sábado, 30 de junio de 2012
viernes, 29 de junio de 2012
HANS URS VON BALTHASAR: DOMINGO XIII, TIEMPO ORDINARIO

Del largo relato del Evangelio, en el que se entremezclan dos milagros , extraigamos simplemente dos frases. De la hija del jefe de la Sinagoga, ciertamente muerta según nuestros conceptos, Jesús dice : La niña está dormida, lo que hace que los presentes se rían de él. En el caso de la mujer que padecía flujo de sangre y que toca su manto, Jesús pregunta: Quien me ha tocado el manto, con el consiguiente desconcierto de los discípulos por la pregunta. Ante la muerte corporal Jesús habla de sueño lo hará otra vez en el episodio de la resurrección de su amigo Lázaro: Jn 11,11; la verdadera muerte, la que el Apocalipsis denomina segunda “definitiva” es para él otra cosa. Por otra parte, la enfermedad , que para los judíos era una premonición de la muerte, es para él una menudencia insignificante; para curarla debe salir de él una fuerza, en Lc estos sucede en todas las curaciones. Jesús se designa a sí mismo como la vida y esta vida debe expandir sus energías para vivificar lo muerto y lo caduco¨.
Solo a partir de aquí se pueden comprender las afirmaciones de la primera lectura: Dios no hizo la muerte. Esto se repite. No hay imperio del abismo sobre la tierra, porque la justicia es inmortal. La presencia de la muerte en el mundo se atribuye a la envidia del Diablo. Como puede decir esto el sabio cuando sabe a ciencia cierta que todos los hombres, tanto justos como injustos, tienen que morir
Distingue, como Jesús, una doble muerte: una muerte natural, dada con la finitud de la existencia, y una muerte no natural, dada por la rebeldía de los hombres contra Dios. Pensemos en estas misteriosas palabras de Jesús, aunque aquí ciertamente iluminadoras: El que cree en mi, aunque haya muerto vivirá, y lo que sigue no la contradicen: Y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre (Jn 11,26). Si Dios ha creado al hombre finito, el hombre, con sus pecados, ha creado la segunda muerte, la verdadera.
jueves, 28 de junio de 2012
MONSEÑOR JOSÉ IGNACIO MUNILLA: DE NOCTÁMBULOS Y CENTINELAS

noche, a través de algunas colaboraciones en programas radiofónicos a altas horas de la
madrugada. Una de las primeras sorpresas consiste en comprobar la gran cantidad de
ecos nocturnos que podemos llegar a percibir, hasta el punto de concluir que nuestra
sociedad no está ‘desconectada’ en ningún momento. Si bien es cierto el refrán: “De
noche todos los gatos son pardos”; sin embargo, yo me atrevería a matizar añadiendo
que, a la luz de la luna, todavía es posible distinguir entre ‘noctámbulos’ y ‘centinelas’.
Si encendemos de madrugada la televisión –cosa ciertamente poco
recomendable-, comprobamos que la mayoría de los canales han conectado una especie
de ‘piloto automático’, ofreciendo lo que podríamos llamar un ‘cebo’ para noctámbulos.
Nos encontramos principalmente con tres tipos de productos: tarots y consultas con
adivinos o videntes; teléfonos eróticos y canales pornográficos; y programas de
televenta y de sorteos de premios. Es de suponer que quienes han planificado ese tipo de
‘anzuelos’, antes de elegir el ‘cebo’ adecuado, habrán estudiado detenidamente las
inclinaciones de las pasiones humanas. Es obvio que las inquietudes, los agobios y
ansiedades, la inmadurez, las frustraciones, las angustias, los miedos, el vacío
interior… etc. pueden llegar a convertirse en un negocio redondo para esta nueva clase
de empresarios, ‘cazadores de noctámbulos’.
En el Evangelio de Mateo hay una frase de Jesucristo, que me parece
especialmente clarividente y clarificadora de los ideales de nuestra generación en
general, y de los de cada uno de nosotros en particular: “Donde esté vuestro tesoro, allí
estará también vuestro corazón” (Mt 6, 21). Sería una ingenuidad por nuestra parte
suponer que estas programaciones nocturnas en los medios de comunicación son un
mero juego inocuo, inocente e inofensivo. ¡Es obvio que estamos ante un fenómeno
muy distinto del juego del parchís o de las cartas, con los que tradicionalmente nos
entreteníamos en el seno de nuestras familias!
¿No será que el tarot, el erotismo y el consumismo son expresiones de las
grandes necesidades del hombre, a las que seguimos sin dar una respuesta adecuada? De
forma inversamente proporcional a nuestra fe y esperanza en Dios, los adivinos nos
ofrecen su mercado esotérico con la promesa de aliviar la angustia por nuestro futuro y
mitigar el dolor por las heridas del pasado. La pornografía ofrece un tubo de escape para
compensar la frustración en el amor, al mismo tiempo que nos hace incapaces para el
amor respetuoso y fiel. Y el consumismo no es otra cosa que un intento de compensar
con el ‘tener’, las carencias del ‘ser’. (¡Quién dijo aquello de “el dinero no nos hace
felices, pero es lo único que nos compensa de no serlo”!). En pocas palabras, la oferta
televisiva nocturna bien parece responder a las tres heridas morales principales de
nuestra generación: la desconfianza, la desfiguración del amor y el narcisismo.
En ‘la noche’ tenemos el riesgo -pero también la ocasión- de desinhibirnos y
desprendernos de una buena parte de nuestras caretas y corazas, hasta el punto de
generarse una mayor facilidad para manifestar y compartir los valores y contravalores
que anidan en nuestro corazón. Es decir, también en un sentido positivo, ¡la noche es
una gran oportunidad para la comunicación de la experiencia cristiana en un contexto de
Nueva Evangelización!
En las últimas semanas hemos sido testigos del estreno del cortometraje “Hay
mucha gente buena” (www.haymuchagentebuena.es), producido de forma desinteresada
por el director español Antonio Cuadri, con el objeto de divulgar la labor de un equipo
de comunicadores voluntarios, que en la madrugada del viernes al sábado realizan en Radio María un programa interactivo en contacto con ‘la noche’. El testimonio del
retorno a la fe de Antonio Cuadri es una buena prueba de la importancia de salir al
encuentro de los hombres y las mujeres de las distintas generaciones, ambientes y
situaciones de vida.
En resumen, en ‘la noche’ no todos son ‘noctámbulos’ en medio de las
penumbras, sino que también los hay ‘centinelas’, que intentan abrir y ampliar
horizontes sembrando esperanza. Me viene a la memoria la imagen de Juan Pablo II,
ante la inmensa multitud de jóvenes reunidos en Torvergata (Roma), durante la Jornada
Mundial de la Juventud del año 2000. A ellos les dirigió unas palabras proféticas: “En
vosotros veo a los ‘centinelas de la mañana’ (cf. Is 21, 11-12) en este amanecer del
tercer milenio”.
Aquellas palabras no cayeron en el olvido, sino que dieron origen a experiencias
verdaderamente novedosas al servicio de la Nueva Evangelización, como es el caso de
“Sentinelle del mattino” (Centinelas de la mañana), iniciativa del sacerdote italiano
Andrea Brugnoli. Se trata de una atrevida experiencia para compartir el Evangelio en
medio de ‘la noche joven’ y en ambientes similares (www.sentinelledelmattino.org).
¡Ojalá pudiéramos ver pronto esta experiencia hecha realidad en las noches
donostiarras! Pero de eso hablaremos en otra ocasión. Por el momento, ¡buenas noches
a todos! Que es tanto como decir ¡buenos días!
martes, 26 de junio de 2012
MEDJUGORJE: MENSAJE DEL 25 DE JUNIO DE 2012
lunes, 25 de junio de 2012
MONS. HÉCTOR AGUER: CELEBRACIÓN DEL DÍA DEL PAPA

jueves, 21 de junio de 2012
PBRO.DR. MIGUEL BARRIOLA: LOS CARISMAS EN SAN PABLO

Dr. Miguel Barriola en sus apuntes, Temas de iniciación a San Pablo, 1982, pp.129 ss:
RP MIGUEL ÁNGEL FUENTES: QUÉ SON LAS LETANÍAS?

martes, 19 de junio de 2012
HORACIO BOJORGE sj: CONVERSIÓN
HANS URS VON BALTHASAR: MARÍA CREYÓ

María fue una creyente como nosotros durante su vida. Creyó en la Palabra de Dios comunicada por el ángel, aunque ciertamente el anuncio de éste parecía inverosímil. , aún sin comprenderlas, cuando la palabra que su Hijo, con solo doce años, le espetó en el templo de Jerusalén después de haberlo buscado con angustia. Creyó, cuando queriendo ver a Jesús, éste no la admitió a su presencia porque estaba fundando una nueva familia, la Iglesia de los creyentes.
Creyó así mismo cuando el Crucificado, poco antes de morir, le confió otro hijo que la introducía en la Iglesia de los pecadores. Vivir la fe parece hoy más difícil que antaño, cuando las personas se educaban en un contexto sociológicamente cristiano; pero para María creer fue tanto o más difícil que para nosotros. Por eso es, como explica Juan Pablo II, un modelo para la Iglesia de todos los tiempos: María vivió anticipadamente la dificultad de ser cristiano mejor que todos los que la han seguido Por eso es siempre una ayuda; un ejemplo para la Iglesia entera y para todo cristiano.
domingo, 17 de junio de 2012
SAN SILOUAN EL ATHONITA:el pecado desfigura al hombre, pero la gracia del Señor le torna bello.

Pero también he visto lo contrario: he visto hombres que habían ingresado en el monasterio con rostros deformados por los pecados y las pasiones; pero que gracias al arrepentimiento y una vida de oración se transformaron y se convirtieron en lago agradable de ver.
viernes, 15 de junio de 2012
GIANFRANCO RAVASI: SALMO 23 (22) EL SEÑOR ES MI PASTOR
Esta breve y deliciosa oración, que ignora ansiedades y temores, se desarrolla en torno a dos centros simbólicos, el pastor que avanza con el rebaño hacia un terreno y verde extensión (vv. 1-4) y una copa llena sobre la mesa preparada, signo de hospitalidad (vv.5-6).
El rebaño está en marcha para cambiar de sitio. La búsqueda de nuevos pastos había dado origen a la fiesta del plenilunio de primavera, transformada luego en la fiesta histórica de la Pascua: bastón y vestidos de viaje, panes ázimos cocidos sobre una laja, hierbas amargas recogidas en la estepa, cordero con los huesos intactos como auspicio de reproducción en la fecundidad de la grey, sangre derramada como exorcismo contra los poderes maléficos del largo viaje: elementos todos pastoriles y pascuales (Ex 12).
Para el semita, el pastor expresa más que un simple guía que sabe repentinamente orientar hacia verdes pastos, o hacia un oasis, o que sabe avanzar sobre una senda sin peligros. Es sobre todo el constante compañero de viaje para quien las horas de su rebaño son también suyas y propios los riesgos, y propias la sed y el hambre, y el sol golpea implacable sobre él y su rebaño. Sólo él sabe brindar seguridad y certeza, porque con su vara y su cayado da sosiego (v.4) descartando los senderos falsos y engañosos.
El Pastor es, pues, el salvador, su capacidad de guiar a lugares donde hay hierba decide de la suerte de las ovejas. La metáfora es transparente: sólo el Señor es Pastor, a pleno título, como gustaban de repetir los profetas (Os 4, 16; Jr 23,3;Is 40,11;49,9). También los guías del pueblo, los reyes de Israel son pastores e incluso Ciro es denominado por Dios “mi pastor” (Is 44,28). Homero mismo y los mesopotámicos definían a sus soberanos como pastores de sus pueblos; pero hay una diferencia radical con Dios. El Señor es el pastor –salvador absoluto, no derrotado por ningún obstáculo en su obra de salvación: Él no conoce retardos ni equivocaciones en su camino, supera hasta los precipicios más peligrosos para el paso lento de su grey. Y sobre todo nunca traiciona a sus ovejas. No es como los pastores que describe Ezequiel (34) “que se apacientan a sí mismos…, que no han fortalecido a las ovejas débiles, se han vestido con su lana, han sacrificado las ovejas más pingues; no han apacentado el rebaño”(2.4).
martes, 12 de junio de 2012
jueves, 7 de junio de 2012
MARÍA VALLEJO NÁGERA EN MONTEVIDEO
María Vallejo Nágera vendrá acompañada por algunos jóvenes creadores de la red My Feelings. Hacete un lugar, y vení a escuchar su testimonio..Ya te iremos informando sobre los detalles..
miércoles, 6 de junio de 2012
MONSEÑOR GASPAR QUINTANA: QUÉ ES BENDECIR?

martes, 5 de junio de 2012
lunes, 4 de junio de 2012
BENEDICTO XVI: HOMILÍA CIERRE ENCUENTRO MUNDIAL DE LAS FAMILIAS CON EL PAPA..
Parque de Bresso
Domingo 3 de junio de 2012
Venerados hermanos,
Ilustres autoridades,
Queridos hermanos y hermanas
Es un gran momento de alegría y comunión el que vivimos esta mañana, con la celebración del sacrificio eucarístico. Una gran asamblea, reunida con el Sucesor de Pedro, formada por fieles de muchas naciones. Es una imagen expresiva de la Iglesia, una y universal, fundada por Cristo y fruto de aquella misión que, como hemos escuchado en el evangelio, Jesús confió a sus apóstoles:
Ir y hacer discípulos a todos los pueblos, «bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28, 18-19).
Saludo con afecto y reconocimiento al Cardenal Angelo Scola, Arzobispo de Milán, y al Cardenal Ennio Antonelli, Presidente del Pontificio Consejo para la Familia, artífices principales de este VII Encuentro Mundial de las Familias, así como a sus colaboradores, a los obispos auxiliares de Milán y a todos los demás obispos. Saludo con alegría a todas las autoridades presentes. Mi abrazo cordial va dirigido sobre todo a vosotras, queridas familias. Gracias por vuestra participación.
En la segunda lectura, el apóstol Pablo nos ha recordado que en el bautismo hemos recibido el Espíritu Santo, que nos une a Cristo como hermanos y como hijos nos relaciona con el Padre, de tal manera que podemos gritar: «¡Abba, Padre!» (cf. Rm 8, 15.17). En aquel momento se nos dio un germen de vida nueva, divina, que hay que desarrollar hasta su cumplimiento definitivo en la gloria celestial; hemos sido hechos miembros de la Iglesia, la familia de Dios, «sacrarium Trinitatis», según la define san Ambrosio, pueblo que, como dice el Concilio Vaticano II, aparece «unido por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo» (Const. Lumen gentium, 4).
La solemnidad litúrgica de la Santísima Trinidad, que celebramos hoy, nos invita a contemplar ese misterio, pero nos impulsa también al compromiso de vivir la comunión con Dios y entre nosotros según el modelo de la Trinidad. Estamos llamados a acoger y transmitir de modo concorde las verdades de la fe; a vivir el amor recíproco y hacia todos, compartiendo gozos y sufrimientos, aprendiendo a pedir y conceder el perdón, valorando los diferentes carismas bajo la guía de los pastores. En una palabra, se nos ha confiado la tarea de edificar comunidades eclesiales que sean cada vez más una familia, capaces de reflejar la belleza de la Trinidad y de evangelizar no sólo con la palabra. Más bien diría por «irradiación», con la fuerza del amor vivido.
La familia, fundada sobre el matrimonio entre el hombre y la mujer, está también llamada al igual que la Iglesia a ser imagen del Dios Único en Tres Personas. Al principio, en efecto, «creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: “Creced, multiplicaos”» (Gn 1, 27-28). Dios creó el ser humano hombre y mujer, con la misma dignidad, pero también con características propias y complementarias, para que los dos fueran un don el uno para el otro, se valoraran recíprocamente y realizaran una comunidad de amor y de vida.
El amor es lo que hace de la persona humana la auténtica imagen de la Trinidad, imagen de Dios. Queridos esposos, viviendo el matrimonio no os dais cualquier cosa o actividad, sino la vida entera. Y vuestro amor es fecundo, en primer lugar, para vosotros mismos, porque deseáis y realizáis el bien el uno al otro, experimentando la alegría del recibir y del dar. Es fecundo también en la procreación, generosa y responsable, de los hijos, en el cuidado esmerado de ellos y en la educación metódica y sabia.
Es fecundo, en fin, para la sociedad, porque la vida familiar es la primera e insustituible escuela de virtudes sociales, como el respeto de las personas, la gratuidad, la confianza, la responsabilidad, la solidaridad, la cooperación. Queridos esposos, cuidad a vuestros hijos y, en un mundo dominado por la técnica, transmitidles, con serenidad y confianza, razones para vivir, la fuerza de la fe, planteándoles metas altas y sosteniéndolos en la debilidad. Pero también vosotros, hijos, procurad mantener siempre una relación de afecto profundo y de cuidado diligente hacia vuestros padres, y también que las relaciones entre hermanos y hermanas sean una oportunidad para crecer en el amor.
El proyecto de Dios sobre la pareja humana encuentra su plenitud en Jesucristo, que elevó el matrimonio a sacramento. Queridos esposos, Cristo, con un don especial del Espíritu Santo, os hace partícipes de su amor esponsal, haciéndoos signo de su amor por la Iglesia: un amor fiel y total. Si, con la fuerza que viene de la gracia del sacramento, sabéis acoger este don, renovando cada día, con fe, vuestro «sí», también vuestra familia vivirá del amor de Dios, según el modelo de la Sagrada Familia de Nazaret. Queridas familias, pedid con frecuencia en la oración la ayuda de la Virgen María y de san José, para que os enseñen a acoger el amor de Dios como ellos lo acogieron. Vuestra vocación no es fácil de vivir, especialmente hoy, pero el amor es una realidad maravillosa, es la única fuerza que puede verdaderamente transformar el cosmos, el mundo. Ante vosotros está el testimonio de tantas familias, que señalan los caminos para crecer en el amor: mantener una relación constante con Dios y participar en la vida eclesial, cultivar el diálogo, respetar el punto de vista del otro, estar dispuestos a servir, tener paciencia con los defectos de los demás, saber perdonar y pedir perdón, superar con inteligencia y humildad los posibles conflictos, acordar las orientaciones educativas, estar abiertos a las demás familias, atentos con los pobres, responsables en la sociedad civil. Todos estos elementos construyen la familia.
Vividlos con valentía, con la seguridad de que en la medida en que viváis el amor recíproco y hacia todos, con la ayuda de la gracia divina, os convertiréis en evangelio vivo, una verdadera Iglesia doméstica (cf. Exh. ap. Familiaris consortio, 49). Quisiera dirigir unas palabras también a los fieles que, aun compartiendo las enseñanzas de la Iglesia sobre la familia, están marcados por las experiencias dolorosas del fracaso y la separación. Sabed que el Papa y la Iglesia os sostienen en vuestra dificultad. Os animo a permanecer unidos a vuestras comunidades, al mismo tiempo que espero que las diócesis pongan en marcha adecuadas iniciativas de acogida y cercanía.
En el libro del Génesis, Dios confía su creación a la pareja humana, para que la guarde, la cultive, la encamine según su proyecto (cf. 1,27-28; 2,15). En esta indicación de la Sagrada Escritura podemos comprender la tarea del hombre y la mujer como colaboradores de Dios para transformar el mundo, a través del trabajo, la ciencia y la técnica. El hombre y la mujer son imagen de Dios también en esta obra preciosa, que han de cumplir con el mismo amor del Creador. Vemos que, en las modernas teorías económicas, prevalece con frecuencia una concepción utilitarista del trabajo, la producción y el mercado. El proyecto de Dios y la experiencia misma muestran, sin embargo, que no es la lógica unilateral del provecho propio y del máximo beneficio lo que contribuye a un desarrollo armónico, al bien de la familia y a edificar una sociedad justa, ya que supone una competencia exasperada, fuertes desigualdades, degradación del medio ambiente, carrera consumista, pobreza en las familias. Es más, la mentalidad utilitarista tiende a extenderse también a las relaciones interpersonales y familiares, reduciéndolas a simples convergencias precarias de intereses individuales y minando la solidez del tejido social.
Un último elemento. El hombre, en cuanto imagen de Dios, está también llamado al descanso y a la fiesta. El relato de la creación concluye con estas palabras: «Y habiendo concluido el día séptimo la obra que había hecho, descansó el día séptimo de toda la obra que había hecho. Y bendijo Dios el día séptimo y lo consagró» (Gn 2,2-3). Para nosotros, cristianos, el día de fiesta es el domingo, día del Señor, pascua semanal. Es el día de la Iglesia, asamblea convocada por el Señor alrededor de la mesa de la palabra y del sacrificio eucarístico, como estamos haciendo hoy, para alimentarnos de él, entrar en su amor y vivir de su amor. Es el día del hombre y de sus valores: convivialidad, amistad, solidaridad, cultura, contacto con la naturaleza, juego, deporte.
Es el día de la familia, en el que se vive juntos el sentido de la fiesta, del encuentro, del compartir, también en la participación de la santa Misa. Queridas familias, a pesar del ritmo frenético de nuestra época, no perdáis el sentido del día del Señor. Es como el oasis en el que detenerse para saborear la alegría del encuentro y calmar nuestra sed de Dios.
Familia, trabajo, fiesta: tres dones de Dios, tres dimensiones de nuestra existencia que han de encontrar un equilibrio armónico. Armonizar el tiempo del trabajo y las exigencias de la familia, la profesión y la paternidad y la maternidad, el trabajo y la fiesta, es importante para construir una sociedad de rostro humano. A este respecto, privilegiad siempre la lógica del ser respecto a la del tener: la primera construye, la segunda termina por destruir. Es necesario aprender, antes de nada en familia, a creer en el amor auténtico, el que viene de Dios y nos une a él y precisamente por eso «nos transforma en un Nosotros, que supera nuestras divisiones y nos convierte en una sola cosa, hasta que al final Dios sea “todo para todos” (1 Co 15,28)» (Enc. Deus caritas est, 18). Amén.
domingo, 3 de junio de 2012
MONSEÑOR ANTONIO MARINO: Los “hermanos” de Jesús

“¿Jesús tenía hermanos?” Desde cierta literatura teológica se ha divulgado ante el gran público los pretendidos hallazgos de la última exégesis bíblica acerca de la existencia de hermanos carnales de Jesús. Dicho más concretamente, de otros hijos de María, frutos de su matrimonio con José.
La respuesta adecuada desde la fe católica y desde la ciencia histórico-crítica simultáneamente, ante los problemas planteados, podría ser muy extensa. Aquí nos ceñimos a brindarla en sus rasgos fundamentales.
Ante todo, debemos distinguir en esta cuestión dos aspectos: 1) los resultados de las investigaciones de la ciencia bíblica positiva, que se mueve con métodos propios y con altas exigencias de cientificidad crítica, métodos que el creyente respeta con la plena seguridad de que rectamente aplicados, lejos de conmover su fe vienen a iluminarla con luces nuevas; 2) la certeza de la fe del creyente, que se funda en la interpretación constante de la Iglesia sobre la virginidad perpetua, ya atestiguada desde el siglo II y asumida como doctrina de fe por el Magisterio eclesiástico (Concilio de Constantinopla II, año 553).
En cuanto al primer aspecto, recogemos a continuación los resultados mejor garantizados de los estudios bíblicos.
1. La Sagrada Escritura brinda sólidos indicios para pensar que la palabra “hermano” puede abarcar también en el griego del Nuevo Testamento (adelphos), tanto como en la lengua hebrea y aramea (ah), una gama de significados mucho más amplia que la de hijos de los mismos padres.
2. En ningún pasaje del Nuevo Testamento se afirma que estos hermanos y hermanas de Jesús sean hijos de María, ni siquiera cuando ella, después de la ascensión, está rodeada de los “hermanos” de Jesús (Hch 1, 14). No se dice que ella sea la madre de estos. Ella es simplemente la “madre de Jesús”.
3. La lengua griega, a diferencia de la hebrea, dispone de palabras distintas para distinguir primo (anepsios) de hermano (adelphos). No obstante lo cual, la antigua versión griega de la Biblia, llamada de los Setenta, emplea esta última palabra. para designar a quienes son claramente primos. Baste un ejemplo. En el primer libro de las Crónicas 23,22 leemos: “Eleazar murió sin tener hijos, sino sólo hijas, a las cuales desposaron los hijos de Quis, sus hermanos (adelphoi)”. Leyendo en versículo 21 descubrimos que Eleazar y Quis son hermanos carnales y por tanto las hijas de Eleazar se casan con sus primos, llamados igualmente “hermanos”. De este modo, los traductores griegos del original hebreo se adaptaron a la mentalidad semita. Los ejemplos podrían multiplicarse (Abraham y Lot, Labán y Jacob, tíos y sobrinos respectivamente, son llamados “hermanos”).
4. Al escribir la expresión “hermanos y hermanas de Jesús”, los autores del Nuevo Testamento tienen detrás la mentalidad y el estilo de pensamiento del mundo semita. Ningún argumento convincente se opone a esta afirmación.
5. Admitamos que no puede probarse con un texto explícito del Nuevo Testamento que la palabra “hermano” tenga un significado más amplio que el de hermano carnal; con el mismo rigor crítico tampoco puede probarse la tesis contraria. Dicho en forma negativa, la afirmación común a cristianos católicos y ortodoxos (tanto como a Lutero en uno de los artículos de Esmalcalda) acerca de la permanencia de María en su estado de virginidad después de concebir a Jesús, no se ve amenazada por los resultados de la más rigurosa exégesis bíblica. Admitir que “hermano” en el Nuevo Testamento sólo significa hijo de los mismos padres, aun desde el punto de vista crítico, genera tantos o más inconvenientes que los que pretende resolver.
6. Cuando se afirma lo contrario, es porque se ha ido más allá de lo que el propio método histórico-crítico permite. Se ha dado el paso de una conjetura que debe ser probada, a una opinión o certeza que es deudora no ya de la ciencia bíblica sino de presupuestos de otro tipo: filosóficos, culturales o dogmáticos...
Esto nos lleva a entrar en el segundo aspecto de la cuestión, que enunciábamos más arriba: la ininterrumpida Tradición eclesial, que desde muy temprano y hasta el presente, sirve de sólido fundamento para la interpretación de las Escrituras.
7. Sobre este tema, ya desde la antigüedad surgieron explicaciones divergentes: los Padres de la Iglesia, por un lado, no cesaron de afirmar la permanencia perpetua de María en el estado de virginidad; unos pocos escritores eclesiásticos, por otro, negaron esto y terminaron apartándose de la Iglesia.
8. El Espíritu Santo asiste continuamente a la Iglesia para que ésta interprete rectamente los contenidos de las Escrituras. Así lo afirma de manera explícta Jesús en los Evangelios. La Iglesia y los cristianos no conocemos el sentido de las Escrituras con la sola razón humana (conceptos, razonamientos, exégesis histórica), sino con la luz sobrenatural de la gracia. La garantía última de que la interpretación eclesial coincide con el dato bíblico, descansa en la clara promesa del mismo Cristo: “el Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad completa” (Juan 16,13).
9. La afirmación de la virginidad perpetua de María indica su plena y servicial entrega a la obra de salvación de su Hijo Jesucristo. De este modo se pone también al servicio de todos los hombres. Se convierte en modelo inspirador de los que por vocación divina abrazan el celibato “por el Reino de los cielos” y lejos de ser un menosprecio del matrimonio constituye una invitación a considerarlo como servicio dentro de la Iglesia y de la sociedad.
Este breve artículo fue escrito para el diario Clarín, donde fue publicado el 26 de mayo de 1996, a pedido del cardenal Quarracino, en respuesta a un cuestionamiento pseudocientífico de la virginidad perpetua de María. Puesto que algunos me lo han solicitado, lo pongo a disposición de todos, omitiendo algunos datos circunstanciales. Si dispusiera de tiempo me gustaría ampliarlo.
sábado, 2 de junio de 2012
HANS URS VON BALTHASAR: SANTÍSIMA TRINIDAD
