Inma: Señor, hoy estamos delante de Ti para darte las gracias por todo lo que has hecho con nuestras familia. Tú lo sabes bien, no siempre ha sido fácil.
Cuántas veces te he preguntado: ¿qué quieres?; ¿para qué nos envías tantos hijos?, ¿por qué el paro de jano?; ¿para qué el cáncer del niño?; ¡Que difíciles fueron los embarazos de los 7 hijos!; ¡Cinco nacieron por cesárea! Cada hijo venía con un sufrimiento añadido porque nos atacaban, en la familia, en el trabajo, en algunos ambientes que se llaman cristianos...,¡hasta los médicos que me atendían!
Jano: Señor, cada nuevo embarazo, había médicos que me trataban como si fuera un asesino y me preguntaban cuando llegábamos al centro sanitario: ¿otra vez por aquí?; ¿pero usted qué es lo que quiere?; ¿matar a su mujer?Y nos echaron de la Seguridad Social porque nos negamos a firmar un papel autorizándoles a ligar las trompas a Inma.Nos llamaban integristas y no sé cuántas cosas más.
Al final, acudimos a un ginecólogo con sentido cristiano y decidimos seguir tus planes, aunque (perdónanos Señor, a veces tampoco nosotros, ni Inma ni yo, los entendíamos. ¡Seis chicas y por último un chico! No me lo esperaba, Señor, y me asombraban tus planes.
Inma: Poco a poco fue pasando el tiempo y nuestros hijos fueron creciendo...los problemas de pañales se convirtieron en rebeldías, en querer encontrar respuestas, a veces equivocadas, al deseo que tenían en el corazón.Una de nuestras hijas, Esther, cuando estudiaba enfermería, pasó por unos momentos difíciles. Entonces le aconsejamos que fuera unos días de descanso a la hospedería de un convento de clausura. Antes de irse, nos dijo que iba con la intención de demostrar a las monjas que Dios no existía. ¡Que Tú, Señor, no existías!Y lo que sucedió es que, pocos meses después, no sólo te encontró, sino que decidió hacerse monja de clausura y entrar en el convento de las Clarisas de Lerma.
Jano: ¡Y se montó de nuevo el escándalo!: ¿La vais a dejar ir, ahora que está en la plenitud de la vida?; “¿Estáis locos?”Pero aunque a mi mujer y a mí, nos costaba mucho, nosotros sabíamos, Señor, que esa era una nueva forma que tenías de bendecirnos. Se fue al convento, y un año después llegó el día en que Ester tomó el hábito.
Inma: Ese día, durante la ceremonia, mis hijas Raquel y Berta, encontraron la respuesta, pusieron nombre al anhelo más profundo de su corazón y decidieron seguir el mismo camino que su hermana. Y tras hacer el discernimiento oportuno de cada una de ellas, poco tiempo después ya teníamos tres hijas monjas de clausura. ¡Se dice pronto, Señor!
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Nuestra hija Inma estaba en Uruguay haciendo un voluntariado, se iba enterando de todo esto por teléfono. Volvió para la entrada de Raquel en el convento, y su corazón reconoció que también ese era su sitio.Pidió consejo espiritual y un sacerdote le dijo: “Lo mejor es que te vayas a tomar el Sol”. Ella entendió bien.....y se fue a tomar el Sol ante el Sagrario, donde estás Tú, Señor, que eres el Sol del mundo, el que da la verdadera luz, el calor y el color a nuestras vidas.
Jano: Y también decidió ingresar en el Convento. Señor, esto parecía de risa, 4 hijas monjas de clausura. Y más incomprensión a nuestro alrededor. ¡Cuántas horas pasamos rezando frente a Tí, en la Eucaristía, frente a Tu Madre! Han sido años muy duros, vividos también con mucho gozo. Pero no acaba ahí la cosa. Nuestra hija Elena, ha terminado la semana pasada la carrera de magisterio infantil. Tiene 23 años, y,… ¡El sábado que viene ingresa en el Convento! ¡Señor, 5 hijas monjas de clausura! Al final, “nos vamos a quedar con la parejita”, con Mar y con Alejandro, que están aquí hoy dándote las gracias, Señor.
Inma: Señor, nos cuesta mucho, pero nos sentimos profundamente agradecidos por el don maravilloso de tener 5 hijas entregadas a Dios. Tú sabes Señor, que estos no eran nuestros planes. Nosotros queríamos que se casaran, y soñábamos con tener un montón de nietos....¡Pero son las mujeres más felices del mundo! Esto llama la atención. La Virgen María, tu Madre, nos enseña a entregártelas todos los días.
Jano: Y ahora, dinos Señor: ¿qué hacemos con la furgoneta?, ¿qué hacemos con la casa que antes era pequeña y ahora se nos ha quedado tan grande? Pero dice el salmo, “me encanta mi heredad, ¿cómo pagaré al señor todo el bien que me ha hecho?
Gracias Jesús.
FUENTE MERCABA: http://www.mercaba.org
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