El primer aspecto que hay que considerar en la Lectio Divina es una espiritualidad entendida como dinamismo de santidad:
- Dios sale al encuentro de la humanidad y la invita a vivir en comunión con Él. La revelación, comprendida en categorías de diálogo y encuentro, pide una lectura de la Palabra de Dios como lugar de comunión. La Sagrada Escritura y la Lectio Divina exigen una aproximación teológica y personal.
- Dios se ofrece a sí mismo de modo pleno por su Hijo Jesús. Jesús, el Hijo del Hombre, es la vocación del hombre, también en cuanto ser humano. El encuentro con Jesús nos “lleva a nosotros mismos”: personalidad, historia, motivaciones, intenciones, y nos “re-crea”. ¡Nuevo ser en Jesús, nuevo Adán!
La Sagrada Escritura exige una aproximación cristológica y antropológica.
- En el Documento de Aparecida, el gozo del encuentro personal y comunitario experimentado en la comunión con el Señor, nos lleva a la acción, particularmente a la acción misionera y testimonial. La Sagrada Escritura exige una aproximación eclesiológica y misionera.
Segundo aspecto, la identidad y la función de la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia. La Constitución dogmática Dei Verbum muestra que la Sagrada Escritura:
- es Palabra de Dios escrita, que hay que interpretar (dimensión sapiencial, Jesús-Maestro);
- está inspirada por el Espíritu Santo, es Palabra actual y eficaz, que hay que actualizar;
- está confiada a la Iglesia para salvación de todos: es Palabra que interpela y que hay que proclamar (dimensión misionera, Jesús-Señor)
¿Cómo nutrirse de toda la riqueza de la Sagrada Escritura para seguir al Señor en creciente camino de santidad?
La Lectio Divina, un intento de aproximación
La Lectio Divina es el ejercicio de lectura orante de la Sagrada Escritura, individual o comunitaria, para “conocer el corazón de Dios a través de las palabras de Dios” (San Gregorio Magno).
- La Sagrada Escritura es Palabra de Dios escrita. En la lectura (re-significar), hay que preguntarse: “¿Qué dice el texto bíblico?”. Hay que comprender la Palabra para descubrir lo que Dios nos enseña mediante el autor inspirado.
- La Sagrada Escritura está inspirada por el Espíritu Santo. En la meditación (personalizar), hay que preguntarse: “¿Qué dice el Señor por su Palabra?”. Hay que actualizar la Palabra para interpelar la vida, conocer su sentido, mejorar nuestra misión y fortalecer la esperanza.
En la oración (personalizar), hay que preguntarse: “¿Qué le decimos al Señor motivados por su Palabra?”. Hay que orar la Palabra para dialogar con Dios y celebrar nuestra fe en familia o en comunidad.- La Sagrada Escritura está confiada a la Iglesia para la salvación. En la contemplación-actuación (anunciar), hay que preguntarse: “¿Qué conversión nos pide la contemplación del Señor?” Hay que contemplar la Palabra (Jesús) para conducir la vida según los criterios del Padre (conversión).
Forma práctica. Ejemplo: (Jn 1, 35-42), el encuentro de los primeros discípulos con Jesús.
- Preparar el ambiente externo (ambón, Biblia..) y espiritual (“sentarse”, “corazón limpio”...).
- Invocar el don del Espíritu Santo
- Buscar el pasaje bíblico
- Lectura: proclamar el texto, dando importancia también al silencio. Leer el pasaje personalmente para marcarlo con un signo de interrogación, cuando no se comprende, o subrayarlo, cuando se considera que se trata del mensaje central de la lectura.
En grupo, descubrir el mensaje central siguiendo los signos. Volver a leer el pasaje, marcándolo con un signo de exclamación, para la meditación, cuando el pasaje interpela intenciones y acciones; con un asterisco, para la oración, cuando el pasaje ayuda a orar.
- Meditación: siguiendo el signo de exclamación. Preguntas del mensaje que interpelan la vida.
- Oración: siguiendo los asteriscos y lo vivido en el Encuentro.
- Contemplación: ayudarse con música, imágenes.
Por último,
- la Actuación: al margen del texto escribir una palabra que me indique el camino a seguir.
Se termina con compartir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario