miércoles, 21 de mayo de 2014

MAMERTO MENAPACE: LA LÁGRIMA DE LA NOVIA

Se habían querido mucho. Llevaban varios años de noviazgo en los que el cariño y el conocimiento mutuo los había hecho crecer. Ya pensaban seriamente en una fecha cercana para su matrimonio, Dios había sido testigo de todo lo que había pasado entre ellos estos años, perdonando sus equivocaciones y bendiciendo sus aciertos.

Pero el Señor tenía otros planes. Hacía un par de días que lo había llamado a él en un accidente, dejando en el dolor y en la más absoluta incomprensión por lo sucedido a su novia. Las palabras de consuelo que recibía apenas si le sonaban a ejercicio de buena voluntad por parte de aquellos que, al igual que ella, no podían comprender el actuar misterioso del Señor.

Mientras tanto el joven había tenido que presentarse ante el trono de Dios sabía que llegaba con deudas. Pero sabía también que Tata Dios es misericordioso y que tendría que darle alguna posibilidad de saldarlas para poder ser admitido en su casa. Cuando miró la balanza de la Justicia divina, vio que el platillo de sus deudas tiraba fuertemente para abajo inclinando la aguja para el lado peligroso. 

¿Con qué podría equilibrar aquel peso? ¿Qué podría colocar sobre el otro platillo, a fin de que el saldo fuera positivo?

Tata Dios le dijo que le daba la oportunidad de regresar a la Tierra e fin de buscar entre sus cosas aquello que considerara más valioso, y lo trajera a su presencia para ser colocado en la balanza.

Regresó volando a la tierra y en un santiamén reunió todas las riquezas que poseía, y cargado con ellas retornó al cielo. Pero al tirar sobre el platillo todo aquellos se dio cuenta de que no servía para nada y que ni siquiera se movía la balanza.

Nuevamente rehizo el camino a la Tierra y amontonó toda la sabiduría adquirida en sus años de estudios universitarios. Llegado delante de la balanza divina descargó lo que traía y apenas si consiguió que la aguja tomara en serio esta riqueza.

Por tercera vez volvió a la tierra y se dedicó a reunir las cosas que le habían dado placer, prestigio, fama, poder, fuerza, honores. Fue un cargamento de lo más heterogéneo que se pueda imaginar, el de todas aquellas cosas por las que los vivientes se desviven durante su existencia terrena. Pero fue inútil. La balanza se dio por enterada de que se había arrojado sobre el platillo de lo positivo aquello conjunto de valores humanos.

Mientras todo esto sucedía allá delante de Tata Dios, la novia se encontraba sola en su habitación, delante de un crucifijo, desahogando su dolor. Terminado su rezo se fue a acostar sin encontrar consuelo para su enorme pena. Un pensamiento vino a golpear en su corazón. Que quizá podía ofrecer a Dios por su ser querido que se encontraría delante del Trono de la Justicia divina. Y en gesto de entrega total le dijo a Dios que lo único que le quedaba era su dolor y que se lo ofrecía por todo aquello que su novio estuviera debiendo. Y diciendo esto se quedó dormida, mientras una lágrima quedaba detenida en su mejilla.

Mientras tanto, el novio desesperado por no conseguir nada de valor que pudiera ser puesto en la balanza, decidió pedir ayuda a quien más lo había querido en la tierra. Cuando llegó junto a su cama la encontró dormida. No quiso despertarla. Pero recogió en la palma de su mano aquella lágrima, que le pareció pesar más que el mundo entero y la llevó hasta Dios. Cuando la tiró sobre el platillo vio como éste se inclinaba violentamente tirando por los aires todas las deudas y haciéndolas desaparecer. Había encontrado algo realmente valioso con lo que pagar cuando debía.

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