sábado, 6 de julio de 2013

HANS URS VON BALTHASAR: XIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (C)

Como corderos en medio de lobos. En el gran discurso misional del evangelio, Jesús envía a sus discípulos como corderos en medio de lobos. La imagen es terrible. Humanamente considerado, semejante envío podría aparecer irresponsable. Jesús puede decir algo semejante únicamente porque él mismo ha sido enviado por el Padre como el Cordero en medio de los hombres, que se comportan como lobos con respecto a él, para que así se consiga el triunfo del Cordero como degollado que le hace digno y capaz de soltar todos los sellos de la historia del mundo (Ap 5). Jesús ha venido a los hombres, completamente indefenso; su única arma era la misión, la cual,mientras duró, le protegió contra el ataque de sus enemigos, aunque a veces tuvo que librarse de ellos a escape. Jesús desarma primero completamente a los que tienen que anunciar su mensaje: a los pocos obreros; éstos en primer lugar deben desear la paz: no importa que sea aceptada o no; y si esa paz no es aceptada, en modo alguno hay que tratar de imponerla por la fuerza, sino hay que marcharse a otro sitio. Pero tanto a los que los acogen como a los que los rechazan, sus mensajeros deben anunciarle que el Reino de Dios esta cerca, para que la gente pueda prepararse convenientemente, pues el tiempo apremia. No deben alegrarse o entristecerse por el éxito o el fracaso; el éxito no está incluido en la misión; el verdadero éxito no está ni se encuentra únicamente incluido en la misión; el verdadero éxito se encuentra únicamente en el Señor de las misiones,que mediante su cruz ha expulsado a Satanás del cielo. El Cordero de Dios solo ha vencido: ha vencido el León de la tribu de Judá, en cuyo honor se entonan grandes cantos de alabanza en el cielo (Ap 5,5ss). Únicamente en él y no en sí mismos, tienen los enviados potestad de pisotear...todo el ejército del enemigo.Esta certeza debe bastarle a los enviados como consuelo.

Llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús. En la segunda lectura el apóstol habla en nombre de la Iglesia de Cristo. La indefensión de Jesús y de sus discípulos se ha transformado ahora en su estar crucificados, en el que la aparente derrota se mostrará como la verdadera victoria. El mundo aparentemente victorioso está crucificado, es decir, está muerto y es inofensivo lo que es mundano en él . Y estas dos cosas en virtud de la cruz de Cristo, que es lo único de lo que Pablo se gloría.Que lleve en su cuerpo las marcas de Jesús, es sólo el signo de su seguimiento estricto, un seguimiento estricto, un seguimiento en el que Pablo es ciertamente consciente de la distancia que le separa del Señor. Ha muerto Pablo en la cruz por vosotros (1 Cor 1,13). Solo a partir de la cruz de Cristo puede Pablo, en nombre de la Iglesia, del Israel de Dios, prometer paz y misericordia a todos los que se ajustan a esta norma: que la victoria sobre el mundo se encuentra únicamente en la cruz de Jesús y en sus efectos sobre la Iglesia y sobre el mundo.

Como a un niño a quien su madre consuela. En esta norma se encuentra toda la riqueza de la Iglesia, que es la madre que nos alimenta y de cuyas ubres abundantes, como dice la primera lectura, debemos mamar hasta saciarnos. La Iglesia no tiene más consuelo para sus hijos que el que le ha sido dado por Dios: que en la cruz de Jesús el amor de Dios se ha convertido en algo definitivamente tangible para el mundo; que solo a partir de ella puede hacerse derivar hacia la Iglesia, y a través de ella hacia el mundo, la paz como un torrente de crecida.

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