Zenit ha entrevistado a Mark Miravalle, profesor de teología y Mariología en la Universidad Franciscana de Steubenville (EEUU), y presidente de Vox Populi Mariae Mediatrici, movimiento que promueve la pronunciación de este dogma.
--¿Por qué piensa que el título de María Corredentora es un título mariano en la Iglesia?
--Miravalle: El título Mariano «Corredentora», se refiere a la participación totalmente particular de María en la obra de nuestra redención llevada a cabo por Jesucristo. El prefijo «co» viene de la palabra del Latín «cum» que significa «con» y «no igual a».
El término, como ha sido usado por la Iglesia, nunca pone a María en nivel de igualdad con Jesucristo, el divino Redentor. Sin embargo, la libre y activa cooperación humana de la Madre de Jesús en la redención, particularmente en la Anunciación y en el Calvario, es correctamente reconocida por el magisterio y las enseñanzas papales del Concilio Vaticano II --Cf. «Lumen Gentium» n. 56, 57, 58 y 61-- y se convierte en un ejemplo preeminente de cómo el cristiano está llamado a hacerse un «co-laborador con Dios».
El teólogo papal, el padre Cottier, O.P. defendió recientemente --en una videoconferencia mundial organizada por la Congregación del Clero-- el título de María Corredentora en las enseñanzas del Concilio Vaticano II. De igual manera el cardenal Christoph Schönborn, ex-secretario del Catecismo de la Iglesia Católica, es también un elocuente defensor de este título y uno de los 550 obispos que respaldan la definición papal de María Corredentora, Mediadora de todas las gracias y Abogada.
--¿En alguna ocasión el papa Juan Pablo II ha llamado a María "Corredentora"?
--Miravalle: Juan Pablo II ha usado el título de Corredentora al menos en seis ocasiones en sus discursos papales, al igual que lo hizo --antes que él-- el Papa Pío XI. Por ejemplo, en su homilía en Guayaquil, Ecuador en Enero de 1985, declaró que María fue «espiritualmente crucificada con su Hijo crucificado» y que «su papel como Corredentora no terminó después de la glorificación con su Hijo».
Las enseñanzas repetidas y consistentes del Santo Padre sobre María como Corredentora en sus discursos y homilías papales son una manifestación de la mente y del magisterio ordinario del Papa, y constituyen un llamado a nuestra sumisión religiosa de voluntad e intelecto, de acuerdo a la Lumen Gentium, 25.
El Concilio Vaticano II hace referencia a las alocuciones papales en numerosas ocasiones, como un soporte doctrinal para sus conclusiones conciliares. Así como los discursos papales fueron reconocidos por el Concilio como fuentes doctrinales legítimas, de igual manera el magisterio Mariano de Juan Pablo debería reconocerse en el período post-conciliar.
La santidad aporta un fuerte testimonio al título de María Corredentora. Por ejemplo, san Pío de Pietrelcina, san Josemaría Escrivá, santa Teresa Benedicta de la Cruz --Edith Stein--, san Leopoldo Mandic y el beato Bartolo Longo, entre muchos otros recientemente canonizados y beatificados, junto con san Maximiliano Kolbe, usaron el título.
La madre Teresa de Calcuta fue realmente, una de las líderes de la causa por una definición dogmática de María Corredentora, Mediadora de todas las gracias y Abogada. La Hermana Lucía, la vidente de Fátima, también ha subrayado el papel de María Corredentora en su último libro: «Llamadas del mensaje de Fátima», al hablar sobre María Corredentora en seis diferentes secciones del mismo.
--El término de Corredentora no aparece en el lenguaje de la Escritura y de los Padres de la Iglesia. Algunos consideran que por este motivo no es legítimo. Usted, ¿qué piensa?
--Miravalle: Objetar la legitimidad del título de Corredentora es criticar, implícitamente a Juan Pablo II, quien como ya dije, ha usado repetidamente el título de Corredentora. Usar el lenguaje de la Escritura y de los Padres como un criterio legítimo de la terminología de la Iglesia, sería eliminar de manera impresionante los títulos dogmáticos Marianos de la Inmaculada Concepción y de la Asunción, lo mismo que el término de la transubstanciación y aún el de la infalibilidad papal, ya que ninguna de estas verdades dogmáticas son descritas en dicho lenguaje.
Sería importante evitar cualquier tipo de semi-primitivismo que impide el desarrollo legítimo de una doctrina o un título debido a la falta de su presencia explícita en la Escritura o en los Padres.
El venerable cardenal Newman respondió en una ocasión a una objeción similar diciendo: «¿Porqué protestas contra el que Nuestra Señora sea llamada Corredentora cuando estás dispuesto a aceptar inmediatamente títulos inmensamente más gloriosos atribuidos a ella por los Padres: Madre de Dios, Segunda Eva, Madre de Todos los Vivientes, Madre de la Vida, Estrella de la Mañana, Nuevo Cielo Místico, Centro de la Ortodoxia, Madre sin mancha de la santidad, y otros parecidos?
--Pero, la definición papal de María Corredentora, ¿no obstaculizaría la importante misión ecuménica de la Iglesia?
--Miravalle: Los teólogos protestantes Miegge and Maury identificaron en los años cincuenta, la corredención Mariana como el tema fundamental de la Mariología del siglo XX. Más recientemente, la Declaración ecuménica de Dombes sobre María, anotó que la omisión de los títulos de Corredentora y Mediadora de todas las gracias en el Vaticano II, para no ofender a los cristianos protestantes, no fue efectiva, puesto que la doctrina de la corredención y de la mediación permanecieron como una enseñanza fundamental del Concilio.
Es tiempo de ser más sinceros con otras comunidades cristianas sobre la doctrina de la corredención y mediación Mariana y articular esta verdad con la mayor integridad y precisión teológica posible, mientras que al mismo tiempo se manifieste una gran delicadeza hacia aquellos que no comparten nuestra visión católica. Este sería el importante beneficio ecuménico de la definición de María Corredentora.
El fallecido cardenal John O'Connor de Nueva York declaró que una definición --como la propuesta--, impulsaría decisivamente el ecumenismo porque su articulación precisa aseguraría a otros cristianos que nosotros distinguimos adecuadamente entre la excepcional asociación de María con Cristo y el poder redentor ejercido por Cristo solo.
El Santo Padre declara en la encíclica «Ut Unum Sint», que la unidad cristiana querida por Dios sólo se puede obtener por la aceptación del contenido total de la verdad revelada y rechaza toda componenda de la verdad revelada o de un desarrollo doctrinal en aras de un «acuerdo superficial».
Es por esto que la persona de Juan Pablo II ofrece una particular sensatez para la presente oportunidad de una definición papal de María Corredentora. Este Papa posee el verdadero don de ser al mismo tiempo «completamente ecuménico» y «completamente mariano», y ¿quién mejor que Juan Pablo II para encontrar el delicado balance entre la completa integridad dogmática y la genuina delicadeza ecuménica, referente a la formulación de un nuevo dogma Mariano? ¿Acaso no ha representado maravillosamente este cuidadoso balance en el «Rosarium Virginis Mariae»?
Al inicio del Año Mariano, en 1987, el Santo Padre alentó a la comisión preparatoria a tener más «confianza en María en la misión del ecumenismo». Esta misma sabiduría se puede aplicar en relación a un posible dogma Mariano.
La Madre espiritual de todos los pueblos sigue siendo la Madre de la unidad cristiana, no su obstáculo.
En relación a los ortodoxos, nuestras Iglesias hermanas, su generosa celebración litúrgica del papel de la Madre de Dios en nuestra salvación es algo que se debe emular y redescubrir en la Iglesia de Occidente. Su entrada litúrgica común: «Oh Madre de Dios, sálvanos», capta el meollo del papel excepcional de María en la misión salvífica de su Hijo. De hecho, el Patriarca Bartolomeo I, patriarca de Constantinopla, promulgó en 1998, la encíclica de Cuaresma sobre el papel de la Madre de Dios en la salvación, que pasó casi inadvertida en Occidente.
Es cierto que las Iglesias ortodoxas, al igual que las comunidades eclesiales protestantes, no aceptan el oficio del papado, y por lo mismo, lógicamente nunca pueden estar a favor del ejercicio del carisma de la infalibilidad papal, rechazándolo a priori. Por este motivo, afirmar que el Papa no debería declarar un dogma mariano hasta no contar con el respaldo de las autoridades ortodoxas y protestantes significa teórica y prácticamente eliminar en su totalidad el carisma de la infalibilidad papal.
--¿Cuántos fieles católicos han pedido este dogma? ¿Cómo se enmarcaría en la presente situación mundial?
--Miravalle: En los últimos diez años, han sido enviadas a la Santa Sede alrededor de 7 millones de peticiones provenientes de 150 países, junto con los respaldos --cartas personales dirigidas a Su Santidad-- de 550 obispos y más de 40 cardenales.
Es la campaña más grande de peticiones en la historia de la Iglesia.
A la luz del presente clima y rumores de guerra, creo que la proclamación del dogma de María Corredentora, Mediadora de todas las gracias y Abogada, sería el medio para liberar el ejercicio pleno del papel intercesor materno de Nuestra Señora, para traer la paz a un mundo con problemas, en cumplimiento de su promesa dada en Fátima, según la cual «al final mi Corazón Inmaculado triunfará... y un período de paz será concedido al mundo». Dios respeta la libertad humana y la proclamación papal «la liberará» para ejercer plenamente sus papeles salvíficos para la humanidad contemporánea.
La promulgación reciente de la carta apostólica «Rosarium Virginis Mariae» y el regalo de los cinco misterios luminosos nos recuerdan que el Santo Padre tiene una relación particular con la Madre de Dios. Creo que debemos permanecer con la mente abierta y obediente al discernimiento final de este Papa --«Totus Tuus»-- sobre la oportunidad de la definición papal de María Corredentora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario