La imagen por excelencia de una persona con esperanza es el mártir.El mártir ya no tiene nada en que apoyarse humanamente: sólo Dios es "su roca y su alcázar". Cara a cara con la muerte, se desvanece toda confianza en sí. El mártir ya no puede hacer nada por sí mismo. debe renunciar completamente a sí.
La única cosa de la que puede seguir viviendo es la esperanza: la esperanza divina que se apoya únicamente en Dios, este Dios "que llama incluso a los muertos fuera de sus tumbas".Sin esta esperanza pura y radical el mártir no puede hacer nada, aunque sea fruto de la gracia divina que un héroe poderoso.Ser mártir no es algo que uno hace, se recibe.
Pero si el mártir se abandona esperanzado en Dios,se vuelve perfectamente libre, libre de todo aquello a lo que puede estar apegado: riquezas, prestigios, nombre y reputación,familia, la vida misma.Es el mártir quien hace progresar realmente la historia, porque encarna la esperanza y la conduce hasta sus últimas consecuencias.
No todos llegan a ser mártires o iconos de la esperanza en la Iglesia.Pero cada uno de nosotros puede hacer algo en este sentido. La esperanza viene a este mundo cada vez que nos atrevemos a hablar en el gulag de nuestra sociedad, cada vez que seguimos creyendo a pesar de las burlas, que resistimos a las veleidades del racismo, marginación y exclusión en nuestro corazón, cada vez que nos reconciliamos con alguien que nos ha ofendido, cada vez que respondemos con una buena acción a una mala; cada vez que, en definitiva, creemos que el bien es más fuerte que el mal. Entonces también nosotros nos hacemos testigos.El significado de la palabra mártir en griego es testigo. Aunque solo hay un número limitado de iconos originales, existen empero muchas copias, y muy buenas, de ellos.
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