por Sandro Magister
ROMA, 21 de setiembre de 2011 – "Donde está Dios hay futuro": éste es el título que Benedicto XVI ha querido dar a su tercera visita a Alemania que comienza mañana.
Que la "prioridad" de este pontificado sea volver a acercar a los hombres a Dios, el papa Benedicto lo ha dicho muchas veces. Pero el caso de Alemania vuelve esta urgencia todavía más apremiante.
La ex Alemania del Este, junto a Estonia y la República Checa, es el territorio europeo en el que los ateos son más numerosos y en los que los no bautizados son la mayoría.
En Berlín y en Erfurt, la ciudad de Lutero, el papa Joseph Ratzinger entrará precisamente en este perímetro en Europa que presenta el máximo alejamiento de la fe.
Pero también en Friburgo de Brisgovia, tercera etapa de su viaje, el desvanecimiento de la fe cristiana es un fenómeno extendido.
Ha salido a la venta recientemente en Alemania, publicado por GerthMedien, un libro que analiza con términos muy crudos la declinación del cristianismo en este país.
Ya el título es elocuente: "Gesellschaft ohne Gott. Risiken und Nebenwirkungen der Entchristlichung Deutschlands [Sociedad sin Dios. Riesgos y efectos colaterales de la descristianización de Alemania]”.
El autor es Andreas Püttman, de 47 años de edad, investigador de la fundación Konrad Adenauer como sociólogo de los procesos culturales, ex ganador del Katholischen Journalistenpreis, el premio para el periodismo promovido por los medios de comunicación católicos alemanes.
No sólo en el Este, sino en toda Alemania, menos de la mitad de la población, el 47 por ciento, afirma que cree en Dios.
Desde 1950 hasta hoy los protestantes han descendido de 43 a 25 millones. Mientras que los católicos eran 25 millones en 1950 y muchos han quedado hoy, también ellos han perdido a muchos en el camino.
Si en 1950 un católico cada dos iba a Misa todos los domingos, hoy en el Oeste del país sólo el 8 por ciento va a Misa. En la ex Alemania oriental, donde los católicos son una pequeña minoría, este porcentaje es del 17 por ciento.
La edad promedio de los practicantes es en todos lados de 60 años. Y sólo el 15 por ciento de los alemanes menores de 30 años, verdaderamente los potenciales progenitores de la futura generación, considera que la educación religiosa es importante para los hijos.
En cuanto a los contenidos de la fe, sólo el 58,7 por ciento de los católicos y el 47,7 por ciento de los protestantes creen que Dios ha creado el cielo y la tierra. Y todavía menos son los que creen en la concepción virginal de María o en la resurrección de los muertos. Sólo el 38 por ciento de los alemanes consideran la Navidad una fiesta religiosa.
En este desierto de la fe en expansión, ¿cómo puede ponerse en práctica la "nueva evangelización", otro gran objetivo de este pontificado?
Las formas pueden ser muy variadas. Una de éstas es descripta en el reportaje que sigue a continuación, publicado el pasado 20 de julio en "Avvenire", el diario de la Conferencia Episcopal Italiana.
Teatro del reportaje es Chemnitz, la ex Ciudad Karl-Marx, una de las ciudades más vacías de fe de la ya vastamente descristianizada ex Alemania oriental.
Protagonistas de la renovada evangelización son algunas familias de católicos neocatecumenales, que han llegado allí desde otros países de Europa animados por esta finalidad misionera.
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