domingo, 18 de mayo de 2014

HANS URS VON BALTHASAR: V DOMINGO DEL TIEMPO DE PASCUA (A)


Jesús se va con el Padre,pero volverá. Los evangelios comienzan ya a hacer referencia a los acontecimientos de la Ascensión y Pentecostés. Pero Jesús invita siempre a sus amigos a no perder la calma: "Creed en mí". Tened la seguridad de que lo que yo hago es lo mejor para vosotros.Después habla con suma circunspección de su marcha: me voy a preparaos sitio y volveré para llevaros conmigo, "para que donde yo esté estéis también vosotros". Jesús se irá con el Padre. Los discípulos comprenden que eso está muy lejos y preguntan por el camino a seguir. 

La respuesta de Jesús es superabundante: el camino es él mismo,no hay otro.Pero Jesús es aún más: él es también la meta, porque el Padre, al que lleva el camino, está en él, directamente visible para el que ve a Jesús es aún más: él es también la meta, porque el Padre, al que lleva el camino,está en él, directamente visible para el que ve a Jesús, como el que realmente es.El Señor se extraña de que uno de los discípulos todavía no se haya dado cuenta de ello después de tanto tiempo de vida en común. En él que es la Palabra de Dios, Dios Padre habla al mundo; e incluso hace sus obras en él, se alude aquí a los milagros de Jesús, que realmente deberían llevar a todo hombre a creer que el Padre está en el Hijo y el Hijo en el Padre. Y sin embargo la figura terrena de Jesús debe desaparecer cuando se vaya con el Padre para que nadie confunda esta figura con Dios. Jesús volverá con una figura que no dará lugar a ningún mal entendido: con la gloria del Padre resplandeciendo en él. Pero en el entretanto no dejará desamparados a los suyos:habitará con el Padre secretamente en ellos, de una manera que él les revelará a ellos solos (Jn 14,23), y el Espíritu Santo de Dios les hará comprender "que yo estoy con el Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros" (ibid 20). Al final aparece un promesa casi incomprensible para la Iglesia: ella hará, si cree en Jesús, "las obras que yo hago y aún mayores". Ciertamente no se trata de milagros espectaculares; lo que Jesús quiere decir es que a la iglesia le está reservada una influencia dentro del mundo que el propio Jesús no quería tener.Su misión era actuar, fracasar y morir, la Iglesia, en el fracaso y la persecución, derribará todos los obstáculos que se levanten contra ella.

La casa espiritual.Tras la marcha de Jesús al Padre y el envío del Espíritu Santo sobre la Iglesia, se construye ( en la segunda lectura) el Templo vivo de Dios en medio de la humanidad y los que lo construyen como piedras vivas son al mismo tiempo los sacerdotes que ejercen su ministerio en él y que son designados incluso como "sacerdocio real". Al igual que el Templo de Jerusalén con sus sacrificios materiales era el centro del culto antiguo, así también este nuevo Templo con sus sacrificios espirituales es el cetro de la humanidad redimida: está constituido sobre la piedra viva escogida por Dios, Jesucristo,y por ello también participa de su destino, que es ser tanto la piedra angular colocada por Dios, como piedra de tropiezo y la roca a estrellarse para los hombres.La Iglesia no puede escapar a este doble destino de estar puesta como "signo de contradicción", para que muchos caigan y se levanten (Lc 2,34).

Servicio espiritual y temporal. La primera lectura, en la que se narra la elección de los primeros diáconos para encargarlos de una tarea administrativa,temporal de la Iglesia,mientras que los apóstoles prefieren dedicarse a la oración y el servicio de la Palabra, muestra las dimensiones de la casa espiritual construida sobre Cristo. Del mismo modo que el Hijo era auténticamente hombre en contacto permanente de oración con el Padre y anunciando su Palabra,pero al mismo tiempo había sido enviado a los hombres del mundo, a enfrentarse sus miserias, enfermedades y problemas espirituales, así también se reparten en la Iglesia los diversos carismas y ministerios sin que por ello se pierda su unidad.Dicho con palabras del evangelio: Cristo va a reunirse con el Padre sin dejar de estar con los suyos en el mundo.El sabe que "ellos se quedan con el mundo" (Jn 17,11) y no lo olvida en su oración; el Espíritu que les envía es Espíritu divino y a la vez Espíritu misional que dirige y anima la misión de la Iglesia.

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