viernes, 24 de octubre de 2008

Rev.do P. Ab. Michel JORROT, O.S.B., Abad de la Abadía Benedictina de Claraval (LUXEMBURGO)


Es inmensa mi gratitud por poder participar en este Sínodo. Se la debo a vuestra consideración por los sesenta años dedicados a la edición crítica de la Vulgata elaborada por los monjes benedictinos de Clervaux (entre otros), en la Abadía de San Jerónimo, fundada por Pío XI en 1933.

A esta gratitud se añade el reconocimiento de mi comunidad (hacia vosotros), ya que habéis querido citar 4 veces a dom Jean Leclerq (+ 1993), monje de Clervaux, en vuestro discurso a los bernardos, en París. El título de su libro sobre la cultura y la espiritualidad monásticas en la Edad Media es significativo: “Cultura humanista y deseo de Dios”. Gracias, Santo Padre “gratia Benedictus et nomine” (San Gregorio Magno).

La acogida de la Palabra de Dios“Cultura humanista y deseo de Dios” ya se encuentra en la regla de San Benito. Más concretamente, en la recomendación central hecha a los monjes cenobitas: “no preferir nada a la obra de Dios”, es decir, a la oración litúrgica.IL nº 34: “¡Somos lo que escuchamos!”Afirmación importante respecto a la actitud de la escucha. El que escucha se deja modelar interiormente por el pensamiento de Dios. Esta disposición a la escucha podría considerarse como la aceptación a priori de todo lo que viene de Dios contrariamente a la recriminación presente en el Evangelio. Permitidme que resuma en las cuatro letras de la palabra AMÉN esta aceptación a priori. 4 puntos de reflexión como Abba (IL nº 9).

A. Con este nuevo apelativo referido a Dios, Jesús quiso decirnos todo sobre su Padre y sobre sí mismo. Este Abba es el que quiere que todos los hombres sean salvados, haciéndolos una sola familia de hijos e hijas en su Hijo unigénito. Este Padre actúa continuamente mediante una gracia procedente del corazón de cada hombre para disponerlo a la acogida de su verbo hecho carne. La Inmaculada Concepción es la gracia más preveniente que exista y las más santificante al mismo tiempo, que hizo que la Virgen María dijera Fiat. Amén.

M (2ª letra) como Memorial. Hemos recodado la sacramentalidad de la Palabra. La proclamación devuelve a la Escritura la fuerza de lo que se ha dicho. Además, la Escritura está redactada a menudo de una forma destinada a la memorización. A través de la memoria es como penetra y actúa la Palabra en las personas. Como María, es necesario recordar también lo que no se entiende y meditarlo en nuestro corazón.

E (3ª letra) como Explicación. La palabra se dirige a la inteligencia en la fe. Tiene que ser explicada. Esta explicación, necesaria en todas las épocas, se basa en el carácter de diálogo de la Revelación. Esta explicación de la Palabra ¿no debería hacerse de manera gradual, ya que la LG habla de una presentación jerárquica de los dogmas?

N (4ª letra) como Alimento (Nourriture) (IL nº 38 sobre todo). La Lectio divina no está reservada a los monjes. Este alimento permite realmente que seamos “lo que se escucha” y de aquí el radicalismo de la vida monástica. Además, quien reza ya está cumpliendo la Palabra, que es una llamada a la oración. Cuando esta oración es cantada, invade el alma, porque el canto (sobre todo el gregoriano) dilata los términos de la Palabra de Dios hasta el punto de transformarse en un espacio inmenso en el que la escucha se convierte en una sola cosa con la vida.La Lectura de san Pablo por parte de Santa Teresa del Niño Jesús demuestra hasta qué punto ella se transformó en lo que leyó. “En el corazón de la Iglesia yo seré el amor” escribe, y también “Oh, faro luminoso del amor, yo sé cómo llegar hasta ti. He encontrado el secreto para apropiarme de tu llama”. Amén. Muchas gracias.

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