Todo lo que Dios quiere. En el evangelio, Juan,el precursor, no se atreve a bautizar al que viene detrás de él y ha sido anunciado por él, pero Jesús insiste porque debe cumplirse todo lo que Dios quiere (la justicia). La justicia es la que Dios ha ofrecido al Pueblo en su alianza y que se cumple cuando el pueblo elegido le corresponde perfectamente. Esto es lo que sucede precisamente aquí, donde Jesús será al alianza consumada entre Dios y la humanidad, pero no sin la cooperación de Israel, que ha caminado en la fe hacia su Mesías y que debe incluir esta su fe en el acto divino de la gracia. Teniendo en cuenta la humildad del Bautista parecía más conveniente dejar a Dios solo la gracia del cumplimiento, pero ahora es más adecuado que resplandezca su obediencia. Muchos años después de la primera Epifanía con la adoración de los Magos, tiene lugar ahora la segunda epifanía con la apertura del mismo cielo. El Dios unitrino confirma el cumplimiento de la alianza; la voz del Padre muestra a Jesús como su hijo predilecto y el Espíritu Santo desciende sobre él para ungirlo como Mesías desde el cielo.
La luz sobre Israel. Isaías, en el texto elegido como primera lectura, habla del elegido de Dios, que no es Israel como pueblo, sino una figura determinada. Esto queda definitivamente claro cuando Dios dice: “te he hecho alianza de un pueblo, luz de la naciones”. La alianza con Israel está ya pactada desde hace mucho tiempo, pero Israel la rompió, y ahora este elegido viene a concluir la alianza de un modo nuevo y definitivo. Jesús es la epifanía de la alianza cumplida: es hijo de Dios y de una mujer judía, Dios y hombre a la vez, la alianza concluida indestructiblemente. Y como tal es la luz de los pueblos paganos a la vez que encarna en sí mismo el destino de Israel: llevar la salvación de Dios hasta los confines de la tierra. Jesús llevará a cabo esta potente iluminación del mundo en la humildad y el silencio de un hombre concreto, “no gritará”, no actuará con violencia porque “no apagará el pabilo vacilante”; pero precisamente en este silencio “no vacilará” hasta que la justicia de la alianza de Dios se implante en toda la tierra.Él es la luz que se eleva sobre la trágica historia de Israel, pero también sobre la trágica historia del mundo en su totalidad; él abre los ojos a los ciegos, saca a la luz a los que están encerrados en sí mismos, a los que habitan en las tinieblas.
En la segunda lectura Pedro nos dice que la unción de Jesús por el Espíritu Santo, cuando fue bautizado por Juan, era el preludio no solo de su actividad en Israel, sino también de su actividad por toda la humanidad. Pedro pronuncia estas palabras después de haber bautizado al centurión pagano Cornelio y haber comprendido verdaderamente que Dios acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. También la actividad mesiánica de Jesús en Israel, donde pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el Diablo, porque Dios estaba con él, estaba ya concebida para todo el mundo, como lo muestran los evangelios, que informan sobre todo esto, y están escritos para todos los pueblos y para todos los tiempos. En la acción bautismal del Bautista, Israel crece más allá de sí mismo: por una parte se convierte en el amigo del Esposo, en la medida en que se alegra de haber colaborado para que Cristo encontrara a la Iglesia universal como su esposa; pero por otra parte está dispuesto a disminuir para que el amigo crezca, y, en esta humilde disminución dentro de la Nueva Alianza, se equipara a la disminución de Jesús hasta la cruz,concretamente visible en la degollación del Bautista.
1 comentario:
Ojalá todos los padres de familia entendamos que a los niños hay que bautizarlos lo antes posible... no les quitemos ni demoremos su derecho a la Filiación Divina.
¡Feliz 2011!
Publicar un comentario