El Santo Padre Benedicto XVI ha proclamado un Año Jubilar especial para conmemorar el bimilenario del nacimiento del apóstol San Pablo, que se extenderá desde el 28 de junio de 2008 hasta el 29 de junio de 2009. He aquí unas palabras de Santo Padre sobre este insigne apóstol...
En el camino hacia Damasco, a inicios de los años treinta, Saulo, según sus palabras, fue «alcanzado por Cristo Jesús» (Fil 3, 12). Mientras Lucas cuenta el hecho con abundancia de detalles -la manera en que la luz del Resucitado le alcanzó, cambiando fundamentalmente toda su vida- en sus cartas él va directamente a lo esencial y habla no sólo de una visión (Cf. 1 Cor 9,1), sino de una iluminación (Cf. 2 Cor 4, 6) y sobre todo de una revelación y una vocación en el encuentro con el Resucitado (Cf. Gá 1, 15-16).
De hecho, se definirá explícitamente «apóstol por vocación» (Cf. Ro 1, 1; 1 Cor 1, 1) o «apóstol por voluntad de Dios» (2 Cor 1, 1; Ef 1,1; Col 1, 1), como queriendo subrayar que su conversión no era el resultado de bonitos pensamientos, de reflexiones, sino el fruto de una intervención divina, de una gracia divina imprevisible.
A partir de entonces, todo lo que antes constituía para él un valor se convirtió paradójicamente, según sus palabras, en pérdida y basura (Cf. Fil 3, 7-10). Y desde aquel momento puso todas sus energías al servicio exclusivo de Jesucristo y de su Evangelio. Su existencia se convertirá en la de un apóstol que quiere «hacerse todo a todos» (1 Cor 9,22) sin reservas.
APOSTOLADO
—En el apostolado de Pablo no faltaron dificultades, que él afrontó con valentía por amor a Cristo. Él mismo recuerda que tuvo que soportar «trabajos…, cárceles…, azotes; peligros de muerte, muchas veces…Tres veces fui azotado con varas; una vez apedreado; tres veces naufragué… Viajes frecuentes; peligros de ríos; peligros de salteadores; peligros de los de mi raza; peligros de los gentiles; peligros en ciudad; peligros en despoblado; peligros por mar; peligros entre falsos hermanos; trabajo y fatiga; noches sin dormir, muchas veces; hambre y sed; muchos días sin comer; frío y desnudez. Y aparte de otras cosas, mi responsabilidad diaria: la preocupación por todas las Iglesias» (2 Cor 11,23-28).
—Para el decimotercer apóstol, Cristo se convirtió en su razón de ser y en el motivo profundo de todo su trabajo apostólico. En sus cartas, después del nombre de Dios, que aparece más de quinientas veces, el nombre mencionado con más frecuencia es el de Cristo (380 veces).
—Pablo ya no vivía para sí mismo, sino que vivía de Cristo y con Cristo: dándose a sí mismo. Se puede ilustrar esto con algunas de las expresiones plásticas que san Pablo anota en sus cartas. «En cuanto a mí -escribe, por ejemplo, en Gál 6, 14-, ¡Dios me libre gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es para mí un crucificado y yo un crucificado para el mundo!».Tenemos que exclamar con san Pablo: «Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros?».
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