A mediados del siglo XIII, en la Universidad de París, para ser promovido al grado máximo de maestro o doctor, uno de los requisitos era el de pronunciar una lección solemne ante todo el claustro de Maestros y Profesores. Se conserva el texto de esta lección, que se llamaba «Principio», que impartió Santo Tomás al finalizar el curso 1255-56, titulada Sobre la recomendación de la Sagrada Escritura. Está basada en un versículo del Salmo 103, «La gloria de Dios en la creación», que dice: «desde tu morada riegas los montes, y la tierra se sacia de tu acción fecunda» (103, 13).
Este breve texto de Santo Tomás es muy importante, porque su contenido fue el programa de toda su vida y lo que permite entender su fecundidad, que atraviesa el tiempo. Comienza el Aquinate citando un pasaje del Pseudo-Dionisio, en el que se afirma que la Providencia divina hace que los dones superiores desciendan de lo más alto hasta lo más bajo de un modo escalonado, por medio de grados intermedios, y ello, tanto en los espirituales como en los corporales. Desde este principio se puede comprender la metáfora del Salmo. Así como la lluvia desde el cielo riega los montes y forma ríos que descienden hacia los valles, fecundando su suelo, así también la Sabiduría divina riega la mente de los maestros, que fluye hasta sus oyentes.
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