Juan Pablo II es el mismo en público y en privado, “transparente, sincero, íntegro”.
Así es como el portulador de la causa de beatificación, monseñor Slawomir Oder, califica al Juan Pablo II que emerge de los 114 testimonios escuchados para la instrucción de la causa.
El libro publicado en italiano por Rizzoli “Por qué es santo. El verdadero Juan Pablo II explicado por el postulador de la causa de beatificación” fue presentado este martes en Roma por monseñor Slawomir Oder, postulador, y por el autor, Saverio Gaeta, con una intervención especial del prefecto emérito de la Congregación para las Causas de los Santos, el cardenal José Saraiva Martins.
Pero en este momento, ¿en qué punto se encuentra la causa?
El pasado 19 de diciembre, Benedicto XVI firmó el decreto de la Congregación que reconoce las virtudes heroicas humanas y cristianas del Papa Wojtyla, el que se da para ostentar el título de “venerable”.
Las distintas comisiones (de médicos, de teólogos), explica monseñor Oder, examinan la curación extraordinaria ocurrida en Francia -en Aix en Provence, por intercesión de Juan Pablo II-, de la Hermana Marie Simon Pierre. Se trata de una religiosa de las Maternidades católicas que sufría la enfermedad de Parkinson, cuyos síntomas han desaparecido.
Si este “presunto milagro” es reconocido por la Congregación para las Causas de los Santos, el Papa Benedicto XVI podría decidir la beatificación. Por su parte, monseñor Oder destacó que la curación “francesa” ha sido escogida para ser presentada al examen de la Congregación romana, entre otras razones, por el hecho de la “simplicidad”, de la ausencia total de montaje de la persona curada en la carta escrita por la superiora a la postulación.
En esa carta, no había “nada inútil”, mientras que en otros casos se destaca primero la “santidad” de la persona curada. También por el hecho de que la religiosa sufría la misma enfermedad que el Papa Juan Pablo II, y finalmente porque su curación le permitirá reemprender su actividad al servicio de la vida naciente, una causa que Juan Pablo II tenía en el corazón.
Documentos inéditos
Lo que el libro aporta como novedad son los documentos inéditos procedentes de estos 114 testimonios. Se trata de documentos de los servicios secretos polacos, la mención de los servicios secretos italianos, la carta de dimisión en caso de incapacidad a causa de la enfermedad (en italiano), la carta abierta a Ali Agca nunca publicada (en polaco) y los testimonios sobre su vida mística.
Los servicios secretos polacos espiaron en efecto al sacerdote Karol Wojtyla, después al obispo en sus compromisos públicos y su vida privada, y fue así desde mayo de 1946 (incluso antes de su ordenación el 1 de noviembre de 1946).
Tras su nombramiento como auxiliar de Cracovia, la vigilancia se hizo más estricta. Y en los años sesenta, se dedicó toda una estructura a su vigilancia. Tras su elección, en 1978, el archivo que lo comunicaba a Varsovia se llenó con 18 cajas de documentos.
Pero los servicios eran demasiado optimistas: desean que la visión “amplia” de Roma haga descubrir al nuevo Papa “los grandes límites del capitalismo” y las “realidades del mundo subdesarrollado”, de manera que se dé cuenta así “de los valores del comunismo”.
Fue su chófer Jozef Mucha quien informó al arzobispo Wojtyla de la muerte de Juan Pablo I, que le causó una emoción intensa: una fuerte migraña le hizo anular un desplazamiento.
Él rogó largamente. “¿Qué es lo que el Señor quiere decirnos con esto?”, les dijo a los miembros de su secretariado. Antes de tomar el avión a Roma, su chófer le deseó que volviera pronto. “No lo sé”, respondió, “en un tono serio con un aire de tristeza”.
Cuando fue nombrado auxiliar de Cracovia, unos veinte años antes, su obispo, monseñor Eugeniusz Baziak lo tomó por el brazo y lo condujo a unos sacerdotes presentes en la sala de espera, diciendo: “Habemus Papam”...
Un testigo afirma que los servicios secretos italianos habían advertido al Vaticano, antes del atentado de 1981, que las “Brigadas Rojas” planeaban un “secuestro” del Papa. Esto podría explicar la frase sibilina pronunciada por Juan Pablo II en la ambulancia y comunicada por el cardenal Dziwisz: “Como para Bachelet...”: una víctima de este grupo terrorista italiano de extrema izquierda. Sus operaciones (atentados y asesinatos) causaron 415 muertos entre los años 1969 y 1988.
El perdón, don de Dios
Otro documento interesante, con fecha del 11 de septiembre de 1981, y que no ha sido publicado, quizás porque el proceso todavía está en curso, es la “Carta abierta a Ali Agca”, sugirió monseñor Oder.El 27 de diciembre de 1983, el Papa tuvo un largo encuentro con su agresor en la cárcel rumana de Rebibbia. Él destacó después que había querido reiterarle el perdón que ya le había dado “inmediatamente”.
Pero, comenta monseñor Oder, el Papa quiso insistir en el hecho de que este perdón, otorgado desde la ambulancia, el 13 de mayo de 1981, no era sólo un paso “afectivo”, “emotivo”, del momento, sino un “don de Dios” que formaba parte de su ministerio como Papa.
Él preparó esta carta para la catequesis del miércoles 21 de octubre de 1981. El texto fue hallado con una gran “X” trazada sobre él. Otro documento es un texto en italiano mecanografiado con los acentos tónicos marcados a mano, como si fuera un texto destinado a ser pronunciado.
El cardenal Saraiva Martins, que todavía no era miembro del colegio cardenalicio, no ha podido decir si fue efectivamente pronunciado ante el colegio de los cardenales o no. El Papa decía, esencialmente, que se planteaba “qué debía hacer el Papa a los 75 años”, edad canónica de dimisión del cargo para los obispos desde Pablo VI.
Sin embargo, se basó en el ejemplo de Pablo VI para decidir no “renunciar al mandato apostólico a no ser que existiera una enfermedad incurable o una incapacidad que hiciera imposible el ejercicio de las funciones del Sucesor de Pedro”. El texto de Pablo VI es del 2 de febrero de 1965. Un primer texto de Juan Pablo II está datado el 2 de febrero -la misma fecha- de 1989 y otro, en 1994.
Él creyó en 1992 que su tumor en el intestino no era maligno; no fue el caso. Después vinieron las caídas y la fractura del hombro derecho (1993), el dolor en la cadera y la fractura del cuello del fémur derecho (1994)...
La vía mística
El libro también habla de “mortificaciones corporales” y de varios aspectos de su vida mística y de su vida de oración. El cardenal Saraiva confió haberse sentido sobrecogido por la profundidad de su recogimiento cuando él invitaba a alguien a comer y la visita comenzaba con una oración silenciosa en la capilla privada.
“Estaba como absorbido por Dios. Era un hombre de Dios y su oración intensa era una verdadera evangelización”. El cardenal Saraiva también destacó su profunda devoción a María, y citó la “alegría”, la “felicidad” que Juan Pablo II manifestó en el año 2000, tras la beatificación de los dos pastorcillos de Fátima, Francisco y Jacinta Marto, el 13 de mayo.
Un testigo afirma que, a la pregunta “¿Ve usted a la Virgen?”, el Papa respondió: “No, pero la oigo”. Como el Padre Pío, Juan Pablo II confió a un testigo que la “vio”.
Sobre los santos, el Papa Juan Pablo II había confiado al cardenal Saraiva Martins que su dicasterio era el más importante porque trata de “lo más importante de la Iglesia” que es “la santidad” y que todos los demás dicasterios están diseñados para servir a esta santidad.
El libro relata esta respuesta del Papa a una religiosa que le expresó su “preocupación” por “Su Santidad”: “¡Yo también estoy preocupado por mi santidad!” Finalmente, monseñor Oder destacó “la humanidad” del Papa y su capacidad de percibir en todas las personas “la huella de Dios”
Y el cardenal Saraiva destacó que la humanidad y la santidad son una sola cosa: cuanto más santo se es, se hace uno más “humano”. Junto a los documentos inéditos, el autor, Saverio Gaeta, destacó que el título del libro (“El verdadero Juan Pablo II explicado por el postulador de la causa de beatificación”) no quiere decir que las demás biografías no sean “verdaderas”, sino que el Juan Pablo II descrito en el libro es el que han conocido personalmente los testigos que intervienen.
El mismo Papa había indicado que no se le comprendería bien más que “desde el interior”.
[Por Anita S. Bourdin, traducción del francés por Patricia Navas]
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