Los presbíteros son ante todos "pastores". Así se lo recomendó el Señor al mismo Simón ( Jn 21,15-17) y así lo enseñó igualmente. Pablo a los presbíteros de Éfeso (He 20,28; Ef 4,11). En el AT se hallan ideas semejantes: apacentar, significa soberanía de rey y guía comprensiva (Is 44,28; Zac 11,4-7; Ez 34,13; Jn 10,4). Proporcionará a su rebaño del alimento espiritual, como Jesús que se compadecía de las multitudes y las instruía, pues se hallaban "como ovejas sin pastor"(Mc 6,34). Pero con especial solicitud se cuidará de los pequeños y de los débiles y buscará a los extraviados. Más aún, a ejemplo de Cristo ha de estar dispuesto a dar la vida por sus ovejas.
El encargo general de apacentar el rebaño de Dios se desarrolla en tres exhortaciones particulares. Cada vez se contrapone la imagen del buen pastor a la del malo. Deben, pues, vigilar al rebaño no con criterios humanos, sino según Dios, libremente y no por coacción; no por intereses económicos- si bien el pastor tiene derecho a vivir de su trabajo ( He 20,33-34, I Cor 9,7-14; II Cor 12,13-18; I Tim 5,17-18)- sino con entrega de corazón; sin prepotencia, sabiendo que es una encomienda recibida de parte de Dios ( Mt 20,25-28; 23,8; II Cor 1,24; 4,5; I Tes 2,7); siendo ejemplo para toda la grey ( Fil 3,17; I Cor 4,16; Tit 2,7).
El Pastor por excelencia, es Cristo (Lc 15,3-7; Mt 9,36;26,31;Jn 10,1-18), quien premiará a los buenos pastores con una corona inmarcesible ( I Cor 9,25). El título de "Mayoral" dado a Cristo sólo aparece en este texto. El título de Mayoral designa una profesión. El Mayoral recibe sus encargos de un señor rico que posee grandes rebaños. En el ejercicio de su función le ayudarán otros pastores que están bajo su vigilancia. El Mayoral es el pastor de las ovejas y recompensará conforme a la solicitud para con el rebaño. El apóstol no se detiene en la imagen escueta de una Mayoral que paga el sueldo a sus pastores auxiliares, sino que pasa a la imagen regia de la coronación.
Aquí confluyen todas las representaciones de alegría, de triunfo y de realeza. Pedro propone a los pastores que sean hallados fieles una corona. Esta corona de flores es símbolo de la gloria imperecedera de Dios, de la que ellos mismos serán partícipes.
(5) A los jóvenes, naturalmente inquietos, el apóstol les recomienda que sean sumisos a los ancianos. La subordinación de los jóvenes a los ancianos, tan difícil en todos los tiempos, la ve Pedro con los ojos de la fe. Así no es una humillación, sino una posibilidad de poner en práctica el primer y el segundo mandato, el del amor de Dios.
En seguida, en una serie de cinco frases Pedro exhorta a los fieles a la práctica de virtudes cristianas. El apóstol depende tanto de su tradición bíblica como de las enseñanzas de su Maestro.
(5b-8) En primer término aparece la humildad, virtud muy importante encarecida por Jesús, y de la que dio eximio ejemplo ( Fil 2,7-8; Pro 3,34 LXX, Job 22,29; Mt 23,12;Lc 14,11;18,14; Stgo 4,6.10).El humilde es agradable a Dios y semejante a Cristo.
El apóstol piensa en otra manera de humillación. Ésta recibe su nota especial de la imagen de la poderosa mano de Dios "La poderosa mano de Dios" recuerda tanto las hazañas del Éxodo ( Ex 3,19; 6,1) como la educación que Dios imparte a su pueblo ( Job 30,21;Sal 32,4).
Invita luego a sus fieles a poner su confianza en Dios, confiándole a él todas las preocupaciones (Sal 55,22). Se siente el eco del Sermón de la Montaña (Mt 6,25-34). En seguida les recomienda sobriedad y vigilancia (Mt 24,42; I Tes 5,6).
Después pone en guardia contra las asechanzas del Diablo, Satanás, que ronda como "león rugiente", buscando a quien devorar (Sal 22,14;II Tim 4,17). Para ello, los invita a fortalecer la fe (Ef 6,11-13; Stgo 4,7). Por todas partes la situación de sufrimiento de los cristianos es igual: ante las pruebas, hay que resistir a las tentaciones de Satanás y permanecer fuertes en la fe.
Pedro concluye sus exhortaciones con una fórmula litúrgica, recordando a los creyentes la gracia fundamental de su llamamiento a la gloria eterna en Cristo y asegurándoles el auxilio divino en los padecimientos ( I Tes 2,12; II Cor 4,17; Rom 8,17-18).
(12-14) En la hipótesis de que Pedro fuera el autor de la carta, estas frases últimas de la carta podrían venir de la mano misma del apóstol ( II Tes 3,17;I Cor 16,21;Gál 6,11). Pedro ha escrito su carta sirviéndose de Silvano ( I Tes 1,1; I Cor 1,19). Lo que Pedro ha querido es enviar a los cristianos una "exhortación" y un "testimonio", invitándolos a perseverar en la gracia de la fe que han recibido.
El autor de la epístola escribe desde la iglesia de Roma, designada aquí mediante el criptograma "Babilonia" ( Ap 14,8). Todas las iglesias son elegidas de Dios. La gracia de la "elección" tiene como fundamente el amor de Dios.
Marcos es Juan Marcos originario de Jerusalén ( He 12,12-17)
"El beso de amor" es el saludo fraterno que utiliza en la liturgia ( I Cor 16,20; Ro 16,16). Finalmente, el deseo que lo resume todo, para la mentalidad judía, la paz.
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