jueves, 29 de octubre de 2009

Mons. José María Arancedo: MATRIMONIO Y HOMOSEXUALIDAD

Cada tanto reaparece el planteo de dar un tratamiento jurídico a las uniones homosexuales similar al matrimonio. Casi siempre se argumenta que se trata de una decisión libre de dos personas del mismo sexo que desean convivir, y reclaman los derechos propios de un matrimonio heterosexual. La negativa a esta propuesta se la considera como un acto discriminatorio. Con el respeto que merece toda persona, creo que la realidad del matrimonio es un bien público que hace a la vida y a la cultura de una sociedad. No se trata, por lo tanto, de un tema menor, su importancia radica en que en él se definen aspectos que hacen a la vida y futuro de una comunidad.

El matrimonio como relación estable entre el hombre y la mujer, que en su diversidad se complementan para la transmisión y cuidado de la vida, es un bien que hace tanto al desarrollo de las personas como de la sociedad. No estamos ante un hecho privado o una opción religiosa, sino ante una realidad que tiene su raíz en la misma naturaleza del hombre, que es varón y mujer. Este hecho, en su diversidad y reciprocidad, se convierte, incluso, en el fundamento de una sana y necesaria educación sexual. No sería posible educar la sexualidad de un niño o de una niña, sin una idea clara del significado o lenguaje sexual de su cuerpo. Estos aspectos que se refieren a la diversidad sexual como al nacimiento de la vida, siempre fueron tenidos en cuenta como fuente legislativa a la hora de definir la esencia y finalidad del matrimonio. En el instituto del matrimonio se encuentran y realizan tanto las personas en su libertad, como el origen y el cuidado de la vida.

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