Acerca de los movimientos medievales hay dos hechos en los que se debe hacer hincapié. No son, desde luego, contradictorios; antes quizá sean respuestas a falacias contrarias. En primer lugar, a pesar de todo lo que algún tiempo se dijo acerca de la superstición de la Edad Oscura y de la esterilidad del escolasticismo, en realidad fue todo ello un movimiento de expansión, siempre moviéndose hacia una luz más clara y hacia una libertad más amplia. Segundo, a pesar de todo cuanto se dijo más tarde acerca del progreso y el Renacimiento y de los precursores del adelanto moderno, todo ello fue casi totalmente un movimiento de entusiasmo teológico ortodoxo desarrollado desde dentro.
No fue un compromiso con el mundo, ni una rendición a paganos o herejes, ni siquiera una mera petición de ayuda externa, aún cuando de hecho los pidió prestados. En tanto que llegaba a la luz del día común, era semejante a la acción de una planta que por su propia inclinación impulsa a las hojas hacia la luz del sol, distinto de la acción de uno que se limita a no impedir que la luz de día penetre en la prisión. En breve, ello fue lo que técnicamente se denominaba un desarrollo doctrinal
1 comentario:
Con mucha razón pues, San Agustín nos enseñaba que nuestro corazón está inquieto y seguirá inquieto hasta que descanse en Él.
Gracias y bendiciones
Publicar un comentario