lunes, 7 de octubre de 2013

IMPORTANCIA DEL ESTUDIO TEOLÓGICO SOBRE MARÍA

Tres son los motivos principales de la importancia del estudio teológico sobre María: a) Por la excelencia del objeto que estudia; b) por los efectos que produce y, c) por su relación con otros tratados de la Teología.

La excelencia del objeto de la Mariología

La excelencia de una ciencia radica en la dignidad del objeto que estudia. Ahora bien, si la Mariología estudia a María -que es la criatura más noble, más digna y más santa-, es lógico que la ciencia que la estudia tenga igualmente esa nobleza y esa dignidad.

María Santísima es, en efecto, la cumbre de la creación, el vértice de las maravillas de Dios, la obra maestra de la sabiduría, del poder y de la bondad de Dios: una obra maestra "sólo sobrepasada por su Artífice"[1].
Los efectos que produce

Si la Mariología es excelente por su objeto, no lo es menos por los efectos que produce. Estos efectos son principalmente tres: l) Conduce al conocimiento y al amor de Dios; 2) al de Cristo y, 3) al de María.

1) La Mariología conduce y facilita el conocimiento y el amor de Dios. En efecto, la escala para subir a Dios, para conocerlo y amarlo, son las criaturas. San Pablo dice: "Lo invisible de Dios, su eterno poder y divinidad, son conocidos mediante sus obras (las criaturas)" (Rom. 1,20; cfr. también Sab. 3,20). María es una criatura perfectísima en la que resplandecen de modo singular la bondad, la gracia y el amor divinos, pues en Ella se complació el Todopoderoso (cfr. Lc. 1,49). Por tanto, conociendo y amando a María conoceremos y amaremos más a Dios.

2) La Virgen Santísima nos configura con su Hijo y nos conduce a El. Tengamos presente que Ella sostuvo la fe vacilante de los Apóstoles antes de Pentecostés; Ella nos fue entregada, por su Hijo, como Madre; Ella señaló en las bodas de Caná: "Haced lo que El os diga" (Jn. 2,5). Por todo ello, María es ayuda valiosísima para el cristiano en su camino hacia Jesucristo. La Iglesia expresa la verdad de esta afirmación con esta pequeña jaculatoria: "Ad Iesum per Mariam".

3) Por último, sabiendo que no hay criatura más excelsa que María, ni quien más íntimamente esté unida a Dios, la Iglesia le aplica estas palabras de la Escritura: "Quien me hallare, hallará la vida y obtendrá el favor del Señor" (Prov. 8,35).

Relación de la Mariología con otros tratados de la Teología

La ciencia mariológica tiene ya un lugar propio en la Teología. Este lugar propio no significa autonomía, puesto que está siempre estrechamente relacionada con los restantes tratados teológicos. Así, por ejemplo, con relación al Tratado de la Santísima Trinidad basta decir que Santa María es hija predilecta de Dios Padre, Madre verdadera de Dios Hijo, Esposa de Dios Espíritu Santo.

Con la Cristología y la Soteriología guarda una especialísima relación por cuanto la Encarnación se llevó a cabo en sus entrañas purísimas; María refuerza la verdad de la Humanidad de Cristo; fortalece las relaciones Padre-hijo por cuanto Jesús estuvo sujeto a María y José (cfr, Lc. 2, 51); colabora con la Redención del Hijo en forma singular.

Se relaciona con la Eclesiología en tanto que Ella es tipo y figura de la Iglesia; en María la Iglesia ha alcanzado su perfección, es Madre de la misma Iglesia y colabora activamente en su origen y en su crecimiento[2].

También se relaciona con la Escatología o tratado de las postrimerías, porque su Asunción a los cielos es anticipo y prenda cierta de la resurrección de los cuerpos de todos los hombres[3].

El estudio de la Mariología ha servido además, para profundizar en el método teológico y ahondar en las relaciones que hay entre la Sagrada Escritura y la Tradición. Por ejemplo, el Dogma de la Inmaculada Concepción fue precedido por la fe del pueblo cristiano, y el Dogma de la Asunción de María asentado firmemente, también, principalmente en argumentos de la Tradición. En otras Palabras, el "sentido de la fe" de todos los fieles ha impulsado a los teólogos a profundizar en sus argumentos.

Como puede verse, el estudio teológico sobre la Virgen María está lleno de virtualidades y consecuencias. Estas se manifiestan no sólo en los Tratados de la Teología, sino también en el interés creciente y universal de los fieles que han sabido descubrir en la Santísima Virgen el camino hacedero y fácil para llegar a Jesucristo.

[1] San Epifanio, Oratio de laudibus S. Mariae Deiparae, PG. 43,478
[2] cfr. Const. dogm. Lumen gentium, cap.8
[3] cfr. Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, n.15

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