Supongo que el título te habrá
resultado sugestivo ¿Qué afirmamos al expresar que “Dios
no tiene nietos”?
Te pido un poco de paciencia y atención.
Podríamos
plantearnos la hipótesis de la siguiente manera: Los hijos de los
creyentes, por serlo, son nietos de Dios? En la problemática de la
trasmisión de la fe, a veces pensamos incorrectamente, y creemos que
comunicando a nuestros hijos los conocimientos
que tenemos sobre nuestra religión, que ello será suficiente. Hay un aspecto
doctrinal que necesita ser comunicado y valorado, nuestra fe posee un credo, pero el
cristianismo no se reduce a una comunicación de ideas.
Muchos hombres
incrédulos tienen informaciones adecuadas sobre datos de la vida y las
enseñanzas de Jesús. Saben que nació en Belén, y que su madre se llamaba
María, conocen el modo de su muerte con bastantes detalles, pero y sin
dudarlo, afirmamos que no lo conocen a Él. Los guardias
que conduce Judas al lugar donde se encuentra
Jesús, antes de su Pasión, al enfrentarse con Él que les pregunta a quien
buscan, le responden a Jesús el Nazareno.
Se encuentran
delante de Él, conocen su nombre, pero no lo conocen a Él.
Jesús le dice a la
mujer samaritana, que se encuentra junto al pozo:
“Si conocieras
quien es el que te pide de beber”. En la
Sagrada Escritura, conocer es una relación vital que se establece entre las
personas, este concepto no se reduce
en
el mundo de la Biblia a una operación intelectual.
El cristianismo
brota de un encuentro con Cristo Resucitado. Podemos y debemos
testimoniarles a nuestros hijos a Cristo con palabras y obras, para que se
manifieste la Belleza de la vida cristiana, y ésta ejerza una suerte de
atracción del corazón de los nuestros. Pero inevitablemente, tendrán ellos
que vivir su encuentro con el Señor.
Los hijos de
los creyentes, por serlo, no son nietos de Dios, porque Dios no tiene
nietos, tiene hijos, y para serlo, hay que aceptar personal y libremente la
invitación a vivir la vida desde esta experiencia de la fe.
El encuentro con
el Señor, es un acontecimiento de gracia, que los padres preparamos con la
oración
y nuestro propio testimonio. Podemos acompañarlos,
aproximándonos con ellos hasta el umbral del pórtico que conduce al
encuentro con el Señor, pero la palabra final sobre esta decisión la tienen
ellos.
No debemos olvidar el auxilio de la Virgen, recurramos siempre a Ella, para que interceda en "la hora del Encuentro", y vele sobre nuestros corazones, preparándolos para la visita del Señor..
Jesús está
Resucitado, este es el grito de la noche pascual, Él
se encuentra en medio de nosotros,
“todos los días
hasta el fin del mundo”. No estamos solos en
la tarea de comunicar la fe,
pidamos
al Señor la ayuda necesaria, para que complete la obra que ha iniciado.
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