miércoles, 23 de noviembre de 2022

DIÁCONO JORGE NOVOA : ADVIENTO

El año litúrgico se estructura a partir de los dos grandes misterios de nuestra fe: Encarnación y Redención, ellos son celebrados en las fiestas litúrgicas llamadas Navidad y Pascua. Estos dos grandes acontecimientos son precedidos por dos períodos preparatorios, llamados:  ADVIENTO y Cuaresma.

Ya podemos precisar que por ser tiempos preparatorios, están determinados por aquello hacia que tienden, están orientados hacia un fin, el tiempo de ADVIENTO es una preparación para la fiesta y el tiempo de la Navidad.

Dios viene a nosotros con un mensaje de salvación, sobrepasando nuestras expectativas y llevando a cumplimiento su promesa. Ya no de un modo fragmentario o provisorio, sino con una acción definitiva, con la llegada de Jesús a nosotros ha llegado lo definitivo.

Este tiempo de gracia y liberación, ha puesto su "tienda entre nosotros" esperando que llegue el día en que se manifestará definitivamente. La expresión de júbilo de la Iglesia se apoya en el conocimiento íntimo y profundo de esta verdad, depositada en el corazón del mundo a partir de la Encarnación del Verbo. Lo definitivo ha comenzado un camino irreversible que conduce a la humanidad hacia Dios.

Etimológicamente la palabra "ADVIENTO", ADVENTUS, "significa llegada, es la traducción latina de la palabra griega Parousía. Hablar de ADVIENTO implica que alguien o algo viene o vendrá".

Parusía es una palabra griega que significa presencia, e índica la venida o visita solemne, o presentación inusitada de un personaje importante. Este término, apareció en el cristianismo primitivo para designar la gloriosa venida de Cristo al fin de los tiempos. La Parusía de Cristo es el comienzo y el epílogo, la inauguración y la conclusión, la fe y la bienaventurada esperanza como dice S. Pablo:

“Aguardando la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo” (Tit 2,13).

La iniciativa de Dios de visitar a su pueblo y de establecer su morada entre nosotros exige al discípulo tener un corazón preparado para vigilar. El ADVIENTO, no es solamente la espera de un acontecimiento, es fundamentalmente la espera que prepara el corazón y todas las realidades de nuestra vida, para la visita de una persona. El acontecimiento esperado, es esa intervención de Dios en la historia, que coincide con la venida de una persona, el Hijo de Dios. Toda la realidad litúrgica se mueve en la tensión (ya, pero todavía no) que llamamos escatológica. La celebración de la Navidad como hecho histórico central de la fe, nos recuerda la venida del Hijo de Dios a los hombres, y con ella, el comienzo de lo definitivo.

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