lunes, 30 de julio de 2012

DIÁCONO JORGE NOVOA: ELÍAS Y LA VIUDA DE SAREPTA ( 1 Rey 17, 8-16)

El ciclo de Elías lo encontramos  a partir del  cap. 17 del primer libro de los Reyes, originario de Tisbe, ejercerá su ministerio en el Reino del Norte, en tiempos del rey Ajab.  El solemne anuncio que dirige a Ajab, de parte de Yahvéh, en el inicio de su ministerio, supone una "ausencia total de rocío y lluvia", hasta que  el profeta declare lo contrario.

Los reyes y poderosos que desconocen al Señor, creen que este tipo de profecías son desproporcionadas,  porque únicamente ven al profeta, y siendo que se creen todopoderosos ,las posibilidades del profeta aparecen muy menguadas. La prepotencia de los poderosos sin fe es el comienzo de sus ruinas, porque ésta, que inicialmente  es utilizada contra sus enemigos, luego será ejercida  con sus más cercanos colaboradores. Jesús dice a Pilatos, que no tendría ningún poder si no se lo hubiera dado su Padre, si desconocemos el origen de toda autoridad , y a Aquel , que es verdaderamente Todopoderoso, caemos en la tentación de sentirnos y actuar como dioses. El Señor es diverso de todos los poderosos de este mundo y de todos los ídolos que ellos construyen.

Elías es alimentado en el torrente Querit por unos cuervos,  Dios se ocupa de aquel que debe llevar adelante su plan,  asistiéndolo con generosidad. Cuando el torrente está por secarse,  llega nuevamente la Palabra de Yahvéh. Dios había realizado una promesa, pero, la realidad comienza a amenazarla: Dios te ha prometido su asistencia, pero el torrente se está secando. Las promesas de Dios, en determinados momentos parecen debilitarse y no cumplirse!  Cuántas veces llegamos hasta el límite, y comenzamos a dar lugar en nosotros a la desconfianza o la duda. Estos momentos son aprovechados por el Diablo para tentarnos. En las tentaciones de Jesús en el desierto, se dice que el Diablo se retiró de Él hasta un "momento oportuno". Cuando la promesa de Dios, en la vida de los creyentes, aparece amenazada por la realidad, hace irrupción el momento oportuno de la tentación. La fe nos conduce en esta instancia, dirá el salmo, "aunque un ejercito acampe contra mi, no temeré, porque tú  me sostienes..."

El Señor, en esta etapa de cuidados dispensados al profeta, le revela su plan, intervendrá una viuda que lo cuidará y alimentará. Para ello , debe marcharse a Sarepta y establecerse allí, Dios renueva su promesa y rescata al profeta de la tentación que supone ver  el torrente que se está secando. Dios encomienda la tarea a una viuda,  considerada  en el pueblo de Dios pobre al igual  que los huérfanos , personas vulnerables, frágiles , necesitadas de ayuda para sobrevivir. Los caminos de Dios son insondables e irrastreables, el prepotente los desconoce , pero el humilde los transita con confianza.

Elías la encuentra recogiendo leña. Todo parece contradecir la promesa de Dios. La viuda de Sarepta no sabe a quien dirigirse para poder sobrevivir. Es tan poco lo que tiene, que luego de recoger los palos y preparar el pan, dará comida a su hijo, comerá ella, y luego morirán. Elías que   es un hombre pobre y despojado, que padecerá la persecución  a muerte, la anima a confiar especialmente en tiempos de escasés. Elías conoce las promesas del Dios vivo, ha experimentado su fidelidad y  cuidado, sabe  que la realidad amenazante nunca invalidará la promesa de Dios.

Generosidad en tiempos de carestía. Confianza en las promesas de Dios ante las incertidumbres que quieren sembrar desconfianzas .El profeta asistido por Dios le promete a la viuda que " el cántaro de harina no quedará vacío y la aceitera no se agotará". Dios es garante de la promesa de su profeta.

Nosotros somos testigos de cántaros que no quedan vacíos y aceiteras que no se agotan, sigue el Señor impulsándonos a ir más allá de la medida humana. Él nos enseña la medida divina. No se puede alimentar a 5000  personas con unos panes y peces, ni pensar en comunicar el evangelio a las naciones con 12 amigos, humanamente no es posible, el hombre con su lógica humana, con su modo de medir las cosas, ve una imposibilidad insalvable. Elías ha sido introducido por el Señor, en la medida de lo divino y ahora introduce a la viuda de Sarepta. El mismo Jesús le dirá a los suyos, grandes cosas verán, si tienen fe.

Nuestra vida cristiana estará siempre desafiada por esta realidad, muchos permanecen viviendo la fe sin dar este salto, sus horizontes quedan recortados por esta insalvable percepción de orden natural que cada día los vuelve más pesimistas. Hay que animarse a obedecer la palabra del Señor, y permitirle introducirnos en los caminos "irrastreables  e insondables" de la medida divina. La Virgen es maestra, discípula excelsa, que puede ayudarnos a transitar en esta dirección.

domingo, 29 de julio de 2012

ANTONIO ROYO MARÍN: EFECTOS DE LA CONFESIÓN SACRAMENTAL

No cabe duda que la confesión realizada en las condiciones que pide la Iglesia, es un medio de alta eficacia santificadora. Porque con ella:

a) La sangre de Cristo ha caído sobre nuestra alma, purificándola y santificándola. Por eso los santos, que habían recibido luces vivas sobre el valor infinito de la sangre redentora de Jesús, tenían verdadera hambre y sed de recibir la absolución sacramental.

b)Se nos aumenta la gracia ex opere operato, aunque en grados diferentes según las disposiciones del penitente. De cien personas que hayan recibido la absolución de las mismas faltas, no habrá dos que hayan recibido la gracia en el mismo grado. Depende de la intensidad de su arrepentimiento y del grado de humildad con que se haya acercado al sacramento.

c) Después de una buena confesión el alma se siente llena de paz y de consuelo. Y esta disposición psicológica es indispensable para correr por los caminos de la perfección.
d) Se reciben mayores luces en los caminos de Dios. Y así, por ejemplo, después de confesarnos comprendemos mejor la necesidad de perdonar las injurias, viendo cuán misericordiosamente nos ha perdonado el Señor; o se advierte con más claridad la malicia del pecado venial, que es una mencha que- además de ofender a Dios- afea y ensucia el alma, privándola de gran parte de su brillo y hermosura.

e)Aumenta considerablemente las fuerzas del alma, proporcionándole la energía para venceer las tentaciones y fortalezas para el perfecto cumplimiento del deber.Claro que estas fuerzas se van debilitando, pococ a poco, y por eso es menester aumentarlas otra vez acercándose al sacramento con la mayor frecuencia que nos sea posible, teniendo en cuenta todas las circunstancias que nos rodean.

viernes, 27 de julio de 2012

TESTIMONIO DEL PADRE STEVEN SCHEIER

Un Sacerdote enfrenta su juicio particular ante la presencia de Dios

 El fue ordenado sacerdote en el año 1973. Era un sacerdote diocesano y fue asignado a la parroquia del Sagrado Corazón, en la ciudad de Fredonia, al sureste de Kansas.


 Durante doce años se preocupó más de lo que los demás pensaban de él, que de su ministerio sacerdotal. Se preocupó de su prestigio como sacerdote, especialmente ante sus compañeros de ministerio. No asistía a la dirección espiritual con otros sacerdotes, o si lo hacía, se quedaba en cosas superficiales, como por salir del compromiso. No hacía las oraciones del breviario ni las que debe hacer todo sacerdote. Para él la misa no tenía un significado especial. Incurrió en sucesivas negligencias en su labor pastoral y se dedicó a muchas actividades de corte social, en detrimento de los fieles de su parroquia. Huyó del sufrimiento propio de su misión y se portó de manera cobarde ante ese sufrimiento. 


 No amaba su vida de sacerdote. Faltó a los mandamientos. Se confesaba con regularidad, pero no apropiadamente. No tenía propósito de enmienda, ni dolor verdadero por sus pecados. Tomaba la confesión como un seguro contra el infierno. Sus confesiones no lo condujeron a un cambio verdadero de vida. Se confesaba cuando quería, porque pensaba que tenía suficiente tiempo. Él sabía que no estaba haciendo lo que debía, que no era el sacerdote que debía ser, pero no cambió su forma de proceder. Los feligreses, sin embargo, consideraban que era un buen sacerdote. 


 El 18 de Octubre de 1985 fue a Wichita, más o menos a 130 ó 140 Kms de distancia. Hizo el viaje por la carretera 86, la única carretera accesible entre Fredonia y Wichita. Era una carretera montañosa y peligrosa, sin cunetas y de alto tráfico pesado. Fue a ver a un sacerdote sobre algo que había sucedido en la parroquia de Wichita. Salió por la mañana y regresó por la tarde. En el recorrido de regreso, mientras adelantaba a un camión, se vio involucrado en un accidente de frente con una camioneta en la que iban tres personas que residían en Houston, Texas. 


 Fue arrojado del vehículo, sufrió laceraciones en la cabeza y el cuero cabelludo se despegó en el lado derecho. El lado derecho del cerebro fue cortado parcialmente y muchas células fueron aplastadas. Quedó prácticamente inconsciente. Una enfermera que iba en un vehículo detrás de él lo ayudó inmediatamente. Vio que tenía el cuello roto. Fue atendido de emergencia y llevado en ambulancia a un pequeño hospital cercano. Un médico le suturó el cuero cabelludo que estaba rasgado. Todos pensaban que no iba a sobrevivir. Lo atornillaron por delante y por detrás de la cabeza, le pusieron una chaqueta rígida para evitar movimientos y lo llevaron en helicóptero a otro hospital en Wichita. 


No se atrevieron a operarlo debido a la gravedad de la lesión. Sufrió fractura de tipo C2, o sea la segunda vértebra cervical (es el mismo tipo de lesión que ocurre en las personas que mueren ahorcadas). Cuando esta vértebra se rompe, la persona se asfixia. Si le hubieran movido la cabeza en el sitio del accidente, hubiera muerto. Fue colocado en tracción y los doctores le daban un 15% de probabilidades de vida. Permaneció en Cuidados Intensivos hasta el mes de Noviembre. Estuvo bajo tratamiento de morfina y tracción. Cuando se supo del accidente, los miembros de su parroquia y de otras cercanas se pusieron en oración por él. Se recuperó de manera sorprendente y rápida. 


 El 2 de Diciembre lo dieron de alta. No esperaban que sobreviviera. Le dijeron que, a pesar de sobrevivir, pensaban que iba a quedar paralizado del cuello hacia abajo, usando un respirador, mirando hacia el techo por el resto de su vida y sin volver a hablar.


 En el mes de Abril le retiraron los aparatos que lo tenían inmovilizado. De regreso en su parroquia, una vez estaba celebrando misa entre semana, correspondiendo ese día el Evangelio de San Lucas, Capítulo 13, Versículo 6 y siguientes, sobre el Dueño de un viñedo, quien ordena al viñador cortar una higuera que no daba fruto desde hacía tres años. El viñador intercede ante el Dueño de la viña y le propone abonarla y cuidarla durante un año más para ver si da fruto, o si no, puede cortarla. De repente, mientras se encontraba leyendo este pasaje, la página se volvió luminosa, se agrandó y se acercó hacia él. Sintió un gran sobresalto y terminó la misa como pudo; después tuvo que sentarse y tomar algo para calmarse.


 En ese momento recordó una conversación que tuvo lugar muy poco después del accidente. Él no vio a nadie pero sí escuchó las voces. En esa conversación, el padre Steven se encontró en la presencia de Dios. Al sentir el amor puro de Dios en la persona de Jesús, el padre Steven se sintió realmente pecador, pero el Señor le dijo: “Te amo, acércate”.


 El padre Steven se vio enfrentado a su juicio particular, en el que fueron puestos en evidencia muchos pecados mortales que no alcanzó a confesar, porque había dejado todo eso para más tarde. Sintió el Amor Justo de Dios cuando El Señor Jesús le dijo: “Tu sentencia es el infierno por toda la eternidad”.  


El padre Steven contestó: “Sí Señor, lo sé”. Porque sabía que era toda la verdad de su vida y eso no fue sorpresa para él. Comprobó que Dios nos conoce perfectamente por dentro y por fuera y que no se deja llevar por apariencias o simples opiniones. También supo que ante Dios no valen excusas, ni pretextos, ni justificaciones. 


 Entonces, el padre Steven escuchó una voz femenina: “Hijo, por favor, ¿puedes perdonar su vida y su alma inmortal?” El Señor contestó: “Él ha sido sacerdote por doce años para sí mismo y no para Mí. Dejemos que coseche el castigo que merece”. La voz femenina replicó: “Pero Hijo, si le damos gracias especiales, entonces veamos si da frutos; si no, hágase Tu Voluntad”. El padre Steven sintió el amor Misericordioso de Dios cuando El Señor contestó: “Madre, es tuyo”. 


 El padre Steven no sentía devoción especial por la Virgen, y a partir de ese momento empezó a tenerla siempre presente en su mente y en su corazón. Se dio cuenta que le tomará toda la vida ser el sacerdote que debe ser. Con el tiempo, el padre Steven ingresó a una comunidad contemplativa, no de clausura, que ora e intercede por los sacerdotes. Dios le dio una oportunidad a su alma y a su vida física, corporal, y no hay un día en que no haya pensado en lo que le pasó. Ahora es mucho más consciente que antes de sus pecados.  


 Algunas enseñanzas que podemos aprender de la experiencia del padre Stevens:


 Hay dos maneras de creer: con la cabeza (es decir, intelectualmente) o con el corazón. Durante muchos años, el padre Steven creyó con la cabeza, es decir, intelectualmente, en Dios, en el cielo y en los santos. Para él, no eran seres vivos, sino más bien representaciones o personajes imaginarios.


 El infierno existe y los sacerdotes no están exentos de él, por tanto, si faltan a los mandamientos, están expuestos a él. Los sacerdotes tienen que dar cuenta de más cosas que los fieles, puesto que tienen mayores responsabilidades en su misión: “A quién mucho se le dio, mucho se le pedirá”. 


Dios nos ayuda a conocernos a nosotros mismos para que enmendemos nuestros errores y corrijamos nuestro camino. Tenemos que estar receptivos y cooperar con la Gracia de Dios. 


Dios nunca le dice “NO” a la Virgen María. Nosotros no conocemos ni apreciamos la importancia, la gracia y el poder que Dios ha dado a la Virgen. 


Cuando uno huye de los sufrimientos y las cruces propias de su vida y su misión, después aparecen cruces más grandes, donde quiera que uno vaya. Pero cuando las abrazamos, Dios dulcifica los sufrimientos y las cruces personales. 


El Amor de Dios es más grande que su Justicia… lo que no quiere decir que Él no será Justo en su juicio. 


No hay que tener miedo de decir las cosas como son. Puede que no seas muy popular para los demás, pero “hay que poner a Dios primero que los hombres”.


 Pueden morir millones de personas en un mismo instante, pero el juicio es personal y uno lo enfrenta solo. Recuerda que tu salvación depende de tus acciones: la forma como has vivido y amado.


 Nuestro verdadero hogar está en el cielo. Aquí, en el mundo, somos peregrinos en camino a nuestra patria celestial. Notas: El padre Steven sufrió con anterioridad otros dos accidentes de tránsito, el segundo un poco más serio que el primero. Sentía que iba a ocurrir otro mucho más grave, y finalmente ocurrió. Él sabía que eran advertencias para su cambio de vida, pero no quiso hacer caso. Finalmente, Dios le dio una nueva oportunidad, para que fuera testigo de su Amor y Misericordia. Tomado de la serie de televisión “Madre Angélica en vivo”, Canal EWTN.

jueves, 26 de julio de 2012

MEDJUGORJE: MENSAJE 25 DE JULIO 2012



“¡Queridos hijos! Hoy los invito al bien. Sean portadores de la paz y de la bondad en este mundo. Oren para que Dios les dé fuerza a fin de que en su corazón y en su vida, reinen siempre la esperanza y el orgullo de ser hijos de Dios y portadores de su esperanza, en este mundo que está sin alegría en el corazón y sin futuro, porque no tiene el corazón abierto a Dios que es su salvación. Gracias por haber respondido a mi llamado.”

martes, 24 de julio de 2012

BEATO JUAN PABLO II: COMENTARIO DEL SALMO 8


1. Al meditar en el Salmo 8, admirable himno de alabanza, se concluye nuestro largo camino a través de los salmos y de los cánticos que constituyen el alma de la oración de la Liturgia de Laudes. Durante estas  catequesis  nuestra reflexión se ha detenido en 84 oraciones bíblicas, de las que hemos tratado de destacar en particular su intensidad espiritual, sin descuidar su belleza poética.

La Biblia, de hecho, nos invita a comenzar el camino de nuestra jornada con un canto que no sólo proclame las  maravillas  realizadas  por Dios  y  nuestra respuesta de fe, sino que además  lo haga «con arte» (Cf. Salmo 46,8), es  decir, de una manera bella, luminosa, dulce y fuerte al mismo tiempo.

Espléndido como ninguno es el Salmo 8, en el que el hombre, sumergido en la noche, cuando en la inmensidad del cielo se iluminan la luna y las estrellas (Cf.versículo 4), se siente como un granito de arena en la infinidad y en los espacios ilimitados que lo envuelven.

2. En el corazón del Salmo 8, de hecho, emerge una doble experiencia. Por unlado, la persona humana se siente como aplastada por la grandiosidad de la creación, «obra de tus dedos» divinos. Esta curiosa expresión sustituye a las  «obras de tus manos» (Cf. versículo 7), como queriendo indicar que el Creador ha trazado un designio o un bordado con los astros resplandecientes, arrojados en la inmensidad del cosmos.

Por otro lado, sin embargo, Dios se inclina sobre el hombre y le corona como si fuera su virrey: «lo coronaste de gloria y dignidad» (versículo 6). Es más, a esta criatura tan frágil le confía todo el universo para que pueda conocerlo y sustentarse (Cf. versículos 7-9).

El horizonte de la soberanía del hombre sobre las criaturas queda circunscrito, en una especie de evocación de la página de apertura del Génesis: rebaños, manadas, animales del campo, aves del cielo y peces del mar son entregados al hombre para que les  dé un nombre (Cf. Génesis  2, 19-20), descubra su realidad profunda, la respete y la transforme a través del trabajo y se convierta en fuente de belleza y  de vida. El Salmo nos  hace conscientes  de nuestra grandeza y de nuestra responsabilidad ante la creación (Cf. Sabiduría 9, 3).

3. Releyendo el Salmo 8, el autor de la Carta a los  Hebreos  percibe una comprensión más profunda del designio de Dios para el hombre. La vocación del hombre no puede quedar limitada en el actual mundo terreno; al afirmar que Dios  ha puesto «todo» bajo sus  pies, el salmista quiere decir que le somete también «el mundo venidero» (Hebreos  2, 5), «un reino inconmovible » (12,28). En definitiva, la vocación del hombre es la «vocación celestial» (3,1). Dios  quiere llevar «a muchos hijos a la gloria» (2, 10). Para que se pudiera realizar
este proyecto divino era necesario que la vocación del hombre encontrara su primer cumplimiento perfecto en un «pionero» (Cf. Ibídem). Este pionero esCristo.6

El autor de la Carta a los  Hebreos  ha observado en este sentido que las expresiones  del Salmo se aplican a Cristo de manera privilegiada, es  decir, más  precisa que para el resto de los hombres. De hecho, en el original el Salmista utiliza el verbo «rebajar», diciendo a Dios: «Lo rebajaste a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad» (Cf. Salmo 8,6; Hebreos 2, 6). Para cualquier persona este verbo es  impropio; los  hombres  no han sido «rebajados» a los  ángeles, pues nunca han estado por encima de ellos. Sin embargo, en el caso de Cristo, este verbo es exacto, pues en cuanto Hijo de Dios, él se encontraba por encima de los ángeles y se hizo inferior al hacerse hombre, después  fue coronado de gloria en su resurrección. De este modo, Cristo cumplió plenamente la vocación del hombre y  la cumplió, precisa elautor, «para bien de todos» (Hebreos 2, 9).

4. Desde esta perspectiva, san Ambrosio comenta el Salmo y  lo aplica a nosotros. Comienza con la frase en la que se describe la «coronación» del hombre: «lo coronaste de gloria y  dignidad» (versículo 6). En esa gloria, él vislumbra el premio que el Señor nos  reserva cuando hemos  superado la prueba de la tentación.

Estas  son las  palabras  del gran padre de la Iglesia en su «Tratado del
Evangelio según San Lucas»: «El Señor ha coronado también de gloria y magnificencia a su amado. Ese Dios que desea distribuir las coronas, permite las  tentaciones: por ello, cuando seas  tentado, recuerda de que te está preparando la corona. Si descartas  el combate de los  mártires, descartará también sus coronas; si descartas sus suplicios, descartarás también su dicha»
(Edición en italiano IV, 41: Saemo 12, pp. 330-333).

Dios prepara para nosotros esa «corona de justicia» (2 Timoteo 4, 8) con la que recompensará nuestra fidelidad que le demostramos incluso en los momentos de tempestad que sacuden nuestro corazón y  nuestra mente. Pero en todo momento él está atento para ver qué es lo que le pasa a su criatura predilecta y  quiere que en ella brille para siempre la «imagen» divina (Cf. Génesis 1, 26) de modo que sea en el mundo signo de armonía, de luz y de paz.

Audiencia del Miércoles 24 de septiembre del 2003

lunes, 23 de julio de 2012

BENEDICTO XVI: SANTA BRÍGIDA DE SUECIA


Benedicto XVI destacó la importancia actual de la colaboración entre hombres y mujeres consagrados a Dios, este miércoles durante la audiencia general celebrada en la plaza de San Pedro, cuya catequesis dedicó a santa Brígida de Suecia (1303-1373).  
“La colaboración de consagrados y consagradas, siempre en el respeto de su vocación específica, reviste una gran importancia en el mundo de hoy”, afirmó.
El Papa se refirió a la orden religiosa fundada por santa Brígida, dedicada al Santo Salvador y compuesta por monjes y monjas bajo la autoridad de la abadesa.
El Pontífice afirmó que el carácter mixto, bajo la dirección de una mujer, de esa orden “no debe sorprendernos”.
Y explicó que “en la Edad Media existían fundaciones monásticas con una rama masculina y una rama femenina, pero con la práctica de la misma regla monástica, que preveía la dirección de la abadesa”.
“De hecho -añadió, en referencia a este liderazgo femenino-, en la gran tradición cristiana, a la mujer se le reconoce una dignidad propia y –a ejemplo de María, Reina de los Apóstoles– un lugar propio en la Iglesia, que, sin coincidir con el sacerdocio ordenado, es también importante para el crecimiento espiritual de la comunidad”.
Espiritualidad conyugal
Por otra parte, el Papa se refirió a santa Brígida de Suecia como modelo de esposa y de viuda, distinguiendo dos periodos en su vida, separados por el fallecimiento de su marido.
Del primer periodo, caracterizado “por su condición de mujer felizmente casada”, el Papa destacó “el compromiso educativo de Brígida respecto a sus hijos”, signo del cual es que la segunda de sus ocho hijos, Karin (Catalina) sea venerada como santa.
Subrayó “su sabiduría pedagógica”, que “era apreciada hasta tal punto que el rey de Suecia, Magnus, la llamó a la corte por un cierto tiempo, con el fin de introducir a su joven esposa, Blanca de Namur, en la cultura sueca”.
Y también la influencia muy positiva en su esposo y en el conjunto de su familia que, “gracias a su presencia, se convirtió en una verdadera "Iglesia doméstica"”.
“Junto con su marido, adoptó la Regla de los Terciarios franciscanos -recordó el Papa-. Practicaba con generosidadobras de caridad hacia los indigentes; fundó también un hospital”.
Respecto a su marido, con quien estuvo casada 28 años, indicó que “junto a su esposa, Ulf aprendió a mejorar su carácter y a progresar en la vida cristiana”.
De hecho, “a la vuelta de una larga peregrinación a Santiago de Compostela, efectuado en 1341 junto a otros miembros de la familia, los esposos maduraron el proyecto de vivir en continencia; pero poco después, en la paz de un monasterio en el que se había retirado, Ulf concluyó su vida terrena”.
Para el Papa, “este primer periodo de la vida de Brígida nos ayuda a apreciar la que hoy podríamos definir una auténtica "espiritualidad conyugal": juntos, los esposos cristianos pueden recorrer un camino de santidad, sostenidos por la gracia del Sacramento del Matrimonio”.
Además, añadió, “no pocas veces, precisamente como sucedió en la vida de santa Brígida y de Ulf, es la mujer la que con su sensibilidad religiosa, con la delicadeza y la dulzura consigue hacer recorrer al marido un camino de fe”.
En este punto, el Pontífice tuvo palabras de reconocimiento hacia “tantas mujeres que, día a día, aún hoy, iluminan a sus propias familias con su testimonio de vida cristiana”.
Y auspició “que el Espíritu del Señor pueda suscitar también hoy la santidad de los esposos cristianos, para mostrar al mundo la belleza del matrimonio vivido según los valores del Evangelio: el amor, la ternura, la ayuda recíproca, la fecundidad en engendrar y educar hijos, la apertura y la solidaridad hacia el mundo, la participación en la vida de la Iglesia”

Santa Brígida

Modelo de viudas cristianas
Respecto al segundo periodo de la vida de santa Brígida, el Papa explicó que “renunció a otro matrimonio para profundizar en la unión con el Señor a través de la oración, la penitencia y las obras de caridad”.
La propuso como modelo para las viudas cristianas, recordando que la santa, “a la muerte de su marido, tras haber distribuido sus propios bienes a los pobres, aun sin acceder nunca a la consagración religiosa, se estableció en el monasterio cisterciense de Alvastra”, donde tuvo revelaciones divinas hasta su muerte.
La Iglesia no se ha pronunciado sobre cada una de esas revelaciones, pero ha acogido la autenticidad conjunta de su experiencia interior, recordó el Pontífice.
“De hecho, leyendo estas Revelaciones, se nos interpela sobre muchos temas importantes”, dijo, temas como la Pasión de Cristo y la dolorosa maternidad de María.
Benedicto XVI señaló también que santa Brígida estaba convencida de que todo carisma está destinado a edificar a la Iglesia, por lo que muchas de sus revelaciones estaban dirigidas, “en forma de advertencias incluso severas, a los creyentes de su tiempo, incluyendo las autoridades religiosas y políticas, para que viviesen de manera coherente su vida cristiana”.
Copatrona de Europa
Finalmente, el Papa se refirió a la santa, copatrona de Europa desde el año 2000, como a una “figura eminente en la historia de Europa” y consideró que ella puede ayudar a que el continente se alimente siempre de sus raíces cristianas y en el ecumenismo.
“Procedente de Escandinavia, santa Brígida atestigua cómo el cristianismo había permeado profundamente la vida de todos los pueblos de este Continente”, afirmó.
Y añadió: “Declarándola copatrona de Europa, el Papa Juan Pablo II auguró que santa Brígida –que vivió en el siglo XIV, cuando la cristiandad occidental aún no había sido herida por la división– pueda interceder eficazmente ante Dios, para obtener la gracia tan esperada de la plena unidad de todos los cristianos”.

sábado, 21 de julio de 2012

MOISÉS AMIGO DE DIOS


Dios llamó a Moisés para encomendarle la misión de liderar la liberación de su Pueblo. Moisés siente que la misión es superior a sus fuerzas, pero Dios lo consuella diciéndole; No temás...

Te ofrecemos en archivos de audio, el CICLO DE MOISÉS.







viernes, 20 de julio de 2012

HANS URS VON BALTHASAR : XVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Ay de los pastores. En la primera lectura los reyes de Israel son llamados pastores, en todo el mundo antiguo era costumbre dar a los reyes el título honorífico de pastores. Dios había concedido a su pueblo un rey, pero no de buena gana, pues “los que figuran como jefes de los pueblos los tiranizan y oprimen” (Mc 10,42). Creen poder mantener unido al pueblo con su poder, pero en realidad con ese poder “dispersan y expulsan mis ovejas”. El puro poder no se preocupa del bien de los súbditos , que lo único que tienen es miedo ante él, sino que representa únicamente la unidad de los gobernantes, que se hacen llamar “bienhechores” (Lc 22,25) en razón de su poder omnímodo. Dios promete juzgar e esos potentados y sustituirlos por el verdadero pastor salido de la casa de David, que ostentará con todo derecho el título “ El Señor nuestra justicia”.

Como ovejas sin pastor. Así califica Jesús a la multitud que corre tras él. La gente va instintivamente en él al buen pastor enviado por Dios que no quiere ejercer su poder sobre ellos, sino reunirlos y cuidarlos amorosamente por lo que son en sí mismos. Los poderosos de la tierra los han dominado siempre: asirios, babilónicos, persas, griegos romanos, pero también sus propios jefes, para los que ellos eran masa ignorante y “empecatada de arriba abajo” (Jn 9,34). Jesús quiere tener un momento para descansar un poco, pero eran tantos los que venían a su lado que no encontraba tiempo ni para comer. Jesús tendrá que entregarse a sí mismo como comida a esta multitud hambrienta. No está allí para descansar, sino para agotarse hasta el extremo. “Yo doy mi vida por las ovejas” (Jn 10,15). “Y se puso a enseñarles con calma”. Sus discípulos están con él y, aunque aquí no se dice nada de su estado de ánimo, la consecuencia del ejemplo que Jesús les da es que no les ocurrirá nada fundamentalmente distinto de lo que ocurre a su Maestro.

Derribando el muro que los separaba” La segunda lectura muestra la obra final del buen pastor. Cristo que hasta entonces estaba separado en dos partes. En eso consiste incluso su tarea y su plan de vida, como el mismo Jesús reconocerá explícitamente: “Tengo además, otras ovejas que no son de este redil, también, a estas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor” (Jn 10,16). Pero Pablo pone aquí todo el acento en la manera en que esa paz se realiza: el pastor hace de su propio cuerpo, en la cruz, el lugar de la batalla decisiva en la que el cuerpo desgarrado se convierte precisamente en el cuerpo entregado por todos que funda y garantiza la unidad. Otra tiranía queda abolida: “La ley con sus mandamientos y reglas” cuya multiplicidad fragmentaba, rompía la vida de los hombres. De ahora en adelante reina la paz gracias al único amor del que en la cruz y en la Eucaristía se ha convertido en el reconciliador, impotente y sin embargo todopoderoso, de toda división entre los hombres.

jueves, 19 de julio de 2012

SAN AGUSTÍN : PASTORES QUE SE APACIENTAN A SÍ MISMOS

«Hemos escuchado esta lectura que se nos ha proclamado, y me he propuesto comunicaros algo sobre ella. Me ayudará el Señor para decir la verdad, si renuncio a decir mis propias ocurrencias. Pues si dijéramos algo que sale de nosotros, seríamos pastores que nos apacentamos a nosotros mismos, no a las ovejas; pero si lo que os predicamos viene de Él, será Él quien os alimenta, sea quien sea el que os hable.

 Esto es lo que dice el Señor Dios: ¡Ay, pastores de Israel, que se apacientan sólo a ellos! ¿No son a las ovejas a las que deben apacentar los pastores? (Ez 34, 2). Es decir, los pastores no se deben apacentar a sí mismos, sino a las ovejas. Ésta es la principal razón por la que se acusa a estos pastores: porque se apacientan a sí mismos, y no a las ovejas.

¡Quiénes son los que se apacientan a sí mismos? Aquellos de los que dice el Apóstol: Todos los que buscan su interés, y no el de Jesucristo (Filp 2, 21). Efectivamente, nosotros, a los que el Señor nos ha constituido en este lugar, por pura dignación suya, y no por nuestros méritos, de lo que le debemos dar estrecha cuenta, reunimos en nosotros mismos dos realidades: una, que somos cristianos; otra, que somos obispos. El ser cristianos redunda en beneficio nuestro; el ser obispos lo es por vuestro bien. Son muchos los cristianos que, sin ser obispos, llegan hasta Dios, caminando quizá por un camino más fácil, y tal vez más expedito, por cuanto que llevan una carga menor. Nosotros, por el contrario, además de que somos cristianos, por lo que debemos dar cuenta a Dios de nuestra vida, somos también obispos, por lo que debemos dar cuenta a Dios de nuestra administración. A vosotros os expongo este problema para que os compadezcáis de nosotros y oréis por nosotros».

lunes, 16 de julio de 2012

RP HORACIO BOJORGE SJ: EL BUEN AMOR EN EL NOVIZAGO Y EN EL MATRIMONIO

El sábado pasado en la Capilla María Reina de la Paz, tuvimos la presencia del padre Horacio Bojorge, para hablarnos de una temática esencial para nuestros tiempos;  el noviazgo, el matrimonio, el varón y la mujer en el designio divino.


En esta oportunidad, nos presentó dos obras altamente recomendables: el buen amor en el noviazgo y el buen amor en el matrimonio.La presentación que realizó el padre Horacio, motivó una serie de preguntas, que nuestro disertante respondió al concluir la presentación.




jueves, 12 de julio de 2012

HANS URS VON BALTHASAR : XV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

LLamados y equipados. Jesús llama a los doce en el evangelio sin ninguna explicación ¿Por qué precisamente a éstos y no a otros? Nada especial se dice al respecto. No se distinguen por su virtud, por una habilidad especial o por sus cualidades oratorias. Si les falta algo necesario para el cumplimiento de su misión, se les dará después. Les falta ciertamente lo que se les da cuando son enviados: la facultad para proclamar el reino de Dios, y esto con el poder de arrojar espíritus inmundos, algo que sólo es posible si se posee el Espíritu Santo, que al difundirse reduce el radio de acción del espíritu maligno. Como han recibido estos dones de Jesús, se le exige no mezclarlos con los propios instrumentos de trabajo y de propaganda. Por eso se les dice que no deben llevar ni alforja, ni pan, ni dinero, ni una túnica de repuesto; ni siquiera deben buscar un alojamiento más cómodo. Se les encarga predicar la conversión, y no se les promete el éxito. El éxito no importa: si no se le escucha, deben marcharse e intentarlo en otra parte. Al final, se indica simplemente que los doce salieron a predicar y obtuvieron cierto éxito. El Evangelio desnudo (sine glossa) es lo más conveniente.

LLamados y rechazados.Lo que la primera lectura dice a propósito de Amós, es característico de todo enviado de Dios. "si en un lugar no os reciben", dice Jesús en el Evangelio. Amós no es recibido, sino expulasado del país por el poder oficial. Pero él insiste y dice que no es profeta ni hijo de profeta. Se trata de una vocación comparable a la de los pescadores de Galilea. Ni Amós ni los doce han deseado o elegido para sí esta misión, simplemente han sido llamados por Dios: " Ve y profetiza a mi pueblo". Se trata aquí de una vocación en el sentido original y radical, una vocación en la que el hombre no piensa si debe o no (por ejemplo hacerse sacerdote o entrar en religión). Dios le empuja; si no se resiste, lo notará.Poco importa aquí que Amós abandone el país y se marche de Samaría a Judea, o que los apóstoles digan ante el Sanedrín que "hay que obedecer a Dios antes que a los hombres". Continuar el camino, tal y como Jesús recomienda en el evangelio, también puede consistir simplemente en seguir haciendo lo que se está haciendo.

Destinados de ante mano. El gran comienzo de la carta de los Efesios inserta a los elegidos o de Dios en el plan divino de salvación, que es universal e intemporal: lo que yo soy y debo ser ha sido determinado desde la eternidad, antes de la creación del mundo; yo no soy llamado ni solamente en el tiempo ni como un individuo aislado, sino que estoy integrado como desde siempre en un proyecto universal predestinado que consiste en la Encarnación de Cristo y en la glorificación de la gracia del amor del Padre, en la marca del Espíritu Santo. Nadie es una isla, cada uno de nosotros sólo es comprensible dentro de un paisaje inabarcable en el que todo irradia alabanza de la gloria del Señor.

martes, 10 de julio de 2012

JULIO ALONSO AMPUERO: ORIENTACIONES PARA LA LECTURA DE LA PALABRA


«Habla, Señor...»

 

1.- Dios nos ha revelado su palabra para dársenos a conocer El mismo y sus planes, para que entremos en comunión con El. Por tanto, hay que evitar a toda costa quedarse en «ideas». La lectura o meditación de la Palabra de Dios debe ponernos en contacto con El. Se trata de escucharle a El. Para ello es preciso ponerse en clima de oración, estar en presencia de Dios, atender al Dios que nos habla. Nada más contrario a la verdadera lectura de la Biblia que una lectura puramente intelectual, fria, impersonal...

2.- Aun contando con la ayuda de este comentario, con las notas de la propia Biblia o con otras ayudas, la Palabra de Dios es siempre misteriosa. Supera nuestra lógica humana, nuestra razón. Por eso necesitamos invocar al Espíritu Santo, para que El nos ilumine «por dentro» lo que la Biblia nos dice «por fuera».

3.- Como además hay en nosotros suciedad y desorden, fruto del pecado, necesitamos acercarnos a la Palabra de Dios con un corazón contrito y humilde, pidiendo que no manipulemos la Palabra de Dios haciéndole decir lo que a nosotros nos gusta. Es decir, hemos de acercarnos a ella en actitud de conversión, dispuestos a dejarnos transformar por la Palabra de Dios.

4.- Por la misma razón, hay que procurar ser objetivos. No tener demasiada prisa en ver «qué me dice» este texto a mí. Es muy fácil proyectar en la Palabra de Dios nuestras ideas o experiencias, nuestros gustos o nuestros planes... Por eso, antes de preguntarme «qué me dice», debo buscar atentamente «qué dice» el texto en sí mismo, con objetividad. Sólo en un segundo momento debo prestar atención a lo que me dice a mí, en mis circunstancias concretas, en mi vida personal o familiar, en mi trabajo o en mis dificultades... pero desde la objetividad del mensaje que Dios ha querido comunicar en ese texto.

5.- Esto supone una profunda actitud de escucha. Escucha quiere decir atención, acogida, docilidad, obediencia. Quiere decir salir de mí mismo y ponerme a disposición del Dios que me habla. Quiere decir deseo de dejarme transformar por dentro. Quiere decir deseo de poner en práctica aquello que Dios me dice...

7.- En la lectura de la Biblia en grupo es necesario tener en cuenta además que el Señor puede hablarnos a través de los demás y puede servirse de nosotros para hablar a los demás. Por eso es necesario evitar la tentación de buscar ideas originales o bonitas, hay que evitar discusiones inútiles (las dudas se podrán aclarar en otro momento; ahora lo que importa es escuchar lo que Dios nos dice), hablar por hablar o que alguno o algunos acaparen todas las intervenciones...

lunes, 9 de julio de 2012

PADRE ELIÉCER SÁLESMAN: SAN JOSÉ ESPOSO DE LA VIRGEN MARÍA

José significa : " Dios me ayuda".

 De san José únicamente sabemos los datos históricos que san Mateo y san Lucas nos narran en el Evangelio. Su más grande honor es que Dios le confió sus dos más grandes tesoros: Jesús y María. San Mateo nos dice que era descendiente de la familia de David.

 La Iglesia ha celebrado desde hace varios siglos su fiesta el 19 de marzo, porque una muy antigua tradición dice que en este día sucedió la muerte de nuestro santo y el paso de su alma de la tierra al cielo. En España, ya diez años antes del descubrimiento de América, se celebraba solemnemente la fiesta de san José. En Roma en el año 1505 ya se ofrecían misas en su honor. Y el papa Gregorio XV decretó en 1621 que el 19 de marzo se celebrara en todo el mundo la fiesta de este gran santo.

Sus más grandes devotos
Los santos que más han propagado la devoción de san José han sido: san Vicente Ferrer, santa Brígida, san Bernardino de Siena (que escribió en su honor muy hermosos sermones) y san Francisco de Sales, que predicó muchas veces recomendando la devoción al santo Patriarca. Pero sobre todo, la que más propagó su devoción fue santa Teresa, que fue curada por él de una terrible enfermedad que la tenía casi paralizada, enfermedad que ya era considerada incurable. Le rezó con fe a san José y obtuvo de manera maravillosa su curación. En adelante esta santa ya no dejó nunca de recomendar a las gentes que se encomendaran a él. Y repetía: "Otros santos parece que tienen especial poder para solucionar ciertos problemas. Pero a san José le ha concedido Dios un gran poder para ayudar en todo". Hacia el final de su vida, la mística fundadora decía: "Durante 40 años, cada año en la fiesta a san José le he pedido alguna gracia o favor especial, y no me ha fallado ni una sola vez. Yo les digo a los que me escuchan que hagan el ensayo de rezar con fe a este gran santo, y verán qué grandes frutos van a conseguir". Y es de notar que a todos los conventos que fundó santa Teresa les puso por patrono a san José. La comunidad de la Carmelitas propaga mucho la devoción a este simpático santo.

 Lo que dice el Evangelio acerca de san José 
San Mateo narra que san José se había comprometido en ceremonia pública a casarse con la Virgen María. Pero que luego al darse cuenta de que Ella estaba esperando un hijo, sin haber vivido juntos los dos, y no entendiendo aquel misterio,  dispuso abandonarla en secreto e irse a otro pueblo a vivir. Y dice el Evangelio que su determinación de no denunciarla, sino más bien de alejarse, se debió a que "José era un hombre justo", un verdadero santo. Este es un enorme elogio que le hace la Sagrada Escritura. En la Biblia, "ser justo" es lo mejor que un hombre puede ser.

Los sueños de José 
El primer José de la Biblia, el hijo de Jacob, el que fue vendido por sus hermanos y llevado a Egipto, se hizo famoso por sus sueños y por la cualidad que tenía para descubrir el significado de ciertos sueños. Y nuestro santo también tuvo unos sueños muy impresionantes en los cuales recibió importantísimos mensajes del cielo. En su primer sueño, en Nazaret, un ángel le contó que el hijo que iba a tener María era obra del Espíritu Santo y que podía casarse tranquilamente con Ella, que era totalmente fiel. Tranquilizado con ese mensaje, José celebró sus bodas solemnes con su muy amada esposa.

(La leyenda cuenta que doce jóvenes pretendían casarse con María, y que cada uno llevaba en su mano un bastón de madera muy seca. Y que en el momento en que María debía escoger entre los 12, he aquí que el bastón que José llevaba en su mano milagrosamente floreció. Por eso pintan a este santo con un bastón florecido en su mano).

En su segundo sueño en Belén, un ángel le comunicó que Herodes buscaba al niño Jesús para matarlo, y que debía salir huyendo de Egipto. José se levantó a media noche y con María y el Niño se fue hacia Egipto.

 En su tercer sueño en Egipto, el ángel le comunicó que ya había muerto Herodes y que podía volver a Israel. Entonces José, su esposa y el Niño volvieron a Nazaret. Los grandes dolores y las inmensas alegrías de san José La Iglesia Católica venera mucho los cinco grandes dolores o penas que tuvo este gran santo. pero a cada dolor o sufrimiento le corresponde una inmensa alegría que Nuestro Señor le envió. Porque Dios, a cada pena le envía acompañada de algún consuelo.

Veamos cuáles fueron esos dolores, y sus respectivas alegríasPrimer dolor: ver nacer el Niño Jesús en una pobrísima cueva en Belén, y no lograr conseguir ni siquiera una casita para el nacimiento. A este dolor o sufrimiento correspondió una gran alegría: el ver y oír a los ángeles y pastores llegar y adorar al Divino Niño, y luego recibir la visita de los Magos que venían de oriente de traerle oro, incienso y mirra. El segundo dolor fue el día de la presentación del Niño en el Templo; al oír al profeta Simeón anunciar que Jesús sería causa de división y que muchos irían en su contra y que por su causa, un puñal de dolor atravesaría el corazón de María. Pero a este sufrimiento correspondió la alegría de oír al profeta anunciar que Jesús sería la luz que iluminaria a todas las naciones, y la gloria del pueblo de Israel. El tercer dolor fue la huida de Egipto. Fue un gran sufrimiento para san José tener que huir por entre esos terribles desiertos a 40 grados de temperatura, y sin sombra ni agua, y con el Niño tan recién nacido. Pero a este sufrimiento le correspondió la alegría deser muy bien recibido por sus paisanos en Egipto y el gozo de ver crecer tan sano y hermoso al Divino Niño. El cuarto dolor fue la separación de Jesús y de María al llegar la hora de morir. Pero a este sufrimiento correspondió la alegría, y la paz y el consuelo inmensos de morir acompañado de los dos seres más santos de la tierra. Por eso san José lo invocamos como Patrono de la Buena Muerte, porque tuvo la muerte más dichosa que un ser humano pueda desear: acompañado y consolado por Jesús y María. San José, el santo del silencio 

Este excelso varón es un caso excepcional en la Biblia: es un santo al que no se le escucha ni una sola palabra. En el Evangelio habla Jesús,María, Pedro, y hablan los demás, pero de san José no se conserva ni una sola palabra. No es que haya sido uno de esos seres que no hablaban nada y que hacen la vida monótona en su mutismo aburridor, pero seguramente fue un hombre que cumplió aquel mandamiento del profeta antiguo: "Sean pocas tus palabras". Quizá Dios ha permitido que de tan grande amigo del Señor no se conserve ni una sola palabra, para enseñarnos a amar también nosotros en el silencio.

Digámosle de vez en cuando aquella antigua y hermosa oración: "San José, Patrono de la vida interior, enséñanos a orar, a sufrir y a callar" Un dato curioso: desde que el papa Pio IX declaró en 1870 a san José como Patrono universal de la Iglesia, todos los Pontífices que han tenido la Iglesia Católica desde esa fecha, han sido santos. Buen regalo de san José. San Francisco de Sales exclamaba: "Oh, que gran santo y qué buen amigo y protector es san José", y llevaba siempre su estampa en los libros de rezos. Santa Teresa repetía: "San José me libró de muchas ocasiones en que yo podía perder mi honra, o mis bienes, o mi salud o mi salvación".

Y me libró de una manera mucho mejor de lo que yo me imaginaba. No me acuerdo de haberle pedido algún favor, que él haya dejado de conseguirme. Es cosa que impresiona el recordar los grandes favores que me ha hecho Dios por medio de este gran santo, y los muchos peligros del cuerpo y del alma que por medio de él me ha librado. Parece que Jesucristo quiere demostrar que así como san José lo trató tan sumamente bien a Él en la tierrra, Él le concede ahora en el cielo todo lo que le pida para nosotros. Pido a todos que hagan la prueba y se darán cuenta de cuán ventajoso es ser devotos de este santo Patriarca". Parece que cuando se casó, san José tenia unos trienta años, y cuando se murió algo más de sesenta. Probablemente murió cuando Jesús iba a empezar su vida pública. Terminemos esta biografía con aquella frase de santa Teresa: "Yo no conozco persona que le haya rezado con fe y perseverancia a san José, y que no se haya vuelto más virtuoso y más progresista en santidad".

MONSEÑOR JOSÉ IGNACIO MUNILLA: MIRAR A JESÚS CON LA MIRADA DE MARÍA


Al terminar el turno de adoración que se reservó para los niños, se me acercó una madre con sus hijos, uno de los cuales se preparaba para hacer la Primera Comunión. La madre me advirtió de que el niño estaba en la edad de hacer muchas preguntas, de “esas” que no siempre es fácil contestar. Lo pude comprobar inmediatamente, pues el niño me preguntó sin miramiento: “Señor obispo, ¿por qué la Virgen María no se quedó en el Pan de la Eucaristía como Jesús?”.

¡Pues sí, ciertamente, parece que el niño está en la edad de hacer preguntas rebuscadas!... ¡Cosas de niños! Lo único que se me ocurrió decirle a aquel “pequeño teólogo”, es que hay cosas a las que nosotros no podemos responder y que Dios tiene razones que nosotros no entendemos… La verdad es que me quedé en blanco, porque no había ni tan siquiera imaginado una pregunta como esa en toda mi vida… Tengo que reconocer que la “ocurrencia” de aquel niño, después me ha hecho reflexionar en no pocos momentos; especialmente en la oración ante el Santísimo Sacramento. ¿Qué responder a su pregunta?:

1º.- ¡Son inseparables!: Es importante tener en cuenta que aunque María no está presente en la Eucaristía de forma sustancial, con su cuerpo y su sangre, como lo está su hijo Jesús; sin embargo, sí está presente espiritualmente. Donde está Él está Ella, de la misma forma que donde está Ella, está Él. ¡Jesús y María son inseparables! Con un matiz importante: a María le gusta permanecer a la sombra –es lo que hizo durante toda su vida en la tierra- al mismo tiempo que goza cuando ve nuestra mirada dirigida hacia su Hijo.

2º.- Ella nos conduce a la Eucaristía: A tenor de lo que los Evangelios narran, María no estaba presente en el Cenáculo en aquella primera Eucaristía… Parece como si Dios le hubiese dado una vocación especial para conducirnos hacia la Eucaristía. Es como si a Ella la viésemos reflejada en la figura de aquel criado que envió el rey a los cruces de los caminos, para invitar a los transeúntes a asistir al banquete de bodas que otros habían rechazado (cfr. Mt 22).

Cuando escuchemos la voz de la Iglesia que nos recuerda la importancia de participar en el banquete eucarístico venciendo tantas tentaciones contrarias, tenemos que entreoír la llamada de María, que nos invita a acudir a su Hijo. Hay una estrecha conexión entre el “Haced lo que Él os diga” (Jn 2, 5) de María y el “Haced esto en memoria mía” (Lc 22, 19) de Jesús.

3.- Embajadora de su Hijo: El Evangelio que hemos escuchado, en el que se narra la Visitación de María a su prima Isabel, nos da también una clave importante para responder a la misteriosa pregunta de aquel niño. María es como una custodia de metal precioso que lleva en su seno a Jesús… Ella es cristal plenamente transparente, que muestra a su hijo a los ojos del mundo.

Además de llevarnos a la Eucaristía, Ella ha recibido también el cometido de llevar a su Hijo donde más se le necesite. María es portadora del consuelo de Cristo a todos los pobres de espíritu.

4.- Reproducir la imagen de María: Intentando responder a aquella pregunta infantil que nos ocupa, a la vez ingenua y misteriosa, descubro una oración sorprendente escrita por la fundadora del movimiento de los Focolares, Chiara Lubich, recientemente fallecida: “¿Por qué quisiste quedarte en la tierra, en la dulcísima Eucaristía, y no encontraste un modo para dejarnos también a María? En el silencio, Jesús parecía responder: No la traje porque quiero volver a verla en ti”.

Supongo que esta respuesta de Chiara Lubich le hubiese sorprendido a aquel niño tanto como a mí: Jesús espera nuestra plena identificación con María… También nosotros hemos de ser inseparables de Cristo, al mismo tiempo que sus introductores y embajadores…


Hemos comentado en un primer momento el lema de nuestra peregrinación: “Mirar a Jesús con la mirada de María”. Ciertamente, fuera de la mirada de María no podremos adentrarnos en el misterio de Cristo. Nos quedaríamos en la superficie.


Pero, por su parte, también Jesús nos mira con la mirada de su Madre. Más aún, cuando fija sus ojos en nosotros, sueña con encontrar reproducida la figura de su Madre.

jueves, 5 de julio de 2012

STANISLAW DZIWISZ: AQUEL VELO SOBRE SU ROSTRO

"Aquel velo sobre su rostro... Era la última vez que veía su rostro... Sí, por supuesto, lo iba a volver a ver muchas otras veces, a todas horas, todos los días. Lo iba a seguir viendo con los ojos de la fe. Y, naturalmente, lo iba a seguir viendo con los ojos del corazón, de la memoria. De la misma forma en que iba a volver a sentir su presencia, aunque fuera de manera muy distinta a la que estaba acostumbrado. Pero aquélla era la última vez que veía su rostro, cómo decirlo, físicamente. Humanamente.

 La última vez que veía al hombre que había sido como un padre y un maestro para mí. La última vez que veía su cuerpo, sus manos, pero, sobre todo, que veía su rostro. Y el rostro me recordaba su mirada, porque la mirada era lo primero que te impresionaba de él. Por eso quería que aquel instante no se acabase nunca. Lo hacía todo muy lentamente, para alargar cada segundo, para prolongarlo hasta el infinito. Hasta que, llegados a un cierto punto, noté que alguien tenía clavada su mirada sobre mí. Y entonces comprendí. Mi deber era... Cogí aquel velo blanco y se lo coloqué, muy, muy despacio, sobre el rostro. Casi me daba miedo hacerle daño, como si aquel trozo de seda pudiese resultarle pesado, molestarle... Por suerte, vinieron en mi ayuda las palabras "Oh Señor, que su rostro vea Tu rostro paterno, que su rostro, arrebatado a nuestra vista, contemple Tu Belleza" Él estaba ya en la casa del Padre, podía al fin mirarle a los ojos. Su aventura terrenal había llegado a puerto. Y, así, yo también me uní a las palabras de aquella plegaria. Y mientras rezaba, comencé a recordar. A revivir los cuarenta años que yo, un hombre insignificante, tocado por el , transcurrí junto a él, junto a Karol Wojtyla..." Tomado del libro, Una vida con Karol,escrito por el Stanislao secretario personal del neto Juan paño II.

TONY ANATRELLA: ¿Una sociedad depresiva?


¿La sociedad puede ser depresiva? ¿Puede la sociedad deprimirse como lo haría una persona que duda de ella misma, desinteresada de la realidad, asténica y melancólica? La respuesta se impone por sí misma: son las personas las que se deprimen y no las sociedades, que son la imagen de sus miembros. No es tanto la sociedad la que es depresiva cuanto los hombres que, formando parte de ella, se descentran cuando no llegan a vivir la realidad. Escribe el doctor Anatrella, psicoanalista y especialista en Psiquiatría social (París), y consultor de los Consejos Pontificios para la Pastoral de la Salud y para la Familia:

Sabemos en psiquiatría social que la sociedad produce patologías sociales que tienen repercusiones sobre las personas según el estado de cada uno. El individualismo, el paro, el divorcio, la inseguridad, la ausencia de una real educación, la falta de transmisión del saber, de cultura, de moral y de vida religiosa, y la negligencia de normas objetivas, hacia el relativismo ético, no pueden sino debilitar y romper las personalidades por falta de arraigo y de estabilidad en la existencia. La sociedad también puede hacer aumentar las perturbaciones depresivas.

Para conocer cómo repercute la sociedad en la persona no se deben olvidar puntos tan importantes como: la soledad depresiva, entre enfermedad y problemas existenciales, un mundo sin límites, un sentimiento de impotencia, una implosión psíquica o la angustia de vivir. Cualquiera que sea la forma de depresión, tiene siempre consecuencias psicológicas y espirituales. Ahora no me extenderé en las consecuencias espirituales. Se puede mostrar la hipótesis de que la vida psíquica del deprimido está marcada por una angustia de abatimiento, es decir, privada de sus medios, de no poder existir más por los otros, ni por un ideal. Nos encontramos aquí no solamente una experiencia inicial, del inicio de la vida, sino una realidad inherente a la condición humana y que se resume en la falta de ilusión de vivir, la melancolía y la depresión. 

Ya los antiguos habían constatado y reflexionado sobre este fenómeno. Algunos, entre los primeros monjes cristianos, vivían esta prueba en su ascesis. Era conocida bajo el término de acedía, lo que significa el sufrimiento de estar en el mundo, y que tiene como consecuencia desinteresarse de la vida. Pero la acedía está ligada a la vida espiritual y se ejerce en el marco de un deseo de Dios y de una relación creativa. La depresión es una faceta de ser desposeído de sí y desamparado. Sin embargo, en el mundo moderno, existe un vínculo entre depresión y acedía. El sentimiento de agotamiento y de pérdida de sentido ha sido descrito a menudo como uno de los constituyentes de la depresión. Si la depresión es una enfermedad que sea preciso curar, su compresión no puede ser reducida a una simple afección individual, sobre todo cuando este mal y este sufrimiento se encuentran muy compartidos. Ella no depende únicamente de la medicina, sino también de las condiciones sociales cuando las referencias se confunden y las exigencias de la vida espiritual no están iluminadas por la recepción de la palabra de Dios. Es por esto que la depresión no puede ser interpretada como la fatiga de ser uno mismo, porque las personalidades contemporáneas deberían no tener valores trascendentes e inventar su vida en solitario, apoyándose únicamente sobre sus intereses subjetivos. 


La depresión, de modo particular la depresión existencial, testimonia una realidad más profunda, que ha comenzado con la Humanidad y que se manifiesta a través de un rechazo y de una falta de consentimiento a la vida. La tristeza no es ya solamente el afecto central de la depresión en la cual el sujeto está triste a causa de alguna cosa, sino que está triste a causa de sí mismo, de su incertidumbre interior y de su ausencia de realización propia. El recurso a la droga entre las jóvenes generaciones llega a ocultar esta problemática cuando buscan calmarse interiormente con el cannabis, estimularse con la cocaína y sentirse superhombres con el éxtasis. Luchan contra una depresión existencial, que proviene, por una parte, del rechazo de aceptar y de entrar en la vida. El hombre de hoy, como el de ayer, está comprometido por el mismo interrogante: «¿Cómo aprender a amar la vida para realizarse en su humanidad y descubrir el sentido de la existencia?»

Fuente: ALFA Y OMEGA

martes, 3 de julio de 2012

JUAN PABLO II: COMENTARIO DEL SALMO 91

1. La antigua tradición judía reserva un puesto particular al Salmo 91, que acabamos de escuchar, como canto del hombre justo a Dios creador. El título que se ha dado al Salmo indica, de hecho, que está destinado a entonarse el sábado (Cf. versículo 1). Es, por lo tanto, el himno que se eleva al Señor eterno y excelso cuando, en el ocaso del viernes, se entra en el día santo de la oración, de la contemplación, de la tranquilidad serena del cuerpo y del espíritu.DiosEn el centro del Salmo se eleva, solemne y grandiosa, la figura del Dios altísimo (Cf. versículo 9), en cuyo alrededor se delinea un mundo armónico y lleno de paz. Ante él se presenta la persona del justo que, según una concepción muy utilizada por el Antiguo Testamento, es colmado de bienestar, alegría y larga vida como consecuencia natural de su existencia honesta y fiel. Se trata de la denominada «teoría de la retribución», según la cual todo delito tiene ya un castigo en la tierra y toda acción buena una recompensa. Si bien en esta visión hay un elemento de verdad, sin embargo --como intuirá Job y como confirmará Jesús (Cf. Juan 9, 2-3)-- la realidad del dolor humano es mucho más compleja y no puede ser tan fácilmente simplificada. El sufrimiento humano, de hecho, debe ser considerado en la perspectiva de la eternidad.

2. Pero examinemos ahora este himno sapiencial con aspectos litúrgicos. Está constituido por un intenso llamamiento a la alabanza, al gozoso canto de acción de gracias, a la fiesta de la música tocada por el arpa de diez cuerdas, por el laúd y por la cítara (Cf. versículos 2-4). El amor y la fidelidad del Señor deben ser celebrados a través del canto litúrgico «con arte» (Cf. Salmo 46, 8). Esta invitación es válida también para nuestras celebraciones, para que recuperen esplendor no sólo en las palabras y ritos, sino también en las melodías que las animan.

El impío

Después de este llamamiento a no apagar nunca el hilo interior y exterior de la oración, auténtico aliento constante de la humanidad fiel, el Salmo 91 propone como en dos retratos el perfil del impío (Cf. versículos 7-10) y del justo (Cf. versículos 13-16). El impío aparece frente al Señor, «excelso por los siglos» (versículo 9), que hará perecer a sus enemigos y dispersará a todos los malhechores (Cf. versículo 10). Sólo se puede comprender en profundidad bajo la luz divina el bien y el mal, la justicia y la perversión.

3. La figura del pecador es delineada con una imagen vegetal: «germinan como hierba los malvados y florecen los malhechores» (versículo 8). Pero este florecer está destinado a secarse y desaparecer. El Salmista, de hecho, multiplica los verbos y los términos que describen la destrucción: «serán destruidos para siempre... tus enemigos, Señor, perecerán, los malhechores serán dispersados» (versículos 8.10).En el origen de este final catastrófico se encuentra el mal profundo que se apodera de la mente y del corazón del perverso: «El ignorante no lo entiende ni el necio se da cuenta» (versículo 7). Los adjetivos utilizados pertenecen al lenguaje sapiencial y denotan la brutalidad, la ceguera, la cerrazón de quien cree obrar el mal en la faz de la tierra sin que tenga consecuencias morales, pensando que Dios está ausente o es indiferente. El que ora, sin embargo, tiene la certeza de que el Señor aparecerá antes o después en el horizonte para hacer justicia y doblegar la arrogancia del insensato (Cf. Salmo 13).
El justo

4. Aparece después la figura del justo, trazada como en un cuadro con muchos y densos colores. También en este caso recurre a una fresca y verde imagen vegetal (Cf. Salmo 91, 13-16). A diferencia del impío, que es como la hierba de los campos lozana pero efímera, el justo se eleva hacia el cielo, sólido y majestuoso, como una palmera, como un cedro del Líbano. Los justos son «plantados en la casa del Señor» (versículo 14), es decir, tienen una relación sumamente sólida y estable con el templo y, por lo tanto, con el Señor, que en él ha establecido su morada.La tradición cristiana jugará también con el doble significado de la palabra griega «phoinix», utilizada para traducir el término hebreo palmera. «Phoinix» es el nombre griego de la palmera, pero también del ave que llamamos «fénix». Es sabido que el ave fénix era el símbolo de inmortalidad, pues se imaginaba que renacía de sus cenizas. El cristiano hace una experiencia parecida gracias a su participación en la muerte de Cristo, manantial de nueva vida (Cf. Romanos 6, 3-4). «Dios... estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo» dice la Carta a los Efesios, «y con él nos resucitó» (2, 5-6).

5. Hay otra imagen tomada del mundo animal para representar al justo que tiene como objetivo ensalzar la fuerza que Dios otorga, incluso cuando llega la vejez: «me das la fuerza de un búfalo y me unges con aceite nuevo» (Salmo 91, 11). Por un lado, el don de la potencia divina hace triunfar y da seguridad (Cf. versículo 12); por otro, la frente gloriosa del justo es consagrada con aceite que irradia una energía y una bendición protectora. El Salmo 91 es por lo tanto un himno optimista, potenciado también por la música y el canto. Celebra la confianza en Dios que es manantial de serenidad y de paz, incluso cuando se asiste al aparente éxito del impío. Una paz que permanece intacta en la vejez (Cf. v. 15), estación vivida todavía en la fecundidad y en la seguridad.Concluimos con las palabras de Orígenes, traducidas por san Jerónimo, que hacen hincapié en la frase del Salmista que dice a Dios: «me unges con aceite nuevo» (versículo 11). Orígenes comenta: «Nuestra vejez tiene necesidad del aceite de Dios. Al igual que nuestros cuerpos cansados recobran vigor ungiéndolos con aceite, al igual que la llama de la lámpara se extingue si no se le añade aceite, así también la llama de mi vejez necesita el aceite de la misericordia de Dios. También los apóstoles subieron al monte de los Olivos (Cf. Hechos 1, 12) para recibir luz del aceite del Señor, pues estaban cansados y sus lámparas necesitaban el aceite del Señor... Por ello, pidamos al Señor que nuestra vejez, nuestro cansancio, y todas nuestras tinieblas sean iluminadas por el aceite del Señor» («74 Homilías sobre el Libro de los Salmos» --«74 Omelie sul Libro dei Salmi»--, Milán 1993, páginas 280-282).