ORACIÓN PARA INVOCAR LA GRACIA DEL ESPÍRITU SANTO
San Agustín, Meditaciones ( trad. del P. Rivadeneyra )
Oh amor divino y comunicación santa del Eterno Padre y de su Hijo benditísimo; Espíritu poderoso y consolador clementísimo de todos los afligidos, penetra con tu virtud lo más íntimo de mis entrañas, y con tu luz alumbra mi tenebroso corazón.
Riégalo, que está seco, con el riego de tu gracia, para que fructifique; hiérelo con las saetas de tu amor, y abrázalo con tus saludables llamas, para que encendido todo, lo más íntimo de mi alma y de mi cuerpo, con tu fuego, se derrita y transforme en Vos.
Beba yo de aquel río caudaloso de tu dulzura, para que con mi mano tire lejos todos los gustos venenosos de este mundo. Juzga mi causa, y apártame de la gente no santa, y enséñame a hacer tu voluntad, pues sos mi Dios. Bien se que consagras el alma, en que Vos habitas, en templo y morada del Padre y del Hijo, y por tanto es bienaventurado el que te tiene por huésped, porque juntamente el Padre y el Hijo moran con él.
Riégalo, que está seco, con el riego de tu gracia, para que fructifique; hiérelo con las saetas de tu amor, y abrázalo con tus saludables llamas, para que encendido todo, lo más íntimo de mi alma y de mi cuerpo, con tu fuego, se derrita y transforme en Vos.
Beba yo de aquel río caudaloso de tu dulzura, para que con mi mano tire lejos todos los gustos venenosos de este mundo. Juzga mi causa, y apártame de la gente no santa, y enséñame a hacer tu voluntad, pues sos mi Dios. Bien se que consagras el alma, en que Vos habitas, en templo y morada del Padre y del Hijo, y por tanto es bienaventurado el que te tiene por huésped, porque juntamente el Padre y el Hijo moran con él.
Ven ya, ven buenísimo consolador del alma afligida, y defensor y ayudador cierto y oportuno en la tribulación.
Ven, santificador de los pecadores, médico de los enfermos, fortaleza de los flacos, esfuerzo de los caídos, maestro de los humildes, espanto de los soberbios, padre piadoso de los huérfanos, juez justo de las viudas, remedio de los pobres, alivio de los cansados.
Ven, norte de los que navegan, y puerto seguro de los que han dado a la mar en este mundo. Ven, Señor, ven a mi alma, Vos que sos única esperanza de todos los que viven, y verdadera vida de todos los que mueren.
Ven, Santísimo Espíritu, ven y apiádate de mí, conforma mi espíritu con tu espíritu, y mi pequeñez con tu grandeza; sustenta mi flaqueza con tu brazo poderoso, para que yo te sirva y te agrade por Jesucristo mi Salvador.
Amén
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