Querido Padre:
Quiero saber si las Virtudes Teologales son los dones del Espíritu Santo. Y también se habla de las virtudes Humanas, serían las mismas?
De algún modo siento que todo lo bueno
del hombre proviene de DIOS Entonces ¿al hablar de las virtudes humanas
estamos hablando de lo mismo que las teologales? ¿Cuál es la
diferencia?
Perdone Padre por ser tan curiosa Le
pido rece por mi familia. El demonio también la ha visitado, pero hoy
puedo decir que estamos en buen camino. Mi esposo ya se está preparando
por voluntad propia para los sacramentos. Eso es un logro de nuestro
Señor. Nos casamos muy jóvenes y fuimos Padres a los 18 años. Llevamos
ya 19 años de casados y no ha sido fácil, muchas veces escuchamos
juntos su serie sobre el Demonio de la acedia y a él le gusta mucho.
Ore por él, desde ya se lo agradezco.
Que toda la Gracia y la Paz de nuestro SEÑOR le acompañe. Nelly.
Querida hija en el Señor:
Usted
debería tener en su casa y leer el Catecismo de la Iglesia católica
para conocer su fe. Allí encontraría la respuesta a todas su preguntas.
No tengo que perdonarle su “curiosidad” por las cosas de Dios, porque
es una curiosidad buena, un impulso de Dios, que la llama.
Por eso
tómese el tiempo de estudiar el catecismo porque vale la pena. La
ignorancia no paga. Y no es éste el modo como podrá salir de ella y
satisfacer todas las preguntas que Dios le pone en el alma. Yo no podré
sacarla de la ignorancia. No podré ser su maestro particular en la fe.
No por falta de amor ni de ganas, sino por imposibilidad de tiempo. Y
porque la voluntad de Dios para mí es otra. Pero ahí va, con todo amor,
algo breve en respuesta a su pregunta
Virtud:
viene del latín Virtus que quiere decir "Poder" y se aplica a la fuerza
física, pero también a la fuerza moral o espiritual para obrar el
bien moral o espiritual, para hacer el bien, para portarse bien.
En cuanto
la palabra Virtud referida a la fuerza física ayuda considerar que
nuestra palabra "varón" viene del latín Vir, que es de la misma raíz de
la palabra virtus, e indica la fuerza del varón para trabajar bien y pelear bien en la guerra. Virtud es, pues, la capacidad, el poder de hacer el bien.
Aunque
todo lo bueno que hay en nosotros nos viene de Dios, las virtudes
humanas se diferencian de las teologales y no son lo mismo. Una
diferencia importante está en que las humanas, las desarrollamos
ejercitando lo que hemos recibido de Dios Creador y por creación. En
cambio, las virtudes teologales no nos vienen por el solo hecho de ser
creaturas, sino que es algo que Dios añade a su obra creadora como un
puro regalo sobreañadido que nos permite conocerlo por encima de lo que
nuestras capacidades creadas lograrían.
Las
virtudes teologales no son naturales sino sobre-naturales, agregadas.
“A Dios nadie lo vio jamás” (Juan 1, 18). Por virtud humana nadie puede
conocerlo si Dios no se le muestra. La razón humana que no reconoce
sus límites es irracional.
Pero
“el Hijo único que existe vuelto hacia el pecho del Padre nos lo dio a
conocer” (Juan 1,18) y “a los que creen en su nombre les dio el poder
(la virtud) de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1, 12-13).
Por
este nuevo nacimiento, por esta re-generación obtenemos nuevas
capacidades en la inteligencia y la voluntad, para conocer y amar al
Padre como hijos, a Hijo Jesucristo como discípulos y hermanitos
pequeños, y eso en el Espíritu santo, Vida que recibimos del Padre a
través del Hijo. Y esta nueva vida nos permite conocerlos por la fe,
desearlos por la esperanza, amarlos por la caridad. Esas virtudes no
son “humanas” sino sobre-humanas. No vienen por la creación sino por la
revelación histórica de Dios en el Antiguo y el Nuevo Testamento.
Revelación que llevó a su perfección Jesucristo, el Hijo, el Verbo, la
Palabra de Dios encarnada en el seno de María Virgen.
A la luz de lo que llevo dicho podemos concluir que:
Las virtudes humanas son aquellos hábitos buenos y destrezas laborales, relacionales, etc que aprendemos y
adquirimos por educación y cultura y nos capacitan para obrar el bien
en el orden profesional, social, en la familia, con los seres que nos
rodean, con los vecinos etc. Estas se pueden llamar también virtudes
que perfeccionan nuestro ser humano, nuestra naturaleza humana, que sin
educación, sin cultura, sin sacrificios, se quedaría muy imperfecta e
incapaz de realizar muchos bienes. En todas las culturas humanas,
musulmanes, hindúes, chinos, japoneses, esquimales, etc. hay virtudes
“humanas” (y también vicios!!!)
Así, la estudiosidad es una virtud que nos impulsa a estudiar lo que no sabemos y nos anima a emprenderlo,
Las virtudes teologales se diferencias de las anteriores por dos motivos: por su objeto y por su origen en
el alma. Por su objeto, ellas se refieren a Dios y por su origen,
ellas son infundidas por Dios como una capacidad que está por encima de
nuestra naturaleza creada. Nuestra naturaleza humana no basta para
creer (fe), amar a Dios (Caridad) y desear los bienes espirituales como
es la vida eterna, el abrazo eterno del Padre (esperanza).
Esta es la diferencia entre virtudes humanas y virtudes teologales. Las humanas, son adquiribles y adquiridas y se refieren a todo lo terreno y creado. La teologales no se pueden adquirir, si no se reciben de Dios. Y a eso se le llama "infusión".
Fe, esperanza y Caridad son virtudes "infusas", infundidas, es decir "derramadas" por Dios en el alma.
Si
Usted cree en el evangelio no es porque se lo enseñaron sino porque
cuando le hablaron de Dios, Dios le infundió la fe. (La fe viene por el
oído, dice san Pablo).
Ahora respondo a su segunda pregunta:
La diferencia entre las virtudes teologales y los dones del Espíritu Santo es como sigue:
Los
tres poderes o virtudes teologales que derrama Dios en el alma de sus
hijos, llevan anexos siete "instintos" espiritual (no animales) para
obrar el bien en el orden de nuestras relaciones con las tres divinas
personas y por ellas con todo lo demás, y que nos permiten actuar
espontáneamente, sin vacilar ni necesidad de pensarlo.
De
la misma manera que el patito sale del huevo y es capaz de nadar,
porque tiene el don natural de nadar, de manera semejante, el nacido de
Dios, trae los siete dones para obrar como por instinto en su relación
con Dios, con Jesucristo. ¿Por qué creí cuando me anunciaron las
verdades de la fe? Porque tenía la virtud de la fe y el don de
sabiduría e inteligencia por la fe infundida en mi alma.
La
fe es la capacidad, el don es el modo como opera la capacidad, sin
necesidad de reflexión y ni pensamientos previos, como el patito se echa
al agua.
Para más claridad: Los dones del Espiritu Santo acompañan a las virtudes de fe y esperanza y caridad.
Cuando
tú amas a alguien (en este caso a Dios) lo respetas y temes ofenderlo,
quieres complacerlo y hacer su voluntad y sus gustos. Este es el don de
TEMOR DE DIOS. Jesús en el Huerto dice: “Si es posible… pero no mi
voluntad sino la tuya” porque quiere agradar al Padre, quiere hacer a
toda costa la voluntad del Padre, no soportaría desobedecele.
Cuando
tú amas a alguien intuyes inmediatamente lo que le agrada y lo que
quiere que hagas. Esto en relación con Dios es el don de CONSEJO.
Jesús sabe en cada momento lo que su Padre quiere en cada momento de su
vida y en el Huerto sabe que ahora no debe huir de la Cruz, como lo
hizo otras veces
Cuando
amas a alguien tienes una relación afectuosa, tierna, confiada (de
hija con Dios Padre, de Esposa con Jesucristo) y este es el Don de
PIEDAD. Jesús en el Huerto invoca a Dios con amor de Hijo: “Padre!!!”
Cuando
tú amas a alguien (y en este caso a Dios) eres capaz de hacer grandes
cosas y sufrir grandes cosas por amor a él, porque el gozo de amado te
hace fuerte, te da ánimo grande y valentía, y también paciencia para
sufrir y esto es el don de FORTALEZA.
Siguen
tres dones del Espíritu Santo que pertenecen al conocimiento, es decir
más bien a la fe, pero conectada con la caridad, es decir la fe del que
ama a Dios: y son Sabiduría, Inteligencia y Ciencia.
Si
el conocimiento del bien de Dios inflama el amor a Dios, a su vez el
amor a Dios busca conocerlo porque su conocimiento es sabroso y
realimenta el amor y ese es el Don de SABIDURÍA con el que la Caridad
enriquece a la fe.
Y
conociendo a Dios, uno ENTIENDE ahora las cosas divinas de una manera
nueva, lee las Escrituras con otra inteligencia, no la que viene del
estudio de muchos libros, sino la que le comunica el don de
ENTENDIMIENTO, o INTELIGENCIA infuso.
Y
por fin, conociendo y amando a Dios, también uno conoce todas las cosas
de otra manera (como le pasa al que se enamora) y ese es el don de
CIENCIA.
Los
dones no son por lo tanto lo mismo que las virtudes teologales sino lo
que las virtudes teologales traen consigo. Son como instintos
sobrenaturales para nuestra religación con Dios, con la Santísima
Trinidad y entre nosotros y los demás y con el mundo y la creación
entera.
Espero haberle explicado en forma entendible.
Bendiciones, hija del alma, que el Señor la colme de sus dones.
Pero si buscas a Dios, estudiar el catecismo se te hará cautivante y a la vez suave.
Horacio Bojorge
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