Muchos estudios antropológicos están revelando, contrariamente a lo sostenido por algunas investigaciones tendenciosas del siglo XVIII y XIV, que el matrimonio fue primitivamente monogámico. Lejos de haber promiscuidad sexual, es la pareja la que constituye el núcleo conyugal. Pero esto no significa que se comprendieran todos los alances sexuales, psicológicos y espirituales contenidos en esa íntima asociación de varón y mujer con vistas a la procreación y educación.
Así como comer del pan común no anticipaba el Pan Eucarístico, del mismo modo la convivencia familiar no dejaba traslucir la potencialidad del matrimonio para ser imagen de la unión de Cristo y de la Iglesia.
Mujeres y niños sufrieron las consecuencias del bajo nivel en que se iba desarrollando el matrimonio. Siendo los más débiles miembros de la comunidad, lógico es que- también ellos- gimieran e, implícitamente, añoraran el adviento de "tiempos mejores" (Rom 8,23). Y ese día de redención había de amanecer con la exaltación de la institución conyugal, el ennoblecimiento de la mujer, la importancia del hijo y la proyección social de la familia. Ya no sería la imposición de una de las partes sin la mutua colaboración en una tarea común de dimensiones escatológicas.
Un intercambio
Once veces el documento postrero del Concilio Vaticano II "Gaudium et spes", habla de la mutua donación de la persona con todo su rico contenido físico, síquico y sobrenatural. ¿Qué característica tiene esta mutua donación?. El mismo documento las enumera y ensalza.
- Personal, es decir, de lo que constituye esta individualidad con todo su haber: " los esposos se dan y se reciben mutuamente" (Nª 48). Es un intercambio que da origen a una nueva personalidad, la conyugal: " Serán dos en una carne (Mt 19). Son dos mentes que buscan armonizarse en la visión de su derrotero vocacional. Son dos corazones que procurarán latir al unísono. Se trata de dos voluntades que se dirigirán en la misma dirección. Contradecirse sería multiplicar las dificultades inherentes a esta intimidad. " El egoísmo profana frecuentemente el amor matrimonial" (Nª 47)
- Irrevocable; ya que "el divorcio debe considerarse una epidemia" (Ibid). Se forja un vínculo sagrado, en atención al bien, tanto de los esposos, de la prole como de la sociedad, que no depende de la decisión humana…(todo esto) exige plena fidelidad y urge indisoluble unidad" (Nª 48)
Es que "el salvador de los hombres y Esposo de la Iglesia sale al encuentro de los casados cristianos por medio del Sacramento del Matrimonio. Permanece con ellos par que con su mutua entrega se amen con perpetua fidelidad como Él mismo ha amado a la Iglesia y se entregó por ella" (Ibid)
Frutos
¿Qué ha de esperarse de esta vivencia plena del misterio nupcial de Cristo?. "Gaudium et spes" anota dos de capital importancia:
- La presencia viva del salvador en el mundo(Nª 48). Otros modos de estar Jesús entre los hombres pueden pasar inadvertidos o, simplemente, no existir. Así la existencia del sacerdocio o de las Instituciones educacionales o apostólicas. Pero nadie puede ignorar la presencia de una familia en un barrio o cuadra cualquiera. Allí está, muchas veces enclavada en un ambiente adverso, dando testimonio de que Cristo es todavía una realidad, ya que ese hogar lo honra y lo irradia con su ejemplo y su acción.
- La auténtica naturaleza de la Iglesia (ibíd). "Lumen Gentium" hizo otra tentativa más (La "Mystici Corporis Christi" ya la había intentado en 1943) par explicar el misterio que es el Pueblo de Dios. Han quedado muchos problemas abiertos y la indagación teológica de los años y siglos que seguirán procurará ahondar esta profundidades. Pero hay una "Iglesia (la mayúscula es del documento conciliar mencionado) doméstica" que permite captar en la vivencia diaria lo que las elucubraciones intelectuales no siempre dejan comprender.
¿De qué manera es que se conoce a la Iglesia a través de la familia?. Las dos constituciones mencionadas se complementan en decirlo:
- Por el amor de los esposos. Efectivamente, si la quintaesencia del cristianismo está en la caridad, ¿habrá lugar más asequible al común de los mortales para cerciorarse de esto, que el hogar que tienen en su medio?
- Por la generosa fecundidad. ya Jesús había firmado que venía a dar la vida (Juan 10,10). Esto no ha de entenderse meramente de lo sobrenatural, ya que los niños dijo: "Dejad que vengan a Mí". Más: abogó por condiciones sociales ( con su ejemplo y sus predicaciones y milagros) que favorecieran la vida. Y es el hogar el que "glorifica al Creador y se perfecciona en Cristo cuando con su generosidad, sentido humano y cristiano de su responsabilidad cumple su misión procreadora" (Nª 50). Cada hijo que venga a una familia cristiana es un grito a favor de la vida y un rechazo vigoroso del "hedonismo y los usos ilícitos contra la generación"(Nª 47).
- Por la unidad y fidelidad. Entre los anhelos que surgen del corazón del Divino Maestro en su Oración Sacerdotal de la Última Cena está la unidad: " Oh Padre, que todos sean uno…"(Juan 17,11). No podía darse una manifestación visible de mayor unidad en medio de la comunidad, que dos seres que llegan a ser uno por su asociación, no sólo externa de una misión en común, sino por una fusión cual la que entraña la conyugalidad . Y no sería tal "unidad" si no la estuviera sellada con la garantía de una fidelidad a toda prueba" en la prosperidad y en la adversidad"(Nª49).
- Por la cooperación amorosa de todos sus miembros.
Esta ayuda mutua no será sólo hacia adentro; los esposos entre sí, éstos con sus hijos, los hijos para con los padres (Nº48). Se extenderán, también, "a otras familias". Si para los miembros del hogar han de ser "los primeros predicadores de la fe" (Lumen Gentium Nº11), para los de afuera "promoverán la justicia y demás obras buenas al servicio de todos los hermanos que padezcan necesidad" (Apostolicam actuositatem, Nº11)..
Más aún: deberán los casados cooperar " con los hombres de buena voluntad para que se conserven inconcusos los derechos familiares… para que se tengan en cuenta sus necesidades…". "Esta misión - se puntualiza- la ha recibido de Dios la familia misma para que sea la célula primera y vital de la sociedad" (ibid).
Se le encomienda asimismo una misión espiritual: "La familia hará partícipes a otras familias, generosamente de sus riquezas espirituales"(ibid). Y para que no haya lugar a dudas sobre qué alcance tiene esta directiva apostólica, el decreto "Apostolicam Actuositatem" lo enumera taxativa, si bien no exhaustivamente, en su Nª 11.
¿Cómo no se creerá en la "Iglesia" grande cuando la "ecclesiola" da estas manifestaciones de amor por el prójimo, signo de los auténticos seguidores de Cristo". No es de extrañar la frase con que termina este párrafo sobre "El apostolado de los laicos".
"Siempre y en todas partes, pero de una manera especial en las regiones en que se esparcen las primeras semillas del Evangelio, o la Iglesia esta en sus principios, o se halla en algún peligro grave, las familias cristianas dan al mundo el testimonio preciosísimo de Cristo uniéndose con toda su vida al Evangelio y dando ejemplo del matrimonio cristiano".
No se podía redondear mejor este planteo de las consecuencias de la mutua donación (que los esposos hacen de todo lo que poseen en aras de un ideal que les supera) con las siguientes palabras:
"El apostolado de los cónyuges y de las familias tiene una importancia trascendental tanto para la Iglesia como para la sociedad civil." (Ibíd).
(Digesto Familiar Nª 229)
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