domingo, 11 de mayo de 2014

HANS URS VON BALTHASAR : IV DOMINGO DEL TIEMPO DE PASCUA (A)


En esta parte del evangelio del Buen Pastor conviene tener presente los acentos centrales: Jesús es el único pastor de sus ovejas, por eso las conoce y ellas conocen su voz, le siguen cuando las llama por su nombre ( en el aoristo hay otras muchas ovejas) y las lleva a pastar a las verdes praderas. Él es el pastor legítimo que entra en el aprisco por la puerta, que -en otra imagen- es él mismo, y no como los ladrones y bandidos que entran en el aprisco por otra parte para robar y matar. Sus ovejas se caracterizan por tener un oído especial, una experiencia de instinto para distinguir al verdadero pastor. - a un extraño no lo seguirán, porque no conocen la voz de los extraños-, y adqieren ese oído especial mediante el sonido de la voz del Buen Pastor por el sonido único e inconfundible de la Palabra de Dios que oyen en Jesús. Esta Palabra tiene un sonido totalmente distinto al de todas las visiones del mundo, religiones e ideologías puramente humanas, y Jesús sabe que su pretensión no es comparable a nuinguna otra. Yo soy el camino... Nadie se acerca al Padre sino por mí (Jn 14,6); por eso todos los otros caminos y puertas conducen al error y al extravío. El que reivindica para sí toda la verdad tiene que mostrar una divina intolerancia para con todos los caminos inventados por los hombres, pues ninguno de ellos conduce a los únicos pastos eternos que son capaces de saciar, ninguno de ellos lleva a la casa del Padre. Algunos, que no miran al corazón de los otros, pueden y deben ser tolerantes, pero no son ni el pastor ni la puerta; éstos, en vez de buscar eclécticamente un camino entre otros muchos, deberían buscar el instinto para percibir el auténtico sonido de la llamada divina, deberían implorarlo ante Dios. Ciertamente la intolerancia del yo soy de Jesús ha indignado hasta nuestros días al mundo poscristiano, que opone a esta supuesta presunción la teoría de que existen muchos caminos y por tanto también múltiples verdades. Pero la verdad de Dios invisible, y lo es precisamente cuando se muestra como el amor absoluto: el Buen Pastor dará su vida por sus ovejas; no existe ninguna verdad que sea superior, ni siquiera comparable a ésta.

La segunda lectura une la palabra de la cruz con la palabra del pastor, confirmando con ello lo que se acaba de decir. Las heridas de Jesús, que soportó con dulzura todas las injurias y sufrimientos, cargando con nuestros pecados en el leño de la cruz sin rebelarse contra el dolor del mundo, sino poniéndose obedientemente en manos del Padre "que juzga justamente", nos han curado y nos han conferido ese instinto que nos permite seguir su ejemplo como auténtica llamada de Dios; nosotros, que andábamos como ovejas descarriadas, podemos, gracias a la palabra más sorprendente que se ha pronunciado jamás en el mundo (1 Co 1,18), seguir al verdadero pastor, y pedirle que sea el guardián de nuestras almas.

En la llamada de Jesús hay una certeza, es inconfundible.Por eso Padre puede (en la primera lectura) invitar a Israel a reconocer al que había crucificado como mesías verdadero. Y las palabras de la Iglesia, inspiradas por el Espíritu Santo, traspasan el corazón de los oyentes. Traspasan el corazón de lso oyentes porque éstos se siente aludidos por la prometedora voz de Dios. Del mismo modo que la voz del Buen Pastor
llama a los suyos y los saca fuera de la multitud indiscriminada,así también el Papa exhorta a sus oyentes a escapar de esta generación perversa, y gracias a adios su llamada tiene éxito: "Aquel día se bautizaron unos tres mil".

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