viernes, 29 de junio de 2012

HANS URS VON BALTHASAR: DOMINGO XIII, TIEMPO ORDINARIO


Contra la enfermedad y la muerte. Las lecturas de hoy suscitan preguntas terribles. ¿Cristo cura a una mujer enferma y resucita a una niña muerta. Esa es su vocación ¿Por qué entonces tienen que enfermar tantos hombres después de ÉL y por qué tienen que morir todos? Quiere Dios la muerte? ¿Si nada ha cambiado en el mundo para que vino Cristo a Él?

Del largo relato del Evangelio, en el que se entremezclan dos milagros , extraigamos simplemente dos frases. De la hija del jefe de la Sinagoga, ciertamente muerta según nuestros conceptos, Jesús dice : La niña está dormida, lo que hace que los presentes se rían de él. En el caso de la mujer que padecía flujo de sangre y que toca su manto, Jesús pregunta: Quien me ha tocado el manto, con el consiguiente desconcierto de los discípulos por la pregunta. Ante la muerte corporal Jesús habla de sueño lo hará otra vez en el episodio de la resurrección de su amigo Lázaro: Jn 11,11; la verdadera muerte, la que el Apocalipsis denomina segunda “definitiva” es para él otra cosa. Por otra parte, la enfermedad , que para los judíos era una premonición de la muerte, es para él una menudencia insignificante; para curarla debe salir de él una fuerza, en Lc estos sucede en todas las curaciones. Jesús se designa a sí mismo como la vida y esta vida debe expandir sus energías para vivificar lo muerto y lo caduco¨.

Solo a partir de aquí se pueden comprender las afirmaciones de la primera lectura: Dios no hizo la muerte. Esto se repite. No hay imperio del abismo sobre la tierra, porque la justicia es inmortal. La presencia de la muerte en el mundo se atribuye a la envidia del Diablo. Como puede decir esto el sabio cuando sabe a ciencia cierta que todos los hombres, tanto justos como injustos, tienen que morir­

Distingue, como Jesús, una doble muerte: una muerte natural, dada con la finitud de la existencia, y una muerte no natural, dada por la rebeldía de los hombres contra Dios. Pensemos en estas misteriosas palabras de Jesús, aunque aquí ciertamente iluminadoras: El que cree en mi, aunque haya muerto vivirá, y lo que sigue no la contradicen: Y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre (Jn 11,26). Si Dios ha creado al hombre finito, el hombre, con sus pecados, ha creado la segunda muerte, la verdadera.


Pobre por vosotros. Superar esta obra destructiva del hombre no es una menudencia para Dios. Lo dice la segunda lectura. Jesucristo, “siendo rico, por vosotros se hizo pobre, para que vosotros con su pobreza os hagáis ricos”. No supero nuestra muerte con sus omnipotencia, sino descendiendo a la impotencia de esta muerte. Esta segunda muerte solo podía ser vencida desde dentro, solo en virtud de la fuerza divina que surgió de Jesús para penetrar en nosotros en la cruz y en la Eucaristía. Pablo querría que imitásemos esto aunque sea en parte, dando a los indigentes algo de nuestra fuerza material para que haya al menos una nivelación, como corresponde a los que se sienten realmente hermanos. El ejemplo de Jesús que desde la suprema riqueza descendió a la pobreza más extrema, debe aparecer ante nosotros al menos como ideal.

jueves, 28 de junio de 2012

MONSEÑOR JOSÉ IGNACIO MUNILLA: DE NOCTÁMBULOS Y CENTINELAS

 Desde hace ya bastantes años he tenido la oportunidad de ‘asomarme’ a la 
noche, a través de algunas colaboraciones en programas radiofónicos a altas horas de la
madrugada. Una de las primeras sorpresas consiste en comprobar la gran cantidad de
ecos nocturnos que podemos llegar a percibir, hasta el punto de concluir que nuestra
sociedad no está ‘desconectada’ en ningún momento. Si bien es cierto el refrán: “De
noche todos los gatos son pardos”; sin embargo, yo me atrevería a matizar añadiendo
que, a la luz de la luna, todavía es posible distinguir entre ‘noctámbulos’ y ‘centinelas’.

Si encendemos de madrugada la televisión –cosa ciertamente poco
recomendable-, comprobamos que la mayoría de los canales han conectado una especie
de ‘piloto automático’, ofreciendo lo que podríamos llamar un ‘cebo’ para noctámbulos.

Nos encontramos principalmente con tres tipos de productos: tarots y consultas con
adivinos o videntes; teléfonos eróticos y canales pornográficos; y programas de
televenta y de sorteos de premios. Es de suponer que quienes han planificado ese tipo de
‘anzuelos’, antes de elegir el ‘cebo’ adecuado, habrán estudiado detenidamente las
inclinaciones de las pasiones humanas. Es obvio que las inquietudes, los agobios y
ansiedades, la inmadurez, las frustraciones, las angustias,  los miedos, el vacío
interior… etc. pueden llegar a  convertirse en un negocio redondo para esta nueva clase
de empresarios, ‘cazadores de noctámbulos’.

En el Evangelio de Mateo hay una frase de Jesucristo, que me parece
especialmente clarividente y clarificadora de los ideales de nuestra generación en
general, y de los de cada uno de nosotros en particular: “Donde esté vuestro tesoro, allí
estará también vuestro corazón” (Mt 6, 21).  Sería una ingenuidad por nuestra parte
suponer que estas programaciones nocturnas en los medios de comunicación son un
mero juego inocuo, inocente e inofensivo. ¡Es obvio que estamos ante un fenómeno
muy distinto del juego del parchís o de las cartas, con los que tradicionalmente nos
entreteníamos en el seno de nuestras familias!

¿No será que el tarot, el erotismo y el consumismo son expresiones de las
grandes necesidades del hombre, a las que seguimos sin dar una respuesta adecuada? De
forma inversamente proporcional a nuestra fe y esperanza en Dios, los adivinos nos
ofrecen su mercado esotérico con la promesa de aliviar la angustia por nuestro futuro y
mitigar el dolor por las heridas del pasado. La pornografía ofrece un tubo de escape para
compensar la frustración en el amor, al mismo tiempo que nos hace incapaces para el
amor respetuoso y fiel. Y el consumismo no es otra cosa que un intento de compensar
con el ‘tener’, las carencias del ‘ser’. (¡Quién dijo aquello de “el dinero no nos hace
felices, pero es lo único que nos compensa de no serlo”!). En pocas palabras, la oferta
televisiva nocturna bien parece responder a las tres heridas morales principales de
nuestra generación: la desconfianza, la desfiguración del amor y el narcisismo.

En ‘la noche’ tenemos el riesgo -pero también la ocasión- de desinhibirnos y
desprendernos de una buena parte de nuestras caretas y corazas, hasta el punto de
generarse una mayor facilidad para manifestar y compartir los valores y contravalores
que anidan en nuestro corazón. Es decir, también en un sentido positivo, ¡la noche es
una gran oportunidad para la comunicación de la experiencia cristiana en un contexto de
Nueva Evangelización!

En las últimas semanas hemos sido testigos del estreno del cortometraje “Hay
mucha gente buena” (www.haymuchagentebuena.es), producido de forma desinteresada
por el director español Antonio Cuadri, con el objeto de divulgar la labor de un equipo
de comunicadores voluntarios, que en la madrugada del viernes al sábado realizan en Radio María un programa interactivo en contacto con ‘la noche’. El testimonio del 
retorno a la fe de Antonio Cuadri es una buena prueba de la importancia de salir al
encuentro de los hombres y las mujeres de las distintas generaciones, ambientes y
situaciones de vida.

En resumen, en ‘la noche’ no todos son ‘noctámbulos’ en medio de las
penumbras, sino que también los hay ‘centinelas’, que intentan abrir y ampliar
horizontes sembrando esperanza. Me viene a la memoria la imagen de Juan Pablo II,
ante la inmensa multitud de jóvenes reunidos en Torvergata (Roma), durante la Jornada
Mundial de la Juventud del año 2000. A ellos les dirigió unas palabras proféticas: “En
vosotros veo a los ‘centinelas de la mañana’ (cf. Is 21, 11-12) en este amanecer del
tercer milenio”.

Aquellas palabras no cayeron en el olvido, sino que dieron origen a experiencias
verdaderamente novedosas al servicio de la Nueva Evangelización, como es el caso de
“Sentinelle del mattino” (Centinelas de la mañana), iniciativa del sacerdote italiano
Andrea Brugnoli. Se trata de una atrevida experiencia para compartir el Evangelio en
medio de ‘la noche joven’ y en ambientes similares (www.sentinelledelmattino.org).

¡Ojalá pudiéramos ver pronto esta experiencia hecha realidad en las noches
donostiarras! Pero de eso hablaremos en otra ocasión. Por el momento, ¡buenas noches
a todos! Que es tanto como decir ¡buenos días!

martes, 26 de junio de 2012

MEDJUGORJE: MENSAJE DEL 25 DE JUNIO DE 2012

“¡Queridos hijos! Con gran esperanza en el corazón, también hoy los invito a la oración. Cuando oran hijitos, ustedes están conmigo y buscan la voluntad de mi Hijo y la viven. Estén abiertos y vivan la oración, y que en cada momento ella sea para ustedes condimento y alegría de su alma. Yo estoy con ustedes e intercedo por todos ustedes ante mi Hijo Jesús. Gracias por haber respondido a mi llamado.”

lunes, 25 de junio de 2012

MONS. HÉCTOR AGUER: CELEBRACIÓN DEL DÍA DEL PAPA


El 29 de junio, Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, es el Día del Pontífice, o Día del Papa, y una ocasión propicia para recordar lo que significa el ministerio del Sucesor de Pedro en la Iglesia como garante de la comunión de fe y de caridad. El Papa, con su enseñanza y con su actividad pastoral, es la cabeza visible de la unidad de la Iglesia Católica.

Cuando era niño, en las parroquias, nos enseñaban y nos estimulaban a amar al Papa, a venerar al Papa. De ese modo, nos preparaban para que luego pudiéramos escuchar con atención su enseñanza, asimilarla debidamente y difundirla, en la medida de lo posible. Menciono esto porque noto que en la cultura actual existe una cierta resistencia ante el magisterio y la autoridad del Sumo Pontífice.Creo que esta actitud reticente y crítica tiene que ver, de algún modo, con los criterios individualistas y subjetivistas que han marcado profundamente la cultura contemporánea.

jueves, 21 de junio de 2012

RANIERO CANTALAMESSA: LA EUCARISTÍA

PBRO.DR. MIGUEL BARRIOLA: LOS CARISMAS EN SAN PABLO


 Aparecen las presentados los 4 elencos de carismas que presenta pablo en sus cartas, 1 Cor 12,8-10;1 Cor 12,28-30;Ro 12,6-8; Ef 4,11.  

Apóstol : no designa a los 12, sino a algunos cristianos ardientes que abandonando todo cuidado humano, se dedican a difundir el reino de Dios, especialmente allí donde todavía no había sido predicado. En Lc. Aparecerá más restringido el uso de este nombre.

Evangelista: parece que tenía la misión de reforzar la obra del apóstol, consolidadndo lo que este había iniciado.

Profecía: era de los dones más importantes ( a él dedicará todo el capítulo 14). De él también hablan los documentos sucesivos (Didajé 10,7; 11,3.7.11; 13,1.3-4.6 Bernabé 16,9; Hermas, Mandato 11,7) La palabra del profeta era de edificación, exhortación y consolación (I Cor 14,3). Podía también descubrir los secretos del corazón (ibid.v. 25) y, a veces, anunciar acontecimientos futuros (cfr. Ágabo en Hch 21,10 ss.)

Sabiduría y conocimiento: debía tener un fondo común, con alguna divergencia específica. El discurso de sabiduría podría significar una peculiar iluminación expresada, tal vez, ya por la misma forma gramatical: diá tou pnéumatos (a través del Espíritu) y no: katá o en, como se dice de los otros carismas.
Otros opinan que  la palabra de sabiduría sería habitual en el profeta, mientras que a palabra de ciencia cuadraría mejor con el que enseña. El primero se dirigiría más bien al entendimiento y al corazón; el segundo preferentemente a la inteligencia y a la erudición. Ambos eran dirigidos al ministerio de la predicación. La Didajé dirá que el que enseña es tan honrado como el profeta.

Vienen tres carismas operativos: fe, curaciones y operaciones de milagros

Esta fe, no es la adhesión intelectual a una verdad revelada, aún cuando se la presuponga: es más bien la certeza absoluta de que el poder de Dios intervendrá prodiciosamente en algún hecho físico, para demostrar su soberanía (Mt 17,19; 21,21; Lc 17,6; Mc 11,22; 1 Cor,13,2)

La realización de milagros comprende toda suerte de prodigios en el orden físico;mientras que el don de las curaciones se refiere al cuerpo humano.

Discernimiento de espíritus: este es complementario de la profecía (así como son correlativos las lenguas y la interpretación).Era una agudeza especial para juzgar, entre tantos enemigos del cristianismo primitivo, las disposiciones mentales del prójimo; servían también para guardarse de los peligros de los falsos hermanos (II Cor 11,26) y discernir los verdaderos de los falsos profetas (cfr. I Cor 14,37). Probablemente este carisma era ordinario d elos jefes de la comunidad, o, al menos, estos recurrirías a los consejos de quienes los poseían".
 


Dr. Miguel Barriola en sus apuntes, Temas de iniciación a San Pablo, 1982, pp.129 ss:

RP. HORACIO BOJORGE (EWTN): EL DEMONIO DE LA ACEDIA (1)

RP MIGUEL ÁNGEL FUENTES: QUÉ SON LAS LETANÍAS?


Letanía es un nombre genérico por el cual se designan diversas especies de oraciones de intercesión, que presentan una forma de interpelación. La oración litánica es uno de los modos de oración más comunes. El origen de la oración litánica ha de buscarse en una oración que se realizaba en la sinagoga, que consistía en 18 bendiciones en las que se enumeraban las diferentes categorías sociales de personas y de intenciones por las cuales se oraba. San Pablo, en la carta a Timoteo (2, 1-2) hace alusión a esta costumbre. También entre los paganos existía ya más o menos esta forma de plegaria.

En los escritos de los primeros Padres de la Iglesia encontramos ejemplos de este tipo de oración, como se puede ver en la oración de San Clemente Romano o en la carta de San Policarpo y en las actas de su martirio.

El texto más antiguo conocido de letanías a la Virgen (como un cuerpo orgánico parecido al actual) es el contenido en un Misal de Maguncia del s. XII, aunque existieron en el transcurso de los siglos varias recensiones. El que actualmente se practica, de ordinario al final del Santo Rosario, fue adoptado en el famoso santuario mariano de Loreto, de donde procede el nombre con que se las conoce (Letanía Lauretanas). Fue el papa Sixto V quien las aprobó para toda la Iglesia, en 1587.

Existen otras letanías, como son las de los Santos, la del Sagrado Corazón de Jesús, del Santísimo Nombre de Jesús, de San José, etc. Todas revisten el carácter fundamental de ser oraciones de súplica e intercesión.

En cuanto a la explicación de estas letanías: 'Torre de David' aplica a la Virgen el Salmo 66, y hace referencia a la Fortaleza o Castillo del Rey David. La Virgen es para nosotros un lugar de refugio y protección, como un castillo fuerte.

'Torre de Marfil' es una imagen poética que aparece en el Cantar de los Cantares; hace referencia a la belleza femenina de la Virgen.

Casa de Oro' o Palacio de Oro, igualmente hace referencia a la belleza y riqueza de virtudes de la Virgen

'Estrella de la mañana' porque es la Virgen es como el Lucero de la Aurora que antecede a Cristo.

martes, 19 de junio de 2012

HORACIO BOJORGE sj: CONVERSIÓN


Conversión se dice en griego metanoia, palabra que se suele traducir como cambio de mente. Convertirse es en efecto cambiar de mente.

Cambiar nuestros pensamiento, pero renovar también la facultad misma de pensar. Cambiar los contenidos habituales de nuestra facultad de pensar: aprendidos, heredados, recibidos por tradición. Están en juego aquí ‑en primer lugar‑ todos aquellos contenidos mentales que se re fieren a Dios. Ideas e imágenes relativas a Dios y a lo que podría ser su estar o hacerse presente entre los hombres.

Cuando Dios se hace presente, va a ser su realidad presente la que paute y se convierta en norma de toda idea. Debe abandonarse toda idea previa y volverse de las ideas de Dios, hacia la realidad de Dios.Metanoia es el término griego que traduce la palabra hebrea shubvolverse, con que se denota la conversión. Volverse, de las ideas, al Dios vivo. De los ídolos al Dios real, no imaginado. Los ídolos son materializaciones de ideas de Dios. La metanoia exige un volverse a la realidad de Dios, abandonando no sólo los ídolos sino también toda idea preconcebida. Especialmente las que impiden reconocerlo presen te. La mente debe cambiar para abrir paso, concretamente, a la per cepción de la encarnación y la presencia espiritual del Resucitado, cuya presencia percibe y afirma la fe. cristiana. Cuando la realidad de Dios se muestra, las ideas pre‑concebidas (concebidas antes de su manifes tación) deben cambiarse a la medida y según la norma de la realidad del Dios que se muestra. Cuando Dios se muestra, las ideas acerca de él deben corregirse. El Ser de Dios tal como se muestra y elige mos trarse ha de convertirse desde ahora en la norma de lo que el hombre sabe, piensa y dice acerca de Dios.

De lo contrario, pasa lo que pasó de hecho con Jesucristo: que los hombres no reconocen (re‑conocen: no conocen de nuevo) a Dios presente y lo rechazan. No lo re‑conocen debido a sus pre‑juicios acer ca de Dios; a causa de sus ideas previas acerca de lo que Dios es; de lo que Dios debe ser, de lo que Dios puede ser; de lo que Dios debe hacer; de lo que puede o no puede hacer...

0 sea que el hombre, teniendo a Dios delante, si no cambia sus modos de pensar y sus ideas acerca de Dios y acerca de la manera de estar y de hacerse presente ‑si no amolda y somete su razón al hecho de la revelación‑ es capaz de desconocer a Dios presente. Por eso Jesús reclama: convertíos ‑metanoeite: cambiad de ideas y volveos a la realidad.
Dijimos que la palabra griega metanoeite, traduce el hebreo shub: volverse. Shub tiene en hebreo el sentido de volverse para recorrer un camino en sentido contrario, o también el de volverse, darse vuelta, para mirar al que está a las espaldas.
El genio de la lengua hebrea, mucho más concreto, diríase que más material, que el de la lengua griega, obliga al hebreo a valerse de me táforas y simbolismos, tomando sus términos de la realidad material para expresar las realidades espirituales. El verbo shub hebreo, ex presa la acción de volverse atrás en el camino. Es una metáfora vial. El camino y el caminar son en hebreo, como son en inglés el way of lifey en chino el Tao, símbolos de la manera de pensar y de vivir, sinónimos de la conducta (con tal de abarcar con la palabra conducta, no sólo el obrar exterior sino también los principios interiores de la acción). Camino podría traducirse bastante exactamente por Cultura.
Pero en el mundo bíblico, los caminos conducen hacia el Dios de Israel o hacia los dioses e ídolos de las naciones vecinas. Ser fieles a Dios implica seguirlo por el camino de una Alianza y una conducta. Apartarse tras dioses e ídolos extraños, es actuar según ideas y cos tumbres ajenas. Volverse de los ídolos a Yavé es convertirse. La con versión se expresará en términos de seguimiento de Dios. Y volverse de detrás de Yavé para seguir a los ídolos, será apostatar. Un par de ejemplos: "Recuerdo aquél seguirme tú por el desierto... ¿qué en contraron tus padres en mí de torcído que se apartaron de mí y se fue ron en seguimiento de la Vanidad y se hicieron ídolos?" (Jeremías 2,2.5) ‑, "Vuelve, Israel apóstata" (Jeremías 3,1.11.14); "Si volvieras a mí, si quitaras tus monstruos abdomiables y de mí no huyeras" (Jeremías 4,1).
También en el Nuevo Testamento la metanoia será una invitación a un cambio de cultura: de la incredulidad a la fe. Por eso no deben extrañarnos luego las páginas evangélicas que reclaman con radicalis­mo el dejar padre, madre, heri‑nanos (Marcos 10, 28‑31 y paralelos) y no amoldarse a este mundo presente (Romanos 12,2).
Cuando Dios aparece, como Jesús lo anuncia, no hay instrumental cultural heredado que pueda servir. Corno dice Pedro‑ a los creyentes: habéis sido rescatados de vuestra manera vacía de vivír, recibida de vuestros padres" (1 Pedro 1, 17). Se reclama una nueva actitud, una vida nueva, recibida de Dios: la fe. Al hacerse El presente nos salva y al reconocerlo presente por la fe somos reengendrados.
Hermosamente ha tratado entre nosotros el tema de 1‑9 vida cris tiana como un camino, el Pbro. Dr. Miguel A. Barriola en su libro: "El Espíritu Santo y In Praxis cristiana. El tema M camino en la Teo logía de San Pablo" (ITUMS, Montevideo, 1977).

HANS URS VON BALTHASAR: MARÍA CREYÓ

María fue una creyente como nosotros durante su vida. Creyó en la Palabra de Dios comunicada por el ángel, aunque ciertamente el anuncio de éste parecía inverosímil. , aún sin comprenderlas, cuando la palabra que su Hijo, con solo doce años, le espetó en el templo de Jerusalén después de haberlo buscado con angustia. Creyó, cuando queriendo ver a Jesús, éste no la admitió a su presencia porque estaba fundando una nueva familia, la Iglesia de los creyentes.

Creyó así mismo cuando el Crucificado, poco antes de morir, le confió otro hijo que la introducía en la Iglesia de los pecadores. Vivir la fe parece hoy más difícil que antaño, cuando las personas se educaban en un contexto sociológicamente cristiano; pero para María creer fue tanto o más difícil que para nosotros. Por eso es, como explica Juan Pablo II, un modelo para la Iglesia de todos los tiempos: María vivió anticipadamente la dificultad de ser cristiano mejor que todos los que la han seguido Por eso es siempre una ayuda; un ejemplo para la Iglesia entera y para todo cristiano.

domingo, 17 de junio de 2012

SAN SILOUAN EL ATHONITA:el pecado desfigura al hombre, pero la gracia del Señor le torna bello.


Conocí a un niño. Tenía un  aire de ángel; era humilde, responsable y dulce; su pequeña figura era clara con sus mejillas sonrosadas; sus ojos azules eran luminosos, buenos y apacibles. Pero cuando se hizo mayor, se puso a vivir en la impureza y perdió la gracia divina; y cuando tuvo treinta años, parecía a la vez un hombre y un demonio, una bestia salvaje y un bribón, y toda su figura era repulsiva y terrible.
Conocí  también a una joven extraordinariamente bella; su rostro era tan radiante y agradable que muchos envidiaban su belleza. Pero los pecados le hicieron perder la gracia y no se la podía mirar.

Pero también he visto lo contrario: he visto hombres que habían ingresado en el monasterio con rostros deformados por los pecados y las pasiones; pero que gracias al arrepentimiento y  una vida de oración se transformaron y se convirtieron en lago agradable de ver.
El Señor me ha concedido de ver en el viejo Rossikon, durante la confesión, al monje confesor transfigurado a imagen de Cristo. Estaba en pie, en el lugar donde se escuchan las confesiones, resplandeciente de modo incomprensible; y aún cuando sus cabellos fuesen enteramente blancos a causa de la edad, su rostro era bello y vivaz como el de un joven. He visto cómo sucedía lo mismo a un obispo durante la liturgia. Y he visto al padre Juan de Kronsdtadt, su apariencia era la de un hombre normal, pero la gracia divina daba a su rostro un resplandor parecido al de un ángel, y se despertaba el deseo de contemplarle. Así, el pecado desfigura al hombre, pero por  la gracia del Señor se torna bello.

viernes, 15 de junio de 2012

GIANFRANCO RAVASI: SALMO 23 (22) EL SEÑOR ES MI PASTOR

La expresión decisiva se halla toda en el v.4: Tú vas conmigo. La confianza nace espontánea y no vuelve a apagarse, no obstante las oscuridades que nos depara el itinerario de la existencia humana.

Esta breve y deliciosa oración, que ignora ansiedades y temores, se desarrolla en torno a dos centros simbólicos, el pastor que avanza con el rebaño hacia un terreno y verde extensión (vv. 1-4) y una copa llena sobre la mesa preparada, signo de hospitalidad (vv.5-6).

El rebaño está en marcha para cambiar de sitio. La búsqueda de nuevos pastos había dado origen a la fiesta del plenilunio de primavera, transformada luego en la fiesta histórica de la Pascua: bastón y vestidos de viaje, panes ázimos cocidos sobre una laja, hierbas amargas recogidas en la estepa, cordero con los huesos intactos como auspicio de reproducción en la fecundidad de la grey, sangre derramada como exorcismo contra los poderes maléficos del largo viaje: elementos todos pastoriles y pascuales (Ex 12).
Para el semita, el pastor expresa más que un simple guía que sabe repentinamente orientar hacia verdes pastos, o hacia un oasis, o que sabe avanzar sobre una senda sin peligros. Es sobre todo el constante compañero de viaje para quien las horas de su rebaño son también suyas y propios los riesgos, y propias la sed y el hambre, y el sol golpea implacable sobre él y su rebaño. Sólo él sabe brindar seguridad y certeza, porque con su vara y su cayado da sosiego (v.4) descartando los senderos falsos y engañosos.

El Pastor es, pues, el salvador, su capacidad de guiar a lugares donde hay hierba decide de la suerte de las ovejas. La metáfora es transparente: sólo el Señor es Pastor, a pleno título, como gustaban de repetir los profetas (Os 4, 16; Jr 23,3;Is 40,11;49,9). También los guías del pueblo, los reyes de Israel son pastores e incluso Ciro es denominado por Dios “mi pastor” (Is 44,28). Homero mismo y los mesopotámicos definían a sus soberanos como pastores de sus pueblos; pero hay una diferencia radical con Dios. El Señor es el pastor –salvador absoluto, no derrotado por ningún obstáculo en su obra de salvación: Él no conoce retardos ni equivocaciones en su camino, supera hasta los precipicios más peligrosos para el paso lento de su grey. Y sobre todo nunca traiciona a sus ovejas. No es como los pastores que describe Ezequiel (34) “que se apacientan a sí mismos…, que no han fortalecido a las ovejas débiles, se han vestido con su lana, han sacrificado las ovejas más pingues; no han apacentado el rebaño”(2.4).

jueves, 7 de junio de 2012

MARÍA VALLEJO NÁGERA EN MONTEVIDEO

Estará  María Vallejo Nágera con su conferencia testimonial, en el mes de noviembre, por Montevideo. Viviendo en Inglaterra, es invitada por unos amigos anglicano a visitar Medjugorje, esta visita  será para ella una suerte de "camino de Damasco". La Virgen le alcanzará una gracia del Señor que trasformará toda su vida.


 

  María Vallejo Nágera vendrá acompañada por algunos jóvenes creadores de la red My Feelings. Hacete un lugar, y vení a escuchar su testimonio..Ya te iremos informando sobre los detalles..

RED DE ORACIÓN MY FEELINGS

miércoles, 6 de junio de 2012

MONSEÑOR GASPAR QUINTANA: QUÉ ES BENDECIR?

En las raíces de las bendiciones nos encontramos con la etimología de "bene dicere" (bien-decir). Es una expresión presente en la cultura latina y griega, con sus múltiples connotaciones. Por eso, bendecir es, ante todo, "decir bien": decir buenas palabras, hablar bien de alguien, exaltarlo, alabarlo, agradecer un bien recibido, manifestar gratitud y reconocimiento por las personas, las cosas y los acontecimientos. De esos significados arcaicos, trasvasados al lenguaje de la fe, podemos decir que bendecir es "decir bien" de Dios o "decir bien" a Dios.

Un segundo significado originario, que luego pasará al cristianismo, es augurar o desear cosas buenas y favorables, saludar. Indica también invocar el favor del hombre y, preferentemente, de Dios para el bien de los humanos.

También podemos precisar su significado desde la antropología o el habla corriente. En efecto, en nuestra cultura todo el mundo está "bendiciendo" a cada paso, sin pretenderlo mayoritariamente, cuando decimos: "Que te vaya bien", "que tengas un buen viaje", "que te salgan bien tus estudios", "que te vaya bien en tu negocio".

Estas expresiones son unas bendiciones formuladas desde la orilla humana. Pues bien, todo eso, dicho desde la orilla de la fe, es bendecir. Pero una mirada a la Biblia y a la práctica de la Iglesia nos puede completar el significado de las bendiciones. En ellas encontraremos qué es bendecir.

lunes, 4 de junio de 2012

BENEDICTO XVI: HOMILÍA CIERRE ENCUENTRO MUNDIAL DE LAS FAMILIAS CON EL PAPA..



CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA
HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

Parque de Bresso
Domingo 3 de junio de 2012



Venerados hermanos,
Ilustres autoridades,
Queridos hermanos y hermanas


Es un gran momento de alegría y comunión el que vivimos esta mañana, con la celebración del sacrificio eucarístico. Una gran asamblea, reunida con el Sucesor de Pedro, formada por fieles de muchas naciones. Es una imagen expresiva de la Iglesia, una y universal, fundada por Cristo y fruto de aquella misión que, como hemos escuchado en el evangelio, Jesús confió a sus apóstoles:
Ir y hacer discípulos a todos los pueblos, «bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28, 18-19).

 Saludo con afecto y reconocimiento al Cardenal Angelo Scola, Arzobispo de Milán, y al Cardenal Ennio Antonelli, Presidente del Pontificio Consejo para la Familia, artífices principales de este VII Encuentro Mundial de las Familias, así como a sus colaboradores, a los obispos auxiliares de Milán y a todos los demás obispos. Saludo con alegría a todas las autoridades presentes. Mi abrazo cordial va dirigido sobre todo a vosotras, queridas familias. Gracias por vuestra participación.

En la segunda lectura, el apóstol Pablo nos ha recordado que en el bautismo hemos recibido el Espíritu Santo, que nos une a Cristo como hermanos y como hijos nos relaciona con el Padre, de tal manera que podemos gritar: «¡Abba, Padre!» (cf. Rm 8, 15.17). En aquel momento se nos dio un germen de vida nueva, divina, que hay que desarrollar hasta su cumplimiento definitivo en la gloria celestial; hemos sido hechos miembros de la Iglesia, la familia de Dios, «sacrarium Trinitatis», según la define san Ambrosio, pueblo que, como dice el Concilio Vaticano II, aparece «unido por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo» (Const. Lumen gentium, 4).

La solemnidad litúrgica de la Santísima Trinidad, que celebramos hoy, nos invita a contemplar ese misterio, pero nos impulsa también al compromiso de vivir la comunión con Dios y entre nosotros según el modelo de la Trinidad. Estamos llamados a acoger y transmitir de modo concorde las verdades de la fe; a vivir el amor recíproco y hacia todos, compartiendo gozos y sufrimientos, aprendiendo a pedir y conceder el perdón, valorando los diferentes carismas bajo la guía de los pastores. En una palabra, se nos ha confiado la tarea de edificar comunidades eclesiales que sean cada vez más una familia, capaces de reflejar la belleza de la Trinidad y de evangelizar no sólo con la palabra. Más bien diría por «irradiación», con la fuerza del amor vivido.

La familia, fundada sobre el matrimonio entre el hombre y la mujer, está también llamada al igual que la Iglesia a ser imagen del Dios Único en Tres Personas. Al principio, en efecto, «creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: “Creced, multiplicaos”» (Gn 1, 27-28). Dios creó el ser humano hombre y mujer, con la misma dignidad, pero también con características propias y complementarias, para que los dos fueran un don el uno para el otro, se valoraran recíprocamente y realizaran una comunidad de amor y de vida.

El amor es lo que hace de la persona humana la auténtica imagen de la Trinidad, imagen de Dios. Queridos esposos, viviendo el matrimonio no os dais cualquier cosa o actividad, sino la vida entera. Y vuestro amor es fecundo, en primer lugar, para vosotros mismos, porque deseáis y realizáis el bien el uno al otro, experimentando la alegría del recibir y del dar. Es fecundo también en la procreación, generosa y responsable, de los hijos, en el cuidado esmerado de ellos y en la educación metódica y sabia.

Es fecundo, en fin, para la sociedad, porque la vida familiar es la primera e insustituible escuela de virtudes sociales, como el respeto de las personas, la gratuidad, la confianza, la responsabilidad, la solidaridad, la cooperación. Queridos esposos, cuidad a vuestros hijos y, en un mundo dominado por la técnica, transmitidles, con serenidad y confianza, razones para vivir, la fuerza de la fe, planteándoles metas altas y sosteniéndolos en la debilidad. Pero también vosotros, hijos, procurad mantener siempre una relación de afecto profundo y de cuidado diligente hacia vuestros padres, y también que las relaciones entre hermanos y hermanas sean una oportunidad para crecer en el amor.

El proyecto de Dios sobre la pareja humana encuentra su plenitud en Jesucristo, que elevó el matrimonio a sacramento. Queridos esposos, Cristo, con un don especial del Espíritu Santo, os hace partícipes de su amor esponsal, haciéndoos signo de su amor por la Iglesia: un amor fiel y total. Si, con la fuerza que viene de la gracia del sacramento, sabéis acoger este don, renovando cada día, con fe, vuestro «sí», también vuestra familia vivirá del amor de Dios, según el modelo de la Sagrada Familia de Nazaret. Queridas familias, pedid con frecuencia en la oración la ayuda de la Virgen María y de san José, para que os enseñen a acoger el amor de Dios como ellos lo acogieron. Vuestra vocación no es fácil de vivir, especialmente hoy, pero el amor es una realidad maravillosa, es la única fuerza que puede verdaderamente transformar el cosmos, el mundo. Ante vosotros está el testimonio de tantas familias, que señalan los caminos para crecer en el amor: mantener una relación constante con Dios y participar en la vida eclesial, cultivar el diálogo, respetar el punto de vista del otro, estar dispuestos a servir, tener paciencia con los defectos de los demás, saber perdonar y pedir perdón, superar con inteligencia y humildad los posibles conflictos, acordar las orientaciones educativas, estar abiertos a las demás familias, atentos con los pobres, responsables en la sociedad civil. Todos estos elementos construyen la familia.

Vividlos con valentía, con la seguridad de que en la medida en que viváis el amor recíproco y hacia todos, con la ayuda de la gracia divina, os convertiréis en evangelio vivo, una verdadera Iglesia doméstica (cf. Exh. ap. Familiaris consortio, 49). Quisiera dirigir unas palabras también a los fieles que, aun compartiendo las enseñanzas de la Iglesia sobre la familia, están marcados por las experiencias dolorosas del fracaso y la separación. Sabed que el Papa y la Iglesia os sostienen en vuestra dificultad. Os animo a permanecer unidos a vuestras comunidades, al mismo tiempo que espero que las diócesis pongan en marcha adecuadas iniciativas de acogida y cercanía.

En el libro del Génesis, Dios confía su creación a la pareja humana, para que la guarde, la cultive, la encamine según su proyecto (cf. 1,27-28; 2,15). En esta indicación de la Sagrada Escritura podemos comprender la tarea del hombre y la mujer como colaboradores de Dios para transformar el mundo, a través del trabajo, la ciencia y la técnica. El hombre y la mujer son imagen de Dios también en esta obra preciosa, que han de cumplir con el mismo amor del Creador. Vemos que, en las modernas teorías económicas, prevalece con frecuencia una concepción utilitarista del trabajo, la producción y el mercado. El proyecto de Dios y la experiencia misma muestran, sin embargo, que no es la lógica unilateral del provecho propio y del máximo beneficio lo que contribuye a un desarrollo armónico, al bien de la familia y a edificar una sociedad justa, ya que supone una competencia exasperada, fuertes desigualdades, degradación del medio ambiente, carrera consumista, pobreza en las familias. Es más, la mentalidad utilitarista tiende a extenderse también a las relaciones interpersonales y familiares, reduciéndolas a simples convergencias precarias de intereses individuales y minando la solidez del tejido social.

Un último elemento. El hombre, en cuanto imagen de Dios, está también llamado al descanso y a la fiesta. El relato de la creación concluye con estas palabras: «Y habiendo concluido el día séptimo la obra que había hecho, descansó el día séptimo de toda la obra que había hecho. Y bendijo Dios el día séptimo y lo consagró» (Gn 2,2-3). Para nosotros, cristianos, el día de fiesta es el domingo, día del Señor, pascua semanal. Es el día de la Iglesia, asamblea convocada por el Señor alrededor de la mesa de la palabra y del sacrificio eucarístico, como estamos haciendo hoy, para alimentarnos de él, entrar en su amor y vivir de su amor. Es el día del hombre y de sus valores: convivialidad, amistad, solidaridad, cultura, contacto con la naturaleza, juego, deporte.

Es el día de la familia, en el que se vive juntos el sentido de la fiesta, del encuentro, del compartir, también en la participación de la santa Misa. Queridas familias, a pesar del ritmo frenético de nuestra época, no perdáis el sentido del día del Señor. Es como el oasis en el que detenerse para saborear la alegría del encuentro y calmar nuestra sed de Dios.

Familia, trabajo, fiesta: tres dones de Dios, tres dimensiones de nuestra existencia que han de encontrar un equilibrio armónico. Armonizar el tiempo del trabajo y las exigencias de la familia, la profesión y la paternidad y la maternidad, el trabajo y la fiesta, es importante para construir una sociedad de rostro humano. A este respecto, privilegiad siempre la lógica del ser respecto a la del tener: la primera construye, la segunda termina por destruir. Es necesario aprender, antes de nada en familia, a creer en el amor auténtico, el que viene de Dios y nos une a él y precisamente por eso «nos transforma en un Nosotros, que supera nuestras divisiones y nos convierte en una sola cosa, hasta que al final Dios sea “todo para todos” (1 Co 15,28)» (Enc. Deus caritas est, 18). Amén.

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JMJ 2013 RÍO DE JANEIRO

domingo, 3 de junio de 2012

MONSEÑOR ANTONIO MARINO: Los “hermanos” de Jesús

“¿Jesús tenía hermanos?” Desde cierta literatura teológica se ha divulgado ante el gran público los pretendidos hallazgos de la última exégesis bíblica acerca de la existencia de hermanos carnales de Jesús. Dicho más concretamente, de otros hijos de María, frutos de su matrimonio con José.


sábado, 2 de junio de 2012

HANS URS VON BALTHASAR: SANTÍSIMA TRINIDAD


Bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Señor glorificado da la orden de bautizar a todos los hombres que pueda bajo el signo de la Trinidad de Dios. El Bautismo cristiano es designado a menudo también como la marca de un sello; el bautizado debe saber a quién pertenece y según que vida y qué ejemplo ha de conducirse. La Trinidad divina no es para nosotros simplemente un misterio impenetrable (como se la presenta a menudo), es más bien l forma en que Dios ha querido darse a conocer al mundo y especialmente a nosotros los cristianos: El es nuestro Padre que nos ha amado tanto que entregó a su Hijo por nosotros y además  nos dio su Espíritu. Pero es precisamente este Espíritu el que Él ha puesto en nuestros corazones: “Así conocemos a fondo los dones que Dios nos ha hecho” (I Cor 2,12). Si se conoce la verdad cristiana, es absolutamente falso decir que el hombre es incapaz de conocer a Dios. Dios no sólo nos ha hecho conocer su existencia (de la que tiene un presentimiento todo hombre que ve que las cosas del mundo no se ha hecho a sí mismas), sino que nos ha proporcionado también una idea de su esencia íntima. Esto es lo que la Iglesia debe anunciar a todos los pueblos.
   
Que somos hijos de Dios. La segunda lectura nos dice que la Iglesia trasmite a los creyentes y bautizados no solamente esa visión de la interioridad de Dios, por así decirlo, desde fuera, sino que nos permite penetrar en su vida íntima como amor. La lectura comienza con el Espíritu Santo que nos ha sido dado y que nos muestra, si lo aceptamos, que somos en Jesucristo “hijos de Dios” Padre: para esto hemos sido creados (Ef 1,4-12). Y como en Cristo “se esconden todos los tesoros del saber y del conocer” (Col 2,3), los cristianos nos convertimos en coherederos de todas esas riquezas, que no son tesoros terrenales sino los tesoros del amor eterno, que son los auténticos tesoros a los que el hombre aspira porque sabe que los bienes terrenales son efímeros y la polilla los hecha pronto a perder. La esencia de Dios que el propio Dios nos revela como el amor infinito siempre nuevo y nunca aburrido es mucho más de lo que el anhelo humano más exigente puede desear para sí.

Algún Dios intento jamás...? Ya en la antigua Alianza, dice la primera lectura, Israel quedó deslumbrado por el gran amor que Dios le dispensó. Israel sabía que no hay nada en ninguna de las religions del mundo que sea comparable a este amor. Se nos invita a expeimentar esto por nosotros mismos: "Pregunta, desde un extremo a otro del cielo", si hay algo comparable con este amor que Dios ha demostrado al hombre. Esto adquiere todo su sentido cuando Dios culmina su Alianza pactada con Israel en la vida, muerte y resurrección de Cristo, desvelándonos así totalmente la gloria de su amor; cuando el velo que cubría todavía el Antiguo Testamento  se quita y nosotros "con la cara descubierta reflejamos la gloria del Señor" y nos "vamos transformando" cada vez  más profundamente en esa gloria del amor ( 2 Cor 3,18).