martes, 27 de enero de 2009

MIGUEL A FUENTES IVE: Existe una postura clara y radical del magisterio de la iglesia acerca del sexo oral?




Al respecto debo decir lo siguiente:

1) Los actos preparatorios de los esposos que implican contacto oral con los genitales o contacto anal pero ordenados a terminar naturalmente el acto sexual (penetración natural y derramamiento del semen en la vagina) no deberían ser llamados "sexo anal" o "sexo oral", pues en el lenguaje común de la gente, tales expresiones se refieren habitualmente al acto completo antinatural (o sea con derramamiento de semen fuera de la vagina femenina), y en tal sentido no queda duda de su inmoralidad.

2) En cuanto actos preparatorios para realizar el acto conyugal completo y natural, los autores clásicos hablan poco, reservando sus precisiones para los confesores por el motivo que diré más adelante. Noldin, por ejemplo, dice: “Hay quienes condenan como pecado grave los actos muy obscenos entre los cónyuges, que son también más cercanos al peligro de polución. [Según ellos] Hay que alejarse de este género de actos como tocar con la boca o con la lengua los genitales y cosas similares. En verdad hay que distinguir dos elementos en estos actos. El primero es el peligro de polución. Esto es común a estos actos y a los demás actos imperfectos, aunque en éstos se de en mayor grado; por tanto no tienen mayor malicia por incluir este peligro. El otro elemento es la obscenidad y la repugnancia. Pero entre los casados no hay ni se puede realizar ninguna acción, que, por la sola repugnancia, sea tan intrínsecamente mala que nunca sea lícito hacerla. Por eso no faltan autores (Sánchez, Filiucci, Sporer, Ballerini, Berardi, etc.) que juzgan que estos actos deben ser considerados con la regla común que se aplica a todos los actos imperfectos. Por tanto, si por experiencia les constase a determinadas personas que tales actos no llevan a peligro próximo de polución, por lo menos no serían pecaminosos gravemente”. Más adelante añade: “Los actos imperfectos realizados entre casados que por su misma naturaleza se prevén unidos al peligro próximo de polución, o son una polución incoada, son pecado grave, si se buscan por sí mismos: pues la polución no es menos ilícita en los casados que en los solteros; por tanto es también para ellos ilícito lo que induce a peligro próximo de polución. Así, por ejemplo, los tactos mutuos y prolongados de los genitales, o la cópula incoada. Tales actos mutuos, que son por su misma naturaleza una polución incoada, sólo pueden permitirse, si se hacen en aquellas circunstancias, en que los cónyuges pueden pasar inmediatamente a la cópula conyugal” [por tanto cuando son realizados como actos inmediatamente preparatorios de la cópula conyugal] (Noldin, De usu matrimonii, Summa Theologiae moralis, Complementa, I. De sexto praecepto et de usu matrimonii, n. 94). Los principios serían:

a)      No puede decirse que sean intrínsecamente malos (o sea por sí mismos).
b)      Se deben juzgar con los mismos criterios de todos los actos preparatorios.
c)      Pero al tener la característica de una intensidad -excitación- mayor que cualquier otra caricia, pueden representar un peligro próximo de derrame del semen fuera de su lugar natural, por lo que, quienes quieren recurrir a ellos deben estar seguros de su capacidad de dominar ese riesgo;
d)     Por lo que dice que como actos preparatorios al menos no son pecado grave en sí mismos.

3) Pero algo distinto es decir que sean recomendables. Si se nos pide "consejo", habría que "desaconsejarlos". Dice el Prof. Christofer Welch, profesor de moral sexual en el John Paul II, de Washington, sobre el sexo oral:

“No hay nada que califique los genitales como ‘indignos de ser besados’ por parte de los cónyuges como actos preparatorios a la cópula. Sin embargo, el término ‘sexo oral’ a menudo se refiere a actos en los cuales se busca y se realiza el orgasmo fuera de la cópula (normal). De hecho, muchas parejas consideran esta conducta como una alternativa deseable al acto sexual normal. Y esto está mal incluso para parejas casadas (...) La copulación oral (es decir, hasta el punto de la eyaculación) es simplemente algo no marital. No produce comunión de personas entre los esposos. Es la consumación de nada. Implica una separación del placer del orgasmo respecto de la responsabilidad de la fertilidad. Alimenta la tendencia del esposo a convertir a su esposa en un objeto. Por estas razones, no puede simbolizar ni participar en el amor libre, total, fiel y fructífero de Dios. No puede simbolizar el lazo matrimonial o la renovación de las promesas matrimoniales.

    Además, si bien no hay nada malo per se en la estimulación oral de los genitales como preparación de la cópula, tales expresiones exigen el más grande grado de pureza y reverencia para no degradar jamás la bondad de la intimidad matrimonial. Esta clase de pureza es posible, pero también es muy fácil (y yo diría que especialmente para los varones) traspasar la línea entre el amor y la lujuria, entre afirmar íntimamente la bondad del cuerpo del otro (y recibir tal afirmación) y la mera búsqueda de satisfacer los bajos deseos a expensas del otro. Como dice el dicho: ‘de lo sublime a lo ridículo sólo hay un paso’. Los esposos siempre deben ser sensibles a cuán fácilmente pueden dar este paso si es que quieren evitarlo.

    No hace falta mencionar que un cónyuge que se siente disconforme con tal conducta jamás debería ser presionado a realizarla (una vez más, por la razón que sea, son generalmente los maridos los que presionan a sus esposas). La presión sobre un cónyuge para que realice actos con los que él o ella se sienten disconformes incluso si no son objetivamente malos indica una falta de respeto por ese cónyuge. Es una clara indicación de que se ha cruzado ampliamente la línea que separa el amor genuino de la búsqueda de sí mismo” (Christopher West, Good News about Sex & Marriage, Servant Books, Ohaio 2000, pp. 92-94. El libro es prologado y muy alabado por Mons. Charles Chaput, arzobispo de Denver).

    Y más duro es con los actos con contacto anal:

“Nuevamente todo depende de lo que se entienda por tal término. Un marido jamás debería eyacular intencionalmente en ningún lugar que no sea la vagina de su esposa. No hay nada inherentemente malo con la penetración anal como acto preparatorio de la cópula normal. Sin embargo, hay algunas consideraciones de salud y estética que no pueden ser descuidadas.
           Pido perdón por la franqueza, pero la penetración vaginal a continuación de la penetración anal sería tan insalubre como para requerir una completa limpieza anti bacterial del pene del marido para evitar riesgos a la salud. Además hay otras consideraciones de salud. El ano y el recto sencillamente no están designados biológicamente para acomodarse al pene. La penetración de éste puede causar traumas en las paredes rectales (por ejemplo rasgaduras y contusiones). No son pocas las personas enredadas en “sexo anal” que tienen problemas intestinales.
           Además, la función execratoria del recto plantea algunas cuestiones estéticas elementales. ¿Qué simboliza la penetración anal? ¿Es esto un acto de belleza? ¿Es verdadero amor el someter a la propia esposa a riesgos de salud? ¿Por qué querría una pareja la penetración anal como actos preparatorios de una cópula normal? ¿Qué deseo intenta satisfacer? Desde el momento en que la penetración anal es en tantos sentidos una parodia de la copula vaginal, he planteado la siguiente cuestión a aquellos que se sienten atraídos por esta forma de acto preparatorio: ¿por qué no saltear simplemente este paso con todos sus riesgos para la salud y suciedad y gozar al acto real con su cónyuge según el designio de Dios?”

4) En este sentido debe entenderse la expresión de Noldin: "al menos no serían pecado grave"; es decir, fácilmente pueden ser pecado venial, e incluso mortal, si bien no por sí mismos (de lo contrario, en ningún caso podrían ser lícitos, cosa que el autor admite por lo menos en abstracto), sí por la facilidad de degradarse a sí mismo y al cónyuge, y la dificultad de que los cónyuges cuenten con ese grado de pureza necesario para realizar tales actos sin desviarse del amor y del respeto. No se pueden prohibir, pero tampoco se pueden recomendar. Queda en juego la responsabilidad que cada cónyuge tiene ante Dios de respetar su propio cuerpo y el de la persona amada así como su dignidad.

5) De aquí se comprende la delicadeza que siempre ha tenido la Iglesia en estos temas, hablando de los mismos lo menos posible, salvo cuando hay que contestar alguna duda o perplejidad de conciencia de algún fiel, porque es muy fácil que se preste a abusos y que se abra una puerta a ese paso tan corto "de lo sublime al ridículo" como dice el autor recién citado.

6) Considero más adecuado que tanto los directores espirituales a quienes se pide consejo como los laicos casados que aconsejan a otros laicos casados o los preparan para el matrimonio, aconsejen buscar otros medios de expresar el amor y de prepararse para el acto conyugal. 
El Teólogo Responde
Responsable: P. Miguel Ángel Fuentes, IVE
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1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Si una mujer llega al orgasmo a traves el sexo oral es pecado así se prosiga con el sexo vaginal y el hombre eyacule en ella? ¿el buscar tener multiples orrgasmos es pecado?