En esto se le acercó uno y le dijo: «Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir vida eterna?»
El le dijo: «¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es el Bueno. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.»
«¿Cuáles?» - le dice él. Y Jesús dijo: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio ,y amarás a tu prójimo como a ti mismo.»
Le dice el joven: «Todo eso lo he guardado; ¿qué más me falta?»
Jesús le dijo: «Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme.»
El pasaje que meditamos , se lo conoce como el diálogo de Jesús con el "joven rico", éste se acerca al Señor con una pregunta central, ella versa sobre la vida eterna. Las obras de nuestra vida deben ser dignas de ese bien. Es cierto, y a veces lo olvidamos, que ninguna obra por buena que sea puede ganarnos el cielo, pues éste será siempre un don del Padre para sus hijos, un don concedido en el árbol de la cruz. Alguno podrá argumentar, diciendo, entonces vivamos de cualquier manera?
La vida eterna comienza ya en esta vida terrena, a modo de germen, san Juan en su evangelio, trasmite esa enseñanza de Jesús: esta es la vida eterna: "que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo "(17, 3). Sabemos que el conocimiento que se invoca, no es mera comprensión intelectual, conocer bíblicamente , significa establecer una relación vital, que incluye la comprensión intelectual .
Por la fe y la caridad comenzamos a gustar de la vida eterna y a vivir como hijos. La vida cristiana es expresión de esta filiación que hemos recibido por el santo Bautismo.
Jesus inicialmente le señala los mandamientos como camino para la vida eterna, ellos son las rutas de los hijos para alcanzar la felicidad. Los primeros tres se refieren a las relaciones con Dios, y los restantes a las relaciones con el prójimo. Rutas exigentes y apasionantes.
El joven siente en su interior el deseo de dar un "paso más", reconoce que vive los mandamientos desde su juventud y busca en Jesús la respuesta a esta inquietud. Jesús le hablará de perfección, de seguimiento, esta es la última palabra que le dirige al joven: SÍGUEME..
La invitación de Jesús responde a este "paso más" que quiere dar el joven, pero conlleva exigencias y renuncias. El seguimiento de Cristo, para todos, conlleva exigencias y renuncias, que brotan del lugar que Él ocupa en nuestras vidas. Seguirlo es amarlo por encima de todas las cosas y personas, y obedecerlo , pues nuestra relación con él ,tiene toda la vitalidad de la expresión bíblica conocimiento. Él ha resucitado y vive para siempre.
Nuestro seguimiento, se concreta en el camino de conversión que nos propone la Iglesia. Para ello hay que liberar el corazón de los amos que lo quieren dominar, amos exteriores e interiores: personas ,reputaciones, "cosas", el egoísmo, la envidia y tantas otras realidades que buscan afincarse en el corazón y reinar desde allí. Jesucristo viene a liberarnos del pecado y de todas sus consecuencias.
Este pasaje, nos viene bien a todos, no importa si eres joven o anciano, el centro del mensajes vale para todos, hay que dar " un paso más", siempre es importante avanzar en el camino de la fe, porque como dicen los maestros de la vida espiritual, " el que no avanza, retrocede". Seguirlo es ponerse detrás, para recorrer el camino que nos lleve a transitar, y para ello, necesitamos estar ligeros de equipaje, hay que aligerar el corazón de las cargas que lo dominan, no sea que nos ocurra como al joven que tenía buenos propósitos pero su corazón permanecía prisionero de sus bienes o de sus miedos.
No siempre estará el dinero obstaculizando nuestra entrega, cada uno sabrá, porqué causas los deseo de perfección quedan sofocados por las esclavitudes de corazón. Para ti, también hay un sígueme...
El le dijo: «¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es el Bueno. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.»
«¿Cuáles?» - le dice él. Y Jesús dijo: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio ,y amarás a tu prójimo como a ti mismo.»
Le dice el joven: «Todo eso lo he guardado; ¿qué más me falta?»
Jesús le dijo: «Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme.»
El pasaje que meditamos , se lo conoce como el diálogo de Jesús con el "joven rico", éste se acerca al Señor con una pregunta central, ella versa sobre la vida eterna. Las obras de nuestra vida deben ser dignas de ese bien. Es cierto, y a veces lo olvidamos, que ninguna obra por buena que sea puede ganarnos el cielo, pues éste será siempre un don del Padre para sus hijos, un don concedido en el árbol de la cruz. Alguno podrá argumentar, diciendo, entonces vivamos de cualquier manera?
La vida eterna comienza ya en esta vida terrena, a modo de germen, san Juan en su evangelio, trasmite esa enseñanza de Jesús: esta es la vida eterna: "que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo "(17, 3). Sabemos que el conocimiento que se invoca, no es mera comprensión intelectual, conocer bíblicamente , significa establecer una relación vital, que incluye la comprensión intelectual .
Por la fe y la caridad comenzamos a gustar de la vida eterna y a vivir como hijos. La vida cristiana es expresión de esta filiación que hemos recibido por el santo Bautismo.
Jesus inicialmente le señala los mandamientos como camino para la vida eterna, ellos son las rutas de los hijos para alcanzar la felicidad. Los primeros tres se refieren a las relaciones con Dios, y los restantes a las relaciones con el prójimo. Rutas exigentes y apasionantes.
El joven siente en su interior el deseo de dar un "paso más", reconoce que vive los mandamientos desde su juventud y busca en Jesús la respuesta a esta inquietud. Jesús le hablará de perfección, de seguimiento, esta es la última palabra que le dirige al joven: SÍGUEME..
La invitación de Jesús responde a este "paso más" que quiere dar el joven, pero conlleva exigencias y renuncias. El seguimiento de Cristo, para todos, conlleva exigencias y renuncias, que brotan del lugar que Él ocupa en nuestras vidas. Seguirlo es amarlo por encima de todas las cosas y personas, y obedecerlo , pues nuestra relación con él ,tiene toda la vitalidad de la expresión bíblica conocimiento. Él ha resucitado y vive para siempre.
Nuestro seguimiento, se concreta en el camino de conversión que nos propone la Iglesia. Para ello hay que liberar el corazón de los amos que lo quieren dominar, amos exteriores e interiores: personas ,reputaciones, "cosas", el egoísmo, la envidia y tantas otras realidades que buscan afincarse en el corazón y reinar desde allí. Jesucristo viene a liberarnos del pecado y de todas sus consecuencias.
Este pasaje, nos viene bien a todos, no importa si eres joven o anciano, el centro del mensajes vale para todos, hay que dar " un paso más", siempre es importante avanzar en el camino de la fe, porque como dicen los maestros de la vida espiritual, " el que no avanza, retrocede". Seguirlo es ponerse detrás, para recorrer el camino que nos lleve a transitar, y para ello, necesitamos estar ligeros de equipaje, hay que aligerar el corazón de las cargas que lo dominan, no sea que nos ocurra como al joven que tenía buenos propósitos pero su corazón permanecía prisionero de sus bienes o de sus miedos.
No siempre estará el dinero obstaculizando nuestra entrega, cada uno sabrá, porqué causas los deseo de perfección quedan sofocados por las esclavitudes de corazón. Para ti, también hay un sígueme...
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