Mas a media noche se oyó un grito: “¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!”Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan.”
Pero las prudentes replicaron: “No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis.”
Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: “¡Señor, señor, ábrenos!”
Pero él respondió: “En verdad os digo que no os conozco.”Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora.
Jesús nos enseña una parábola que habla del Reino de Dios, y que corresponde a las “parábolas del juicio”.”Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora..”
Cómo te preparas para aguardar el regreso de tu Señor (novio)?
La enseñanza repara sobre dos modos de aguardarlo, uno adecuado y otro
inadecuado. La suerte que corren, en función del modo en que se lo aguarda, es
dispar.
Nosotros siempre estamos tomando decisiones, a
diario estamos diciendo a algunas cosas si y a otras no. Y cada decisión tiene
sus consecuencias, algunas insignificantes, en cambio otras, marcan nuestra
vida muy profundamente. Las parábolas nos hablan de esas decisiones que tienen repercusiones
muy importantes para nuestras vidas, y para nuestro destino eterno.
Que el Señor regresará, presentado en la
parábola bajo la imagen del "novio", es una verdad de fe. Confesamos
que lo hará para “juzgar a vivos y muertos”. El Señor vuelve para dar a cada
uno lo que corresponde. Cómo debe actuar un creyente que ama a su Señor? La
parábola expresa la necesidad de actuar con “prudencia”. La prudencia es
expresión del amor, que prepara de la mejor manera para aguardar la
llegada del Señor.
Los
dos grupos, que aparecen bajo el adjetivo de necias y prudentes, aguardan al Señor, y van a salir al encuentro del novio cuando
regrese. No está aquí la clave, sobre lo que nos quiere enseñar el Señor, no es
sobre la decisión de salir al encuentro del novio. Los dos grupos están decididos
a hacerlo y se preparan para ello.
El
amor es previsor, ve más allá y toma
algunas precauciones. El nombre “prudencia” se toma del verbo “provideo”, que
significa ver de lejos, ver antes, prever…Las prudentes salen al encuentro, y no quieren perderse ese momento, que
consideran tan importante. Han pensado que deben tomar recaudos por si hay
algún retraso. Recordemos que la parábola concluía resaltando el
desconocimiento “del día y la hora”.
Jesucristo aparece en la parábola presentado como el novio, al que aguardan
las vírgenes. San Juan Bautista es, según su testimonio, el "amigo
del novio" que se alegra con su llegada. Pero nadie sabe el día ni la
hora, solamente el Padre conoce está acción conclusiva del Hijo.
Lo que sí sabemos, es que nos encontraremos con Él, al atravesar el umbral
del tiempo, por la puerta de la muerte, para ingresar a la eternidad. Allí,
vendrá el novio, para cada uno de nosotros, y dado que no conocemos la hora ni
el día, el Señor nos invita a vigilar.
Jesús nos enseñanza en la parábola, que las vírgenes toman distintos
recaudos, alaba y promueve el comportamiento que califica de prudente y
descalifica el otro, denominándolo necio. Aquí está el centro, hay una
preparación que se cimienta sobre la prudencia, que nos ayudará a
esperar al Señor, y necio es el que no guarda recaudos para aguardarlo.
Al hablarnos de su tardanza, parece llamarnos la atención sobre nuestros
posibles cálculos, en cuanto a su llegada, no solamente en el plano de su
segunda venida gloriosa, sino también, en lo que respecta al fin de
nuestra propia vida en esta tierra.
Los jóvenes piensan equivocadamente que la religión es
"cosa" de ancianos, dado que su partida de este mundo es inminente,
e incluso aquellos que están muy ocupados en sus negocios, no piensan que ésta sea una realidad a la que
deban darle prioridad.
Qué es la prudencia? Santo Tomás la llama " virtud especial", es
una virtud cardinal por la que discernimos en distintas circunstancias
el bien y elegimos los medios adecuados para alcanzarlo. Tanto Aristóteles
como Santo Tomás ven en ella la regla recta de la acción, "el hombre cauto
medita sus pasos". Para ello es importante ponderar adecuadamente
algunas realidades, si tomamos el ejemplo de las vírgenes prudentes,
seguramente nos preguntemos, por qué resolvieron además de cargar sus
lámparas, llevar otra carga en la alcuza?
Atenta contra la prudencia, el arrebatamiento impetuoso, la
imprudencia irreflexiva, el no valorar las circunstancias y los conocimientos
adquiridos que nos ayudan en la decisión nueva que hay que tomar, también lo
hace toda acción timorata o dubitativa. Jesús las tipifica estas imprudencias
de necedad. El mismo Señor dice que todo hombre que va a edificar algo, antes
ve, si es posible concluir la obra, no sea que al llegar a la mitad, descubra
que no la puede terminar.
La palabra " solercia" supone
la investigación que cada hombre hace por sí mismo, consultando y
aprovechando la experiencia de los expertos.El amor que le tenemos al Señor, nos conduce a esperarlo pacientemente y
con confianza, no dudamos de su amor manifestado en la cruz, y sabemos que
muchas veces tarda para darnos una nueva oportunidad. El amor alimentará el
tiempo de espera, lo llenará de razones y nos sostendrá cuando nos alcance el
cansancio.
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