Escribimos, y a todos nos compete alguna responsabilidad, una de las páginas más negras de la historia en materia de leyes que atentan contra la vida. Ayer se aprobó en Uruguay con los votos del Frente Amplio y el Partido Colorado la “ley de voluntad anticipada”, nombre que designa de modo camuflado a la eutanasia, la cámara baja aprobó las modificaciones que el Senado de la República había realizado a la ley en diciembre de 2008. Ahora irá al poder ejecutivo para su aprobación final.
Ayer se aprobó la ley, por la cual el paciente voluntariamente o sus familiares, pueden solicitar que se interrumpan los “tratamientos y procedimientos médicos” que prolonguen la vida en detrimento de la calidad de la misma (art.1). El proyecto fue impulsado por dos diputados de partidos, en teoría opuestos, el diputado frenteamplista Luis Gallo y el colorado Washington Abdala. El diputado Abdala declaró a la prensa, esto es “homenajear a la vida de la mejor forma posible”.
Estamos en un momento de la historia complejo y oscuro. La vida humana, en sus inicios y su conclusión, aparece absolutamente vulnerable. El liberalismo como ideología imperante, sea de corte marxista o capitalista, en su visión del hombre y su destino de felicidad, vive la tragedia de querer ubicarlo en el centro pero termina endiosándolo.
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