martes, 11 de septiembre de 2012

DIÁCONO JORGE NOVOA: LOS LLAMÓ APÓSTOLES


Sucedió que por aquellos días se fue él al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles.
A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a y ser un traidor.

Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.

La escena relata el momento de la elección de los Doce, y la denominación de estos por parte de Jesús, como apóstoles. En el origen de esta acción del Señor está el diálogo con su Padre, en varias oportunidades, que guardan momentos medulares de su vida, lo encontramos en oración. Se nutre de este diálogo, que luego se expresa en decisiones, como ésta designación del grupo de los Doce. La noche es el momento elegido para el diálogo con su Padre. La oración del Verbo encarnado es un gran misterio. Aquí enumeramos algunos pasajes del evangelio que dan cuenta de la oración del Señor:

• En Su Bautismo (Lc. 3,21-22)
• En la elección de los Doce Apóstoles (Lc. 6,13-16)
• En la multiplicación de los panes (Mt. 14, 22-23; Mc. 6, 45-46)
• En la confesión mesiánica de Pedro (Lc. 9, 18-22)
• En la Transfiguración en el Monte Tabor (Lc. 9, 28-34)
• En la Última Cena (Mt. 26, 26-28; Mc. 15, 34; Lc. 22, l7-20; Jo. 17) • . . . En la Cruz (Mt. 27, 46; Mc. 14, 22-24; Lc. 23, 34)

El ha venido para cumplir la voluntad del Padre, ama al Padre y  su designio salvífico.  Dice de la Potterie, "La Oración de Jesús es un misterio de silencio interior, de unión íntima con Dios su Padre, que Él ama y por quien  se sabe amado, con quien vive en perfecta unión. Sin embargo, su Oración no fue sólo expresión de su Filiación Divina, sino también expresión de su total sumisión a la voluntad del Padre, y por eso está estrechamente ligada con la realización de su misión mesiánica  de Salvación".

Dos palabras  del texto bíblico, concentran nuestra atención antes de darnos los nombres de los Doce: llamar y apóstoles. Hay una llamada de parte del Señor, es Él quien toma la iniciativa y los invita "estar con él", serán los testigos oculares que darán testimonio de lo que han visto y oído. La importancia de ser testigos oculares, aparece como condición para elegir al sustituto de Judas. Los que han sido llamados serán enviados, en la elección de los apóstoles están los alejados, porque los que están con Él , serán enviados hasta los confines del orbe. La misión de los Doce expresa la dimensión universal de la salvación traída por Jesús.

Luego encontramos los nombres de los Doce,  en todas las listas que aparecen en los libros de la Nueva Alianza, son encabezadas por Pedro, este ordenamiento no es casual, será voluntad del Señor que el pescador de Galilea  ejerza el primado.

Nuestro credo tiene su origen en los apóstoles, son ellos  iluminados por el Epíritu Santo, la fuente de los  relatos de la Nueva  Alianza, resulta sorprendente que entre católicos pocos sepan los nombres de los Doce, incluso cuando son capaces de recordar de memoria los nombres de equipos de fútbol que realizaron grandes gestas deportivas u otras realidades que consideran importantes. Es cierto que estos grandes hombres de fe, no pretendieron ser estrellas en el firmamento de la humanidad, sino humildes servidores del Señor.

Sus vidas se coronaron con el martirio, derramaron su sangre por el Señor, alcanzando la meta, perseveraron hasta el fin. En medio de ellos, uno fue traidor. Aún estando cerca, uno puede padecer la ceguera del abandono y la traición. 

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