jueves, 31 de octubre de 2013

HANS URS VON BALTHASAR: XXXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO C)


"A todos perdonas, porque son tuyos".La maravillosa afirmación de la primera lectura es que Dios ama todo lo que ha creado, pues si no lo habría creado.Muchos hombres, incluso muchos cristianos, no quieren creer esto debido a los males innumerables que existen en el mundo. Pero la prueba que el libro de la Sabiduría aporta para sostener su afirmación es tan simple y clara que no se la puede rechazar sin negar a Dios o acusarlo de contradicción interna. "Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado". Ciertamente existe el pecado, que deber ser necesariamente castigado,pero como el pecador también pertenece a Dios, no es castigado según la pura justicia, sino que es perdonado y castigado de manera que pueda reconocer en ello al mismo tiempo una exhortación a la conversión. La admirable sabiduría de este libro veterotestamentario se encuentra en la declaración de que Dios ama a todos los seres y por esos sólo castiga a los pecadores por amor y para propiciar su conversión al amor.

"No perdáis fácilmente la cabeza". Pero como si la segunda lectura quisiera recordar la enseñanza de la primera. Dios, que corrige poco a poco a los pecadores, no da tiempo para cumplir todos los buenos deseos y la tarde de la fe.Por eso no hay que alarmarse por el fin inminente del mundo, aunque estos se asegura mediante supuestas revelaciones o profecías, sino que hay que proseguir con tranquilidad sin pánico alguno la tarea cristiana. El señor no es solamente el que viene hacia nosotros desde el futuro como amenaza (como el ladrón en medio de la noche), sino también el que no acompaña constantemente en nuestro camino hacia el cielo, nos ilumina con su presencia (como a los discípulos de Emaús) y nos libra de todo miedo que pudiera haber suscitado en nosotros.

"Zaqueo baja en seguida". El evangelio nos presenta una escena del todo singular: un hombre rico que se sube a una higuera para ver a Jesús.Zaqueo es considerado como un gran pecador, pues no en vano es jefe de los publicanos;pero es precisamente en su casa donde Jesús quiere hospedarse. Y Jesús sabe que allí donde va, lleva consigo su gracia: hoy ha sido la salvación de esta casa. Y esto porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.Jesús entra en casa de Zaqueo porque allí hay algo que salvar. Es decir, no porque allí se practiquen las obras buenas y haya que recompensarlas, sino porque también este hombre es un hijo de Abrahán que no está excluido de la fidelidad y el amor de Dios. Por eso, resulta ocioso dilucidar si, cuando Zaqueo asegura que da la mitad de sus bienes a los pobres, se está refiriendo a algo anterior o es una consecuencia de la gracia que le ha sido manifestada ahora. El evangelio no está interesado en eso, sino únicamente en la salvación que Jesús trae a esta casa. Es bueno saber que Jesús entra también en la casa de los ricos cuando debe llevarles la salvación cristiana. La bienaventuranza de los pobres no debe interpretarse sociológicamente, sino teológicamente. Hay pobres que son ricos en el espíritu (de codicia) y hay ricos que son pobres en el espíritu ( y que ayudan con su bienes; Lc 8,3)

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