viernes, 25 de octubre de 2013

HANS URS VON BALTHASAR: XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO C)

"Ten compasión de este pecador" La parábola de los dos hombres que subieron al templo a orar, el fariseo y el publicano, nos muestra cuál es la oración que realmente llega a Dios.Ya el lugar que ocupa cada uno de ellos en el Templo muestra la diferencia. Uno se pone erguido en la parte delantera, como si el Templo le perteneciera, el otro en cambio se queda atrás sin atreverse siquiera a levantar la mirada, como si hubiese traspasado el umbral de una casa que no es la suya. El primero ora junto así (suavizado a veces por la traducción, en su interior): en el fondo no reza a Dios, sino que se hace a sí mismo una enumeración de las muchas virtudes, presumiendo que si él mismo las ve, Dios no podrá dejar de verlas, de tenerlas en cuenta y de admirarlas.Y hace esto distinguiéndose precisamente de los demás hombres, que no han alcanzado el presunto grado de perfección. Transita por un camino que conduce directamente al encuentro de sí mismo, pero éste es precisamente el camino que lleva a la pérdida de Dios. El publicano por el contrario, no encuentra en sí más que pecado, un vacío de Dios que en su oración de súplica (ten compasión de este pecador) se convierte en un vacío para Dios.El hombre que tienen como meta última su propia perfección, jamás encontrará a Dios; pues el que tiene la humildad de dejar que la perfección de Dios actúe en su vacío- no pasivamente, sino trabajando con los talentos que se le han concedido-siempre será un justificado para Dios.

El Señor escucha las súplicas del pobre y del oprimido...sus penas consiguen su favor.La primera lectura lo confirma: El grito del pobre alcanza las nubes. El pobre en este caso no es el que no tiene dinero, sino el que sabe que es pobre en virtud, que no corresponde a lo que Dios quiere de él. Pero de nuevo este vacío no basta, sino que más bien se precisa: el pobre que sirve a Dios "consigue el favor del Señor".Se trata de un servicio en la humildad del siervo pobre pero no de la espera ociosa del empleado negligente y holgazán que esconde bajo tierra su talento. En el servicio que se presta sabiendo que se trabaja con el talento regalado por Dios, y que se confía para que realmente produzca frutos para el Señor. A este pobre Dios le hará justicia como juez justo que es.

"Él me libró de la boca del león" La segunda lectura muestra a Pablo en prisión y ante los tribunales. Es el pobre que no tiene ninguna perspectiva terrena, porque su muerte es inminente, y que sin embargo "ha combatido bien su combate", no solo cuando era libre, sino también ahora, en su pobreza actual, pues todos le han abandonado.Pero su autodefensa ante el tribunal se convierte precisamente en su último y decisivo anuncio, el mensaje que oirán todos los gentiles.Al dar gloria solo a Dios (como el publicano del Templo), el Señor le salvará y le llevará a su reino del cielo.El publicano que sube al Templo a orar queda justificado, Pablo recibe la corona de la justicia, y ciertamente,como él mismo repitió incansablemente, no de su propia justicia sino de la justicia de Dios.

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