jueves, 29 de marzo de 2012

DIÁCONO JORGE NOVOA: ITINERARIO DE SU VOCACIÓN (2)


II- La búsqueda

Teresa busca una y otra vez, describe su actitud con una imagen maravillosa, dice: "inclinándome sin cesar como Magdalena sobre la tumba vacía…", por medio de ella podemos comprender lo árida que resultó por momentos su búsqueda. La tumba vacía… muestra la vivencia de una gran aspereza, que manifiesta permanentemente la ausencia de respuestas evidentes. Esta acción por la cual Teresa se inclina sobre la silenciosa tumba que no le responde, la va purificando, fortaleciendo su fe y su confianza en Dios. El silencio manifiesta la ausencia de la respuesta a la pregunta que la sacude, ¿por dónde realizaré estos deseos?.


"No creais que nado en consuelos. ¡oh , no! Mi consuelo es no tenerlo en la tierra"En el comienzo del Cántico Espiritual, San Juan de la Cruz expresa con gran maestría la experiencia espiritual del discípulo en la búsqueda del maestro. "¿ Adónde te escondiste, Amado, y me dejaste con gemido?" En esta búsqueda apasionada, Teresa crece en la confianza que brota de la fe, es decir, la fe se desborda en la confianza que le exige el amor.

Como Magdalena, Teresa busca una respuesta del Señor, "habla Señor que tu sierva escucha", pero el peso del silencio la hace penetrar en la aridez de la noche de la fe, en la que solamente puede caminar, iluminada por el tenue resplandor que despiden los ojos de Jesús. La presencia cercana de Jesús es la fuente inagotable de la que brota la confianza de Teresa, la tierra prometida es vivir en la compañia de Jesús, aún en tierra extranjera la vida es seguir "a zaga de su huella". La fe penetra en el silencioso lenguaje del sepulcro vacío. La prueba que se busca en el sepulcro vacío, es purificadora del amor humano que debe descansar sobre la oscura inevidencia de la fe. "Comprendo mejor que nunca cuanto nos ama el Señor cuando nos prueba" (Beata Isabel de la Trinidad).

Ella no se desalienta, aguarda a la puerta del sepulcro como el centinela a la aurora, con su lámpara llena de aceite el momento en que su amado la llame por su nombre. Amar es esperar (1 Cor 13), cuando el velo se corra, este tiempo que en muchos casos nos parece interminable, será solo un momento. El amor da forma a la espera, que por silenciosa ya no atemoriza el corazón de Teresa. Como enseña San Juan de la Cruz, es necesario buscar en "fe y amor". "Porque la fe son los pies con que el alma va a Dios, y el amor es la guía que le encamina".

El Santo Padre en la Novo Millenio Ineunte, reconoce que aún para los discípulos, "no fue fácil creer", las actitudes de los discípulos camino de Emaús, al igual que la de Tomás que quiere confirmar lo que le han dicho sus amigos introduciendo la mano en su costado son tan sólo las muestras de que "en realidad, aunque se viese y se tocase su cuerpo, sólo la fe podía franquear el misterio de aquel rostro[...] A Jesús no se llega verdaderamente más que por la fe, a través de un camino cuyas etapas nos presenta el Evangelio en la bien conocida escena de Cesarea de Filipo (cf. Mt 16,13-20)" (NMI n. 19).

Nuestras búsquedas, tienen, no en su intensidad, algunos elementos comunes a los que vivió Teresa, en virtud de que la fe es el lenguaje propio del creyente y la noche es su "habitat" natural. Para todos y cada uno "es necesaria una gracia de revelación que viene del Padre" (NMI n 20).

miércoles, 28 de marzo de 2012

JUAN PABLO II: "OS DARÉ UN CORAZÓN NUEVO"


1. El cántico que acaba de resonar en nuestros oídos y en nuestro corazón fue compuesto por uno de los profetas mayores de Israel. Se trata de Ezequiel, testigo de una de las épocas más trágicas que vivió el pueblo judío: la de la caída del reino de Judá y de su capital, Jerusalén, a la que siguió el amargo destierro en Babilonia (siglo VI a.C.). Del capítulo 36 de Ezequiel está tomado el pasaje que entró a formar parte de la oración cristiana de Laudes.

El contexto de esta página, transformada en himno por la liturgia, quiere captar el sentido profundo de la tragedia que vivió el pueblo en aquellos años. El pecado de idolatría había contaminado la tierra que el Señor dio en herencia a Israel. Ese pecado, más que otras causas, es responsable, en definitiva, de la pérdida de la patria y de la dispersión entre las naciones. En efecto, Dios no es indiferente ante el bien y el mal; entra misteriosamente en escena en la historia de la humanidad con su juicio que, antes o después, desenmascara el mal, defiende a las víctimas y señala la senda de la justicia.

2. Pero la meta de la acción de Dios nunca es la ruina, la mera condena, el aniquilamiento del pecador. El mismo profeta Ezequiel refiere estas palabras divinas: «¿Acaso me complazco yo en la muerte del malvado y no más bien en que se convierta de su conducta y viva? (...) Yo no me complazco en la muerte de nadie, sea quien fuere. Convertíos y viviréis» (Ez 18,23.32). A la luz de esas palabras se logra comprender el significado de nuestro cántico, lleno de esperanza y salvación.
Después de la purificación mediante la prueba y el sufrimiento, está a punto de surgir el alba de una nueva era, que ya había anunciado el profeta Jeremías cuando habló de una «nueva alianza» entre el Señor e Israel (cf. Jr 31,31-34). El mismo Ezequiel, en el capítulo 11 de su libro profético, había proclamado estas palabras divinas: «Yo les daré un corazón nuevo y pondré en ellos un espíritu nuevo: quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, para que caminen según mis preceptos, observen mis normas y las pongan en práctica, y así sean mi pueblo y yo sea su Dios» (Ez 11,19-20).

En nuestro cántico (cf. Ez 36,24-28), el profeta repite ese oráculo y lo completa con una precisión estupenda: el «espíritu nuevo» que Dios dará a los hijos de su pueblo será su Espíritu, el Espíritu de Dios mismo (cf. v. 27).

3. Así pues, no sólo se anuncia una purificación, expresada mediante el signo del agua que lava las inmundicias de la conciencia. No sólo está el aspecto, aun necesario, de la liberación del mal y del pecado (cf. v. 25). El acento del mensaje de Ezequiel está puesto sobre todo en otro aspecto mucho más sorprendente. En efecto, la humanidad está destinada a nacer a una nueva existencia. El primer símbolo es el del «corazón» que, en el lenguaje bíblico, remite a la interioridad, a la conciencia personal. De nuestro pecho será arrancado el «corazón de piedra», gélido e insensible, signo de la obstinación en el mal. Dios nos infundirá un «corazón de carne», es decir, un manantial de vida y de amor (cf. v. 26). En la nueva economía de gracia, en vez del espíritu vital, que en la creación nos había convertido en criaturas vivas (cf. Gn 2,7), se nos infundirá el Espíritu Santo, que nos sostiene, nos mueve y nos guía hacia la luz de la verdad y hacia «el amor de Dios en nuestros corazones» (Rm 5,5).
4. Así aparece la «nueva creación» que describe san Pablo (cf. 2 Co 5,17; Ga 6,15), cuando afirma la muerte en nosotros del «hombre viejo», del «cuerpo del pecado», porque «ya no somos esclavos del pecado», sino criaturas nuevas, transformadas por el Espíritu de Cristo resucitado: «Despojaos del hombre viejo con sus obras, y revestíos del hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento perfecto, según la imagen de su Creador» (Col 3,9-10; cf. Rm 6,6). El profeta Ezequiel anuncia un nuevo pueblo, que en el Nuevo Testamento será convocado por Dios mismo a través de la obra de su Hijo. Esta comunidad, cuyos miembros tienen «corazón de carne» y a los que se les ha infundido el «Espíritu», experimentará una presencia viva y operante de Dios mismo, el cual animará a los creyentes actuando en ellos con su gracia eficaz. «Quien guarda sus mandamientos -dice san Juan- permanece en Dios y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio» (1 Jn 3,24).
5. Concluyamos nuestra meditación sobre el cántico de Ezequiel escuchando a san Cirilo de Jerusalén, el cual, en su Tercera catequesis bautismal, vislumbra en la página profética al pueblo del bautismo cristiano.
En el bautismo -recuerda- se perdonan todos los pecados, incluidas las transgresiones más graves. Por eso, el obispo dice a sus oyentes: «Ten confianza, Jerusalén, el Señor eliminará tus iniquidades (cf. Sof 3,14-15). El Señor lavará vuestras inmundicias (...); "derramará sobre vosotros un agua pura que os purificará de todo pecado" (Ez 36,25). Los ángeles os rodean con júbilo y pronto cantarán: "¿Quién es la que sube inmaculada, apoyada en su amado?" (Ct 8,5). En efecto, se trata del alma que era esclava y ahora, ya libre, puede llamar hermano adoptivo a su Señor, el cual, acogiendo su propósito sincero, le dice: "¡Qué bella eres, amada mía!, ¡qué bella eres!" (Ct 4,1). (...) Así dice él, aludiendo a los frutos de una confesión hecha con buena conciencia (...). Quiera Dios que todos (...) mantengáis vivo el recuerdo de estas palabras y saquéis fruto de ellas traduciéndolas en obras santas para presentaros irreprensibles al místico Esposo, obteniendo así del Padre el perdón de los pecados» (n. 16: Le catechesi, Roma 1993, pp. 79-80).

domingo, 25 de marzo de 2012

BENEDICTO XVI EN MÉXICO

MENSAJE DE MEDJUGORJE 25 DE MARZO




“¡Queridos hijos! También hoy con alegría deseo darles mi bendición maternal e invitarlos a la oración. Que la oración se convierta en necesidad para ustedes, para que cada día crezcan más en santidad. Trabajen más en su conversión, porque están lejos hijitos. Gracias por haber respondido a mi llamado.”
Message 25 March 2012
“Dear children! Also today, with joy, I desire to give you my motherly blessing and to call you to prayer. May prayer become a need for you to grow more in holiness every day. Work more on your conversion because you are far away, little children. Thank you for having responded to my call.”

viernes, 23 de marzo de 2012

RP. HORACIO BOJORGE: LA TRIPLE CAUSA DE LOS PECADOS


1) El deseo de la carne
2) El deseo de los ojos
3) El capricho de esta vida.

"No amen el mundo ni las cosas mundanas.
Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
Porque todo lo que hay en el mundo es
concupiscencia de la carne,
concupiscencia de los ojos y
soberbia de esta vida.

Todo esto no viene del Padre sino del mundo;
pero el mundo pasa, y con él sus deseos.
En cambio, el que cumple los deseos de Dios permanece eternamente" [1 Juan 2,15-17]

3-La causa de todo pecado es el deseo desordenado de sí mismo.
O sea amarse a sí mismo más que a Dios. Uno busca el propio bien sea como sea. Y busca lo que le parece bueno para sí mismo. Así que buscando su propio bien, termina corriendo detrás de las cosas que le parecen buenas para realizar su propio bien.

4-Al deseo le llamamos también apetito. Por ejemplo, el apetito de comer, pero también el apetito de riquezas, el apetito de honores. A todas las cosas que podemos apetecer o desear, las llamamos bienes. A la atracción que producen los bienes sobre nosotros, la llamamos pasión. La palabra pasión, viene del verbo padecer. Las cosas que consideramos buenas, nos apasionan, nos atraen, las deseamos. Los bienes nos mueven, nos atraen sufrimos esa atracción. Nos mueven o conmueven aunque no lo queramos. Las pasiones en sí mismas son buenas. Pero cuando se desordenan se hacen malas y se convierten en vicios.

Los vicios son hábitos malos. El hábito es la facilidad para obrar que proviene de la repetición de actos. Cuando uno repite actos buenos, se crean hábitos buenos que son las virtudes. Cuando uno repite actos malos, se crean hábitos malos, que se llaman vicios. Los hábitos actúan inconscientemente, y por eso a veces no nos damos cuenta de nuestros vicios más arraigados.

5-En la Sagrada Escritura y en lenguaje de la tradición católica, a los malos deseos, apetitos y pasiones, se les llama concupiscencias. San Ignacio de Loyola, en sus Ejercicios Espirituales los llama afecciones desordenadas. Es bueno aprender el lenguaje que usa nuestra tradición católica.

Hay varias clases de concupiscencias o malos deseos, como nos dice San Juan: 1) concupiscencia de la carne y 2) concupiscencia de los ojos. Estas dos concupiscencias dan lugar a 3) la "soberbia de esta vida". La soberbia de esta vida es la voluntad torcida de los que viven solamente para esta vida.


6.- Hay un deseo bueno, que llamamos natural. Es el deseo de los bienes que tocan a la conservación o sustentación de la naturaleza del hombre.

De esos bienes naturales, algunos son necesarios para la conservación del individuo y de su cuerpo: el alimento, la bebida y otros semejantes, como el vestido y el abrigo. Otros de esos bienes naturales, son necesarios para la conservación de la especie humana, como los bienes sexuales, y los que tienen que ver con la generación y educación de la prole. Cuando el apetito de estos bienes, llamados bienes naturales, se desordena, se habla de "concupiscencia de la carne". Se le llama también intemperancia, o sea: falta de templanza, o de moderación en el uso de los bienes alimenticios o sexuales. Estos desórdenes, dan lugar respectivamente a los pecados de gula y de lujuria.

7.- Hay otro deseo, que en la tradición se ha llamado: animal, en el sentido de anímico, o sea, deseo del alma.
Este deseo es el que se refiere a los bienes que percibimos a través de la imaginación. Es decir, bienes que no son reclamados directamente por los movimientos de la carne, (como ser el apetito de comer o el apetito sexual), sino que nos vienen a través de la imaginación: ser aprobados, queridos, estimados, considerados, tenidos en cuenta. A este tipo de bienes pertenece la buena fama, la gloria, el prestigio. A esta esfera de lo que apetece el alma, y no el cuerpo, pertenecen los bienes que hacen que uno sea "bien visto", "mirado" "admirado", "atractivo", "atrayente":

Lo que uno es:

las cualidades personales físicas, como la belleza, la silueta o el vestido; las espirituales, el saber, la educación y la cultura, los títulos académicos, un oficio... el buen temperamento y carácter

Lo que uno tiene
- el dinero y todo lo que puede adquirirse con él
- la casa, el auto.

Al desorden del deseo de estos bienes se le llama concupiscencia de los ojos: deseo desordenado de ver y de ser visto y de los bienes que hacen aparentar y aparecer. Diríamos que son los bienes que nos muestra y nos hace desear desordenadamente la propaganda.

La "concupiscencia de los ojos". se llama así porque: es el apetito de los ojos de la imaginación, con la que se ven estos bienes.
* son bienes cuyo deseo se excita después de verlos o imaginarlos y no a partir de una necesidad de la naturaleza, como son los otros. Son bienes de orden social y de la convivencia y del "querer tener y/o ser vistos". A esta concupiscencia de los ojos corresponden los pecados capitales de vanidad, avaricia, envidia.

8.- Por fin, el desorden del apetito del bien supremo del hombre, es la llamada soberbia de esta vida. La soberbia es el apetito desordenado de la propia excelencia. Es el quererse a sí mismo más que a Dios y en lugar de Dios.

Nosotros le llamamos también capricho, por dos motivos: uno porque lo describe bien; y otro porque lo hace reconocible para muchos que se imaginan que la soberbia es algo tan espantoso y monstruoso que no puede ser algo común y frecuente, y menos que menos un mal del que uno pueda estar padeciendo: "¡¿soberbio YO?!" . Sin embargo, vemos que el capricho, es el primer defecto que asoma desde temprano en el niño. Al soberbio se le llama adecuadamente caprichoso, porque el soberbio está aferrado a su voluntad de tal manera que no quiere hacer la voluntad de Dios, sino que Dios venga a hacer la voluntad de él. No quiere servir a Dios, sino que Dios lo sirva a él. No quiere obedecer a Dios, sino que Dios lo obedezca. El soberbio, reza el Padre nuestro al revés: "glorificado sea mi nombre, venga mi reino, hágase mi voluntad". El soberbio es por lo tanto: egoísta, egocéntrico y ególatra.Y la soberbia es pecado capital. Porque de este desorden provienen todos los demás.

9.- Cuando no se pueden realizar las concupiscencias o deseos desordenados, entonces se ponen de manifiesto dos pecados capitales más: ira y tristeza. Porque cuando el soberbio o el caprichoso ve contrariada su voluntad, se enoja o se entristece.

Y como el soberbio, que se pone a sí mismo como centro, entra en competencia y en rivalidad con Dios, el bien de Dios le parece un mal. Se entristece por el bien de Dios, o se entristece por no ser él Dios. Y eso es la envidia o acedia. Este es el pecado de Satanás o del Angel Rebelde. Y es el pecado de todos los que se enojan contra Dios, porque no les ha concedido algún deseo: soberbia y envidia. Capricho y rabieta.

10.- Así quedan explicados los siete pecados capitales, a partir de las tres concupiscencias de que nos habla San Juan. A las tres concupiscencias, San Juan opone, como remedio:
* el amor a Dios, contra el desordenado amor de sí mismo;
* la pobreza, austeridad o templanza contra la gula, la lujuria y toda clase de intemperancia;
* el desprecio del mundo contra la vanidad y la avaricia;
* la humildad contra la soberbia.
De modo que a cada pecado capital se opone una virtud o varias.

martes, 20 de marzo de 2012

VIAJE DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI A MÉXICO


9.30     Salida en avión desde el aeropuerto internacional Leonardo da Vinci de Roma/ Fiumicino hacia León/Guanajuato. 

Encuentro de Benedicto XVI con los periodistas durante el vuelo hacia México/ León

16.30 Ceremonia de bienvenida en el aeropuerto internacional de Guanajuato      
Discurso del Santo Padre
  
Sábado 24 de marzo de 2012

8.00     Santa Misa en privado en la Capilla del Colegio Miraflores         
18.00   Visita de cortesía al Presidente Federal en la Casa del Conde Rul de Guanajuato       
18.45   Saludo a los niños en la Plaza de la Paz de Guanajuato  Saludo del Santo Padre


Domingo 25 de marzo de 2012

10.00   Santa Misa en el Parque del Bicentenario de León    Homilía del Santo Padre
            Rezo del Angelus Domini            Palabras del Santo Padre
18.00            Celebración de las Vísperas con los obispos de México y de América Latina en la Catedral de la Madre Santísima de la Luz de León     Discurso del Santo Padre
 

Lunes 26 de marzo de 2012

9.00            Ceremonia de despedida en el aeropuerto internacional de Guanajuato      
                Discurso del Santo Padre
9.30     Salida en avión desde el aeropuerto internacional de Guanajuato hacia Santiago de Cuba

Fuente: Infomed

DIÁCONO JORGE NOVOA: CUARESMA, LA FILIALIZACIÓN DEL CORAZÓN


La Cuaresma es un tiempo litúrgico en el que la Iglesia quiere preparar nuestro corazón para la Pascua, les propongo que esta Cuaresma sea un itinerario para filializar el corazón. Ella nutre su espiritualidad en las enseñanzas bíblicas, aparece su nombre vinculado al número cuarenta que tiene fuertes reminiscencias bíblicas, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.

Cuarenta son los años que peregrinó Israel, desde la esclavitud de Egipto hacia la tierra prometida, peregrinación que tuvo su origen en la acción de Dios que liberó a su pueblo con “mano fuerte y brazo extendido”. También el número cuarenta, aparece en la Antigua Alianza en la vida del profeta Elías. El ministerio público de Jesús es precedido por el acontecimiento vivido en las tentaciones del desierto, cuyo período la Sagrada Escritura establece con el número cuarenta.

En estos acontecimientos hay grandes verdades reveladas por Dios para nuestra vida cotidiana que debemos recordar, con todo lo que significa esta palabra: “pasando nuevamente por el corazón”.Te propongo unas breves meditaciones para este tiempo cuaresmal, con la intención de ayudarte a “volver el corazón a Dios”.

 Dios es nuestro único fundamento

Abraham recibió la invitación de Dios para dejar su tierra y salir en dirección de un lugar que le mostraría, a esta invitación también añadió Dios la promesa de una extensa descendencia, cosa difícil de creer debido a la edad de Abraham y su esposa, y a la esterilidad de la misma. Dios anunció a Abraham que su vida presente y futura dependía enteramente él. Dios quiere ser el único fundamento de la vida de Abraham.


Es Dios el fundamento de tu vida? Confías en sus promesas, y obedeces a sus propuesta? Estás dispuesta/o a salir de tus “dominios”,de esos “lugares” afectivos, sociales, laborales, etc …que te dan seguridad y confianza pero que te apartan de Dios. Es Jesús, por ser Dios, tu maestro a quien escuchas y obedeces?

Hay que partir de la tierra de las esclavitudes, del pecado, los vicios y el sin-sentido. Hay que aceptar renunciar a lo que me gusta si me aparta de Dios.

Dios tiene para ti una tierra prometida, pero para alcanzarla debes partir…Estás dispuesta/o? Qué debes dejar y a qué debes renunciar para aceptar la invitación que Dios te realiza en esta Cuaresma?
(La imagen es obra del Pbro. Ricardo Ramos )

jueves, 15 de marzo de 2012

DIÁCONO JORGE NOVOA: AL MAL, ÚNICAMENTE LO VENCE EL BIEN



 Estimados hermanos, escuchando el video, he percibido un error, fruto del pasar de los años, y quiero corregirlo.. Al mencionar el primer escrito del NT, digo Corintios, cuando lo correcto es Tesaloniceses. Gracias. Diác. Jorge Novoa

HAN URS von BALTHASAR: SOLO DIOS PUEDE ABRIR EL CAMINO HACIA DIOS


Sólo Dios puede abrir el camino hacia Dios y sólo por este camino la oración cristiana puede encaminarse y alcanzar a Dios; de otro modo, se va del mundo y se clava en el vacío, y cae en la tentación de tomar a ese vacío por Dios o a Dios por la nada.

Pues Dios no es un objeto mundano, tampoco supramundano, que pueda ser alcanzado y conquistado siguiendo una preparación técnoca suficiente, en una especie de viaje a la luna espiritual: Dios es libertad infinita que se abre y se hace accesible por propia iniciativa.

Y Él no solo nos dirige su Palabra, sino que la hace habitar entre nosotros. Por tanto, la Palabra que proviene de Dios se transforma en la Palabra que retorna a Él. El sendero entre Dios y nosotros se abre y se mueve en ambas direcciones: " Yo soy el camino, la verdad y la vida". Yo he venido al mundo como la luz, para que nadie que crea en mí permanezca en tinieblas" (Jn 14,6; 12,46)

HORACIO BOJORGE: EL INDIFERENTE:¿ ES INDIFERENTE?


EL INDIFERENTE: ¿ES INDIFERENTE?
La indiferencia religiosa como estado espiritual a la luz de Marcos 1, 21-28
 P. HORACIO BOJORGE, SJ


martes, 13 de marzo de 2012

MONS. JOSÉ IGNACIO MUNILLA: QUÉ ES ADORAR?


Estamos en una cultura pragmática en la que fácilmente despreciamos todo aquello que no tenga una practicidad inmediata y palpable. Cuando alguien invoca los valores espirituales, no es extraño que se le responda: “¡Eso no nos da de comer!”, o expresiones similares. ¿Para qué sirve “adorar”? ¿Qué sentido tiene ponerse de rodillas ante una custodia, con la cantidad de cosas que tenemos que hacer cada día?


En primer lugar conviene que recordemos que la adoración es connatural al ser humano. Lo normal es que la criatura adore al Creador. De hecho, aspiramos a que ése sea nuestro “quehacer” por toda la eternidad, en el Cielo, donde ángeles y santos adoran ya al Dios que hizo cielo y tierra.
Imaginemos una chaqueta caída en el suelo… Si alguien recogiese esa prenda de vestir sujetándola desde el extremo de una de sus mangas, o desde uno de sus bolsillos, el resultado sería un notable desbarajuste. La chaqueta debe ser prendida desde los hombros, para colgarla adecuadamente en su percha.


Con la adoración ocurre algo similar: adorar es coger la vida “por los hombros”, y no “por la manga”. Quien pone a Dios en la cumbre de los valores de su existencia, observa que “todo lo demás” pasa a ocupar el lugar que le corresponde. Adorando a Dios se aprende a relativizar todas las cosas que, aún siendo importantes, no deben ocupar el lugar central, que no les corresponde. La educación en la adoración es totalmente necesaria para el vencimiento de las tentaciones de idolatría, en todas sus versiones y facetas: “Al Señor tu Dios adorarás y solo a Él darás culto” (Mt 4, 10).


Una presencia determinante
Recuerdo haber escuchado a un misionero el siguiente relato, del cual había sido él mismo protagonista: Para preparar a los niños a su primera comunión, les había juntado en la capilla de su misión, en plena sabana africana. Ante el tabernáculo, les hablaba con entusiasmo sobre una de las maravillas de nuestra fe: la presencia real de Cristo en la Eucaristía… “¡Dios está aquí! ¡Se ha quedado entre nosotros para que no estemos nunca solos” –les decía a los niños, señalándoles el sagrario-. Aquellos niños escuchaban con viva atención y con honda impresión. Uno de ellos, de los más pequeños, levantaba su mano con insistencia, pidiendo el uso de la palabra para aclarar sus dudas. Llegado su turno, dirigía al misionero una inocente pregunta, que éste no olvidaría en su vida: “Y tú por las noches, ¿te vas a la cama y le dejas a Jesús aquí solo...?”


En nuestro examen de conciencia es necesario que revisemos si la distribución de nuestro tiempo a lo largo de la jornada, corresponde a la fe que profesamos. Por ejemplo, ¿tiene sentido que dediquemos mucho más tiempo a la pantalla televisiva que al sagrario? ¿Qué cabe decir de quienes afirmamos creer en la presencia del Señor en la Eucaristía, y sin embargo, hacemos tan poco por procurar su compañía? Vale la pena cualquier sacrificio, ya sea grande o pequeño, por encontrar un rato junto al Amor de los amores. No somos nosotros quienes “le hacemos un favor” al adorarle; es Él quien nos regala sus dones, cuando acudimos a visitarle.

MONS. SEBASTIÁN TALTAVULL ANGLADA: JESÚS CON LOS ENERMOS



Jesús con los enfermos

Llama fuertemente la atención que tanto la predicación como la actuación de Jesús tenga una referencia constante: el tiempo que dedica a los enfermos. El evangelio de Marcos es un claro ejemplo de ello desde su inicio cuando atractivamente nos presenta una jornada de Jesús. Primero ha elegido a sus primeros discípulos y ya los hace testimonios de la misión prioritaria que deberán llevar a cabo. Está muy claro a qué y a quién Jesús dedica su tiempo haciendo de él un buen uso en bien de los demás, especialmente de los más pobres.

El marco de la enfermedad del cuerpo y de espíritu es por lo que Jesús muestra una atención preferente. Son los enfermos quienes reciben la primera atención y el encuentro sanador de Jesús con ellos constituye la buena y nueva noticia. La clave de lectura de lo que sucede, sin embargo, es la confianza con la que se acercan a él pidiendo salud. Y no sólo eso, Jesús se avanza a hacer la pregunta: «¿Quieres curarte?» y lo da por cumplido cuando dice: «¡Tu fe te ha salvado!» La sanación comprende muchos aspectos que sólo una persona que vive la bienaventuranza de la limpieza de corazón puede entender.

En el encuentro con Jesús se experimenta realmente que quien cree jamás está solo y que el secreto está en la evidencia de encontrarse con Alguien que le ama. Este amor preferente de Jesús marca su fama entre la gente y es el atractivo que se contagia. He aquí el motivo por el que la misión que nos ha encomendado a sus seguidores pide asumir también sus mismas preferencias. ¿Cuál es nuestra respuesta al reto de tantas personas que en este momento sufren enfermedad, están solas, angustiadas, deprimidas y reclaman nuestra atención?

El acompañamiento de los enfermos espontáneamente como compromiso individual o de forma organizada desde las instancias eclesiales es hoy más que nunca una prioridad pastoral perenne que toca la fibra más delicada del tiempo que dedicamos a las personas, más aún cuando es Jesús mismo quien se identifica con ellos y dice «estaba enfermo y me visitaste». 


Esta interpelación cuestiona a menudo el uso que hacemos de nuestro tiempo, sobre todo cuando, junto con la oración, debemos de organizarlo cada día más según las preferencias de Jesús.

Sebastià Taltavull Anglada
Obispo auxiliar de Barcelona

domingo, 11 de marzo de 2012

MONSEÑOR JOSEFINO RAMÍREZ: LA PARTE BUENA

                                                         STA. MAGDALENA , 22 DE 7 1993
Querido Padre Tomás;

Ayer ofrecí la Santa Misa por las Misioneras de la Caridad. Recordé la primera vez que encontré a la Madre Teresa de Calcuta. Cuando ella vino a Manila a establecer su comunidad, me pidieron que celebrara Misa para ella y sus hermanas.

Después de la Misa tuve el privilegio de hablar en privado con la Madre Teresa. Ahí fue cuando me conto la historia de su comunidad. La Hermana Agnus, una monja pequeña y morena de la India, fue su primera discípula. Al principio, hubieron pocas hermanas junto a la Madre Teresa, aunque eran muchas las personas necesitadas. Desde los ancianos y enfermos que morían en la calle, hasta los bebes y niños abandonados que no tenían a nadie que se ocuparan de ellos. La Madre Teresa quería llegar a todos. La pregunta era: cómo hacerlo con tan pocas seguidoras? No había suficiente tiempo durante el día para atender a todos aquellos necesitados. La Madre y las hermanas oraron a fin de saber qué hacer. La respuesta fue sorprendente. Dios quería algo muy especial además de sus oraciones regulares. Aún cuando parecía que no alcanzaban las horas del día, Dios quería algo mas, El quería que la comunidad reservara una hora extra cada día para que todas juntas vivieran una hora santa en la presencia de su Hijo, expuesto en el Santísimo Sacramento.

La Madre Teresa declara que esta hora santa diaria es la causa y la razón por la que su comunidad ha florecido. La comunidad creció a más de 3.000, mediante el poder y la gracia recibida en la hora santa diaria. La madre Teresa se multiplico y ahora está presente en todo el mundo por medio de sus hermanas. Debido a que estuvo dispuesta a dedicar un tiempo para unirse a "la vid", ahora puede alcanzar y abrazar al mundo entero.

En el sermón de la última cena Jesús dijo que permanecieran unidos a Él en el Santísimo Sacramento, ese daría mucho fruto (Jn 15,5). El fruto apostólico de la Madre Teresa y sus hermanas continuan asombrando al mundo.

Su historia me inspiro a hacer lo mismo que ella hizo. Había estado leyendo sobre el apostolado de la Adoración Perpetua, y como el Padre Martín le estaba promoviendo con éxito en los Estados Unidos y otros países. Yo también quería que se difundiera por toda Filipinas.
Por eso funde la comunidad llamada "Los Discípulos Eucarísticos de San Pio X" Día y noche, sin descanso, ellos se acercan al Santísimo en amante adoración. Primero rezaron para que el Padre Martín, pudiera venir a Filipinas, y así empezar el gran apostolado para establecer la adoración perpetua en las Parroquias. Luego rezaron para que se extendiera por todo el país. En este momento hay 500 capillas, ahora Los Discípulos Eucarísticos oran para que podamos cumplir con nuestro objetivo de lograr en 1000 parroquias, capillas de adoración perpetua.

Estos dos ejemplos, el de Madre Teresa y el de los Discípulos Eucarísticos, demuestran la verdad de lo que Jesús dijo en el Evangelio de hoy "Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas, y hay necesidad de pocas, o mejor de una sola. María eligió la parte buena que no le será quitada". (Lc 10,41,42)

La parte buena es estar con Jesús en el Santísimo Sacramento. El mejor tiempo invertido en la tierra, querido amigo, es el tiempo que pasas junto a tu mejor amigo: Jesús en el Santísimo Sacramento. Y es la forma más segura de dar mucho fruto apostólico. 

Fraternalmente tuyo en su Amor Eucarístico

sábado, 10 de marzo de 2012

DIÁCONO JORGE NOVOA: PREDICACIÓN DE SAN PABLO EN EL AREÓPAGO DE ATENAS (Hch 17,16-33)


San Pablo en su infatigable misión de evangelizar llega hasta Atenas, cuna de la cultura en la antiguedad, su palabra resuena en el Areopago con el poder de Dios. Allí se encuentra con la indiferencia humana. Hoy vivimos en medio de muchos "areopagos modernos", que necesitan escuchar la buena nueva de Jesucristo Resucitado.

viernes, 9 de marzo de 2012

SAN LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT: LOS DEVOTOS ESCRUPOLOSOS



Los devotos escrupulosos son personas que temen deshonrar al Hijo al honrar a la Madre, rebajar al Uno al honrar a la Otra. No pueden tolerar que se tributen a la Santísima Virgen las justísimas alabanzas que le prodigaron los Santos Padres. Toleran penosamente que haya más personas arrodilladas ante un altar de María que delante del Santísimo Sacramento, ¡como si esto fuera contrario a aquello o si los que oran a la Santísima Virgen, no orasen a Jesucristo por medio de Ella! No quieren que se hable con tanta frecuencia de la Madre de Dios ni que los fieles acudan a Ella tantas veces.

miércoles, 7 de marzo de 2012

MONSEÑOR DANIEL STURLA sdb


   Dos diáconos sostienen el libro de los Evangelios sobre la cabeza del elegido mientras se pronuncia la Plegaria de Ordenación.
....Padre santo, tú que conoces los corazones,
concede a este servidor tuyo,
a quien elegiste para el episcopado,
que sea un buen pastor de tu santa grey
y ejercite ante ti el sumo sacerdocio
sirviéndote sin tacha día y noche;
que atraiga tu favor sobre tu pueblo
y ofrezca los dones de tu santa Iglesia;
que por la fuerza del Espíritu,
que recibe como sumo sacerdote
y según tu mandato,
tenga el poder de perdonar pecados;
que distribuya los ministerios
y los oficios según tu voluntad,
y desate todo vínculo conforme al poder
que diste a los Apóstoles;
que por la mansedumbre y la pureza de corazón
te sea grata su vida como sacrificio de suave olor,
por medio de tu Hijo Jesucristo,
por quien recibes la gloria, el poder y el honor,
con el Espíritu, en la santa Iglesia,
ahora y por los siglos de los siglos




D.RUIZ BUENO: MARTIRIO DE SANTA FELICIDAD Y SANTA PERPETUA

Cartago, 7 de marzo de 203

Las actas del martirio de las santas Felicidad y Perpetua (7 de marzo del 203) constituyen un relato altamente significativo para darnos una idea, al menos aproximada, de las exigencias que el cristianismo comportaba en la vida pública, social y familiar. El ejemplo que protagoniza Perpetua es una muestra patente de anteponer los dictados de la fe a los lazos de la sangre y de la familia:

[…]“Fueron detenidos los adolescentes catecúmenos Revocato y Felicidad, ésta compañera suya de servidumbre;Saturnino y Secúndulo, y entre ellos también Vibia Perpetua, de noble nacimiento, instruida en las artes liberales, legítimamente casada, que tenía padre, madre y dos hermanos, uno de éstos catecúmeno como ella, y un niño pequeñito al que alimentaba ella misma. Contaba unos veintidós años.

A partir de aquí, ella misma narró punto por punto todo el orden de su martirio (y yo lo reproduzco, tal como lo dejó escrito de su mano y propio sentimiento).

“Cuando todavía -dice- nos hallábamos entre nuestros perseguidores, como mi padre deseara ardientemente hacerme apostatar con sus palabras y, llevado de su cariño, no cejara en su empeño de derribarme:

- Padre –le dije-, ¿ves, por ejemplo, ese utensilio que está ahí en el suelo, una orza o cualquier otro?
- Lo veo –me respondió.
- ¿Acaso puede dársele otro nombre que el que tiene?
- No.
- Pues tampoco yo puedo llamarme con nombre distinto de lo que soy: cristiana.

CONOZCA A SAN JUAN DE ÁVILA



MADRID, martes 6 marzo 2012 (ZENIT.org).- La Conferencia Episcopal Española quiere dar a conocer la figura de san Juan de Ávila, patrono del clero español, que será proclamado doctor de la Iglesia Universal. Para ello, en los próximos meses llevará a cabo diversos actos de preparación, con vistas a la ceremonia de proclamación que tendrá lugar en Roma, y está elaborando un plan para difundir a la opinión pública diversos aspectos de su persona y su obra.
Los primeros pasos fueron la creación de un logotipo, una página web:http://sanjuandeavila.conferenciaepiscopal.es y una cuenta en Twitter: @sjuandeavila_d, en la que todos los que lo deseen podrán “seguir” a san Juan de Ávila.
La iniciativa está coordinada la Junta San Juan de Ávila, Doctor de la Iglesia, presidida por monseñor Demetrio Fernández González, obispo de Córdoba, e integrada por nueve obispos y otras cuatro personas, entre ellas Encarnación González Rodríguez, postuladora de la Causa de Doctorado y directora de la Oficina para las Causas de los Santos de la Conferencia Episcopal.
Benedicto XVI, en la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011, al finalizar la Eucaristía con seminaristas de todo el mundo en la catedral de la Almudena, anunció que san Juan de Ávila sería proclamado doctor de la Iglesia.
Doctor de la Iglesia es el título que el Papa otorga oficialmente a algunos santos para proponerlos a los fieles de todos los tiempos como eminentes maestros de la fe.
El factor decisivo para que un santo sea proclamado doctor de la Iglesia es que su doctrina haya sido declarada eminente, que haya gozado de un particular carisma de sabiduría, dado por el Espíritu Santo para el bien de la Iglesia, comprobado y ratificado por la influencia benéfica en el pueblo de Dios. Un maestro, un doctor de la Iglesia es, pues, quien ha estudiado y contemplado con singular clarividencia los misterios más profundos de la fe y es capaz de exponerlos a los fieles de modo que les sirvan de guía en su formación y en su vida espiritual.
Hasta el momento, los doctores de la Iglesia son 33. El primero, san Atanasio de Alejandría (c.296-373) padre de la Iglesia oriental, principal opositor al arrianismo; y la última santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897), carmelita descalza, proclamada doctora de la Iglesia por el papa Juan Pablo II en 1997.

JORGE LORING: EL PECADO ORIGINAL

Cuando nacemos a la vida natural, nacemos muertos a la vida de la gracia, porque nacemos con el pecado original . El pecado original se lava con el bautismo. El bautismo es como un segundo nacimiento: un nacimiento a la vida sobrenatural.

Dios creó a nuestros primeros padres en estado de gracia. Dios en señal de su soberanía les dio un mandato para que ellos cumpliéndolo mostraran su aceptación. Ellos cediendo a la tentación del demonio desobedecieron . «Puesto que el fin propio del precepto era probar la obediencia, no podemos medir la gravedad de la culpa por la acción exterior en que se manifiesta»(546). «El hombre creado por Dios en la justicia, sin embargo, por instigación del demonio, en el mismo comienzo de la historia, abusó de su libertad, levantándose contra Dios»(547).
Este pecado de desobediencia fue el pecado original, llamado así porque fue el primer pecado que se cometió en la Tierra, en los principios de la humanidad, y es origen de otros muchos. El pecado original es la raíz de los demás pecados de los hombres. La realidad del pecado original es dogma de fe(548).

Con este pecado de desobediencia nuestros primeros padres perdieron la gracia para ellos y para nosotros sus hijos. Lo mismo que lo pierden todo los hijos del que se arruina en el juego de la ruleta. Si un monarca concede a una familia un titulo nobiliario con la condición de que el cabeza de familia no se haga indigno de semejante gracia, quién puede protestar si después de una ingratitud de este cabeza de familia, el monarca retira el título a toda la familia? El Concilio de Trento el más trascendental de toda la Historia de la Iglesia define como de fe que el pecado original se transmite de generación, por herencia(549).
43,2. Nosotros no somos responsables del pecado original porque no es pecado personal nuestro ; pero lo heredamos al nacer.
Por eso el pecado original es llamado "pecado" de manera análoga: es un pecado "contraído", no "cometido"; es un estado, no un acto .

En virtud de la ley de solidaridad de Adán con toda la humanidad, por ser su cabeza físico-jurídica , nos priva de los dones extraordinarios que Dios había concedido en un principio a Adán para que los comunicara a sus descendientes .

«Del mismo modo que entre Adán y sus descendientes hubiera existido solidaridad si hubiera sido fiel, del mismo modo existe también solidaridad en su rebeldía»(550). El gran desastre del pecado de Adán fue que arrastró consigo a toda la naturaleza humana . De igual manera que si Adán se hubiese suicidado antes de tener hijos, hubiera privado de la vida a todo el género humano, así con su pecado nos priva de la gracia. Fue un suicidio espiritual.

No debemos protestar por sufrir nosotros las consecuencias del pecado de Adán. Habríamos sabido nosotros conservar estos dones? No son nuestros pecados personales una prueba de que también nosotros habríamos prevaricado?
El pecado original fue un pecado de soberbia . El pecado de Adán y Eva es un pecado muy frecuente hoy día. Hombres y mujeres autosuficientes, independientes, rebeldes a toda norma, orden o mandato, aunque venga del Papa. Para ellos sólo vale lo que ellos opinan, y lo que ellos quieren. No se someten a nadie. Quieren ser como dioses. Ése fue el pecado de Adán y Eva.

3. Antes de pecar, el demonio dijo a nuestros primeros padres que si pecaban serían como dioses. Ellos pecaron y se dieron cuenta del engaño del demonio. Con esto el demonio logró lo que pretendía: derribar a Adán de su estado de privilegio. El demonio es el padre de la mentira . Eva fue seducida por él. El que peca se entrega al espíritu de la mentira.

En la medida que somos pecadores somos mentirosos , pues el pecado es el abandono de la verdad, que es Dios, por la mentira.

El demonio también nos engaña a nosotros en las tentaciones presentándonos el pecado muy atractivo, y luego siempre quedamos desilusionados, con el alma vacía y con ganas de más. Porque el pecado nunca sacia. Pero el demonio logra lo suyo: encadenarnos al infierno.

El demonio nos tienta induciéndonos al mal, porque nos tiene envidia , porque podemos alcanzar el cielo que él perdió por su culpa .

Todas las tentaciones del demonio se pueden vencer con la ayuda de Dios . El demonio es como un perro encadenado: puede ladrar, pero sólo puede morder al que se le acerca.

En el estado de pecado original el hombre carece de la gracia y amistad de Dios, y su libertad está debilitada e inclinada al mal; no podemos ser totalmente dueños de nosotros mismos y de nuestros actos .
Esta vida de la gracia que empieza con el bautismo necesita respirar para no ahogarse. Lo mismo que la vida del cuerpo que, si no se tiene aire para respirar, también se ahoga. Dice San Agustín que la respiración de la vida del alma es la oración.
















(550) - EDWARD LEEN, C.S.Sp: ¿Por qué la cruz? 1ª, VIII. Ed. Rialp. Madrid
TOMADO DEL LIBRO PARA SALVARTE