martes, 21 de octubre de 2008

Card. Joseph ZEN ZE-KIUN, S.D.B., Obispo de Hong Kong (CHINA)

Quisiera detenerme un momento sobre la Palabra de Dios en cuanto Creadora de la belleza del Universo y del ser humano, dotado de inteligencia y de corazón y por esto, capaz de dialogar con su Creador.Este aspecto de la Palabra está presente en el Documento de trabajo pero, viniendo de país donde la Palabra Revelada en sentido estricto todavía no ha llegado a muchos y donde los semina Verbi, en cambio, abundan en la cultura sapiencial del pueblo, quisiera volver al argumento expresando alguno de mis deseos.

El primer deseo sería que este aspecto de la Palabra recibiera un desarrollo adecuado en el texto final y que esta Asamblea formulara alguna recomendación al respecto.En Hong Kong con las seis religiones principales trabajamos juntos para conservar la preciosa herencia de la sabiduría china.La Iglesia católica en China siempre encontró una buena aliada en la doctrina confuciana. Si nosotros, movidos por la caridad, consiguiéramos infundir en las generaciones jóvenes las virtudes chinas tradicionales, les habremos ayudado a dar un gran paso hacia la santidad.Constatamos, desgraciadamente, lo que sucede cuando faltan estas virtudes: una tremenda caída de los valores sagrados de la vida, del matrimonio y de la familia, una corrupción descarada, un acallar la voz de la conciencia, por lo cual, con la finalidad de fáciles ganancias, se llega hasta a envenenar la leche causando daños a la salud y a la vida de niños indefensos.

Un segundo punto. Es verdad que esta Palabra Creadora del Universo y de la conciencia humana es además una Palabra finalizada a la salvación que es sobrenatural. Dando esto por cierto, sin embargo, pienso todavía poder recomendar que, siguiendo el ejemplo de la misma paciencia divina, se deje gran espacio a esta palabra propedéutica de Dios y non si caiga en la tentación de quemar las etapas.

Ejemplifico esto con dos episodios.a) He escuchado al Profesor Yang, premio Nobel, decir “No soy creente, pero no les oculto que en dos casos me siento tocado por el misterio. El primero es cuando me encuentro frente a un descubrimiento de la ciencia: es como si fuéramos sorprendidos mirando algo que no tenemos el derecho de mirar. El segundo es cuando me doy cuenta de la enorme potencia destructora de la técnica: surge en mí la idea de que estamos usurpando fuerzas que no nos pertenecen”. Debo confesarles que no se me ha ocurrido preguntarle al Profesor cuándo dará el próximo paso. Más bien le habría dicho que estaba cerca del reino de Dios.

b) El segundo episodio. Un periodista recto y patriótico fue injustamente condenado por espionaje. En su juventud, cuando estudiaba en un Colegio de los protestantes, había rehusado leer la Biblia en público porque era ateo pero luego, durante el largo silencio de la prisión, pudo encontrar en el Evangelio el camino de su corazón.Algunos días atrás nos hemos encontrado en una comida. Bien, espero que no se escandalicen si les digo que en esa ocasión le di mis felicitaciones por... aquella vez que había rehusado leer la Biblia.

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