largo de toda la historia del éxodo. Es ahí donde el pueblo conocerá de verdad quién es su Dios (Éx 6,7), su verdadera identidad, su «mano fuerte» (expresión que tanto se repetirá en los siguientes capítulos). De hecho, en el futuro Dios se remitirá constantemente a los prodigios realizados para hacerse identificar: «Yo, Yahveh, soy tu Dios, que te he sacado de Egipto, de la casa de servidumbre» (Ex 20,2).

16-20: El plan de Dios

En estos versículos vemos cómo Dios hace partícipe a Moisés de sus planes. Los versículos 16-17 (misión confiada a Moisés) repiten casi literalmente los versículos 7-9 (designio de Dios): enviado en nombre del Señor, Moisés es introducido en los planes de Dios. La tarea que debe realizar no es de iniciativa suya y no puede ser llevada a cabo según unos planes propios. Dios trasforma a Moisés comunicándole sus propios planes.

Se diría que casi le detalla las etapas de su misión: «Reúne a los ancianos de Israel... diles... ellos escucharán tu voz... irás con los ancianos de Israel donde el rey de Egipto... le diréis...» Del principio al final se trata de realizar un plan que no es suyo. Le son indicadas las acciones que debe llevar a cabo y las palabras que debe transmitir. Moisés es totalmente y solamente el enviado de Dios, el profeta, el instrumento.

Pero lo que más llama la atención es que Dios le manifiesta incluso las dificultades que encontrará en su misión: «Ya sé yo que el rey de Egipto no os dejará ir...» Moisés queda así perfectamente equipado para su misión. Ni siquiera las dificultades deberán sorprenderle o desconcertarle. De antemano sabe que existirán. Y, lo que es más importante, sabe que Dios las tiene previstas, que forman parte incluso de su plan, que no escapan de la omnisciencia y de la omnipotencia del Señor. Dios cuenta con ellas para llevar a cabo su plan, que se realizará infaliblemente, irrevocablemente: «Yo extenderé mi mano y heriré a Egipto con toda suerte de prodigios que obraré en medio de ellos y después os dejará salir». El plan de Dios se realizará ciertamente, pero no por el camino más recto... según la lógica humana.

21-22

Chocan estos versículos que suenan a venganza. Y sin embargo, nada tienen de eso, pues son iniciativa y acción de Dios mismo («Yo haré que este pueblo halle gracia...»). También forman parte de su plan. En realidad están anunciando una de las características de la acción de Dios que hace justicia volviendo del revés las situaciones: «Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos» (Lc 1,52-53). «Los últimos serán primeros y los primeros, serán últimos» (Mt 20,16).

domingo, 26 de agosto de 2012

JOHN H NEWMAN: AGUSTÍN, UNA SEÑALADA CONQUISTA DE LA GRACIA

Permitidme hablaros de otra señalada conquista de la gracia divina en edad tardía, y apreciaréis cómo hace Dios un confesor, un santo y doctor de su Iglesia a partir del pecado y la herejía juntos. No bastaba que el padre de las escuelas cristianas de Occidente, autor de mil obras y campeón de la gracia fuera un pobre esclavo de la carne, sino que era también víctima de un intelecto equivocado. El mismo que por encima de otros iba a exaltar la gracia de Dios experimentó como pocos la impotencia de la naturaleza. Agustín, que no tomaba en serio su alma ni se preguntaba cómo podría limpiase el pecado, se aplicó a disfrutar de la carne y el mundo mientras le duraba su juventud y la fuerza, aprendió a juzgar sobre todo lo verdadero y lo falso mediante su capricho personal y su fantasía, despreció a la Iglesia Católica, que hablaba demasiado de fe y sumisión, hizo de su propia razón la medida de todas las cosas, y se adhirió a una secta pretendidamente filosófica e ilustrada, ocupada en corregir las vulgares nociones católicas sobre Dios, Cristo, el pecado, y el camino de la salvación. En esta secta permaneció varios años, pero lo que pretendió no le satisfizo. Le agradó por un tiempo, hasta que descubrió entonces que no había encontrado la verdad y se preguntaba dónde hallaría y quién le llevaría hasta ella.

¿Por qué no entró enseguida en la Iglesia Católica?. Porque aunque no veía la verdad en ningún otro sitio, aún no estaba seguro de que se encontraba allí. Imaginaba algo como estrechez e irracionalidad en la doctrina católica, sencillamente porque no poseía el don de la fe. Un gran conflicto se inició en su interior: el conflicto de la naturaleza con la gracia, de la naturaleza -la carne y la falsa razón- contra la conciencia y la voz del espíritu divino, que le invitaban a cosas mejores. A pesar de hallarse todavía en pecado, Dios le visitaba y concedía los frutos de influencias saludables que a la larga iban a salvarle. Pasó el tiempo; y mirándole como su ángel guardián podía hacerlo, se diría que a pesar de mucha resistencia a la gracia y encontrarse todavía alejado de Dios, el favor divino se abría paso en su alma, y él se aproximaba a la Iglesia. No lo sabía, no era capaz de examinarse a sí mismo, pero un intenso interés hacia él y una alegría particular crecía entre los habitantes del cielo. Finalmente entró en contacto con un gran santo, y aunque al principio pretendía no reconocerle como tal, su atención se detuvo en él, y no pudo evitar de aproximársele más y más. Comenzó a observarle, a pensar en él, a preguntarse si aquel hombre virtuoso era feliz. Aparecía con frecuencia en la Iglesia para oírle predicar, y un día se animó a pedirle consejo sobre el camino que buscaba. Se le planteó entonces un conflicto final con la carne.

Era duro, muy duro, abandonar por siempre satisfacciones de años. ¿Cómo podría arrancarse del atractivo pecado y andar el camino severo que lleva al cielo?. Pero la gracia de Dios le atrajo con mayor fuerza, y le convenció a la vez que le vencía. Convenció a su razón y prevaleció sobre él. Y el que sin ella habría vivido y muerto como hijo de las tinieblas, llegó a ser bajo su poder admirable un ejemplo vivo de santidad y verdad.

¿Verdad que este hombre se encontraba mejor equipado que cualquier otro para persuadir a sus hermanos, como él mismo había sido persuadido, y predicar la doctrina que antes había despreciado?

No es que el pecado sea mejor que la obediencia, o el pecador sea mejor que el justo. Pero Dios, en su misericordia, usa el pecado contra el pecado mismo, convierte las faltas pasadas en un beneficio presente; mientras borra el pecado y debilita su poder, lo deja en el penitente de modo que éste, conocedor de sus artimañas, sepa atacarlo con eficacia cuando lo descubre en otros hombres; mientras Dios con su gracia limpia el alma como si nunca se hubiera manchado, le concede con ternura y compasión hacia los demás pecadores y una experiencia sobre cómo ayudarlos, mayores que si nunca hubiera pecado; finalmente, en esos casos extraordinarios a los que me he referido, nos presenta, para nuestra instrucción y consuelo, lo que puede obrar a favor del hombre más culpable que acuda sinceramente a El en busca de perdón y remedio. La magnanimidad y el poder de la gracia no conocen límite. El hecho de sentir dolor por nuestros pecados y suplicar el perdón de Dios es como una señal presente en nuestros corazones de que Él nos concederá los dones que le pedimos. En su poder está hacer lo que desea en el espíritu del hombre, porque es infinitamente más poderoso que el malvado espíritu al que se ha vendido el pecador, y puede expulsarle del alma.
(Tomado de Discursos sobre la fe; Ediciones Rialp, S.A, pág.80-83)

sábado, 25 de agosto de 2012

RANIERO CANTALAMESSA: EL CONCILIO VATICANO II VUELVE A DESCUBRIR LOS CARIMAS


En uno de los documentos más importantes del concilio Vaticano II, se lee:


El l mismo Espíritu Santo no solamente santifica y dirige al dpueblo de Dios por los sacramentos y los ministerios y lo enriquece con las virtudes, sino que "distribuyéndolas a cada uno según quiere" (1 Cor 12,11), reparte entre los fieles gracias de todo género, incluso especiales, con que los dispone y prepara para realizar variedad de obras y de oficios provechosos para la renovación y una más amplia edificación de la Iglesia según aquellas palabras: "A cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad" (1 Cor 12,7). Estos carísmas, tanto los extraordinarios como los más sencillos y comunes, por el hecho de que son muy conformes y útiles a las necesidades de la Iglesia, hay que recibirlos con agradecimiento y consuelo"

Para valorar adecuadamente el alcance renovador de este texto, hay que saber lo que pasó, en realidad, con los carismas después de su tumultosa aparición en los comienzos de la Iglesia. Los carismas no desaparecieron de la vida de la Iglesia, sino más bien de su teología. Si recorremos la historia de la Iglesia, recordando las diferentes listas de carismas enumeradas en el Nuevo Testamento, tenemos que llegar a la conclusión de que, exceptuando quizá el "don de lenguas" y el "don de interpretarlas", ninguno de los carismas se perdió del todo. La historia de la Iglesia está llena de evangelizadores carismáticos, de dondes de sabiduría y conocimiento (baste pensar en los doctores de la Iglesia), de historias de curaciones milagrosas, de hombres dotados de espíritu de profecía o de discernimiento de los espíritus, por no hablarde otros dones como visiones, arrobamientos, éxtasis, iluminaciones, que también se cuentan entre los carismas.

La historia está salpicada también de "despertares" carismáticos, es decir, de épocas que se han caracterizado por unas manifestaciones particulares intensas de dones y operaciones del Espíritu: la época de los mártires; la explosión del monacato (que es un fenómeno carismático, antes que ascético); la primera evangelización de Europa; la misión entre los pueblos eslavos, que fue marcada por abundantes dones y carismas; el movimiento franciscano y el increíble florecimiento de las órdenes religiosas, cada una de las cuales se remite con razón al "carisma" de su fundador. Pío XII no se equivocó al afirmar que en la Iglesia nunca han faltado, ni podrán faltar, "personas dotadas de dones prodigiosos". Así como nadie puede impedir que el viento sople donde quiere, del mismo modo nadie puede impedir que el Espíritu derrame sus dones como quiere.

Entonces, ¿dónde está la novedad que nos permite hablar de un despertar de los carismas en nuestro siglo? ¿Qué era lo que faltaba antes? Lo que ocurrió fue que los carismas, cuyo sentido era la comunidad, la utilidad común y la organización de la iglesia, fueron progresivamente confinados al ámbito privado y personal. Ya no entraban en la formación de la Iglesia, que se consideraba "más que garantizada por la existencia de la sagrada jerarquía".

La identidad personal de Jesús en los Evangelios nace de dos relaciones fundamentales: su relación de Hijo con respecto al Padre, caracterizada por la obediencia, y su relación con el Espíritu, de la que viene la autoridad, la libertad y el poder en su misión. El Espíritu carismático -que le confiere la unción mesiánica para llevar la Buena Nueva a los pobres y sanar a los corazones afligidos, con el que expulsa a los demonios y que le hace "sobresaltarse" de gozo en la oración - no es, por tanto, un accesorio en la misión de Jesús: es algo constitutivo.

Tampoco en la vida de la comunidad cristiana los carismas eran hechos privados, una añadidura o un lujo: eran los que, junto con la autoridad apostólica, dibujaban el perfil de la comunidad. La comunidad vivía de las mismas dos relaciones fundamentales de Jesús: con el Padre, sentido como Abbá, y con el Espíritu, que daba libertad y poder. Pero no lo hacía independientemente de Jesús, como si éste fuera sólo un modelo, sino teniendo en él la fuente de todo y participando en su relación única con el Padre y con el Espíritu.

La tesis según la cual la Iglesia primitiva es una comunidad preferentemente carismática, en la que la misión del apóstol se limita a organizar los carismas que, por sí solos, proveen, con su interacción, a la vida y a la expansión de la comunidad, no se sostiene. Quien diga esto, comete un erro fundamental de método. Sitúa en el origen, convirtiéndola en algo absoluto, la visión paulina de una comunidad esencialmente carismática, y después considera todo el desarrollo posterior de la comunidad cristiana como un progresivo abandono y un "debilitamiento" de esa visión, que se concluiría con el triunfo del "proto-catolicismo" en las cartas pastorales.

Dicho esto, hay que reconocer, sin embargo, que muy pronto, por varios motivos, el equilibrio entre ambas situaciones -la del ministerio y la del carisma- se perdió a favor del ministerio. El carisma empieza a ser conferido con la ordenación, y ya está. Un elemento determinante fue el surgir de las primeras falsas doctrinas, sobre todo las doctrinas gnósticas. Fue este hecho lo que hizo inclinar cada vez más el fiel de la balanza hacia los que ejercían el ministerio, es decir, los pastores. Otro acontecimiento fue la crisis del movimiento profético difundido por Montano en Asia Menor en el siglo II, que sirvió para desacreditar aún más un cierto tipo de entusiasmo carismático colectivo.

De este hecho fundamental derivan todas las consecuencias negativas respecto a los carismas. Los carismas empiezan a ser marginados de la vida de la Iglesia. Se tiene noticia, todavía durante algún tiempo, de que algunos de ellos persisten, aquí y allí. San Ireneo, por ejemplo, dice que en su época sigue habiendo "muchos hermanos de la Iglesia que tienen carismas proféticos, hablan todas las lenguas, manifiestan los secretos de los hombres por su bien y explican los misterios de Dios". Pero es un fenómeno que se va agotando. Desaparecen sobre todo esos carismas cuyo ejercicio estaba en el culto y la vida de la comunidad, como el hablar inspirado y profético y la glosolalia. La profecia se reduce al carisma del magisterio, que consiste en interpretar la revelación de manera auténtica e infalible.

Otra consecuencia inevitable es la clericalización de los carismas. Ligados a la santidad personal, acaban por ser asociados casi siempre a los representantes habituales de la misma, a saber: los pastores, los monjes, los religiosos. Desde el ámbito de la eclesiología, los carismas pasan al de la hagiografía.

JUAN PABLO II: LA MISIÓN DE LOS ÁNGELES



1. Según la Sagrada Escritura, los ángeles, en cuanto criaturas puramente espirituales, se presentan a la reflexión de nuestra mente como una especial realización de la 'imagen de Dios', Espíritu perfectísimo, como Jesús recuerda a la mujer samaritana con las palabras; 'Dios es espíritu' (Jn 4, 24).Los ángeles son, desde este punto de vista, las criaturas más cercanas al modelo divino. El nombre que la Sagrada Escritura les atribuye indica que lo que más cuenta en la Revelación es la verdad sobre las tareas de los ángeles respecto a los hombres: ángel (angelus) quiere decir, en efecto, 'mensajero'. El término hebreo 'malak' -mélk-, usado en el Antiguo Testamento, significa más propiamente 'delegado' o 'embajador'.Los ángeles, criaturas espirituales, tienen función de mediación y de ministerio en las relaciones entre Dios y los hombres. Bajo este aspecto la Carta a los Hebreos dirá que a Cristo se le ha dado un 'nombre', y por tanto un ministerio de mediación, muy superior al de los ángeles (Cfr. Heb 1, 4).

2. El Antiguo Testamento subraya sobre todo la especial participación de los ángeles en la celebración de la gloria que el Creador recibe como tributo de alabanza por parte del mundo creado.Los Salmos de modo especial se hacen intérpretes de esa voz cuando proclaman, p.e.: 'Alabad al Señor en el cielo, alabad al Señor en lo alto. Alabadlo, todos sus ángeles.' (Sal 148, 1-2).De modo semejante en el Salmo 102: 'Bendecid a Yahvéh vosotros sus ángeles, que sois poderosos y cumplís sus órdenes, prontos a la voz de su palabra' (Sal 102, 20). Este último versículo del Salmo 102 indica que los ángeles toman parte, a su manera, en el gobierno de Dios sobre la creación, como 'poderosos ejecutores de sus órdenes' según el plan establecido por la Divina Providencia.A los ángeles está confiado en particular un cuidado y solicitud especiales por los hombres, en favor de los cuales presentan a Dios sus peticiones y oraciones, como nos recuerda, p.e., el Libro de Tobías (Cfr. especialmente Tob 3, 17 y 12, 12), mientras el Salmo 90 proclama: 'a sus ángeles ha dado órdenes. te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra'(Cfr. Sal 90, 1-12). Siguiendo el libro de Daniel, se puede afirmar que las funciones de los ángeles como embajadores del Dios vivo se extienden no sólo a cada uno de los hombres y a aquellos que tienen funciones especiales, sino también a enteras naciones (Dan 10, 13-21).

3. El Nuevo Testamento puso de relieve las tareas de los ángeles respecto a la misión de Cristo como Mesías y, ante todo, con relación al misterio de la encarnación del Hijo de Dios, como constatamos en la narración de la anunciación del nacimiento de Juan Bautista (Cfr. Lc 1, 11), de Cristo mismo (Cfr. Lc 1, 26), en las explicaciones y disposiciones dadas a María y José (Cfr. Lc 1, 30-37; Mt 1, 20-21), en las indicaciones dadas a los pastores la noche del nacimiento del Señor (Cfr. Lc 2, 9-15), en la protección del recién nacido ante el peligro de la persecución de Herodes (Cfr. Mt 2, 13).Más adelante los Evangelios hablan de la presencia de los ángeles durante el ayuno de Jesús en el desierto a lo largo de 40 días (Cfr. Mt 4, 11) y durante la oración en Getsemaní (Cfr. Lc 22, 43). Después de la resurrección de Cristo será también un ángel, que se aparece en forma de un joven, quien dirá a las mujeres que habían acudido al sepulcro y estaban sorprendidas por el hecho de encontrarlo vacío: 'No os asustéis. Buscáis a Jesús Nazareno, el crucificado; ha resucitado, no está aquí. Pero id a decir a sus discípulos. '(Mc 16, 6-7). María Magdalena, que se ve privilegiada por una aparición personal de Jesús, ve también a dos ángeles (Jn 20, 12-17; cfr. también Lc 24, 4). Los ángeles 'se presentan' a los Apóstoles después de la desaparición de Cristo para decirles: 'Hombres de Galilea, ¿qué estáis mirando al cielo?. Ese Jesús que ha sido arrebatado de entre vosotros al cielo, vendrá como le habéis visto ir al cielo' (Hech 1, 11).Son los ángeles de la vida, de la pasión y de la gloria de Cristo. Los ángeles de Aquel que, como escribe San Pedro, 'está a la diestra de Dios, después de haber ido al cielo, una vez sometidos a El ángeles, potestades y poderes' (1 Pe 3, 22).

4. Si pasamos a la nueva venida de Cristo, es decir, a la 'parusía', hallamos que todos los sinópticos hacen notar que 'el Hijo del hombre. vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles' (así Mc 8, 38, Mt 16, 27 y 25, 31, en la descripción del juicio final; y Lc 9, 26; cfr. también San Pablo, 2 Tes 1, 7).Se puede, por tanto, decir que los ángeles, como espíritus puros, no sólo participan en el modo que les es propio de la santidad del mismo Dios, sino que en los momentos clave, rodean a Cristo y lo acompañan en el cumplimiento de su misión salvífica respecto a los hombres. De igual modo también toda la Tradición y el Magisterio ordinario de la Iglesia ha atribuido a lo largo de los siglos a los ángeles este carácter particular y esta función de ministerio mesiánico.

viernes, 24 de agosto de 2012

ENCUENTROS CON JESÚS 25 DE AGOSTO 2012

 ENCUENTROS CON JESÚS
(TRIBUTO EN HONOR A MARÍA REINA DE LA PAZ)
                          25 DE AGOSTO

El tema del perdón siempre resulta urticante, Jesús no elude la complejidad del tema en virtud de su importancia para la vida cristiana.

Meditaremos el texto del diálogo que Jesús mantiene con Pedro y que sintetizamos en esta frase, que muestra claramente la exigencia del amor : "Setenta veces siete"
Para crecer en el amor a Dios y al prójimo hay que vivir el perdón y sus exigencias.
Te esperamos, retiro abierto y gratuito.

16 hs- Santo Rosario en honor de María Reina de la Paz (lectura de los mensajes)
16.40- Predicación Diác. Jorge Novoa.
17.20- Paseo con el Santísimo Sacramento.
18.00. Santa Misa (preside padre Sebastián).
Paseo con la imagen de la Reina de la Paz.
19.00. Oración con imposición de manos.

Anima musicalmente ministerio Hinneni (José Luis y alicia)

CAPILLA MARÍA REINA DE LA PAZ
25 DE AGOSTO- 16 HS- Bv Batlle y Ordoñez y Morelli (2 cuadras de 8 de octubre)

jueves, 23 de agosto de 2012

MONSEÑOR JAIME FUENTES: LA MISA DISCRIMINADA


  El verbo discriminar, según la Academia, tiene dos sentidos: seleccionar excluyendo es el primero; y, el otro,  dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc.

Si una persona o una institución discrimina, es objeto de merecidas sanciones. Si lo hace un organismo estatal, por motivos religiosos para más datos, ¿no pasa nada?

El viernes pasado di una conferencia en el Argentino Hotel de Piriápolis. Se trataba de un encuentro de familias, al que asistieron 150 matrimonios. Originalmente, esta actividad iba a tener lugar en el Parque de Vacaciones de UTE, a pocos kilómetros de Minas: hace meses, el Parque había ofrecido un buen precio y habían concertado realizar ahí el evento. Hasta aquí, todo normal.

Pero no fue así. Cuando los matrimonios organizadores ya tenían todo decidido, programado y anunciado, reciben una comunicación que venía desde la Dirección misma de UTE en Montevideo, en la que decían que no, que no se podía realizar esa actividad en el Parque. ¿Cuál era el motivo?

En el programa del encuentro, a una determinada hora estaba incluida la posibilidad de asistir a Misa, que se iba a celebrar en alguno de los varios locales que tiene el Parque. La Gerencia, como es natural, no había puesto ninguna objeción: iban a ocupar el hotel 300 personas durante un fin de semana, y sería una muy buena entrada económica; si quieren ofrecer sesiones de lectura del Corán o hacer meditación trascendental o celebrar Misa, ¿qué más da?

Se ve que sí, que da. Ante la negativa de los superiores, la Gerencia del Parque se preocupó de pensar en otras alternativas (contratar ómnibus por cuenta suya para que pudieran venir a Misa a Minas, por ejemplo), tan bien intencionadas como insólitas, si se piensa con un poco de sentido común. Lo que estaba firme, por órdenes de arriba, era que Misa, en el Parque, no.

Los organizadores se movieron, le dijeron chau al Parque  y contrataron el Argentino Hotel, encantado de poner a disposición lo mejor para recibir a 150 matrimonios.¿Es o no es discriminación por motivos religiosos lo que hizo UTE? ¿Intervendrá la Justicia?

Un recuerdo para terminar. En 1998, durante la visita del papa Juan Pablo II a Cuba, el P. José Luis Ponte y yo (él había ido enviado por una revista española; yo, por radio Nuevo tiempo), celebramos Misa en el hotel Habana Libre, donde funcionaba la sala de prensa. Sólo recibimos facilidades, por parte del hotel, para prepararla y celebrarla. Además de periodistas, asistieron varias empleadas y empleados del hotel que, al terminar la Misa, no paraban de darnos las gracias: estaban felices. Fue en el hotel Habana Libre, repito.       

lunes, 20 de agosto de 2012

ORACIÓN DE SAN BERNARDO A LA VIRGEN MARÍA


Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir, que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. 

Animado con esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh Madre, Virgen de las vírgenes!, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a aparecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, ¡oh Madre de Dios!, mis humildes súplicas, antes bien, inclinad a ellas vuestros oídos y dignaos atenderlas favorablemente. Amén.

domingo, 19 de agosto de 2012

JUAN PABLO II: LA CAÍDA DE LOS ÁNGELES MALOS


La caída de los ángeles malos (23.VII.86)

1. Proseguimos hoy nuestra catequesis sobre los ángeles, cuya existencia, querida por un acto del amor eterno de Dios, profesamos (.).En la perfección de su naturaleza espiritual, los ángeles están llamados desde el principio, en razón de su inteligencia, a conocer la verdad y a amar el bien que conocen en la verdad de modo mucho más pleno y perfecto que cuanto es posible al hombre. Este amor es el acto de una voluntad libre, por lo cual también para los ángeles la libertad significa posibilidad de hacer una elección en favor o en contra del Bien que ellos conocen, esto es, Dios mismo.Hay que repetir aquí lo que ya hemos recordado a su debido tiempo a propósito del hombre: creando a los seres libres, Dios quiere que en el mundo se realice aquel amor verdadero que sólo es posible sobre la base de la libertad. El quiso, pues, que la criatura, constituida a imagen y semejanza de su Creador, pudiera de la forma más plena posible, volverse semejante a El: Dios, que 'es amor'. Creando a los espíritus puros, como seres libres, Dios, en su Providencia, no podía no prever también la posibilidad del pecado de los ángeles. Pero precisamente porque la Providencia es eterna sabiduría que ama, Dios supo sacar de la historia de este pecado, incomparablemente más radical, en cuanto pecado de un espíritu puro, el definitivo bien de todo el cosmos creado

2. De hecho, como dice claramente la Revelación, el mundo de los espíritus puros aparece dividido en buenos y malos. Pues bien, esta división no se obró por la creación de Dios, sino en base a la propia libertad de la naturaleza espiritual de cada uno de ellos. Se realizó mediante la elección que para los seres puramente espirituales posee un carácter incomparablemente más radical que la del hombre y es irreversible, dado el grado de intuición y de penetración del bien, del que está dotada su inteligencia.A este respecto se debe decir también que los espíritus puros han sido sometidos a una prueba de Carácter moral. Fue una opción decisiva, concerniente ante todo a Dios mismo, un Dios conocido de modo más esencial y directo que lo que es posible al hombre, un Dios que había hecho a estos seres espirituales el don, antes que al hombre, de participar en su naturaleza divina.

3. En el caso de los espíritus puros la elección decisiva concernía ante todo a Dios mismo, primero y sumo Bien, aceptado y rechazado de un modo más esencial y directo del que pueda acontecer en el radio de acción de la libre voluntad del hombre. Los espíritus puros tienen un conocimiento de Dios incomparablemente más perfecto que el hombre, porque con el poder de su inteligencia, no condicionada ni limitada por la mediación del conocimiento sensible, ven hasta el fondo la grandeza del Ser infinito, de la primera Verdad, del sumo Bien. A esta sublime capacidad de conocimiento de los espíritus puros Dios ofreció el misterio de su divinidad haciéndoles participes, mediante la gracia, de su infinita gloria.Precisamente en su condición de seres de naturaliza espiritual, había en su inteligencia la capacidad, el deseo de esta elevación sobrenatural a la que Dios les había llamado, para hacer de ellos, mucho antes que del hombre, 'partícipes de la naturaleza divina', partícipes de la vida íntima de Aquel que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, de Aquel que, en la comunión de las tres Divinas Personas, 'es Amor'.Dios había admitido a todos los espíritus puros, antes y en mayor grado que al hombre, a la eterna comunión de Amor

.4. La opción realizada sobre la base de la verdad de Dios, conocida deforma superior dada la lucidez de sus inteligencias, ha dividido también el mundo de los espíritus puros en buenos y malos.Los buenos han elegido a Dios como Bien supremo y definitivo, conocido a la luz de la inteligencia iluminada por la Revelación. Haber escogido a Dios significa que se han vuelto a El con toda la fuerza interior de su libertad, fuerza que es amor. Dios se ha convertido en el objetivo total y definitivo de su existencia espiritual.Los otros, en cambio, han vuelto la espalda a Dios contra la verdad del conocimiento que señalaba en Él el Bien total y definitivo. Han hecho una elección contra la revelación del misterio de Dios, contra su gracia, que los hacía partícipes de la Trinidad y de la eterna amistad con Dios, en la comunión con El mediante el amor. Basándose en su libertad creada, han realizado una opción radical e irreversible, al igual que la de los ángeles buenos, pero diametralmente opuesta: en lugar de una aceptación de Dios, plena de amor, le han opuesto un rechazo inspirado por un falso sentido de autosuficiencia, de aversión y hasta de odio, que se ha convertido en rebelión.

5. Cómo comprender esta oposición y rebelión a Dios en seres dotados de una inteligencia tan viva y enriquecidos con tanta luz? ¿Cuál puede ser el motivo de esta radical e irreversible opción contra Dios, de un odio tan profundo que puede aparecer como fruto de la locura?.Los Padres de la Iglesia y los teólogos no dudan en hablar de 'ceguera', producida por la supervaloración de la perfección del propio ser, impulsada hasta el punto develar la supremacía de Dios que exigía, en cambio, un acto de dócil y obediente sumisión. Todo esto parece expresado de modo conciso en las palabras '"No te servire !2, 20), que manifiesta el radical e irreversible rechazo de tomar parte en la edificación del reino de Dios en el mundo creado. 'Satanás', el espíritu rebelde, quiere su propio reino, no el de Dios, y se yergue como el primer 'adversario' del Creador, como opositor de la providencia, como antagonista de la amorosa sabiduría de Dios.De la rebelión y del pecado de Satanás, como también del pecado del hombre, debemos concluir acogiendo la sabia experiencia de la Escritura, que afirma: 'En el orgullo está la perdición' (Tob 4, 14).

miércoles, 15 de agosto de 2012

DIÁCONO JORGE NOVOA: LA MUJER VESTIDA DE SOL

El capítulo 12, narra  uno de los nudos centrales del libro, allí aparece una mujer vestida de sol, y frente a ella , asechando la vida que custodia la mujer, está el Dragón.






domingo, 12 de agosto de 2012

QUÉ ES LA MARIOLOGÍA?

La ciencia que trata de Santa María Virgen ha sido designada, en el transcurso del tiempo, con diversos nombres. Algunos, como San Alberto Magno, la llamaron Mariale; otros prefirieron el nombre de Theología Mariana; otros la designaron como Theotokología, que significa, tratado sobre la Madre de Dios; otros simplemente la llaman Mariología, título más común y que ha prevalecido hasta nuestros días.


Definición etimológica
El término Mariología está formado por las palabras griegas MIRIAM (María) y LOGOS (tratado o ciencia), por lo que, etimológicamente, significa *`tratado o ciencia sobre la Virgen María".

Definición real
Mariología es aquella parte de la Teología que estudia a María como Madre de Dios y Madre de los hombres, según los principios de la Revelación divina.

Decimos: "aquella parte de la Teología", pues entre la Mariología y la Teología media una relación como de la parte al todo. Lo cual significa que se estudia a la Santísima Virgen María -dentro de la Teología- de manera sistemática, en virtud del papel único y singular que le corresponde en la realización y consumación de la Obra redentora de su Hijo.

El centro de la Teología lo constituye Cristo -la Redención del género humano hecha por Nuestro Señor Jesucristo-, Segunda Persona de la Santísima Trinidad, encarnado en el seno virginal de María. Por éste motivo Ella queda vinculada al centro mismo de la Teología, dando lugar a la Mariología, donde se estudia a María y la función específica que desempeña en la Obra de la Redención.

Decimos también "que estudia a María como Madre de Dios y Madre de los hombres", para expresar con ello el objeto mismo de la Mariología; es decir, estudia a la Virgen como criatura singular y privilegiada, asociada íntimamente a la persona y a la Obra de su Hijo y, a la vez, por la relación espiritual que tiene con todos los hombres.

Finalmente decimos "según los principios de la divina Revelación". Con esto se indica el método de estudio. La Mariología, como parte de la ciencia teológica, toma también sus principios de la Fuente de la Revelación; es decir, de la Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición, las cuales han sido entregadas y confiadas para su custodia y auténtica interpretación al Magisterio de la Iglesia.

Se llama método al camino o modo de proceder que tiene una ciencia para alcanzar su objeto. El método de la Mariología es el mismo de la Teología; esto es, el modo de proceder propio de la investigación y comprensión de la verdad revelada. Este modo de proceder es triple: inductivo, deductivo y apologético.

MARÍA EN AGOSTO PARA LA FE ORTODOXA












Por más que en este mismo mes se celebre la gran fiesta de la Transfiguración de Cristo, agosto es el mes de la Madre de Dios por excelencia. Porque no es sólo la fiesta del 15 de agosto con la Dormición de la Madre de Dios, la que caracteriza a todo el mes. Desde el día 1 en todas las Iglesias se canta la Paraclesis o Súplica a la Madre de Dios y los fieles ayunan hasta el día de la Gran Fiesta, la última de las solemnidades del Año Eclesiástico.

jueves, 9 de agosto de 2012

HANS URS VON BALTHASAR: DOMINGO XIX (B)


Levántate y come. De nuevo encontramos en el Evangelio una parte del discurso en el que Jesús promete la Eucaristía a los suyos, y en la primera lectura una maravillosa imagen veterotestamentaria que la prefigura. El profeta Elías está a punto de desfallecer física y espiritualmente: todo lo que ha hecho le parece inútil, solo desea la muerte. Entonces se le ofrece en medio del desierto un alimento milagroso: un pan cocido y una jarra de agua. Y este maravilloso don se le impone: debe comer, pues de lo contrario no podrá soportar el largo camino que resta hasta el monte del Señor. Con la fuerza de aquel alimento, pudo caminar, durante cuarenta días y cuarenta noches. Cuando Elías está a punto de sucumbir, cuando cree que ha llegado el final, la comida que Dios le ofrece le hace capaz de convertir este final en un nuevo comienzo. NO por propia iniciativa, sino por obediencia. Pero lo que Jesús ofrece en el Evangelio y exige desde entonces es mucho más. Lo que aconteció al profeta debe ayudarnos a ver el don y la exigencia de Jesús como algo no imposible.

El pan que yo daré es mi carne. Jesús dice que Él es el verdadero pan del cielo (en lugar del maná). Pero, ¿quién puede creerse esto cuando todo el mundo conoce a su padre y a su madre, que demuestran que no procede del cielo? Jesús no remite aquí a sí mismo, a sus palabras y a sus milagros, sino al Padre. Al Dios en el que hay que creer y que conduce , a los que escuchan lo que dice y aprenden verdaderamente de Él, al Hijo. A ese hijo que es el único que conoce verdaderamente al Padre, el único que puede revelar su esencia y llevar su vida eterna. El mana al que habían aludido los judíos en modo alguno podría revelar al Padre como vida eterna, pues los que lo comieron murieron. Pero ahora que el Padre lleva al Hijo y el Hijo lleva al Padre, ahora que el Padre se da a sí mismo en el Hijo y que el Hijo en su auto donación revela el amor del Padre, la muerte terrena no tiene poder ni significación alguna, la vida eterna es infinitamente superior a la muerte corporal. Y para que estas palabras no sean consideradas por sus oyentes como una fantasía espiritual Jesús declara para terminar: “El pan que yo daré es mi carne. Este cuerpo, que cuando sea entregado se convertirá en pan para la vida del mundo, es tan realmente palpable como realmente palpables fueron para Elías el pan cocido y la jarra de agua que aparecieron milagrosamente a su lado en el desierto.

DIÁCONO JORGE NOVOA: APÁRTATE DE Mí SATANÁS...


Pedro quiere salvar a Jesús, no quiere que vaya en dirección de Jerusalén, y por lo tanto, trata de detenerlo. Jesús lo reprenderá duramente llamándolo Satanás. Ha encarnado en sus decisiones los pensamientos contrarios a los de Dios..Nosotros también en nuestra vida podemos seguir la voz del Malignio, que se nos propone bajo apariencia de bien... Escuchá la predicación y orá con nosotros. Dios te bendiga.

lunes, 6 de agosto de 2012

DIÁCONO JORGE NOVOA: HOMBRE DE POCA FE PORQUE DUDASTE? (Mt 14, 22-32) Programa "Si tú supieras" AM 770 Radio Oriental - Montevideo- Uruguay

Pedro pide al Señor caminar sobre las aguas, y éste, lo invita a ir hacia él. A medida que avanza, comienza a retirar su mirada del Señor para depositarla en las realidades que lo amenazan, y comienza a hundirse. Jesús es quien te sostiene en las tribulaciones y sufrimientos. No dejes de verlo a Él!!!



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viernes, 3 de agosto de 2012

CARDENAL TARCISIO BERTONE: OCHO TESIS FUNDAMENTALES SOBRE LA SITUACIÓN DE LOS DIVORCIADOS VUELTOS A CASAR


Elementos esenciales de la doctrina magisterial

En la presentación sistemática de los elementos esenciales de la doctrina del Magisterio en lo referente a la pastoral de los fieles divorciados vueltos a casar, comenzamos por el texto que tiene mayor autoridad en la materia, es decir, por la Exhortación post-sinodalFamiliaris consortio FC ). Luego nos referimos al Catecismo de la Iglesia Católica (Catecismo ) y a la Carta sobre la recepción de la Comunión eucarística por parte de los fieles divorciados vueltos a casar Carta ). Para facilitar la comprensión, vamos a resumir la doctrina en ocho tesis fundamentales.