Recientemente se ha publicado un libro del Cardenal Carlo María Martini titulado “Coloquios nocturnos en Jerusalén”. El título podría interpretarse en este sentido: en esa obra el ilustre Cardenal emite algunas opiniones muy poco claras, más bien obscuras, nocturnas.
Opina, poniendo en duda verdades y prácticas sostenidas permanentemente por la Iglesia, tales como el celibato de los sacerdotes, la ordenación sacerdotal reservada a los varones, la inmoralidad de las relaciones homosexuales. Pero donde el Cardenal es muy claro es en su crítica, una crítica muy severa, a Paulo VI y a la Encíclica “Humanae Vitae”, de cuya publicación se ha cumplido este año el cuadragésimo aniversario.
Llega a decir cosas muy serias, como que esta Encíclica ha producido un grave daño con la prohibición de la contracepción artificial que allí se establece, lo cual habría determinado que muchas personas se hayan alejado de la Iglesia y la Iglesia de las personas.
Más aún: el Cardenal Martini parece imputarle a Paulo VI haber ocultado la verdad, como que el Papa, en realidad, no estaba convencido de lo que afirmaba en su encíclica, pero lo hizo igual. Las críticas continúan, porque enfocan también a Juan Pablo II que “siguió el camino de una rigurosa aplicación” -dice el Cardenal Martini- de las prohibiciones de la Encíclica con el propósito de mantener las afirmaciones que había hecho Paulo VI en un plano absolutamente indudable.
El antiguo arzobispo de Milán propone que la Iglesia corrija el error cometido. Dice textualmente: “Probablemente el Papa no retirará la Encíclica. Pero puede escribir una nueva e ir en ella más lejos.. Estoy firmemente convencido de que la conducción de la Iglesia pueda mostrar un camino mejor del que logró mostrar la “Humanae Vitae”. La Iglesia recuperará con ello credibilidad y competencia. Es un signo de grandeza y de seguridad en sí mismo que alguien pueda admitir sus faltas y la estrechez de su visión de antaño”.
Llama mucho la atención que un Cardenal, un hombre tan inteligente, tan destacado, como es el Cardenal Carlo María Martini se haga eco y haga suyas las críticas que dirige y ha dirigido a la Iglesia, durante décadas, la cultura secularizada y aquellos sectores intraeclesiales que se han manifestado en una postura de disenso contra el magisterio eclesial.
En realidad la doctrina de la “Humanae Vitae” sigue una tradición constante que arranca en los Santos Padres. Los Padres de la Iglesia han condenado como inmoral la anticoncepción y cuando las técnicas modernas presentaron nuevos caminos para frustrar la fecundidad del acto conyugal, desde principios del siglo XIX, el magisterio eclesial ha sido constante en señalar la negación de la apertura a la vida como un acto intrínsecamente malo.
Podemos mencionar, entre otros documentos, la Encíclica “Casti Connubii” del Papa Pío XI, los numerosos discursos de Pío XII, lo que dice el Concilio Vaticano II en la Constitución “Gaudium et Spes”, las intervenciones de Juan XXIII, la misma “Humanae Vitae” y muchos discursos de Paulo VI y toda la enseñanza de Juan Pablo II, especialmente su teología del cuerpo y de la sexualidad.
En la Encíclica “Humanae Vitae” se afirma algo fundamental, que tiene que ver con el sentido del amor conyugal: el carácter inseparable del doble significado del acto de los esposos, el significado unitivo y el procreativo. Se trata de una verdad natural, pero además en ella se juega algo fundamental para la vida cristiana de aquellos fieles de la Iglesia que están llamados al matrimonio.
Además, Benedicto XVI ha ratificado expresamente la doctrina de la “Humanae Vitae” y lo ha hecho en varias oportunidades este año. Quiero citar un discurso del 10 de mayo donde el Santo Padre dice: “40 años después de su publicación esa doctrina no sólo sigue manifestando su verdad, también revela la clarividencia con la que se afrontó el problema”.
Benedicto XVI recuerda también que el texto de la “Humanae Vitae” ha sido muchas veces mal entendido, y aún tergiversado. También señala: “Lo que era verdad ayer sigue siéndolo igualmente hoy. La verdad expresada en la “Humanae Vitae” no cambia, más aún, precisamente a la luz de los nuevos descubrimientos científicos su doctrina se hace más actual e impulsa a reflexionar sobre el valor intrínseco que posee”. Se refiere el Papa precisamente, al significado verdadero del amor conyugal”.
Las desafortunadas opiniones que vierte el Cardenal Martini en su libro, probablemente han obtenido la adhesión de algunos grupos, de algunos sectores de gente que piensa que son planteos inteligentes y a los cuales habría que hacer caso. De hecho, entre nosotros han sido difundidas con beneplácito por medios de comunicación que habitualmente descalifican la enseñanza tradicional de la Iglesia. Pero, además, me temo que para la mayoría de los fieles hayan resultado escandalosas. Dicho esto con el respeto debido al ilustre Cardenal.
Ahora bien: nosotros, si nos dejamos llevar por el instinto de la fe, nuestro sano instinto católico, sabemos muy bien a lo que tenemos que adherir. Tenemos que adherir a la doctrina constante de la Iglesia y a la enseñanza de Benedicto XVI que es el Pastor que actualmente, a todos, nos guía. A esa enseñanza debe adherir, tanto el más humilde de los fieles como el más publicitado de los cardenales.
1 comentario:
El libro Coloquios Nocturnos en Jerusalén, parece llamado a ser un ícono del nuevo milenio, ya que levanta tantas opiniones, que ni siquiera la mejor campaña de publicidad podría haber conseguido.
Nace casi sin pecado original, ya que su autor difícilmente pueda ser tachado de marxista, tercermundista o anticlerical, baste recordar que quizás hoy podría llevar otro anillo en su mano y qué decir de la editorial, sin dudas una de las más prestigiosas dentro del mundo católico, al menos de habla hispana, un sitio recurrente para todos aquellos que disfrutamos de literatura con contenido, con ese perfume maravilloso que es el leer lo nuestro y así enseñárselo a nuestros hijos.
Estos dos elementos lo sitúan en un plano superlativo y seguramente lo convertirán en un best – seller, no los que disfruten con su lectura y lo recomienden, sino los que lo contradigan e impulsen a leerlo y el tiempo dirá si esto es así o pasa exactamente lo contrario.
Obviamente que muchas de las ideas que plantea son fuertes, difíciles de asimilar, pero el debate de ideas nunca viene del todo mal, quizás algo se pueda sacar en limpio.
Cuando me preparé para mi primera comunión se hacía en un año, desde hace tiempo la preparación en muchos países es en dos, y en algunos lugares hasta en tres, antes se la podía tomar a los siete años ahora a los nueve, cuando aprendí el Padre Nuestro era de una forma luego cambió, comulgué bajo las dos especies en un retiro espiritual de la Acción Católica en 1.969, en una hecho insólito en mi vida, luego se hizo cada vez más común y hoy se recibe en la mano, y así la lista puede seguir, alguien lo pensó, alguien lo propuso, alguien lo apoyo y seguramente otros no, sin embargo no chocaron los planetas por esas ni por ninguna otra cosa y la lista podría continuarla casi hasta el infinito.
Pero hay un tema recurrente y es el relacionado con la sexualidad, en el cual sería muy bueno e ilustrativo que se le diera el mismo tratamiento y la misma difusión a la castidad conyugal que a otros aspectos, tal el caso de los divorciados en nueva unión, ya que todo parece formar parte del mismo capítulo y con ligeras variantes de la misma problemática.
Si el tema del acceso a los sacramentos está vedado para quienes tienen una nueva unión y no viven en completa abstinencia y se lo menciona cada vez con mayor intensidad, me cuesta entender porque el mismo tratamiento no se da para quienes estando casados sacramentalmente llevan una vida plena, sin apelar exactamente a métodos naturales.
Este tema, que también es tratado en el libro no es nuevo, en el Sínodo algunos obispos también plantearon la situación de los divorciados en nueva unión e independientemente que no haya alcanzado para producir ningún cambio, la situación quedó lo suficiente instalada, con lo cual libros más, libros menos, sigue y seguirá vigente.
En el pasado reciente la escultura de una rana verde crucificada instaló nuestra fe en los medios, más cercano fue la campaña de la asociación italiana Teléfono Donna contra la violencia de género, que muestra la imagen de una mujer en un lecho en una posición que parece la de la crucifixión de Cristo, que también dio bastante que hablar en los medios de varios países, al menos en Europa, sin contar algún que otro hecho de magnitudes superlativas, nada de todo esto y mucho menos el libro en cuestión han mellado mi fe y quiero suponer que tampoco la de varios otros.
Por todo esto, bienvenido el libro, bienvenido el debate, bienvenidas las ideas, bienvenido todo aquello que con respeto nos haga sentir que estamos vivos y si hay cambios también bienvenidos y si no los hay, Dios sabrá porque no suceden.
Nuestra Iglesia tiene 2.000 años y ni esta publicación, ni ninguna idea trasnochada, de un signo o de otro (porque lo que produce urticaria, no es de un solo color) la destruirá, así que tranquilos, cada uno a seguir en el camino, tratando de ser con nuestra conducta un verdadero ejemplo para los demás, que quienes nos vean puedan decir, ese es cristiano y su vida es verdadero testimonio.
Nuestro blog (www.labarcaglobal.blogspot.com) está hecho por y para católicos divorciados en nueva unión y desde allí nos hemos eco no sólo del libro, sino de las aspiraciones, sueños, dolores y angustias que la problemática genera, de las cuales algunas están plasmada en Coloquios…, y no por ello lo compartimos en plenitud ni suponemos ser merecedores de ninguna amonestación por haber tenido acceso a su contenido.
Mundy
labarca@ymail.com
www.labarcaglobal.blogspot.com
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