lunes, 22 de junio de 2009

GILBERTO HERNÁNDEZ GARCÍA: PARE DE SUFRIR: MILAGROS POR DONATIVOS

En la pantalla del televisor una mujer de clase media-baja aparece en primer plano. La tez morena, con lágrimas y voz entrecortada relata lo mal que le ha ido en la vida: pleitos familiares, infidelidades de parte del esposo, vicios, golpes, el dinero que no alcanza, los hijos que no le hacen caso. «Cuando más mal (sic) me estaba yendo, conocí Pare de sufrir y la vida cambió para mí».

Ahora, como por arte de magia, con rostro sonriente, relata su camino de conversión y la felicidad en que se encuentra: Gracias a un letrero en una estación del metro capitalino se enteró de la existencia de un grupo religioso que «sí se ocupa de los pobres» y que le «enseñó el verdadero rostro de Dios». La mujer es asidua al culto de Pare de sufrir y promotora de las «bondades encontradas» con ellos.

El programa donde apareció el testimonio relatado busca difundir las actividades de la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD) —aunque es más conocida por su nombre comercial y publicitario: Pare de sufrir— y se transmite diariamente por las dos grandes cadenas de televisión en México.

Los presentadores, con marcado acento portugués, aparecen en los créditos como ministros religiosos, y durante la hora que dura la transmisión abordan los más variopintos tópicos de la vida cotidiana como el amor, el éxito, las relaciones humanas, el miedo, etc.

Sin embargo, su penetración no sólo es mediática: tan sólo en México tiene más de 80 templos y su población destinataria son los pobres y sectores excluidos, especialmente de áreas urbanas.

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