LLamados y equipados. Jesús llama a los doce en el evangelio sin ninguna explicación ¿Por qué precisamente a éstos y no a otros? Nada especial se dice al respecto. No se distinguen por su virtud, por una habilidad especial o por sus cualidades oratorias. Si les falta algo necesario para el cumplimiento de su misión, se les dará después. Les falta ciertamente lo que se les da cuando son enviados: la facultad para proclamar el reino de Dios, y esto con el poder de arrojar espíritus inmundos, algo que sólo es posible si se posee el Espíritu Santo, que al difundirse reduce el radio de acción del espíritu maligno. Como han recibido estos dones de Jesús, se le exige no mezclarlos con los propios instrumentos de trabajo y de propaganda. Por eso se les dice que no deben llevar ni alforja, ni pan, ni dinero, ni una túnica de repuesto; ni siquiera deben buscar un alojamiento más cómodo. Se les encarga predicar la conversión, y no se les promete el éxito. El éxito no importa: si no se le escucha, deben marcharse e intentarlo en otra parte. Al final, se indica simplemente que los doce salieron a predicar y obtuvieron cierto éxito. El Evangelio desnudo (sine glossa) es lo más conveniente.
LLamados y rechazados.Lo que la primera lectura dice a propósito de Amós, es característico de todo enviado de Dios. "si en un lugar no os reciben", dice Jesús en el Evangelio. Amós no es recibido, sino expulasado del país por el poder oficial. Pero él insiste y dice que no es profeta ni hijo de profeta. Se trata de una vocación comparable a la de los pescadores de Galilea. Ni Amós ni los doce han deseado o elegido para sí esta misión, simplemente han sido llamados por Dios: " Ve y profetiza a mi pueblo". Se trata aquí de una vocación en el sentido original y radical, una vocación en la que el hombre no piensa si debe o no (por ejemplo hacerse sacerdote o entrar en religión). Dios le empuja; si no se resiste, lo notará.Poco importa aquí que Amós abandone el país y se marche de Samaría a Judea, o que los apóstoles digan ante el Sanedrín que "hay que obedecer a Dios antes que a los hombres". Continuar el camino, tal y como Jesús recomienda en el evangelio, también puede consistir simplemente en seguir haciendo lo que se está haciendo.
Destinados de ante mano. El gran comienzo de la carta de los Efesios inserta a los elegidos o de Dios en el plan divino de salvación, que es universal e intemporal: lo que yo soy y debo ser ha sido determinado desde la eternidad, antes de la creación del mundo; yo no soy llamado ni solamente en el tiempo ni como un individuo aislado, sino que estoy integrado como desde siempre en un proyecto universal predestinado que consiste en la Encarnación de Cristo y en la glorificación de la gracia del amor del Padre, en la marca del Espíritu Santo. Nadie es una isla, cada uno de nosotros sólo es comprensible dentro de un paisaje inabarcable en el que todo irradia alabanza de la gloria del Señor.
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