Si hay una expresión que puede ayudarnos a comprender lo que está a punto de suceder en medio de nosotros, es ésta del evangelio de Juan: "La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no lo han extinguido" (Jn 1,5).
Habla de tinieblas, de noche y de luz. Parece que estamos ante uno de nuestros nacimientos populares, en el que sólo la cueva está iluminada con una tenue luz, mientras que el entorno está en penumbra.
Las tinieblas simbolizan todo lo que está en el mundo es confusión, falta de sentido, autosuficiencia, esfuerzo por construirnos sólo con nuestras pobres y escasas fuerzas. Este empeño desemboca frecuentemente en amargura y desesperación o,como poco, en resignación ante las muchas cosas que no podemos hacer ni conseguir. Tinieblas son, en nosotros y fuera de nosotros, la falta de razones para esperar y vivir, nos afanamos día tras día con la esperanza de algo mejor que nunca llega, intentamos aturdirnos con las pequeñas cosas de cada día, sin reflexionar nunca a fondo sobre lo que proporciona su sentido a nuestro vivir.
A menudo esta confusión es muy extensa. está en cada uno de nosotros, y está a gran escala en la sociedad, en muchas realidades que nos rodean, en muchas cosas absurdas que no deberían existir, cerca o lejos de nosotros.
Por todo esto, sentimos profundamente el sufrimiento ante estas tinieblas del mundo.
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