viernes, 9 de noviembre de 2012

DIÁCONO JORGE NOVOA: NO SE PUEDE SERVIR A DIOS Y AL DINERO...

Los pasajes en los que Jesús advierte sobre los peligros que ocasiona el dinero son numerosos. Consideramos que esta expresión, " no se puede servir a Dios y al dinero", es la síntesis perfecta de los peligros que comporta, de allí la consideración que el Señor le dispensa, en orden a advertir a sus discípulos. 

 Es malo el dinero? No, no lo es. Como tantas cosas, lo central estará en la relación que mantengamos con el. Es cierto y no lo podemos omitir, que el "mundo" que nos ha tocado vivir gira entorno a el, y para muchos, las personas valen según lo que tienen. El "consumismo" es expresión de su forma voraz de dominio actual. Hay en las palabras de Jesús, un imposibilidad real de compatibilizar el servicio a Dios con el que exige el dinero...

 Comenta Beda : "Oiga esto el avaro y vea que no puede servir a la vez a Jesucristo y a las riquezas. Sin embargo, no dijo: quien tiene riquezas, sino el que sirve a las riquezas, porque el que está esclavizado por ellas las guarda como su siervo, y el que sacude el yugo de esta esclavitud, las distribuye como señor. Pero el que sirve a las riquezas sirve también a aquel que por su perversidad es llamado con razón dueño de las cosas terrenas y el príncipe de este siglo ( Jn 12; 2Cor 4)."

Jesús les advierte sobre los riesgos, que corren aquellos que van dándole en su vida, el lugar que no debe ocupar. Cuáles serían estos riesgos? El dinero,en muchas vidas, termina ocupando el lugar de Dios. Cuando el corazón del hombre se enferma, por la aceptación del decálogo (ley) que tiene, la avaricia se vuelve incontrolable y el hombre vive sirviendo al "dios dinero".Rápidamente se cambian los modos de pensar, y se comienza a ocupar la mayor parte del tiempo buscando como incrementar lo conseguido. Tener es poder. Promete incluso la felicidad, como la seguridad en orden al futuro que debamos vivir. De estas promesas falsas , y de su capacidad de seducción quiere liberarnos el Señor. 

Gobernemos nuestro corazón y evitemos que viva bajo la tiranía de la codicia, seamos servidores fieles, que administran el dinero en función de las necesidades que tenemos y comparten con los más necesitados.

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