[De acuerdo con el resumen que hace el Centro Español de Sindonología en loc. cit. de las investigaciones realizadas desde el punto de vista de la medicina legal, el primer cirujano que comprobó la absoluta exactitud anatómica de esas heridas fue, como hemos visto, el profesor de Anatomía comparada de la Sorbona Yves Delage. Para él no existía la menor duda de que sólo un hombre que hubiera padecido los tormentos físicos de Jesús podría haber dejado tales huellas.
Son ya una multitud los médicos que a lo largo del siglo XX han corroborado estas afirmaciones, desde los pioneros como Pierre Barbet –cirujano del Hospital de San José de París– o Giovanni Judica-Cordiglia –profesor de medicina legal de la Universidad de Milán–, hasta los más próximos a nosotros, que han podido comprobar sobre la propia tela sus afirmaciones, como el Dr. Robert Buckley –médico forense, patólogo del Hospital de Los Angeles, California–, el Dr. Rudolf W. Hynek – de la Academia de medicina de Praga– o el Dr. Pier Luigi Baima Bollone –profesor de medicina legal de la Universidad de Turín–.
Son ya una multitud los médicos que a lo largo del siglo XX han corroborado estas afirmaciones, desde los pioneros como Pierre Barbet –cirujano del Hospital de San José de París– o Giovanni Judica-Cordiglia –profesor de medicina legal de la Universidad de Milán–, hasta los más próximos a nosotros, que han podido comprobar sobre la propia tela sus afirmaciones, como el Dr. Robert Buckley –médico forense, patólogo del Hospital de Los Angeles, California–, el Dr. Rudolf W. Hynek – de la Academia de medicina de Praga– o el Dr. Pier Luigi Baima Bollone –profesor de medicina legal de la Universidad de Turín–.
En resumen, de sus resultados se deriva que la distribución de las heridas en la Sábana es anatómicamente perfecta y que refleja muchos detalles desconocidos en la Edad Media. Son muchas las lesiones que se muestran en la Sábana con plena exactitud. Han ido apareciendo a lo largo del relato de la pasión en la Sábana Santa:
–El cartílago de la nariz, que aparece roto y desviado a la derecha, efecto de un bastonazo o de una caída, pues se han encontrado restos microscópicos de tierra de las mismas características físicas que la de Jerusalén en esa zona de la nariz y también en la rodilla izquierda y en la planta de los pies.
–Una gran contusión que aparece bajo la región malar derecha, efecto de un bastonazo propinado con un palo corto y redondo de 4-5 cm. de diámetro.
–Diversas escoriaciones en la mejilla derecha y la región frontal; llagas sobre los arcos supraorbitales, tumefacción del arco ciliar derecho.
–Las marcas sangrantes de más de 50 orificios de la corona de espinas, correspondientes las más importantes con venas y arterias reales.
–Las heridas y contusiones a lo largo de todo el cuerpo, más de 600, y las marcas de azotes, unas 120, idénticas a las que dejaría el instrumento de flagelación utilizado por los romanos, el flagrum taxillatum.
–La herida del costado, de forma elíptica, del mismo diámetro, 4’4 x 1’4 cm., que las lanzas romanas que, a diferencia de las demás heridas, se infirió post mortem.
En relación con las afirmaciones de que la Sábana sea una falsificación hecha en la Edad Media, vemos en ella elementos anatómicos que no se conocían en esa época, como el halo de suero alrededor de las manchas de sangre –no apreciable a simple vista–, las salpicaduras y sinuosidades de los regueros de sangre, la hinchazón del abdomen, típico de la asfixia.Por otra parte, algunos aspectos de la imagen contradicen las representaciones de Cristo corrientes en la Edad Media, ajustándose perfectamente, en cambio, a la realidad de la muerte del Crucificado, como la corona de espinas en forma de casco, los clavos de las manos en el carpo y no en las palmas, la lanzada en el costado derecho y no en el izquierdo. Hay que destacar también que representar a Cristo completamente desnudo hubiera supuesto un escándalo en aquella época.
En relación con las afirmaciones de que la Sábana sea una falsificación hecha en la Edad Media, vemos en ella elementos anatómicos que no se conocían en esa época, como el halo de suero alrededor de las manchas de sangre –no apreciable a simple vista–, las salpicaduras y sinuosidades de los regueros de sangre, la hinchazón del abdomen, típico de la asfixia.Por otra parte, algunos aspectos de la imagen contradicen las representaciones de Cristo corrientes en la Edad Media, ajustándose perfectamente, en cambio, a la realidad de la muerte del Crucificado, como la corona de espinas en forma de casco, los clavos de las manos en el carpo y no en las palmas, la lanzada en el costado derecho y no en el izquierdo. Hay que destacar también que representar a Cristo completamente desnudo hubiera supuesto un escándalo en aquella época.
Sobre el grupo étnico al que podría pertenecer el hombre de la Sábana, hay coincidencia entre los antropólogos. Así, T. Dale Steward, del Museo Smithsoniano de Ciencias Naturales, afirma que los rasgos faciales son «los propios del grupo racia judio o semítico»].
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