Un gran congreso patrocinado por el Vaticano ha reunido a científicos, filósofos y teólogos de diferentes tendencias. Todos han dicho sí a la evolución. Pero también la estructura inteligente de la creación tiene sus defensores. Comenzando por el libro del Génesis
por Sandro Magister
ROMA, 9 de marzo del 2009 – A doscientos años del nacimiento de Charles Darwin y a ciento cincuenta de su obra más famosa, el pontificio consejo para la cultura presidido por el arzobispo Gianfranco Ravasi patrocinó un congreso internacional de gran nivel titulado: "La evolución biológica: los hechos y las teorías. Una evaluación crítica 150 años después de "El origen de las especies".
El congreso se tuvo del 3 al 7 de marzo en Roma, en la Pontificia Universidad Gregoriana. Y fue promocionado por esta universidad junto con la estadounidense University of Notre Dame.
Tomaron la palabra los mayores especialistas mundiales en las diversas disciplinas, de la biología a la paleontología, de la antropología a la filosofía y a la teología. Muy variadas también las posturas confrontadas. Habían estudiosos católicos, protestantes, judíos, agnósticos y ateos.
De Darwin en adelante, pocas teorías científicas son tan ásperamente discutidas como la evolución y han determinado un cambio de paradigma así en la común interpretación de la realidad toda, incluido el hombre.
Tanto en el campo científico, como en la visión de la Iglesia católica, la creación y evolución de per se no se excluyen. Pero en uno y otro campo hay tendencias a elaborar construcciones teóricas que se excluyen entre ellas.
Al presentar oficialmente el congreso, en el Vaticano, el jesuita Marc Leclerc, profesor de filosofía de la naturaleza en la Gregoriana, ha sintetizado las dos variantes ideológicas opuestas de la siguiente manera:
"La novedad del paradigma ha empujado a varios seguidores de Darwin a traspasar los confines de la ciencia para erigir algún elemento de su teoría, o de la síntesis moderna realizada en el curso del siglo XX, en 'Philosophia universalis', según la justa expresión del entonces cardenal Joseph Ratzinger, como clave de interpretación universal de una realidad en perpetuo devenir.
"Pero a lo largo de esta perspectiva se han orientado muy frecuentemente también los adversarios del darwinismo, confundiendo la teoría científica de la evolución con la ideología omnicomprensiva que la desnaturalizaba, para rechazar todo en cuanto totalmente incompatible con una visión religiosa de la realidad. Tal situación podría explicar el retorno hoy en día de concepciones 'creacionistas' o de lo que se presenta a veces como una teoría alternativa, el llamado 'intelligent design'. A este nivel estamos lejos de las discusiones científicas".
En efecto, en el congreso ningún expositor defendió una u otra de estas construcciones ideológicas. Todas han sido discutidas y evaluadas críticamente. El intento común era el de ejercitar las disciplinas individuales – científicas, filosóficas, teológicas – con las especificaciones y las riquezas de cada una, a beneficio de todas.
Luego de cinco días muy intensos, con treinta y cinco ponencias presentadas por sendos especialistas, se puede decir que el objetivo se alcanzó. La paz entre la creación y la evolución parece más sólida hoy.
Una prueba clara de como las dos visiones del mundo pueden convivir e integrarse es el ensayo que sigue, publicado la víspera del congreso por "La Civiltà Cattolica", la revista de los jesuitas de Roma impresa con la preventiva revisión de la secretaría de estado vaticana.
El autor enseña en la Pontificia Universidad Gregoriana, la misma en la que se realizó el congreso sobre Darwin. En su ensayo el autor muestra cómo el relato bíblico de la creación no sólo no es incompatible con la racionalidad moderna, sino que ha marcado "una emancipación del saber científico", entregando la creación a la responsabilidad del hombre.
Reproducimos a continuación un extracto del ensayo, publicado en el número 3807 de "La Civiltà Cattolica" con fecha del 7 de febrero del 2009:
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